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FIESTA DE TODOS LOS SANTOS Y DE LOS MUERTOS
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Por Juan Rodriguez Jara
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En
la ciudad de Piscobamba “La novia de los andes” capital de la
provincia Bolivariana Mariscal Luzuriaga, región oriental andina de
Áncash, sus costumbres y tradiciones se van desvaneciendo a la marcha
inevitable del tiempo y la conquista de la modernidad, llamada
globalización. Sin embargo en algunas familias aún prevalecen las reglas
de guardar a sus santos y muertos, con el consiguiente ritual de
acercamiento y recuerdo pleno a quienes se fueron después de dejar una
estela de hechos que ahora hacen felices a las familias y los pueblos.
Quedan
muy lejanos los encuentros gallísticos, futboleros y juegos de trompos,
bolitas etc, entre los tradicionales barrios de Convento, Pampa,
Cushipata, Ramos Capilla; a los que se han incrementado otros
barrios que ya no tienen la tradición de los antiguos, sin embargo
existen.
Todos los Santos, es una fecha memorable para todos los católicos de la provincia cuando se rememora parte de la identidad de nuestros pueblos, además en esta fecha los hornos reviven sus funciones, algunos al cumplirse un año se calientan con la llama viva de las leñas que buscan el calor indicado para el amasijo.
Esta fecha cobra mucho interés para los pueblos orientales de Ancash por la concurrencia masiva a los cementerios para hablar con los familiares ya ausentes en esta tierra, muchos pondrán lápidas, otros renovarán sus cruces de maderas que se envejecieron, algunos colocarán cruces de cemento a quienes yacen en el suelo, todos llevarán flores, coronas, lágrimas, pintura para remozar el rincón sagrado donde vive el familiar en forma eterna. También cargarán algunas bebidas o comidas que en vida preferían. En general se arregla el rincón de sus muertos para la visita de propios y visitantes, para evitar el “qué dirá la gente”. Hasta las municipalidades se preocuparan de la buena presentación de estos campos santos.
La costumbre más arraigada es el “Banquete” que se prepara para almas de familiares que regresarán a casa en la noche de Todos los Santos, por tanto tienen que la colocar las comidas, panes, bebidas, dulces y frutas en la mesa del comedor, para que dichas almas en retorno anual puedan comer sus exquisitos potajes; al día siguiente se espera que termine la misa en la iglesia de la ciudad, para poder tomar parte del banquete de los muertos que quedaron en la mesa familiar.
En la víspera todos los habitantes amasan en sus hornos que tienen en casa, los que no tienen alquilan hornos o encargan sus porciones a los que amasan en cantidad y aquellos que no cuentan con solvencia de la harina y la leña, solamente un kilito encargará a la vecina o amistades. Los amasijos se caracterizan por la cantidad considerable, de molletes, biscochos, rosquitas, palomas, llamas, wawas, empanadas y pan de piso.
Regresar en el tiempo esos pasajes de años atrás será difícil; pero deben dejarse escritos para que nuestras generaciones que vienen tengan presente que en el pasado nuestras costumbres era de raigambre popular y con mucho entusiasmo se comía bien y se vivía bien.
Todos los Santos, es una fecha memorable para todos los católicos de la provincia cuando se rememora parte de la identidad de nuestros pueblos, además en esta fecha los hornos reviven sus funciones, algunos al cumplirse un año se calientan con la llama viva de las leñas que buscan el calor indicado para el amasijo.
Esta fecha cobra mucho interés para los pueblos orientales de Ancash por la concurrencia masiva a los cementerios para hablar con los familiares ya ausentes en esta tierra, muchos pondrán lápidas, otros renovarán sus cruces de maderas que se envejecieron, algunos colocarán cruces de cemento a quienes yacen en el suelo, todos llevarán flores, coronas, lágrimas, pintura para remozar el rincón sagrado donde vive el familiar en forma eterna. También cargarán algunas bebidas o comidas que en vida preferían. En general se arregla el rincón de sus muertos para la visita de propios y visitantes, para evitar el “qué dirá la gente”. Hasta las municipalidades se preocuparan de la buena presentación de estos campos santos.
La costumbre más arraigada es el “Banquete” que se prepara para almas de familiares que regresarán a casa en la noche de Todos los Santos, por tanto tienen que la colocar las comidas, panes, bebidas, dulces y frutas en la mesa del comedor, para que dichas almas en retorno anual puedan comer sus exquisitos potajes; al día siguiente se espera que termine la misa en la iglesia de la ciudad, para poder tomar parte del banquete de los muertos que quedaron en la mesa familiar.
En la víspera todos los habitantes amasan en sus hornos que tienen en casa, los que no tienen alquilan hornos o encargan sus porciones a los que amasan en cantidad y aquellos que no cuentan con solvencia de la harina y la leña, solamente un kilito encargará a la vecina o amistades. Los amasijos se caracterizan por la cantidad considerable, de molletes, biscochos, rosquitas, palomas, llamas, wawas, empanadas y pan de piso.
Regresar en el tiempo esos pasajes de años atrás será difícil; pero deben dejarse escritos para que nuestras generaciones que vienen tengan presente que en el pasado nuestras costumbres era de raigambre popular y con mucho entusiasmo se comía bien y se vivía bien.
En todos los Santos
arden los troncos
en todos los hornos,
para hacer panes ricos
que comerán todos
los familiares finados.
En la noche llegarán
y mañana en misa se irán,
dejándonos su bendición
que a Taita Dios pidieron.
Sus adioses nos dejarán.