MI MEJOR REGALO ES ATENDERLO
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Por Agustín Zúñiga Gamarra
El día comienza, se oyen los trastes de la cocina, son los preparativos para el desayuno, como todos los días de la semana, los hijos van a ir a trabajar, los timbres de los celulares, bajo diversos tonos suenan en cuartos distintos son las 6:00 am, en seguida, en sus camas los hijos cortan sus sueños, y también los incómodos sonidos que penetran paredes inoportunamente. En cinco minutos, hay un desfile hacia el baño, pronto están listos para salir, sus caminos son distintos el hijo menor hacia una fábrica, y el mayor hacia un colegio.
La puerta a la calle, se abre y cierra, ella va a comprar los panes calientes, porque no hay mejor sabor que cuando es del mismo día. En la mesa, del comedor, los espera el jugo, un platito que varia, atún, lomito, huevo pasado, para finalizar café con leche o un preparado de quinua, quihuicha o maca, acompañado de un pan con queso comprado desde Chiquián, o Cajacay o de Cajamarca, este último lo compra los martes desde un mercado, distante muchas cuadras. También ha preparado lo que llevarán a modo de lonchera, frutas, preferentemente manzana y cítricos.
Este mismo trajín, lo viene haciendo por más de 30 años, y sigue con el mismo esfuerzo y dedicación. En su corazón siempre está la automotivación, “tenerlos a mis hijos, juntos es lo que más he querido, quien mejor para atenderlos que yo”.
Ella dejó de trabajar hace buen tiempo, se jubiló, como Profesora de secundaria. Allí también, en el mismo colegio, estuvieron sus hijos, los vigiló de cerca.
Esta vez su hijo mayor está a punto de cumplir un nuevo aniversario, se aproxima la fecha, qué lástima que esta vez cayó lunes, pero ella ya previó, y ha querido darle su agasajo este domingo, ya lo tuvo preparado, por eso invitó a sus hermanos, para el almuerzo. “Acu, Uli, Marquito, Nili, los espero este domingo, al almuerzo a las 13 horas, festejaremos el aniversario de Joselín”.
Nosotros comprendiendo su esfuerzo semanal, preferiríamos pasarlo en un restaurante, finalmente el trabajo, es menor. Pero ella, siempre ha repetido, como si fuera advertencia, “yo, quiero prepararle lo que a mi hijo le gusta, desde la mañana, en el desayuno, luego el almuerzo, y además eso no es trabajo, es mi regalo”. Comprendiendo sus sentimientos, aceptamos y agradecimos.
Pero nos queda en el corazón y el recuerdo, su permanente esfuerzo de agradar en su casa de Ingeniería, en todos los aniversarios que se realizaban, con más pompa años anteriores.
En cuanto aniversario de la casa ella junto a su madre no descansaban en atención, aprendió por el método de prueba y error, a hacer el mejor pisco souer, tanto que incluso, el dueño de Vivaldi, le dijo un día, “Chole qué buenazo está este pisquito, no tendrás más”, “claro que sí, sabiendo que les gustaría, he preparado bastante”, le contestó.
Todos salían satisfechos, sus platos preferidos y reclamado por sus amigos siempre fue: el chicharrón, ceviche y la pachamanca a la olla, yo le añado siempre el seco con frijol y tamal.
Con esos recuerdos en mente, imagino lo sabroso que será este almuerzo en homenaje de su hijo mayor el Ingeniero Electrónico y educador, José Angulo Zúñiga.
Mientras transito con el automóvil, camino hacia el vendedor de periódico hoy domingo, no dejo de pensar en el amor de la madre por los hijos, busco ángulos en mi memoria para compararlos, no lo encuentro.
Entonces, largo conjeturas: “será ese amor tanto que prefiere dejar que sus males avancen sin demostrar a sus hijos que algo le duele?”, “será que oculta sus carencias económicas, por eso como ahorrando, prefiere cocinar con sus manos, luego de buscar los mejores insumos al menor precio, aunque cueste caminar muchas cuadras. Su dinero no es abundante, mas bien poco para dotar el almuerzo que ella quisiera brindarle”.
Pero, no es que el hijo no se percató de las resquebrajada salud de la madre, sino que ella habla que ya fue a su consulta médica, “así que no se preocupen todo está bajo control”, con eso asegura que no la molestarán mientras prepara el almuerzo con regocijo, su madre ya anciana ayuda, algo, pero su apoyo mayor es acompañarla, conversar y de rato en rato recordar anécdotas que obliga unas veces a reir y otras aprisiona el corazón con dolor y nostalgia.
Este aniversario de su hijo mayor, le trae muchos recuerdos, que comienzan con su esposo, Beto, que falleció muy temprano, dejándolo huérfanos a sus hijos, y ella asumiendo el papel de padre y madre a la vez. Pero como si eso fuera poco, también sufrió cual sablazo al pecho, la muerte de su hijo menor, Miguel.
Son golpes que pocos lo hubieran soportado, pero ella lo sobrellevó gracias al respaldo a la iglesia católica, las palabras del evangelio, y el apoyo de sus hermanos de El Camino, con ellos convirtió el dolor en fuerzas y en fe.
Tanto que hoy, está feliz de acompañar a sus hijos, en su atención, ella entrega todo el amor y agradecimiento a su dios. Atrás quedaron eso momentos tristes, ahora ella quiere acompañar a su hijos por muchos años, por eso está decidida a visitar al médico más seguido y curarse.
Pero hoy, quiere darle a su hijo mayor el mejor regalo por su aniversario, ella manifiesta, “quiero atenderle, prepararle desde el desayuno lo que a él le gusta, luego su almuerzo preferido, junto a sus tíos, quiero darle la alegría que él se merece, porque es un hijo trabajador, alegre y muy cariñoso”.
Eso nos alegra porque a Chole la queremos por muchos años alegrándonos, tanto por su carácter como por sus platos ricos, y a su hijo, en este aniversario, que siga formando jóvenes, con esa habilidad de profesor de ciencias que lo hace inigualable.
Feliz día sobrino José y Feliz día hermana Chole por tu hijo y por ti.
La Pluma del Viento