Por: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
El porvenir siempre estará en manos del maestro de escuela. Aquel ser humano entregado al mundo de los niños, que espera conseguir un Perú nuevo bajo un aire nuevo. Ya lo dijo Kant: "Tan sólo por la educación puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él". Mi homenaje a todos ellos a través de mis más recordados amautas chiquianos, cual colmenas de cultura y crisol que forja el libre pensamiento y nuestra identidad cultural, son el mejor antídoto contra la ignorancia, y cuya tesonera labor en las aulas sagradas del saber, no solamente debe ser reconocida una vez al año, sino todos los segundos de nuestra existencia, en nuestras oraciones y realizaciones en bien de nuestro pueblo.
Uchita con su prima Catita Calderón
Decía una vez un filósofo: "Que la tarea más difícil en la vida, es la formación de un hombre" , mas no se refería a la formación biológica, sino a la intelectual, moral y espiritual que el maestro lleva a cabo con paciencia franciscana y vocación de apóstol. Y no se equivocó ni un ápice, pues nadie mejor que el maestro sabe ,que la educación de una sociedad representa la vía más segura de su permanente desarrollo, ya que es en ella, donde se concentra todo aquello que hace valioso al ser humano: Su capacidad de servir, analizar, desarrollar, aportar, cuestionar y construir.
Uchita con sus alumnas y profesoras
UCHITA (JULIA TEÓFILA ROMERO YÁBAR DE ALVARADO), personifica a ese EXCELENTE MAESTRO DE ESCUELA. Recuerdo las celebraciones de sus cumpleaños el 28 de febrero de cada año, donde a pesar de ser vacaciones, sus alumnos y alumnas acudían a su hogar de Agocalle para testimoniarle su gratitud.
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Casa de Uchita en Chiquián - Agocalle
Ella pertenece a una familia de educadores, sus hermanos José y Germán Romero Yabar, también fueron excelentes maestros, al igual que su esposo Abel Alvarado Cruz, graduado en la Normal de Tingua. Fruto de esa unión ejemplar nacieron sus hijas Teofila Abigail (Abicha), Norka Hortensia (Oti), Zoila Margarita, Martha Aurora, Lina Deifilia y Aída Esperanza, fallecida a los días de nacer.
Uchita con sus amigos chiquianos. Niños: Cuco y Alberto
Uchita destacó en el estudio desde pequeña para alegría de sus padres Antonio y Margarita, situación que le valió para desempeñarse como maestra desde temprana edad en el interior de la provincia (Aco de Carhuapampa, Corpanqui). A los 24 años se graduó con honores en la Escuela Normal de Huancayo y retornó a Chiquián, y continuando su labor magisterial prestó servicios en la Escuela Pre Vocacional de Varones 351, luego como Directora de la Escuela Elemental (Transición y Primer Grado) y como Directora de la Escuela Primaria de Mujeres, donde no solamente se dedicó a su labor de conducción, sino que puso todo su entusiasmo y empeño en la construcción de su Escuela, llegando a buen término.
Alumnas del 352 de Chiquián
Ella cosechó muchos lauros durante su larga vida educadora, entre los que destaca el haber sido escogida para ser distinguida en Palacio de Gobierno junto a sus similares de los diferentes departamentos del Perú; pero su mejor premio, es que sigue siendo amada por todos los bolognesinos que calmaron su sed de conocimientos a través de su palabra y obra. La familia chiquiana la recuerda con mucho cariño, como una gran motivadora, hincha acérrima del Sport Cahuide y con un lado humano que la enaltece. Uchita falleció el 28 de marzo de 1988 a la edad de 77 años, dejándonos un claro ejemplo a seguir.
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Lima, JUL 2008*
4 vistas del 352 donde Uchita fue Directora -NAB 10 ENE 2009