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DOMINGO DE RAMOSArmando Alvarado Balarezo (Nalo)
El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa con la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado en un burrito, sin ejército, coraza ni espada, tampoco sirenas, tambores ni guardaespaldas, sino sencillo y pacífico, apartado de todo poder efímero, cumpliéndose así la profecía: "Humano, mira a tu rey, que viene a ti, humilde y sentado en un asno". Un día para reflexionar sobre los misterios que encierra la grandeza del Amor: servir y entregar la vida por los demás. La Semana Santa concluye el Domingo de Pascua.
Dependiendo del equinoccio de primavera y la primera noche de luna
llena, se desarrolla en marzo o abril, abriendo el pórtico solemne de la
liturgia de la palabra que evoca la Pasión y Muerte del Señor: aclamado
primero, despreciado, torturado y crucificado después. Gloria y
sufrimiento del Hijo de Dios, como símbolo del Misterio Pascual.
Este santo día, en que se inician las procesiones, son bendecidas las palmas y las ramas de olivo o laurel, que luego conservamos en las puertas, ventanas y balcones de nuestras casas cual testimonios de fe, en recuerdo de los hombres, mujeres y niños que le dieron la bienvenida al Mesías como el amado amigo del cotidiano existir, porque Jesús no es un personaje histórico, sino el latido que vive segundo a segundo en nuestros corazones. Muchos lo acompañaron el Domingo de Ramos, pero muy pocos durante su calvario...
Este santo día, en que se inician las procesiones, son bendecidas las palmas y las ramas de olivo o laurel, que luego conservamos en las puertas, ventanas y balcones de nuestras casas cual testimonios de fe, en recuerdo de los hombres, mujeres y niños que le dieron la bienvenida al Mesías como el amado amigo del cotidiano existir, porque Jesús no es un personaje histórico, sino el latido que vive segundo a segundo en nuestros corazones. Muchos lo acompañaron el Domingo de Ramos, pero muy pocos durante su calvario...
«Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó.
Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas
en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: “Hosanna, bendito
el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de
nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!”» (Mc 11, 7-10).
Palabra de Dios.
El Domingo de Ramos aviva la
esperanza del retorno de Jesús, pero esta vez: no para ser condenado, sino para ser amado, eternamente.
Mil bendiciones para todos.
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Plaza de Armas de Chiquián