CONSTRUIR
UN
TEMPLO
Danilo Sánchez Lihón
1. Es
bueno
Cuando el peregrino
transitaba por un sendero al amanecer de un nuevo día de su viaje, encontró a
un artesano que hacía retablos labrando la madera en el corredor de su casa que
está abierta al camino, bajo la luz del sol de la mañana.
Allí corta la madera,
modela las figuras de arcilla, pinta las imágenes que ya han secado, unta con
un bálsamo los íconos para darle brillo, y todo esto lo hace entretenido,
prolijo y con esmero.
Deteniéndose el peregrino
le pregunta:
– ¿Qué modelas con las
manos, buen hombre?
– Tallo y pinto retablos,
caballero. –Contesta amablemente el aludido con voz clara y tranquila.
– Y esto, ¿con qué fin?
–Vuelve a indagar el Enviado.
– La verdad de las cosas es
para distraerme con algo en qué ocupar mi mente y mis manos, pues es mejor
estar ocupado y no esperando que el tiempo pase y la muerte llegue.
– ¡Es bueno, joven,
ocuparse en hacer algo! ¡Buen día!
2.
Es
loable
Más allá, en su incansable
recorrer distancias y ya con el sol en lo alto del mediodía, el peregrino
encuentra a otro hombre que hace lo mismo; corta, labra y pule la madera para
hacer retablos bajo la luz del sol radiante.
Y vuelve a preguntar:
– ¿Qué modelas con tus
manos, buen hombre?
Y aquel le contesta:
– Tallo y pinto retablos,
amigo.
– ¿Y con qué fin lo haces,
bajo este sol tan ardiente?
Para ganarme la vida en
estos tiempos difíciles, a fin de dar sustento a mis hijos, proteger a mi
familia y pagar los impuestos que nos impone el municipio.
Y el peregrino le comenta,
aún más complacido:
– Es loable dedicarse a
hacer algo para proveer del sustento a nuestros seres queridos y tener con qué
vivir honradamente. ¡Muchas felicidades, hijo!
3.
Corazón
de
la vida
Pero avanza más allá y
encuentra a otro hombre, ya declinando el sol del atardecer, también afanado en
hacer algo bajo la borrasca de un viento frío.
Es cuando el sol muere y
desaparece por el horizonte, el viento ulula en las pértigas y el cielo aparece
desgarrado con hondos nubarrones.
Y le pregunta:
– Y tú, ¿qué modelas con
tus manos, buen hombre?
A lo que éste le contesta:
– Tallo y pinto retablos,
señor.
– Y esto, si no soy
inoportuno, con qué fin?
– Lo hago para construir un
templo.
Entonces el peregrino,
levantando su rostro al cielo, agradeció:
– ¡He aquí a un hombre
sabio y bendito! Él, sin duda, ha de conmover y agradar el corazón de la vida y
de Dios. –Concluye.
4.
Hay
otros
Son muchos pues los que trabajan
dedicados a elaborar objetos, bienes y productos diversos, a fabricar enseres y
a prestar servicios, como para proveerse a sí mismos o para los demás sea
herramientas, lámparas o libros.
Son personas estimables y
merecedoras de aprecio porque están abocadas en hacer algo sano y favorable
para sus intereses, hecho que constituye en verdad una buena inversión del
tiempo libre y una magnífica actitud frente a la vida.
Hay otros que elaboran y se
dedican a esto y aquello pero con el objetivo encomiable de ganarse el sustento
y afrontar los requerimientos que nos exige la vida. Y en ello hay dignidad y
hasta consagración, que merece respeto, reconocimiento y elogio.
Pero hay otros que han
encontrado una razón más profunda en la existencia, un sentido superior y
trascendente, y ellos son los ungidos, los santos y los enaltecidos, quienes
jalonan la historia humana hacia adelante.
5.
Bien
sea
Y que se dedican a hacer
herramientas, lámparas o libros pero con el propósito implícito de construir un
templo.
Es decir una casa de fervor
y regocijo, una estancia de amparo, de resistencia a los embates, constituyendo
espacios de fe y de esperanza en el devenir de los tiempos.
Un lugar en donde more el
espíritu del bien y de lo inmarcesible. Y que sea tan de hoy, tan de ayer y tan
de siempre. Que pese a su maravilla y excelencia se lo sienta tan espontánea y
natural.
Son aquellos que todo de
sí, como si temiesen de que se quedara en su ser alguna gota por exprimir que
preferirían que se done a la vida.
Personas a partir de
quienes todo es verdad y aumenta el caudal de la vida, logrando extraer del ser
interior de todo lo creado la sinfonía más alta y sublime.
Y que es lo que se renueva
en los momentos en que el mundo cambia, bien sea al amanecer o al crepúsculo a la
hora del ángelus.
6.
Himno
a
la vida
Los primeros se dedican a
hacer cosas, cualesquiera que sean; buscando entretenerse, pasar el día, dejar
que las horas transcurran, cubriéndolas con cualquier manto de apariencia.
Los segundos hacen mucho o
poco según su fortaleza con la motivación comprensible de ganarse la vida,
elaborando lo que facturan pero distinto a lo que hacen cuando tratan de vivir
auténticamente, que es cuando derivan hacia otros temas, asuntos y
manifestaciones
Los terceros hacen igual que
los anteriores, pero para quienes el retablo es una representación del ideal y
un empeño sagrado. Y una visión puesta en el porvenir.
Estos últimos saben lo que
quieren, están animados por un anhelo impelente, por un impulso del corazón, y
consagrados a entonar en todo lo que alcanzan a tocar un himno a la vida y a la
creación.
Ellos hacen, del retablo
que forjan, su propio destino y de ese modo un templo.
7.
Siendo
así
Eso mismo se concibe y
reproduce en todo proyecto como es la educación de la persona humana, que en su
sentido más esencial trata de la construcción de un templo, labor parecida a
cómo se planea y hace un puente, un camino, una casa.
Maestros que son aquellos
quienes se consagran a dar fe, lucidez, encanto, y conciencia hermosa de lo que
es el vivir.
Escaleras y andamios por
donde niños, jóvenes y adultos pasan y ascienden hacia la región y el ámbito de
los sueños y aspiraciones más sentidas.
Para eso se ha de tener
visión de largo aliento, la perspectiva histórica y la conciencia de lo que es
trascendente.
Mucho mejor si todo ello se
lo forja desarrollando las inquietudes más hondas y las facultades creativas y
valiosas que todo ser humano posee y de ese modo se concreta la realización
superior del hombre.
Siendo así educar es construir
templos en que se convierte cada destino humano sobre la faz de la tierra.
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