Barrio de Nicrupampa - Huaraz
A las once de la mañana salí con dirección a una escuelita de Nicrupampa, donde los alumnos escenificarían la Navidad. Cinco días antes, Dana, una profesora natural de Huarmey me había invitado, y de ninguna manera podía perderme la cita con sus alumnos, a quienes conocí el 28 de julio, cuando fui padrino de unos implementos deportivos durante un campeonato de fútbol infantil en el estadio de Rosas Pampa. Caminé por Luzuriaga, pasé el puente Quilcay y ascendí hasta la escuelita, arribando cuando ingresaban los niños con sus padres.
A las doce en punto comenzó la función. Un rumor nervioso se cernía en el ambiente, pues los hijos de los que me acompañaban en el improvisado auditórium con piso de tierra, eran los actores.
***
- ¿Podría darnos hospicio?, mi esposa está por dar a luz.
- No hay espacio en este albergue, por favor busquen otro lugar - respondió el niño actor, y se quedó contemplándolos con tristeza mientras se alejaban. De pronto y fuera de libreto, gritó, acercándose a María y José:
- ¡Esperen, esperen, los llevaré a mi casa!.
Al escuchar estas palabras, Dana salió nerviosa al escenario a pedir disculpas, pero para su asombro, todos los asistentes nos pusimos de pie y aplaudimos las emocionadas palabras del niño actor, quien llevado por su noble corazón, alteró la historia del nacimiento de Jesús, que había ensayado durante dos largos meses con su profesora y compañeros.
No guardo en mis recuerdos recientes, una Navidad tan bella como la vivida aquel mediodía de diciembre en el modesto barrio de Nicrupampa.
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
La noche anterior llovió con rayos y truenos en el Callejón de Huaylas, pero a la mañana siguiente - 24 de diciembre del 83 - el cielo huarasino amaneció tan azul como el chiquiano. Ni una sola hilacha de nube asomaba en el firmamento. Al fondo, el bicéfalo Huascarán nos regalaba todo su esplendor con los primeros rayos del sol.
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A las once de la mañana salí con dirección a una escuelita de Nicrupampa, donde los alumnos escenificarían la Navidad. Cinco días antes, Dana, una profesora natural de Huarmey me había invitado, y de ninguna manera podía perderme la cita con sus alumnos, a quienes conocí el 28 de julio, cuando fui padrino de unos implementos deportivos durante un campeonato de fútbol infantil en el estadio de Rosas Pampa. Caminé por Luzuriaga, pasé el puente Quilcay y ascendí hasta la escuelita, arribando cuando ingresaban los niños con sus padres.
A las doce en punto comenzó la función. Un rumor nervioso se cernía en el ambiente, pues los hijos de los que me acompañaban en el improvisado auditórium con piso de tierra, eran los actores.
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Y San José preguntó:
- ¿Podría darnos hospicio?, mi esposa está por dar a luz.
- No hay espacio en este albergue, por favor busquen otro lugar - respondió el niño actor, y se quedó contemplándolos con tristeza mientras se alejaban. De pronto y fuera de libreto, gritó, acercándose a María y José:
- ¡Esperen, esperen, los llevaré a mi casa!.
Al escuchar estas palabras, Dana salió nerviosa al escenario a pedir disculpas, pero para su asombro, todos los asistentes nos pusimos de pie y aplaudimos las emocionadas palabras del niño actor, quien llevado por su noble corazón, alteró la historia del nacimiento de Jesús, que había ensayado durante dos largos meses con su profesora y compañeros.
No guardo en mis recuerdos recientes, una Navidad tan bella como la vivida aquel mediodía de diciembre en el modesto barrio de Nicrupampa.
Fort Lauderdale, DIC 95
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Huaraz de noche