Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Nicacho estaba por salir de su casa para verse con su amada, cuando unos aullidos estremecen la noche.
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- El diablo está cerca, no salgas hijo, los perros nos avisan cuando ronda -le advierte su mamá.
Haciendo oídos sordos Nicacho acude a la cita. Al llegar a la plazoleta de Quihuillán dan muestras de vida: la luz de un candil en una ventana y el canto de los grillos, solamente. Chiquián, como todos los pueblos del interior de la sierra de Ancash, no cuenta con alumbrado público en 1949.
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Mecánicamente sus piernas lo llevan a un sitio conocido: la banca de la esquina más oscura, lugar de espera de todos los miércoles de fin de semana. Prende un cigarrillo y fuma, mientras su pensamiento lo transporta a los brazos de Juana. Y así, pensando y fumando uno tras otro cigarrillo van pasando las horas. A las 12 se apaga el candil y el lugar queda a oscuras. Enciende un fósforo y mira su reloj de bolsillo.
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- Es medianoche y no viene -dice apenado.
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Cuando está a punto de retornar, el ruido de unos pasos hacen que vuelva la cara; va a hablar, pero unos labios sellan sus palabras con un beso.
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- No digas nada amor -susurra la mujer.
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Nicacho comprende que las palabras sobran y se recuesta con ella en el pasto para amarse. Esfumado el clímax, y creyendo que por su cuello discurre un hilo de sudor, pasa sus dedos, luego toca sus labios y siente el sabor a sangre.
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- ¿Qué raro, me habrá lastimado con su pie? -se pregunta...
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Para salir de dudas pone sus manos sobre el empeine de su amada y se topa con una pata de gallo. "Es el diablo suplantándola" -piensa atormentado, se para y corre hasta su casa. Sobre la mesa de noche aguarda una nota que su amada le ha enviado: 'Amor, no iré a la cita, mi mamá no ha llegado de Huaraz y mi hermanito no quiere quedarse solo. Juanita”.
Termina de leer y asegura la puerta, descorcha una botella de anisado y bebe todo el contenido intentando calmarse.
Para salir de dudas pone sus manos sobre el empeine de su amada y se topa con una pata de gallo. "Es el diablo suplantándola" -piensa atormentado, se para y corre hasta su casa. Sobre la mesa de noche aguarda una nota que su amada le ha enviado: 'Amor, no iré a la cita, mi mamá no ha llegado de Huaraz y mi hermanito no quiere quedarse solo. Juanita”.
Termina de leer y asegura la puerta, descorcha una botella de anisado y bebe todo el contenido intentando calmarse.
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En dos horas el licor hace efecto y el sopor le crea una sensación de vacío e ingresa a un sueño donde no puede moverse, unos muros lo aprisionan, su piel transpira, el bochorno es irresistible, quiere hablar, gritar, salir corriendo, mas no puede articular palabra, las sílabas se anudan en su garganta... mil imágenes de ánimas del purgatorio desfilan por su mente atormentada; de pronto: ¡pun pun pun! tocan fuerte la puerta y despierta con sobresalto...
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