domingo, 20 de marzo de 2016

DOMINGO DE RAMOS - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

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DOMINGO DE RAMOS

Armando Alvarado Balarezo (Nalo)

El Domingo de Ramos marca el inicio de la  Semana Santa con  la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén montado en un burrito, sin ejército, coraza ni espada, tampoco sirenas, tambores ni  guardaespaldas, sino sencillo y pacífico, apartado de todo poder efímero, cumpliéndose así la profecía: "Humano, mira a tu rey, que viene a ti, humilde y sentado en un asno". Un día para reflexionar sobre los misterios que encierra la grandeza del Amor: servir y entregar la vida por los demás. La Semana Santa concluye el Domingo de Pascua.

Dependiendo del equinoccio de primavera y la primera noche de luna llena, se desarrolla en marzo o abril, abriendo el pórtico solemne de la liturgia de la palabra que evoca la Pasión y Muerte del Señor: aclamado primero, despreciado, torturado y crucificado después. Gloria y sufrimiento del Hijo de Dios, como símbolo del Misterio Pascual.

Este santo día, en que se inician las procesiones, son bendecidas las palmas y las ramas de olivo o laurel, que luego conservamos en las puertas, ventanas y balcones de nuestras casas cual testimonios de fe, en recuerdo de los hombres, mujeres y niños que le dieron la bienvenida al Mesías como el amado amigo del cotidiano existir, porque Jesús no es un personaje histórico, sino el latido que vive segundo a segundo en nuestros corazones. Muchos lo acompañaron el Domingo de Ramos, pero muy pocos durante su calvario...
 
 
«Llevaron el borrico, le echaron encima sus mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: “Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor. Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David. ¡Hosanna en el cielo!”» (Mc 11, 7-10). Palabra de Dios. 
 
El Domingo de Ramos aviva la esperanza del retorno de Jesús, pero esta vez: no para ser condenado, sino para ser amado, eternamente. 
 
Mil bendiciones para todos.
Plaza de Armas de Chiquián