LUMEF, PATZAPA NAWIN KAMAK - PARARIN
(LUMEF, HACEDOR DE LOS OJOS DEL MUNDO - PARARIN)
Por Régulo Villarreal Dolores
1
En
Pararín, como en todos los pueblos de la Sierra peruana, los puquios o
manantiales, con sus tímidas espumas como burbujas celestiales, arman el
robusto y melancólico pecho del cielo, e incluso, marcan la esfera del
misterio del cosmos en la tierra.
En
los puquios u ojos de agua, los renacuajos arman sus laberintos de
estrellas como espejos burbujeantes, y las nubes alisan sus bigotes
con peines de inquietas melancolías.
Los puquios de las
comunidades son las siembras del alma, para el encuentro con Dios a
través de la obra del hombre, más que por los rezos.
De los puquios parten caminos a la esperanza, rozando destinos con pulsión primitiva.
¿Y
quien puede negar que en los puquios y las raíces de los árboles, están
las huellas de los abuelos, circunspectos y contritos, como amores
vibrantes y frágiles, manifestados en vientos de primaveras armando
arrugas románticas?
Los caminos de los Ayllus parten siempre de y
hacia los puquios, renovando el compromiso de ternura de la Comunidad
con sus comuneros. Los comuneros son rezos y batallas afilados en
lágrimas reflejados en Lumef (Lugar de la Memoria Eterno Futuro) .
Lumef, espíritu de la generosidad de la Comunidad, es combustión de
futuros imprevisibles, armado con los colores del pasado más remoto y
personal, para que el presente sea el péndulo mágico, oscilando entre el
bien colectivo y el mal de la usura individualista.
Lumef es la
conjunción del nacimiento y la muerte, a través de puntadas de vida
que son puquios eternos, protegiendo a los hombres desde la cuna hasta
la tumba.
La Comunidad es orden, organización, solidaridad ,
generosidad creadora, y no morbosa caridad de la hipocresía, ni caos
deslumbrante que humilla con sus ratas jugando a fieras y sus
gallinas, simulando aves de rapiña.
2
Aceptando que uno es
del lugar en donde nació y no en donde muere, la pregunta por la
identidad, de quienes como los pararinos nacieron entre cerros como
banderas afiebradas, no puede dejar de evocar el llamado inmóvil de los
silencio convocando los pasos de los ancestros, como permanentes
interrogantes de caminos, chacras y puquios, que existen como los ojos
del mundo, para ver todo y recordar todo, para frenar las traiciones.
La
identidad fluye como los respiros de los puquios que se hacen esquirlas
en los besos de las madrugadas. ¿De donde y por donde llegaron los
primeros pararinos a Pararín? Llegó una sola pareja o varias parejas?
¿De donde?, de las punas de Recuay-Cotaparaco, buscando un clima más
benévolo para desarrollar sus sueños, observando el cielo desde una
colina de 3300msnm, como Pilapunta que atalaya los Andes hacia el océano
pácifico?, o, del valle de Maravia, desde el mítico Pueblo Viejo,
huyendo del alubión de barro que borró el pueblo y su memoria, como
castigado de los dioses por alguna cuenta pendiente, cuenta la leyenda?
O, a lo mejor, llegarían, proveniente de la costa, por el camino de
Q’espara (Lugar-del-que-arriva-ya o Lugar-de-reflejos-deslumbrantes?)
De
qué ojo de agua habrían bebido el primer sorbo de agua, los recién
llegados a Pararín que, a lo mejor tendría otro nombre o no tendría
ninguno, hasta que sus primeros habitantes le dieran el nombre que
ahora tiene: Pararín que significa Lugar-que-está-lloviendo? .En quechua
de Ancash, se utiliza Tamya (lluvia), sinónimo de Paras. Nombre de
Pararin = PARAS(Lluvia), con sufijo RIN= Para - Rin,
=Lugar-que-está-lloviendo.
Lo que no puede ser cierto es que
“pararín” signifique “aquí paro” como onomatopeya del verbo PARAR del
idioma castellano, como pretendieron que significaba el nombre de la
Comunidad, para quienes bautizaron como San Juan de Pararin, sin saber
hablar el idioma quechua. Y Pararín ya era Pararín, antes de la invasión
española de 1532.
Quienes posiblemente llegaron por el camino de
la vecina Comunidad-Distrito de Tapacocha, hubieron haber bebido el
agua de Pasq’ayaku (Agua-desatada); o, Artezayaku (Agua-acilindrada), y,
finalmente, Tzuntayaku(Agua-del-silencio-de-principio-a-fin). Si,
subiendo de la costa, habrían bebido agua de Jutuyaku
(Agua-de-cascajos), o, de Antawayínyaku(Agua-acobrada) y finalmente de
Q’antuyaku(Agua-de-la-flor-de-kantuta?. Quienes, posiblemente subieron
del valle de Maravia o Pueblo Viejo, pudieron haber bebido el agua
Yulliyaku(Agua-tierna) y, finalmente Parq’ayaku(Agua-sobre-lajas)? Lo
cierto es que desde esa época remota, los actuales puquios de Pararín,
han forjado y alimentado infinitas generaciones de comuneros pararinos,
desde los constructores de los santuarios, los que trazaron las pinturas
rupestres, los sagrados defensores de la Comunidad, la generación de
oro pararinos: Reivindicadores de 1963 y hasta los más tristes bichos
traidores a su Comunidad.
Los primeros pararinos tuvieron que
haber llegado de alguna parte; es difícil suponer que los fundadores de
Pararín, hayan surgido de las mismas tierras pararinas, como una
generación espontánea, a lo hermanos Ayar, de quienes no se sabe si
tuvieron padres o no.
3
Es posible que los primeros
pararinos/as hayan seguido incluso, la ruta que siglos o milenios
después, utilizaría mi abuela Doña Grimanesa Neira Ortiz, al llegar a
Pararín, a la edad de 14 años, desde su lejano pueblo de Uco, en el
callejón de Conchucos, acompañando a su padre, el sacerdote: Don Manuel
Neyra Trebejo, que pasó por Pararín, en una misión pastoral.
No
es que la llegada de mi abuela materna a Pararín, esté registrada en
documentos históricos de la Comunidad; las comunidades siempre fueron
ágrafas; los únicos registros son las memorias de las generaciones
guardadas en las memorias de las generaciones. El dato sobre la supuesta
llegada de mi abuela por la puna, utilizando el camino que viene de
Tapacocha, lo descubrí yo mismo, de forma fortuita, como se encuentran
las cosas valiosas; y todo hecho se hace historia, cuando alguien lo
registra con amor.
Mi madre, al referirme de los últimos días de
su progenitora, que falleció en Pararín en el año 1964, me contó que su
madre, meses previos a su muerte; sólo pedía beber el agua de
Pasq’ayaku.
Los primeros meses de caer mi abuela en cama, la
familia, en turnos, iba traerle el agua del puquio de Pascayaku, ubicado
a la vera del camino que llega de los pueblos vecinos: Santa Cruz,
Cotaparaco y Tapacocha. La hija de mi abuela, que era mi madre, me
refería que, toda vez que le servían el agua en una taza, la abuela se
quedaba mirando el fondo del pequeño recipiente y luego bebía a sorbos
cortos, como orando o descifrando algún secreto en cada gota, como hacen
los catadores de vinos, para determinar la antigüedad y maceración del
producto, y luego dar el veredicto de la calidad.
Pero, a medida
que los días y las semanas pasaban, la familia se iba cansando de ir a
traerle el agua a la abuela. Entonces, cuando pedía agua, le servian
agua de los puquios del mismo Distrito, especialmente de Manzanayaku o
Tzunta. Pero el paladar de la abuela sabía distinguir el sabor de las
aguas de los puquios de Pararín. En varias oportunidades, rechazó la
taza de agua que le ofrecían, aduciendo que ella quería agua de Paska, y
no de Tzunta, o Manzanayaku. Incluso, algunas veces renunció a ingerir
alimentos y beber agua como protesta silenciosa, si no le daban el agua
de Paska.
El último sorbo de agua de Pararín que bebió mi
abuela, para despedirse de este mundo, y de Pararín, según versión de
mi progenitora, había sido el agua de Pascayaku = Agua-desatada, o,
Agua-liberada?.
Con ese detalle de la preferencia de la madre de
mi madre por el agua Paskayaku, en los últimos tiempos de su vida,
presumo que el primer sorbo de agua, como brindis por Pararin que le
daría un esposo bueno y 12 hijos e innumerables nietos/as, bisnietos,
tatarnietos, etc, mi abuela tuvo que haber llegado a Pararín, cruzando
las punas de Recuay y Cotaparaco.
Así, los primeros pararinos,
pudieron haber llegado por el lado de las punas, porque al llegar, a lo
que sería Pararin, se establecieron primero, en la ceja de cerro entre
Tzunta y Poq’runyaku, lugar en donde edificaron su primer santuario o
adoratorio pétreo llamado Aklla Punku (La-puerta-de-las-princesas).,
cuyas evidencias de su existencia se encuentran a la vista de todos.
Aklla Punku, como toda edificación andina, está relacionada con los
dioses, y como tal, Aklla Punku estuvo edificado es un lugar
estratégico, que permite controlar las entradas y salidas de la gente,
del o al pueblo.
4
Tras
bautizar los hontanares que encontraron en Pararín: Tzuntayaku
(Agua-del-silencio-de-principio-a-fin), Poq’run
(Agua-que-brota-de-lo-más-hondo), Manzakayu (Agua-de-manzana), Parq’a
(Agua-sobre-lajas-de-rocas), Q’amlakyaku (Agua-insulsa o desabrida),
Sokuyaku (Agua-canosa) como propiedad colectiva, los primeros pararinos,
habrían subido a la colina de Pilapunta o Pilaq’punta
(Colina-incognita?), o Illapunta (Morada-del-trueno?) a lanzar sus
sueños como saetas ensalivadas de majestad y misterio.
Entonces
Pilapunta se transformó en la coartada de los cielos como ojos de
cóndor, vigilando la marcha de los sueños hacia la esperanza.
Pilaq’punta (Colina-incognita?), o Illapunta (Morada-del-trueno?) se
convirtió en calidez de la ilusión hecha de signos familiares, premuras
de colibrí besando abismos o sutil susurro de mariposas con pureza de
ángeles latiendo inocencias sobres los charcos.
Y Pilapunta fue
siempre la pupila nictálope diseñado por los abuelos, para seguir las
estrellas de los tiempos, y repasar el solfeo imperturbable de la
rapsodia infantil que abarca el deseo nupcial de la persona para la
colectividad.
Pilapunta es el alba que acompaña a los pararinos,
con su charango de melancolías para las rebeldías, armando el andamiaje
de la esperanza como aerolitos jugando ajedrez con los cóndores.
Los
primeros pararinos homenajearon a la madre tierra en Pilapunta,
construyendo el misterioso adoratorio de PATZAPASHIMIN La Boca de la
Tierra y por extensión La Voz del mundo. PATZAPASHIMIN es una compuerta
cavada en roca viva, rodeada de construcciones de piedras como lóbulos
que, según la leyenda, se trata de unos laberintos que se internan a las
entrañas de la tierra, que, tras vencer distancias como por una
especie de “metro” moderno, sale en Jaupak, en un lugar llamado Ventana,
que se encuentra en el valle de Jaupak, equidistante entre el océano
pacífico y los andes.
Es de suponer que los pararinos del SXX,
descendientes de esos primeros pararinos, tras practicar deporte en
Pelotapampa (meseta-de-la-pelota), también vieran desde Pilapunta, la
esperanza del agua para su Comunidad, en los mensajes de esquirla de las
lagunas de Yanacocha-Tayapac.
Aunque el proyecto Tayapac, con
el tiempo, ha dejado de ser esperanza para transformarse en el ritual
siniestro de la demagogia, en el oráculo perverso de la corrupción y
también en la amenaza usurpadora de vecinos insolidarios que recibieron
de Pararín sueños y faenas comunales para beneficiarse de agua 4
comunidades vecinas: Cotaparaco, Tapacocha, Llacllín; Pararín.
Las
tres comunidades-distritos ya gozan del agua de Tayapac; pero aún no
Pararín, no obstante de haber sido el mayor impulsor del proyecto de
canalización de las aguas de la puna, hacia las 4 Comunidades-Distritos.
Fiel
a las mecidas politiqueras, Tayapac aparece como un proyecto
neurálgico, que llegará en meses, lo que no llegó en 56 años o más, por
la “generosidad” de unos señores que con seguridad, estuvieron siempre
entre los que retrazaron el proyecto. Incluso, uno de los “buenos
señores” no dijo nada a favor de Pararín, cuando el presidente de la
mafia ancashina destrozó “legalmente” a la Comunidad de San Juan de
Pararín, entregando todo el valle, margen derecho agua abajo rio
Fortaleza, reivindicado el año 1963, bajo la férula de su Titulo
Ancestral del año 1664 a la Región Lima, desconociendo o despreciando
por completo la auto determinación de los pueblos.
Además,
Tayapac es sólo la acumulación de deshielos y de lluvias temporales,
susceptible de no abastecer por siempre a las 4 comunidades socias, en
cambio los puquios del pueblo, aunque mal cuidados, están permanentes
como sístole y diástole de la naturaleza , dando vida a Pararín.
Y
para seguir politizando el proyecto de agua de Tayapac, los
“dirigentes” que nunca pensaron hacer un reservorio de recepción de agua
en Pararín, porque lo de ellos era soltar el agua por las calles, para
que se bañaran los cerdos públicamente, que demostraría que en Pararín
está el agua de Tayapac. A las autoridades pararinas, solo les
interesan las pachangas de las celebraciones de inauguraciones.
Ante
la propuesta de Lumef, desde el año 2000, construir un Reservorio de
Recepción de agua de Tayapac en Q’espara, a un paso del mismo pueblo de
Pararín, mirando casi a todos los Ayllus pararinos, que abarca la enorme
pampa de Wampankuy en donde se podría almacenar todo el agua de las
punas, para regar además, casi todas las chacras comunales próximas al
pueblo, Cóchar, Yulli-Tziutzi, etc, además de ornamentar al Distrito,
para solaz de los visitantes o turistas de Pararín, ha sugerido la
“propuesta” de mandar construir un reservorio de recepción de agua de
Tayapac en el lugar llamado Kayachakuna (Lugar-de-despedidas-a-gritos),
una ladera inhóspita, situada entre rocas, limitada por rocas y lejos
del pueblo.
El supuesto “reservorio de agua en Kayachakuna”
obedecerá realmente a recomendaciones técnicas o solo a la histeria
politiquera de acomplejados que desconocen Pararín y quieren dar clases
de “modernidad”? Lumef conoce a su Comunidad, en su grandeza y sus
flaquezas, por eso recomienda la construcción del primer reservorio de
recepción de agua para Pararín, en Huanrish y el reservorio de
distribución de agua de Tayapac en Pararín, en Q’espara, cabecera de la
enorme meseta de Wanpankuypampa, como ornato del Distrito para solaz de
visitantes y turistas.
LUMEF (Lugar de la Memoria Eterno Futuro),
considerando que la solución de los problemas está en el lugar en donde
ellos surgen, ha decido ampliar los dos ojos de agua más emblemáticos
de Pararín, para construir dos reservorios como los ojos del mundo o
visión-del-Mundo en el mismo Distrito, utilizando para ese propósito, a
Tzuntayaku y Poq’runyaku.
5
Tratándose de Identidad; el
pleonasmo no altera la realidad, porque sólo la repetición de los
hechos, evita la contradicción y consolida la personalidad colectiva. El
agua de los puquios de Pararín, los mismo que sirvieron a los que
trazaron las pinturas rupestres, tratándolos con amor y respeto,
servirá también para asegurarles de agua, en el mismo pueblo de Pararín,
a los pararinos de hoy y del futuro y evitará peleas de vecinos.
Los
ojos del Mundo hecho de los dos mayores ojos de agua de Pararín,
generará fraternidad y solidaridad para el progreso. Pararín no tendrá
que competir o negociar permanentemente por el derecho al agua, sino
que, como los pararinos de ayer dejaron agua para los pararinos de hoy,
los de hoy, deberán dejar agua para los pararinos del futuro y de
siempre. Y el agua que venga de Tayapac, será para regar los campos y
cultivar sementeras solidarias.
Así, las milenarias aguas de los
puquios, que calmaron la sed de los constructores del Santuario de
Pilapunta, humedecieron la tierra para convertir en barro utilizado de
argamasa para construir chullpas y nichos, labrar adobes para la iglesia
comunal y el cementerio; las mismas con que se bautizaron y se
alimentaron los reivindicadores de las tierras de la Comunidad en Sept.
1963; solucionarán el problema del agua de Pararin del SXXI y del XXII,
XXIII, ampliando los puquios mayores del pueblo y convocando para esa
cruzada, a todos los elementos que utilizan el agua: hombres, animales,
plantas y dioses.
LUMEF, espíritu de la Comunidad de San Juan de
Pararín, es un himno a la vida, una célula palpitante con sus vivos y
sus muertos, preparando siempre el futuro desde su más lejano pasado;
para seguir siendo bosque con sus árboles viejos de raíces profundas y
las plantas nuevas con sus follajes lustrosos. Cuanto más profundas sean
las raíces de los árboles, más largas son las vidas de ellos.
6
Con
la construcción de los ojos del mundo en Pararín, a través de sus dos
puquios emblemáticos, el orgullo comunal será pétalo de cantuta
desnudando colores por los valles de Pacru, Chaullín, Kurku, por donde
la vida reverberará trinos mezclados con aullidos de zorros de mechas
encendidas por la dignidad de una Comunidad que fue siempre grande de
cuerpo y espíritu y dejó constancia de su metáfora generosa en
generaciones que levantaron nubes como cristales y vuelos para orientar
generaciones con ilusiones y realizaciones para mantener viva la utopía
y su fosforescencia felina que se hace realidad con tersura del
pensamiento y la dignidad.
Los primeros pararinos llegados hace
milenios, que bebieron agua de los mismo puquios se reflejaron en la
Generación de Oro de comuneros/as pararinos/as que Reivindicaron las
tierras de la Comunidad en 1963, en sus mujeres, hermanas, y madres que
prepararon fiambres para el hambre, chicha para la sed. Los primeros
pararinos de hace milenios, volvieron a reflejarse en los
reivindicadores de 2008, Reivindicando ex La Litera, pues todos esos
pararinos, bebieron agua de los puquios de Pararín.
Por eso
Lumef, en nombre de Pararín Histórico, ha convocado a todos los Ayllus,
las zonas pobladas, los caseríos y anexos que bebieron aguas de
Pararín, para ser pararinos, vivos y muertos, plantas, aves y dioses, a
participar en la construcción de los ojos del mundo, como solución del
agua para Pararín en el mismo pueblo, protegiendo y mejorando sus
puquios milenarios.
Los ojos del mundo construidos en Pararín,
recogerán los paisajes de las nostalgias y harán misivas líticas para
que los sueños recuperen sus pájaros perdidos en las nubes, y, la
sencillez del pensamiento hecho esperanza, trazará nuevamente la
geografía de la Comunidad, desde Pilapunta hasta el océano pacífico;
desde los farallones de Cerros de Horcas (Región Lima), hasta Huarmey
(Región Ancash). Y toda la estructura orgullosa de su confesión lítica,
será el incólume desafío a las indiferencias lustrosas de funerarios
funcionarios de la burocracia de la Región Ancash, que pretenden siempre
tender sus morbosos y vergonzosos catres, sobre los sagrados y
primigenios sepulcros de los constructores de la historia y la cultura
andinas.
7
Partido el pueblo de Pararín en dos mitades o
Barrios: Tzunta y Yanán, precedido por sus respectivos miradores de
Pilapunta, los primeros pararinos, ubicado en la plaza principal del
pueblo, mirando hacia el océano pacífico, decidirían que el barrio de
Tzunta, tomara el nombre del manantial del mismo nombre (Tzun = silencio
absoluto, sufijo Ta = lo que, el que) Tzunta=
Silencio-de-lo-silencioso) con sus manantiales de apoyo:
Wakapazenq’anyaku (Agua-de-la-nariz-de-vacuna), Q’amplaq’yaku
(Agua-desabrida o, agua-insulsa), Manzanayaku (Agua-de-manzana), además,
simbólicamente Tzunta constituiría la derecha del pueblo; y, el Barrio
de Yanán (Yana = color negro), YANA + sufijo N (Su-negror),. Yanán es la
Esencia o el Sedimento de lo más agradable. Cuando se hacen
chicharrones, YANAN, es la concentración de partículas de carne que
queda adherida en el fondo del perol; pero no es lo quemado, carbonizado
y amargo, sino, el sedimento que, sacado raspando la olla, es una
especie de tocino bien frito y licuado, que se come con maíz tostado o
con pan a modo de mantequilla e incluso las mujeres utilizan yanan como
manteca, para elaborar los sabrosos kuwaes (pan de hecho de harina de
maíz y trigo) considerado típicos de Pararín.
El barrio de
Yanán, estaría alimentado por las aguas Poq’runyaku
(Agua-que-emerge-como-germinando), y por los puquios de apoyo de
Q’antuyaku (Agua-de-la-flor-de-kantuta), y Parq’ayaku
(Agua-de-entre-las-lajas-de-piedra), y YANAN, simbólicamente sería
considerado izquierda del pueblo de Pararín. Las nomenclaturas de
derechas e izquierdas en las comunidades, son meras orientaciones, y
carecen de los significados políticos expresando intereses materiales y
mezquinos como en la politiquería occidental. La derecha, en la cultura
occidental y cristiana, se considera muy cerca de Dios, y por ende, con
derecho divino a mentir, robar y matar en nombre del poder económico,
mientras que la izquierda, está relacionado con la teoría de la justicia
y no siempre con la justicia de las masas.
Tras reflejarse en
los puquios de Tzunta y Poq’run, Parq’a, como contabilizando estrellas
con poemas de amor o semilla de labios creadores, los poetas, ingirieron
y arquitectos pararinos, subirían a la meseta de Pilapunta, a diseñar y
ejecutar las chullpas, como testimonio de organización colectiva.
Mientras
los primeros pararinos diseñaban en piedras, su historia colectiva, el
agua de los puquios de Tzunta, Poq’run, Parq’a, Manzanayacu, Mankuyaku,
con la acrisolada emoción de sus locuras cristalinas, calmaban la sed de
los constructores del santuario de Pilapunta. Las papas, los ollucos,
las mashuas de las tierras comunales de Manya, Sachi, Wararkin, calmaban
el hambre y daban emoción para trazar los caprichos de las pinturas
rupestres.
Cuando los instintos y las necesidades se hacen
sedentarios para inventariar los secretos y las esperanzas, surge el
sortilegio de la cultura como identidad colectiva.
Pilapunta fue
el proyecto tenaz de los ritos como augurio de sueños de hombres y
mujeres que quisieron dejar sus inteligencias grabados en diccionarios
de piedras, como huellas de la vía láctea trazada desde la colina de
Pilak punta (Colina anónima), o de Illapunta (Colina o refugio del
relámpago) O, Willappunta (Colina de la predicciones)?, o, Killapunta
(Colina de la estrellas)? Pararín es el lugar de lluvias, el estremecido
corazón de la alondra abriendo las ventanas de sus balcones, limpiando
su mirada con el verdor de Maravia, y el reverbero danzante de Jaupak.
Mientras
Lumef pronuncie y defienda el alma de la Comunidad como oración u honda
respiración de dignidad, Pararín no desaparecerá aplastada por “leyes”
fanfarronas de usureros y sus serviles vestidos de legalidad hechas de
piltrafas ambiciosas. Mientras exista el agua de Tzunta, Poq’run,
Parq’a, Manzayacu, Pararín seguirá siendo Pararín, y los traidores de
arcadas y vilezas, no pasarán sin recibir las pedradas de desprecio de
los pararinos/as. Aquí, ningún ladrón pararino que robe las esperanzas
de la Comunidad, aunque haga “obras” con parte de sus robos, será un
“héroe”. Pararín no espera limosnas para progresar, si no, proyectos
participativos, en donde cada quien reciba de acuerdo a su
participación; a mas participación en su comunidad, mayor beneficios de
su Comunidad, de ahí también la necesidad de construir los ojos del
mundo en Pararín, utilizando como plataforma eterna, el poder de sus
ojos de agua.
El proyecto Lumef, hecho con las energías de los
puquios comunales como espíritus o amarus de la madre naturaleza, tiende
a ser el mejor homenaje al Dios del agua, un nuevo santuario del Dios
Pariacaca, para estos tiempos que apuntan a nuevos tiempos creativos y
no solo consumistas y destructores.
Frente al colorido franela de
anticomunitarios exacerbados por el dinero fácil, pretendiendo
crucificar lo colectivo en nombre del individuo, negando la grandeza
seductora del pasado inalcanzable de Pararín; Lumef, el espíritu de la
Comunidad, ofrece su pensamiento colectivista como arma ancestral y
cotidiano, para defender las conquistas comunales.
La Comunidad
de San Juan de Pararín es la ficha de la dulzura indagando el cosmos
como trapecio ilusionado de las emociones que trazan caminos con
dimensión de inteligencia, tendiendo siempre a lo supremo que es la paz
con pan y respeto al derecho a la vida.
8
Desde el irisado
balcón hacia el pacífico, refrescado el corazón con el agua de los
puquios del pueblo como latidos de barcos conduciendo juguetes en zumo
de infancia, los primeros pararinos, escribiendo adioses con peces como
pentagramas en claves de sol, encendieron flechas en relojes sin tiempo,
burilaron la empuñadura milenaria de sus fronteras, meciendo en
latidos de Sierra, valles y el litoral, en donde la Comunidad reposa
oraciones de besos con el azahar de los suspiros desparramando nubes
como ganados sedientos corriendo tras almácigos regados por las brisas
de las Lomas de Lupín.
Y todo el aire creador de los comuneros,
redondeado en el sombrero de las comuneras que pasean el océano del
orgullo de ser pararino con identidad, surge la universalidad del
comunero hecha de amor detenido en la vorágine desnuda del tiempo, en el
trapezoide de las puertas de las chullpas como brazos abiertos al
erotismo de la esperanza y no a la resignación punzante de lagartijas
para el destello brumoso de turistas que no creen en culturas sino el
placer de su dinero.
Lumef, espíritu de la Comunidad y lo
comunitario, exhalando el perfume de los q’allampus, sabe restañar
heridas en la rojedad de las cantutas y Zeq’rurus, junto a la densa
bruma como sollozos asordinados de los quereres, columpiándose en las
espinas de Q’altas como cristales diminutos en Pilapunta, Torre, Cushu,
agazapado en todos los recodos sin dar tregua a los traidores y sus
trampas “legales” que “legaliza” los intereses anti pararinos,
pretendiendo sorprender a inocentes como “negociadores” de cosas ajenas.
Con
la traviesa intuición que levanta la mirada ante los extraños y
enemigos agazapados, Lumef descubre gestos y mal de ojos como piel
arañada de los codiciosos que son idilios muertos de irreverentes
traiciones.
9
De la construcción de los ojos del mundo en Pararín.
Al
salir de mi casa familiar de Pararin, ubicado al costado derecho de la
iglesia comunal, pegada a la vieja escuela 2do de Grado de varones 1341,
y al mirar hacia la plaza, descubrí a mi tía Enedina Dolores Camones,
saliendo de su casa, apoyada en su bastón de lloque de Muni Quisra, con
dirección a la plaza del pueblo.
La
anciana tía, como cargando el peso de la vieja tradición pararina sobre
su frágil bastón, cambiaba los pasos pesadamente, tratando de impulsar
su añoso cuerpo hacia la primera banca de la plaza de Pararin que
estuviera libre ¡las bancas de la plaza de Pararín siempre están
libres!. Desde la reivindicación de las tierras de la comunidad, margen
derecho, agua abajo del río fortaleza en 1963, Pararín es un pueblo de
ausencias, polvo en el ojo del silencio en donde ya no quieren vivir ni
sus autoridades. Su alcalde y su presidente de la Comunidad, creen que
Pararín es una barriada de Barranca. El Distrito es un destinatario
invulnerable del recuerdo, a veces, una espada brillando amenazas
imprecisas y, a veces, un dibujo planetario ojeando páginas de los
sueños y buscando noticias de horizontes que ignora o nombres de árboles
de delirios y sus regimientos de montañas guardando las claves de sus
secretos comunitarios en los sombreros egregios de sus comuneras.
En
esos momentos que en los sueños son los mismos, un repentino y fuerte
viento, soplado desde el lado de Chinchis(Lugar-satisfecho) –
Q’olquequirun (Lugar-de-dientes-plateados) con dirección de la iglesia
comunal, arrebató el sombrero a la anciana tía que, instintivamente, se
llevó una de sus manos temblorosas hacia la cabeza, como pretendiendo
atrapar las sombras dejadas por su sombrero, y, con el otro brazo se
afirmaba en su bastón que vibraba, como debatiéndose entre el sostener
el cuerpo o caer con el.
En un santiamén, como una flecha
impulsada con violencia hacia algún objetivo determinado, el sombrero
de la tia Inish ha pasado zumbando amenazadoramente, casi rozándome el
rostro.
Siguiendo
con los ojos el curso de la prenda de la tía, volar con dirección a la
iglesia, he visto que esta caía en el atrio. Seguro de recuperar pronto
el sombrero de la prima de madre, que en esos momento era una especie de
capitulo suspendido de alguna página misteriosa de Pararín, me he
dirigido corriendo, al atrio de la iglesia, y, al llegar al lugar, he
encontrado una muchedumbre de gente ligeramente agitada: unos, fuera de
la iglesia, y, otros, dentro del recinto, moviéndose hacia el patio,
como hacen durante las salidas de las procesiones en Semana Santa:
miércoles santo, con el Sr. De las 7 caídas, el jueves, con el cristo
crucificado, y, el viernes santo, con el santo sepulcro.
Quienes
se hallaban fuera la iglesia, eran hombres, cuyos ponchos de diversos
colores: negros, habanos, canosos, con listas y bastas que combinaban
con el color de la lana de sus abrigos, tenían tesituras pararinas. Cada
Comunidad tiene inconfundibles detalles en la forma de vestir, no es
solo la combinación de los colores, sino también, la forma de llevarlas.
Los hombres parados en el atrio de la iglesia, parecían esperar
algo o a alguien. Aunque no reconocía a nadie por sus máscaras, sabía
que eran pararinos, que por alguna razón se mantenían parados de tras
de una línea marcada en el suelo con ceniza.
Los
enmascarados emitian gruñidos raros, como una mezcla de cerdos
satisfechos o perros renegando sus pulgas. Sin que pudiera especular
sobre el particular, salían del recinto de la iglesia, las hermanas de
mi padre: tía Jacinta, tía Nieves, tía Clementina, con sendas canasta
tejidas de carrizos, llena de panes pequeños de diferentes figuras, los
mismos tradicionales “panes benditos” de Pararín, que los funcionarios
de Semana Santa reparten al público, a la salida de la iglesia.
Mis
tías paternas, elegantemente vestidas, con sombreros nuevos, ricamente
ornamentadas con cintas de colores, blondas y llamativos plumas de pavo
real como penachos, llicllas azules y sayas negras con anchos ribetes
celestes, empezaron a repartir “panes benditos” a los enmascarados,
quienes, al recibir el bocado, se los llevaban a la boca, ladeando
ligeramente sus máscaras. En un momento, los enmascarados parecían
rumiar cascajos, al mover las mandíbulas, como hacen los cuyes mordiendo
pasto casi desfigurando la dirección de sus trompas.
Mientras
esto sucedía en el atrio, del recinto sagrado de la iglesia comunal,
salía mi abuela, Doña Grimanesa Neyra, portando un enorme y voluminoso
cirio blanco, ricamente adornado, como lo que solía labrar su hijo, mi
tío Octaviano Dolores o “Papá Ukta” para las fiestas de Semana Santa,
“Papá Ukta”. Fue el retablista histórico de la Comunidad de San Juan de
Pararin, nunca igualado hasta la fecha.
La progenitora de mi
madre, elegantemente vestido, como acostumbraba hacer para fechas
memorables, especialmente para la Semana Santa, y, sobre todo para el
Viernes de los Dolores, que para ella, era un asunto personal, que
celebraba con su propio peculio, hubiese o no funcionarios de Semana
Santa, viniera o no, el cura para oficiar las misas.
No obstante
de haber llegado a Pararín a la edad de 14 años, Doña Grimanesa Neyra,
nunca había renunciado a su forma de vestir traída de su lejano pueblo
de Uco (Provincia de Huari). Su vestuario consistía en un sombrero de
paño o fibra vegetal, sencillo, con apenas unas cintas rodeando la copa
del sombrero, sin muchos ornamentos, como usan las mujeres mestiza del
callejón de Conchucos y de Huaraz. A diferencia de las monillas de las
pararinas, adornadas con blondas y trencillas, mi abuela vestía camisas
llanas, chaquetas ligeramente ceñidas al cuerpo, con vuelos brizados
sobre la cintura y con bolsillos a ambos lados; falda amplia,
generalmente de telas satinadas y pañolón, calzaba botines que le
cubrían un poco más arriba de los tobillos. Esa noche, también ella, al
igual que las paisanas, llevaba su sombrero a la espalda, colgada con
un cinta negra.
De tras de mi abuela, salía el Anda de la
venerada efigie de la Virgen Dolorosa, cargado por cuatro mujeres. Para
mi sorpresa, las cargadoras de la Virgen, eran las cuatro hijas de mi
abuela: mi madre, Emilia y sus tres hermanas: mis tías: Hortensia, Juana
y Natividad.
Las hijas de mi abuela, también vestían de fiesta.
Ellas, pararinas de nacimiento e hijas del comunero pararino: Don
Demetrio Dolores Dextre, a diferencia de la madre, habían adoptado de su
Comunidad San Juan de Pararín, el hermoso y llamativo sombrero
pararino; y, la lliclla o manto de castilla, que abriga espalda y pecho;
pero, al igual que la madre; mi madre y sus hermanas, también vestían
chaquetas ligeramente ceñidas al cuerpo, y , polleras y faldas amplias,
pero, nunca usaron ni monillas con los puños decorados blondas y
trencillas coloridas, ni las bellas sayas con bastas llamativas como
usan las pararinas auténticas.
La Virgen Dolorosa, meciéndose en
su pesada litera, sobre los hombros de cuatro devotas ancianas, parecía
sonreír con benevolencia.
Aunque todo parecía “normal” en aquel
ambiente misterioso, me ha llamado la atención que el gran contingente
de ese ritual extraño, fueran ancianos/as reivindicadores/as de las
tierras de la comunidad del año 1963, mujeres y niños de esa vez,
mientras los hombres, afuera, rumiaban el “pan bendito” de la Comunidad,
ocultándose de tras de unas máscaras. ¿Qué esconden las máscaras:
inocencia o culpa?
Mirando aquel espectáculo sui géneris en ese
Pararín de mis recuerdos como sueños y sueños recuerdos, no podía dejar
de cuestionarme: habiendo tantos hombres en la Comunidad, aunque
enmascarados, porqué cargaban el Anda de la Virgen, cuatro mujeres
viejas? El Anda de la Virgen es siempre pasado, por la cantidad de
adornos florales que cubre las 4 paredes del Anda, mas, los cirios, de
tamaños grandes y grosores ,calculados para durar muchas horas.
10
De
tras del anda de la virgen María, precediendo el Anda del Santo
Sepulcro, salían las hermanas Clorinda y Margarita Pomiano Dolores, y,
al lado de ellas, mis tías Irene, Zósima Dolores Camones, esparciendo
por todas las direcciones, el aromático humo del incienso, a base de
palo santo y romero seco.
A las hermanas Clorinda y Margarita,
les seguían niños con pantalones blancos, ponchos habanos, portando
cirios altos y bien tallados. Los niños, al igual que las tías,
llevaban también sus sombreros de fibra vegetal, colgados en las
espaldas con sendas cintas.
A las hermanas Irene, Zósima Dolores
Camones, les seguían niñas, todas ellas con llicllas verdes y sayas
azul marinos y portando igualmente, cirios llamativos y sus sombreros
típicos, colgados sobre la espalda.
Ambos bandos de niños,
soplaban burbujas de detergente o similar como oración, que, al salir de
sus bocas, se transformaban en pájaros coloridos como canarios,
guacamayos o colibríes en vuelo.
Observaba aquel cortejo de
niños, al mismo tiempo aspirando el fuerte olor que emitían los
saumerios de las tías, cuando se ha producido un pequeño remolino de
pájaros en la iglesia. Al parecer, las aves en el recinto religioso, no
sabían qué dirección tomar, y aleteaban a ciegas buscando salida, es
ahí cuando como desprendiéndose de una jaula de cristal, la paloma de
la paz del Pader eterno, ha desplegado su vuelo y se ha echado a volar,
lentamente, casi rozando las cabezas de los feligreses, con dirección al
atrio de la iglesia.
En seguida, los pájaros bordados en hilos
de plata y oro como ornamento en los mantos de los santos y santas, se
han desprendido tambien de las telas y han empezaban a volar, de tras
de la paloma de la paz del padre eterno.
Los niños y niñas pararinos, con las burbujas de sus fantasías seguían aumentando pájaros coloridos.
En
un momento, tanto el interior de la iglesia, como el atrio, se han
poblado de pájaros de todos colores, revoloteando nerviosos, posándose
sobre la muchedumbre, pero, eludiendo a los enmascarados, como si
entendieran el significado de la línea de separación marcado en el piso,
con ceniza.
11
El Anda del Santo Sepulcro, avanzaba entre
murmullos que simulaban rezos silenciosos, tratando de situarse en el
centro del atrio de tras del de la Virgen Dolorosa. Entonces he caído en
cuanta que, quienes cargaban el pesado anda del Santo Sepulcro, eran
niños, entre 10-12 años edad, repartidos en dos filas, 6 niños, a casa
costado, o, 3 niños en cada mango del anda.
Cuando una nube
pájaros hubieron poblado el cielo de Pararín, se paso el coro de los
cantores gregorianos del pueblo, saliendo de la sacristía, encabezados
por las potentes voces de los barítonos naturales: tíos Arcadio Dolores
y Teotemio Depaz, que venían acompañados, haciéndoles coro, por los
“curas” pararinos. Ahí venian: Jallakura (Cura-Forastero), Machasq’akura
(Cura-borrachin), Ulikura (Cura-mentiroso), Llapshakura
(Cura-blandenque o cura light) Piñasq’acura (Cura-amargado),
Mallaq’aqkura(Cura-hambriento),
Warmimunapaq’kura(Cura-antojadizo-de-mujeres),
Wallpasuwakura(Cura-roba-gallina) etc, etc. Todos los cantores
gregorianos de Pararín o “curas” locales: vestían túnicas blancas, con
gruesos cordones el mismo color, como los Santos Varones que cargan el
Anda del Cristo Crucificado del Jueves Santo y el Santo Sepulcro de
Viernes Santos.
Cuando las dos andas se hubieron posesionado en
el atrio de la iglesia, uno tras del otro, han aparecido mi padre y sus
dos hermanos: Carlo Magno y Mario Villarreal Huerta. Mi padre, Manuel y
sus hermanos: Carlo Magno, llevaban sendos papeles en las manos, como
listas con nombres, con los que parecían chequear la presencia de las
aves que, para ellos, parecía representar algo especial.
Tío
Mario, como si conociera a cada pájaro por sus respectivos nombres y
apellidos, haciendo movimientos graciosos, señalaba con el índice y las
aves, como si el tío hablara el idioma alado de ellos, iban a posarse
sobre sus hombros, entonces, el hermano de mi padre, tras acariciarlos
suavemente, les susurraba algo y riéndose siempre, los soplaba cual si
fueran pétalos secos de flores.
Al parecer, cada pájaro señalado
por el tío Mario, representaba el espíritu de los puquios o manantiales
de la Comunidad de San Juan de Pararín, sembrados en su vasto
territorio, desde la Sierra hasta el océano pacifico, pasando por los
valles de Huertas-Rari, por un lado; y, Maravia, por el otro lado.
En un momento, ligeramente preocupado, mi padre ha comentado.
-Hay
cinco espacios vacíos en mi lista. No sé a qué puquio corresponde. ¿Cómo
va en tu lista, Carlo Magno? Ha preguntado mi padre, a su hermano
mayor.
- Si, ya veo que hay cinco espacios vacíos… El tío Carlo
Magno,.tras contemplar la página, como auscultando más allá de lo
material, ha dicho: Esos vacíos corresponden a Nahuínyaku
(Agua-de-ojo-del-ojo), Jaupakyaku (Agua-que-susurra),
Q’erpunyalu(Agua-que-gira-como-uso), Paq’an (Agua-que-se-lava) y
Wararq’in (Agua-del-amanecer) ¡Me extraña que no hayan enviado sus
representantes hasta ahora! En cada acuerdo comunal se renueva el pacto
comunal de convivencia, sin respeto a los acuerdos comunales, ya no
puede haber Comunidad. Los acuerdos comunales se acatan, y no se
discuten.- ha sentenciado ligeramente fastidiado, tio Carlo Magno.
-
Todos los puquios de la Comunidad, sabían que hoy se construiría en
Pararín, Los ojos del mundo - dijo mi padre- Pararín es de todos, y,
solo estando todos, seguiremos siendo una Comunidad. Y desde la lejanía
de los tiempos, la Comunidad ha sido un bosque de energías con sus palos
secos, su rebrotes y sus almácigos eternos. Los vivos y los muertos
tejen la existencia como juego o fuego de energías y todas las energías
son vitales, no existen energías muertas, por eso la Comunidad es
sinónimo de vida.
-Marito?,-ha preguntado cariñosamente mi padre, a su hermano.
-Sí, Mañuco. –ha respondido tío Mario, en el mismo tono de voz fraterna-
-…¿Y
los Santos, han contribuido ya? Nadie que utilice el agua: hombres,
plantas, animales y dioses, pueden dejar de contribuir en la
construcción de los ojos del mundo, utilizando los espíritus de los
puquios de la Comunidad. La Comunidad da vida a la iglesia y también la
iglesia, alguna vez, tiene que dar algo a la Comunidad para seguir
viviendo, porque los dioses solo existen por los hombres. Como en el
mito de Cuniraya-Wiracocha, es preferible para las comunidades, dioses
miserables con pueblos felices y no dioses arrogantes y mezquinos, en
medio de pueblos miserables.
Entonces, el siempre alegre tío Mario, ha contestado picarescamente a su hermano.
-Aumi
Mañuco, llapan santukunapish pishkuntam koyasq’a, llapan santakunapish
urpintam koyashq’a (Sí, Mañunco (Manuelito) todos los santos han donado
sus pájaros y todas las santas, sus palomas) Mi ha padre ha sonreído
ante el comentario de su hermano, y el hermano mayor Carlo Magno, miró
serio a sus dos hermanos y ellos, bajaron la cabeza.
En esos
mismos instantes, ligeramente casados, llegaban los cinco pájaros
faltantes en la lista de los Villarreal. Los 4 pájaros de los valles:
Nahuín, Jaupak, Q’erpun, Paq’an, y, el de la Sierra: Wararq’in.
Nahuínyaku,
Jaupakyaku, Q’erpunyaku, Paq’anyaku, representantes de los ojos de agua
de los valles, tenían diferentes tamaños, dependiendo al manantial que
representaban. Los colores eran escuetos verdes, cuello blanco, picos y
patas ligeramente anaranjados que caracteriza a los pájaros de los
valles,. y, el representante de Wararq’inyaku, era un pájaro pequeño, de
los comunes gorriones andinos, color jaspeado y mirada desconfiada.
Los
cuatro pájaros de los valles, traían entre sus frágiles garras, dos
flores de amancaes, cada uno, flores amarillas de polen perfumada, que,
al llegar al lugar, depositaron uno, sobre el anda de la virgen y, el
otro, sobre el anda del Santo Sepulcro. El espíritu de Wararq’in, trai
entre sus frágiles garras, dos pullullimas (pequeñas flores de pétalos
de color rojo suave, con bordes verdes y de figura ligeramente
abombadas, que crece protegida por las ranuras de la rocas o debajo de
los arbustos serranos.
El espíritu del puquio de Wararq’in,
luego de hacer la misma ceremonia con las flores; depositar uno en el
anda de la Virgen y el otro en el anda del Santo Sepulcro, ha girado
sobre las cabezas de los hermanos Villarreal, e inmediatamente se ha
dirigido hacia los enmascarados, tras sobrevolarlos, ha soltado sus
excrementos y se ha ido a unirse a sus congéneres bullangueros,
congregado todos, para contemplar el desarrollo de la construcción de
los ojos del mundo en Pararín.
12
Cuando Pararín parecía
estar en absoluta calma, como esperando alguna señal para ponerse
movimiento, mi abuela, con un ligero movimiento de su cirio ricamente
ornamentado, ha indicado que las cargadoras de la Virgen María, las 4
hermanas Dolores Neyra, alzacen y se pusiesen sobre los hombros, y, los
12 niños cargadores del Anda del Santo Sepulcro, hiciesen lo mismo.
Cuando
ya las dos literas descansaban sobre los hombros de los respectivos
cargadores, se produjo nuevamente un pequeño remolino, como lo que
había sucedido en el interior de la iglesia para el desprendimiento de
la paloma de la paz del Padre eterno, y, como si de repente alguna
presencia majestuosa se apoderara de Pararín. Los pájaros, posados en
los tejados, se han alborotado, como si de repente se vieran
descubiertos en sus intimidades, por alguna fuerza depredadora.
En
ese pequeño transito de alboroto plural que cada ave como expresión
del aislamiento o personalidad manifestaba con sus aleteos nerviosos, se
sintió la presencia de Lumef como espíritu de la Comunidad: Unidad de
la diversidad y diversidad en la unidad.
Y la suma de la
brevedad era el sustento de la eternidad en Pararín. Porque cada
acontecimiento es único y para siempre, incluso la sombría monotonía de
sucesión de meses y años, son únicos e irrepetibles.
.
Entonces,
como si la suma de los sucesos engendrara sentimientos de duración y
brevedad a la vez, se presentaron con sus ponchos y sombreros nuevos,
los comuneros de la Generación de Oro, los reivindicadores de tierras de
1963, con el entusiasmo que hace 52 años, aquel inolvidable día del 25
de septiembre 1963, pusieran en movimiento la pesada maquinaria de la
Comunidad, en transito de los nuevos tiempos, reivindicando sus tierras,
al margen derecho, agua abajo del río Fortaleza.
Las aves que,
hace un rato se alborotaran ante la presencia misteriosa de los
Reivindicadores, empezaron a cantar sus más bellos trinos y en un
santiamén, los reivindicadores, como encarnando el espíritu de la
Comunidad eterna, se transformaron en perfume y luz de Pararin.
En
seguida, como cumpliendo un protocolo previamente establecido, los
Reivindicadores, con el tío Adrián Dolores Camones a la cabeza, han
doblando una punta de sus ponchos y colocándolos como almohadilla en el
hombro para amortiguar el peso del anda, sustituyeron a la cargadoras
del Virgen de los Dolores: tio Adrián a mi madre Emilia, tío Florencio
Dolores Camones, a mi tía Hortensia, el tío Heráclides Zavaleta Soto, a
mi tía Juana, e, Isabel de la Cruz Antúnez, a mi tía Natividad.
Siguiendo
con el mismo protocolo, otros reivindicadores, como mi primo Sabino
Depaz Villarreal, doblando también la punta de su poncho, ha colocado
sobre su hombro a modo de almohada de amortización y, ha sustituido a 3
de los niños cargadores del anda del Santo Sepulcro. Tío Patricio
Dextre Osorio, a otros 3 niños cargadores, haciendo pareja con Sabino,
Jorge Camones Mónico ha sustituido a 3 niños de uno de los mangos del
anda, y, finalmente, mi cuñado Demetrio Moreno Camones, ha sustituido a
los últimos 3 niños cargadores del Santo Sepulcro.
He
pensado si Pararín, no habría estado defendida siempre solo por
ancianos, mujeres y niños, mientras los hombres, mascaban panes benditos
de la Comunidad, sin preguntarse quienes amasaban y horneaban los
mismos; ni con qué trigo y agua se amasaban lo que ellos, tan
fácilmente se comían sólo por haber nacido en Pararín.
Cuando las
dos pesados andas ya descanzaban sobre los hombros de los sagrados
reivindicadores de tierras de la Comunidad de 1963, el cirio de mi
abuela, se ha transformado en una enorme culebra de vivos colores, como
los conocidos Intipawarq’an (Culebra-la-honda-del-sol), que, blandiendo
amenazadoramente su lengua viperina, hacia esfuerzos, por zafarse de las
manos de mi abuela, para atacar a los enmascarados.
Asustados y
sorprendidos, por la repentina amenaza del cirio-serpiente de mi
abuela, los enmascarados, se apretujaron entre ellos como buscando
protección recíproca; y en esos momentos de apretujamiento, se les
cayeron las máscara al suelo y , de inmediato, las máscaras se
transformaron en una norme alfombra de flores de pétalos de color rojo
vino tinto.
La calle San Juan, que parte al pueblo en dos:
barrio abajo y barrio arriba, se ha cubierto de flores rojas, de
aquellas flores típicas de Pararín conocidas como Seckruru
(Coágulos-de-sangre-seca), Seckruru , flor de corolas acampanadas, es
una suerte de lirios silvestres, abundantes en Pararin, durante los
meses febrero marzo, cuyo color rojo guinda, transforma a los campos,
en espectáculos bellos contemplados desde una distancia. Del color
bermejo de los pétalos, con nervios y bordes verdes, le viene el nombre:
Seckruruhueyta (Flor-de-coágulos-de-sangre-seca).
Y sobre las
máscaras de los pararinos convertidos en flores de Seckruru, ha pasado
la procesión con las pesadas andas de la fe, con dirección al
cementerio, cargados por los Reinvindicadores.
Mirando el
cirio-serpiente de mi abuela, he pensado en el Dios Amaru como
representación de los ríos. Amaru es energía y la energía se manifiesta
en gotas o en puntos como ondas de repetición de repeticiones. El río
es una sucesión infinita de energías como sucesión de gotas de agua.
Entonces,
las nubes en los andes y las celliscas en la costa, son
manifestaciones de energía, igual que las gotas de lluvia que caen o
las nieves que sonríen o las escalactitas que esconden sus complejos en
las cuevas. Es posible que el nombre de Para-rín( Paras = Lluvia –
con sufijo Rín = lloviendo) como lugar que está-lloviendo, haya sido
puesto, tras contemplar las caídas de lluvia, desde su recipiente
sideral sobre los santuarios. Entonces me ha parecido normal que el
cirio de mi abuela fuera un Amaru, porque ella misma era energía
caminante, lo mismo que los pájaros, representando en ese momento al
espíritu de los ojos de agua de la Comunidad, para construir los ojos
del mundo o un nuevo santuario para el Dios Pariaca o Dios del agua en
Pararin, adorado por los antiguos peruanos, cuyo olimpo estaba ubicado
en lo que ahora es el litoral pararino, desde el Cerro de Horcas hasta
Huarmey.
13
Construir los ojos del mundo en Pararín,
utilizando los dos manantiales banderas de Pararín: Tzunta y Poq’run,
obedece a que el Santuario de Pilapunta tiene su Patzapa Shimin
(La-boca-de-la-tierra o La-voz-del-mundo) como homenaje a la Madre
Tierra, y había necesidad de crear los ojos del mundo, transformando los
dos manantiales banderas del pueblo: Tzunta y Poq’run, agigantados por
las necesidades del tiempo, y trasformados en los Wiracochas de
Pararín. (WIRA= Grasa o combustión, energía, y, COCHA = Estanque,
depósito o recipiente que contiene energía, Wiracocha = Continente de
energía). Y toda edad comienza con el agua y termina en el agua.
Los
PATZAPA NAWIN de Pararín, serían los Wiracocha del Distrito. Con el
agua se mueven todas las energías porque la vida es fluida de energías,
en donde los vivos y los muertos siempre viven engarzados en el
Wiracocha, dios de la energía.
Los
Wiracochas de Pararín, serán el punto de unidad de la Comunidad, por
convergir en ellos, todos los intereses. Todo inversión en Pararín,
pequeña o grande, siempre será una obra de trascendencia, porque
beneficiará a todos los pararinos.
Sin
quitar los ojos del cirio-serpiente de mi abuela, amenazando a los
enmascarados y orientando la marcha de la manifestación religiosa hacia
el puquio de Tzunta, pensaba en el Dios Wiracocha, energía en reposo.
A
lo largo de los tiempos, el Dios Wiracocha se fue metamorfoseando en
diferentes dioses andinos, pero todos ellos, relacionados con la
creación , el trabajo como máxima virtud del genero humano. El trabajo
es la verdadera fuente de felicidad, pues, en donde todos trabajan
organizados y en solidaridad, hay paz. Cuando las manos están ocupadas,
la mente se mantiene en paz.
Al tener todos, lo que deben
tener, no hay robos ni mafias envenenadoras; el problema es cuando unos
cuantos empiezan a vivir del trabajo de los demás.
Cuando la
procesión se desplazaba entre murmullos como rezos y los gorjeos de las
aves, se dejó oír, desde el lado del cementerio, los bordoneos
profundos , broncos y mágicos del arpa de mi tio Rufino Dolores Neyra ,
tan conocidos por mi, por haberlos oído desde el primer momento que
vine a este mundo, en Pararin.
Junto a los arpegios del
instrumento de mi tío- padrino-, que venia ejecutando su instrumento
suspendido en aire, haciendo descansar la cabeza del voluminoso
instrumento sobre su hombro izquierdo, se han manifestado también los
violines, con sus sonidos misteriosos, los clarinetes con sus cadencias
brillantes, las sordinas con sus mensajes metálicos, haciendo de
Pararín, un lugar festivo, sin ser propiamente, una fiesta.
Emocionado
por la presencia del conjunto musical pararino, liderado por mi tío
padrino, no me había fijado que junto a mi tío Rufino, venían también,
tocando su violín, mi hermano Fortunato, en compañía de Teodosio Depaz,
Melecio Depaz, mi cuñado Pedro Requena, mi primo Alejando Simeón y
tantos otros músicos pararinos a quienes no recordaba bien.
En
esos momentos, los pájaros parecían imitar a las mariposas en sus leves
movimientos aéreos y mariposeaban por todo el ambiente, como si alguien
soltaran pica picas de colores desde el cielo. Los niños/as correteaban
como compitiendo con las aves, soltando burbujas que se transformaban en
pájaros. La orquesta, conformada por todos los músicos pararinos que en
vida fueran, venía al encuentro de la procesión, cuyas andas crujían
sobre los hombros de los Comuneros de la Dignidad (reivincadores de
1963).
Al llegar a la altura de del puquio de Tzunta (Chonta),
el conjunto musical ha quedado en dicho lugar, tocando melodías
sagradas, relacionadas con las liturgias. Las mujeres, luciendo sus
hermosas figuras, contemplaban embelezadas, las manifestaciones de los
pájaros y las gracias de los niños. Los hombres, ya sin máscaras, se
mantenían ligeramente a distancia, como temiendo alguna censura de los
viejos, mujeres y niños que mantenían el espíritu de la Comunidad.
14
Llegado
el cortejo al lugar de destino: el Puquio de Tzunta. Toda la comitiva
se ha detenido. Y, a una señal de mi abuela con su cirio-serpiente
Amaru, los cargadoras del anda de la Virgen, han plantado la litera en
tierra, casi, en la misma puerta del milenario puquio. La orquesta ha
cambiado de ritmos y melodías; de sagradas a alegres y festivos huayno.
Entonces
ha aparecido mi hermana Oriola, vocalista del Conunto Sol de Pararín,
ha cantando y bailando, en medio del primero elenco de Pallas de
Pararín, formado por ella y su hija Marisela Requena Villarreal.
Oriola, en dúo con su hija, cantaba, emocionada, su propia composición:
Pararín Querido.
Pararín pueblo querido
Testigo de mis amores
Tú no mas estas sabiendo
La vida que estoy pasado.
Cuanto más lejos me encuentro
Añoro tu bello paisaje
Mientras
Oriola, desempolvaba recuerdos y esperanzas, con el marco musical del
conjunto musical liderado por el Profesor Rufino Dolores, como en una
especie de pantalla mágica surgida del puquio de Tzunta, aparecían
ráfagas de destellos de imágenes de recién nacidos, llorando
sorprendidos ante el primer contacto con Pararín a través del agua de
sus puquios; ancianos temblorosos bebiendo agua en unos mates burilados,
mujeres lavando cadáveres para vestirlos con sus últimos prendas
terrestres, constructores de casas, pisando barro para labrar adobes,
mujeres peinándose utilizando el agua como espejo, pájaros bebiendo
agua o, recogiendo con sus picos para regar unas flores bellas sembradas
en torno al viejo manantial. Las imágenes de la pantalla pretendían
mostrar que el agua del puquio de Tzunta, era Pararin eterno, con sus
nacimientos, muertes y resurrecciones.
Entonces, el anda de la
Virgen Dolorosa, como si se tratase de un enorme bloque de hielo, ha
empezado a derretirse: los ornamentos de la Litera: flores y cirios se
convertían agua.
En
un abrir y cerrar de ojos, ha aparecido un enorme estanque de agua
cristalina, como espejo saludando el limpio cielo azul pararino.
La
Virgen Dolorosa sentada en la puerta del manantial, vestida de
pararina, de sombrero, lliclla y saya, hacia bailar una rueca con el
que hilaba lana blanca. La rueca, artísticamente impulsada por los
delicados dedos de la Virgen, hacia el nuevo estaque que parecía lago
congelado en su mejor coquetería, parecía aumentar el volumen del agua
del nuevo puquio de Tzunta,; en donde la imagen de la adorada se
transformó en un saludo de la tierra al cielo, a través del trabajo
colectivo entre todos los usuarios del agua.
Cuando los
comuneros/as contemplanban embelesados, sorprendidos y contentos el
rostro de la Virgen reflejado en el nuevo puquio de Tzunta, la orquesta
ha vuelto a tocar melodías sacras. Y, como siguiendo un libreto
preestablecido, la imagen de la Virgen, agitada por alguna fuerza
invisible, ha empezado a moverse suavemente, como bandera, sobre la
quietud misteriosa del agua que captaba toda la dimensión cielo.
Entonces, el milenario puquio de Tzunta, se transformó en un enorme
espejo rodeado por las delicadas flores azules de lavanda, pigmentando
con el color del cielo la Unidad de la diversidad y la diversidad en la
Unidad de la Comunidad representada por espíritus de sus manantiales
construyendo los ojos del mundo para un futuro diferentes y mejor para
los pararinos.
Terminada
la intervención de Oriola, nuevamente mi padre y sus dos hermanos:
Carlo Magno y Mario, han vuelto a desdoblar sus papeles, como
chequeando la lista de puquios de la Comunidad de San Juan de Pararín,
representados por sus espíritus alados.
Mi
abuela, contemplando la imagen de la Virgen Dolorosa de su adoración
reflejada en el agua, ha hundido dos dedos en el agua, del nuevo
estanque de Tzunta, como hacen los fieles con el agua bendita al
ingresar a la iglesia. Era difícil saber si mi abuela quería comprobar
la presencia del agua para creer, o, si quería llamar la atención de la
venerada hacia ella misma.
Al ver a la abuela mojar los dedos
con devoción, las pararinas que acompañaban el cortejo religioso han
hecho lo propio. Luego de santiguarse con los dedos mojados en el agua
del nuevo estanque, las pararinas han recogido un poco liquido elemento
con sus manos y se lo han llevado a los labios. Los viejos
reivindicadores, y niños y los pájaros, han imitado a las comuneras.
La
orquesta de los músicos pararinos de ayer, seguían poniendo el marco
musical, para los constructores de los ojos del mundo en Pararín de hoy
para mañana.
En esos momentos, la madre de mi progenitora,
miraba a sus hijas que, al igual que las demás paisanas, bebían el agua
de nuevo Tzunta, cogiendo con sus manos. La única que no bebía esa agua,
era ella que parecía esperar algo o a alguien. Entonces, como
adivinando los pensamientos de su progenitora, mi madre ha dicho a la
esposa de su padre:
-Mamá, yo sé que tú esperas tu agua de
Paskayaku; ahora mismo voy a ir a traerte. Mi abuela ha mirado a su hija
con ternura y ha vuelto contemplar con reverencia, la imagen sagrada de
la Virgen moviéndose sobre el agua del nuevo Tzunta, Los constructores
de los ojos del mundo, habían respetado el antiguo filtro del manantial,
es más, los habian rodeado de hermosas flores abanicadas por mariposas
multicolores.
La
orquesta liderada por mi tío-padrino, que tocaba el fox incaico:
Jarapuklla (El juego del maizal), composición de mi tío Rufino, ha
cesado, y nuevamente los cantores gregorianos de Pararín, han entonado
rezos en quechua y castellano, que las mujeres respondian con voces, en
falsete.
Los niños/as, suspendiendo su juegos de hacer burbujas
que se convertían en nuevos pájaros, ofrecían en pequeñas tazas, dulce
de membrillos a los reivindicadores-cargadores de andas, estos los
recibian y se los tomaban con delectación.
Nuevamente, las
hermanas Villarreal Huerta (Jacinta y Nieves) han aparecido con sus
canastas llenas de panes benditos y han empezado a repartir al publico,
comenzando por los Reivindicadores.
15
Considerando que
el descanso ya había sido suficiente y dejando a la Virgen girando su
huso sobre el agua de Tzunta, mi abuela nuevamente con su
cirio-serpiente ha hecho señal de movimiento y los cargadores
reivindicadores del Santo Sepulcro, han levantado el anda y han empezado
ha caminar con dirección del estanque de Poq’run.
Llegado la
comitiva festiva religiosa a Poq’run, los comuneros/as han repetido
ritos idénticos al del hecho en Tzunta. Los cargadores han colocado el
anda del Sr, casi en la puerta del ojo de agua de Proq’run, desfigurado
por la irresponsabilidad de un alcalde improvisado y chambón; y una
bandada de pájaros han revoloteado sobre las cabezas de la comitiva y
los músicos, mientras en secuencias casi simultáneas, el anda del Santo
Sepulcro, se transformaba en el Sr. De las Siete caídas, que sale el
Miércoles Santo, en el de Cristo Crucificado que sale en procesión los
Jueves Santo y nuevamente, el del Santo Sepulcro que sale los Viernes
Santo el anda, como si se tratase de un bloque de nieve, ha empezado a
derretirse; y poco a poco, transformándose en un enorme estanque.
En
la puerta del ojo de agua Poq’run, ha aparecido la figura de Cristo, el
de la última Cena. Un personaje misterioso, una mezcla de líder,
profesor, conferenciante, confidente y jefe, y su figura se ha reflejado
en el agua, como señalando que la única resurrección humana es través
del trabajo colectivo. El individuo puede ser redentor y crucificado,
pero las colectividades organizadas, formando un solo cuerpo hecho de
solidaridad, vencen todas las tentaciones y los atentados de herodes.
En
un momento, como si de repente se le hubiesen roto todas las cuerdas de
su arpa, el tío Rufino ha dejado de tocar su instrumentos,
presurosamente ha recostado su enorme instrumentos contra una piedra y
se ha dirigido al estanque, como urgido por ver la imagen del Sr.
Reflejado en el agua o beber de él.
Cuando pensaba que él haría
lo mismo que los paisanos: beber el agua haciendo cuenco con sus manos,
mi tío-padrino ha capturado suavemente un pájaro, el más colorido y
tierno, y, acariciando suavemente su bello plumaje, ha buscado con la
mirada a alguien especial, entre la multitud.
Pensaba que mi
tío-padrino buscaba a su madre, a quien en vid, tanto quería; ¡pero
no!, a quien buscaba entre la multitud, era a su esposa. Haydée Pomiano
Vidal, que en esos momentos, luciendo su más fina coquetería, ataviada
con la vestimenta típica pararina; sombrero huachano, lliclla, monilla
con bobos en las mangas y saya con listones llamativos en los bordes,
miraba también hacia su esposo, acariciando un pequeño pájaro colorido
como los quetzales mayas, o los turpiales venezolanos, como queriendo
demostrar que el amor eterno, si existe, y lo de ellos, había sido un
amor a prueba de tiempo.
Y ante la mirada enternecida de los
paisanos, los esposos regresaban abrazados, hacia el arpa del tío,
recostado contra una piedra de Poq’run. Acompañado por esposa sonriente,
el tío ha empezado a tocar su instrumento predilecto, con mayor
destreza y brillo, comenzando por unos fox incaico en los que él era
insuperable, cambiando bruscamente ritmos y melodías ha llegado hasta la
conocida melodía “Quisiera ser Picaflor” melodía preferida por su
esposa. En esos momentos, tía Haydée soltaba el pájaro colorido que
tenia entre sus manos y lo ha orientado hacia la imagen de Cristo
reflejado en el ojo de agua de Poq’run, e, inmediatamente los hermanos
Villarreal, han vuelto a desdoblar sus papeles como chequeando por
ultima vez la lista de los puquios de la Comunidad, en Poq’run.
-Han
chequeado bien la lista Carlos Magno y Mario? Ha preguntado mi padre a
sus hermanos. Estan todos los que tenían que estar en este dia
histórico?
-Si Manuel, -han contestado los aludidos, en coro-
Tio Carlo Magno, ha seguido- Hemos chequeado todo. Todos los Ayllus han
enviado el espíritu de sus puquios, todos los puquios de Pararín
están representados en este gran Wiracocha, u homenaje pararino al dios
Paraicaca (Dios del agua) que devolverá a Pararín su prestancia de
milenios, para los nuevos tiempos.
-Qué
bueno –ha comentado mi padre- Pararín es una Comunidad milenaria, pasó a
los Incas, con la fuerza de sus Ayllus, a los invasores españoles, con
la unidad de su Comunidad confederada por 14 Ayllus, pasará a la
acomplejada y extranjerzante Repíblica peruana, que pretende destruir
Comunidades en señal de “progreso” con constituciones privatizantes
dictadas por un japonés. Pararín no es Comala de Méjico, en donde los
muertos solo viven por el rencor a Pedro Páramo, que les quitó las
tierras y les sembró de hijos sin pan. Y a los pobres que aun mantienen
sus tierras, Pedro Páramo les obliga a sembrar la muerte, con el
maldito negocio de las drogas, convirtiendo al Estado mejicano en
cómplice y socio del negocio sanguinario. Pero los campesinos mejicanos,
como los peruanos, quieren sembrar vida: maíz, fréjol, nopal, chili,
cacao, como Pararín, ha decidido sembrar el futuro más largo y luminoso
desde la más lejana esperanza que es su pasado.
Pararín fue
siempre una comunidad de hombres y mujeres libres, aquí nadie conoció el
repulsivo rostro de gamonales humillando a sus semejantes como Pedro
Páramo, ni la despreciable conducta de los mineros serviles a los
extranjeros, presumiendo ser blancos por tener dinero, con trabajos
ajenos.
La construcción de los ojos del mundo, asegura a
Pararín su condición de Comunidad de hombres y mujeres libres y no de
llorosos y arrepentidos traidores. La comunidad es una canción de
infancia rodando fulgores por litorales inefables. Es la transparencia
de la voz del agua con calendarios armando el irrenunciable abecedario
de los abuelos con sus cascadas de lágrimas y esperanzas.
Con la
construcción de los ojos del mundo, con el espíritu de todos sus
puquios y manantiales de la Comunidad, Pararin se prepara para la vida
eterna, porque la construcción de los ojos del mundo en Pararín, es
clavarle la mirada a la eternidad desde una obra colectiva, solo la
colectividad organizada sobre la solidaridad, podrá un día, dialogar con
Dios…..-
En esos momentos el nuevo estanque de Poq’run,
constituía la gigantezca figura de Cristo en actitud de conductor de
masas a la tierra prometida.
Los Reivindicadores,
cargando las andas de la renovación, confirmaban que efectivamente las
Comunidades sólo pueden vivir, cuando todos asumen sus responsabilidades
como acto de fe, y no como una coartada para subastar las tierras de la
Comunidad, a favor de unos cuantos espurios y en contra de la vida de
infinitas generaciones pasadas y del porvenir.
En
esos instantes, sentí un zumbido raro, casi amenazador, como si alguna
fuerza desconocida quisiera borrar la obra comunal hecha de las
energías de ayer y de hoy para el mañana. Un fuerte olor a crisantemos
se ha impregnado del lugar.
El zumbido amenazador que me había
intranquilizado, era el sombrero de mi anciana tía Enedina, que
regresaba hacia mi, casi con la misma fuerza impulsada desde la plaza
del pueblo hacia el atrio de la iglesia que lo había visto pasar.
Poq’run
ya era un silencio de creación o redención. Ya no estaban los
comuneros/as. Ya no estaban los pájaros coloridos; ya no estaban los
músicos ni los cantares gregorianos, ni los reivindicadores, solo la
imagen de Cristo reflejado en el agua, parecía confirma que la fe es
personal y las creencias, cosas de grupos que no siempre con fe.
El
sombrero de la anciana tía Enedina, como si tratase de un festivo
platillo volador, o ave extraviado regresando a Pararín, giraba a mi
alrededor como tratando de decirme algo. Entonces, he capturado la
prenda de la tía, suavemente como si se tratase de un ave doméstico, y,
contento con el pensamiento de darle alegría a la prima de mi madre,
entregándole su prenda recuperada, me dirigía con dirección a la plaza.
Estaba
a la altura de la iglesia de vuelta a la plaza del pueblo, cuando
escuché la voz de mi madre, llamándome desde el lado de Q’qmishjirka
(Cerro-de-los-mitos). Al volver la mirada hacia el lugar de donde
provenía la voz de mi progenitora, he visto a mi tío Rufino, casi
volteando la curva de Llamabashillun (La-pezuña-del-venado), montado
sobre su caballo blanco, no sé si “Avión” o “Sóstenes” con dirección a
nuestro Ayllu familiar de Muni Quisra. He visto que el tío sobre el
caballo, cargaba su arpa en el hombro, como si fuera tocando y, pegado a
sus espaldas iba su esposa, con la mismas coloridas vestimentas
pararinas que la había visto en Poq’run.
Contemplaba a mi
tío-padrino dirigiéndose a nuestro Ayllu familiar de Muni Quisra, cuando
escuché la voz de mi padre, llamándome desde del barrio de Poq’run. Al
voltear la mirada para ver a mi padre, he visto que todo el cerro de
Rukustanan (Donde-se-asienta-los-buitres) estaba embanderado de telas
coloridas tremolando presencias o sorpresas festivas; y, por el camino
que bordea Rukustanan , dirigiéndose a la meseta de Pelotapampa en
Pilapunta, casi desaparecían un grupo de niños poblando de pájaros
coloridos el cielo pararino y de los dos nuevos estanques de aguas
cristalinas de Tzunta (Chonta) y Poq’run, se levantaba un enorme y
majestuoso arco iris hacia Pilapunta.
Desde el abra de Paurayaku,
ubicado sobre el pueblo y cerca de Patzapashimin, partía una potente
luz de color oro, y sus rayos se tendían por todos los caminos que van
o vienen de o hacia los Ayllus a Pararín, y todos caminos parecían
surcos conduciendo gruesas sogas doradas.
Tamborileando con
los dedos, el sombrero bien adornado de tía Enedina, me he quedado
contemplando con estupefacción y temor, las fosforescentes columnas del
arcoiris que unian Patzapa Shimin de Pilapunta y Patzapa Nawin del
Distrito de Pararín, como eternizando la Comunidad, lugar de todos y
para todos, y un lugar de todos defendiéndola de las cizañas
individualistas, de las angurrias de los mezquinos y corruptos, será
siempre un lugar de paz.
En esos momentos decisivos para mi
conciencia, no sabía a cual de mis padres ir a buscarlos primero; o, a
mi madre que me llamaba desde su Ayllu familiar Muni Quisra, o, a mi
padre que me llamaba desde el compromiso sagrado con su Comunidad de San
Juan de Pararín. A lo mejor, el sombrero de mi tía Enedina en mis
manos, simbolizaba todo eso: mi Comunidad, mis padres, mis hermanos,
comuneros pararinos todos, por siempre.
Régulo Villarreal Dolores
Como
un Saludo por Año Nuevo 2018, al Glorioso Frente de Defensa de los
Intereses de Pararín –FREDEINPA- abnegado defensor de la Comunidad y lo
comunitario, bajos los principios éticos de solidaridad y generosidad
organizada, lección que nos dejaron nuestros mayores, forjadores de la
Comunidad de San Juan de Pararín- Prov. Recuay- Región Ancash-Perú.
Literatura Caminante para una historia en marcha.