.
Parado en la piedra de Quihuillán contemplo el Yerupajá y mis ojos se llenan de luz; entonces pienso: sólo el amor por nuestra tierra hace fluir ese sentimiento que susurra trinos a los pensamientos peregrinos, cual bandadas de palomas que vuelan adormecidas en este otoño que vivimos.
En otros sueños, de pensar y pensar que un día tomaste otro rumbo, no sé si voy o vengo por el viejo camino; es cuando extenuado me acerco a una flor de la cantuta que florece en el sendero y poso mis labios en sus pétalos para beber el néctar que destila.
En ocasiones cuando persigo fantasías volando con las alas de los sueños, ingreso a una especie de delirium tremens donde me transformo en un indefenso niño que mira absorto Capillapunta.
Parado en la piedra de Quihuillán contemplo el Yerupajá y mis ojos se llenan de luz; entonces pienso: sólo el amor por nuestra tierra hace fluir ese sentimiento que susurra trinos a los pensamientos peregrinos, cual bandadas de palomas que vuelan adormecidas en este otoño que vivimos.
En otros sueños, de pensar y pensar que un día tomaste otro rumbo, no sé si voy o vengo por el viejo camino; es cuando extenuado me acerco a una flor de la cantuta que florece en el sendero y poso mis labios en sus pétalos para beber el néctar que destila.
*De pronto despierto y frente a mí estás parada. Me acerco y beso tu boca donde una rosa olvidó su carmín, color que se mezcló con mi sangre al acariciar su tallo llenándome de espinas.
Qué lejos quedaron los tiempos de mi edad primera, cuando vestida de lluvia fuiste al río para arrojar a la corriente las penas de un desamor. ¿Recuerdas?, fue una tarde de junio en que seguí tus pasos hasta el Aynín.
De retorno te sentiste sola y extraviada, tomé tu mano y cupido atravesó los árboles de Maraurán....Ya cuando el día se puso su capa gris al son de los grillos; tú, mi dulce hada de los sueños me convertiste en picaflor.