sábado, 14 de noviembre de 2015

14 DE NOVIEMBRE: NACE EN ÁNCASH OSCAR COLCHADO LUCIO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
 
   
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2015 AÑO
DE LA DEFENSA DE LA VIDA
Y DEL PLANETA TIERRA
 

NOVIEMBRE, MES DE LA GESTA
DE TUPAC AMARU; LOS DERECHOS
DEL NIÑO; VIDA Y EJEMPLO DE
J.M. ARGUEDAS Y MANUEL SCORZA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 

*****
 
14 DE NOVIEMBRE
NACE OSCAR COLCHADO
 
 

DÍA DE CHOLITO
EN LOS ANDES
MÁGICOS
 
 

FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 PRESENTANDO
A ÓSCAR
COLCHADO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
Un día como hoy nace  Oscar Colchado en Huallanca, Áncash (Perú), en el año 1947. Durante su juventud residió en Chimbote, donde fundó el Grupo Literario Isla Blanca y dirigió la revista Alborada. A lo largo de su carrera literaria ha ganado diversas preseas y distinciones: el premio José María Arguedas, en 1978; el Premio José María Eguren, en 1980; el prestigioso Premio Copé, en 1983; el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil, en 1985); el Premio Nacional de Educación en 1995; el Premio Nacional de Novela de la Universidad Federico Villareal en 1996, por su novela Rosa Cuchillo;  y en el año 2002 el Premio Internacional de Cuentos Juan Rulfo, por su cuento La casa del cerro El Pino. El día martes 28 de julio del presente año, 2015, me tocó intervenir en la Feria Internacional del Libro de Lima en la presentación del libro La casa del cerro El Pino. He aquí el texto de mi intervención.

 
1. Escrivillo
es llorar
 
Guamán Poma de Ayala en su Corónida de Buen Gobierno o Informe al Rey, y al referirse al sufrimiento de la gente cuyo relato abarca, consigna esta frase que es un gemido: “Escrivillo es llorar”, que yo aplico también a este libro de Óscar Colchado Lucio.
Porque en el fondo cada relato de “La casa del cerro de El Pino” sacude, estremece, y es llorar, que no solamente ocurre cuando fluyen las lágrimas. Porque esta es literatura empapada de sangre, que detiene los latidos, entresaca el aliento y remueve el tuétano de los huesos. Literatura límite, decisiva, en la línea mortal del equilibrio como diría en una frase que César Vallejo consigna en su poemario Trilce.
Literatura que se hunde en el conflicto, que ingresa al fondo de la piedra o del destino de la gente. Que no le rehúye a lo más amargo, atroz y acervo, hurgando en lo que es vedado, confuso e inconfesable: el terrorismo de los años 80 y 90 en el Perú.
Es literatura de la violencia interna, de la llamada guerra popular, de la vida crispada, en situación de tocar fondo, que ingresa allí donde las papas queman, de la historia haciéndose; del fragor de las balas o de las armas, sean de fuego, o de filo de hacha o cuchillo que corta y cercena.
 
2. El eje
central
 
Lo que domina en “La casa del cerro El Pino” es un endriago y esperpento, desatado en el mundo andino como fue la guerra subversiva sanguinaria que asoló a finales del siglo pasado en nuestro país.
Ese es el tema central, la idea cardinal y el leitmotiv significativo. Y siendo así es coger con ambas manos un cable pelado de alta tensión. Y siendo así es haber descendido o ingresado a lo más lacerante y herido de lo que puede ocurrir a una comunidad, y mucho más la andina, ancestral y mágica.
Y siendo así en el caso de Óscar Colchado es no haber escabullido su misión de escritor, de veedor, testigo y notario de su tiempo, que en muchos casos es un denunciante, un fiscal y hasta un juez que administra justicia en un mundo apocalíptico que es el que nos presenta “La casa del cerro El Pino” en donde a todos nos toca el rol de víctimas y victimarios.
Donde el mundo está escindido, quebrado y en pugna, violento, cruel y en vorágine de enemigos irreconciliables y a muerte, de contrarios que se niegan mutuamente sin piedad alguna.
 
3. De tierra
adentro
 
Sin embargo todo ello se da en el telón de fondo de una trama mágica, entre gentes en quienes aflora lo dulce y que sabe de ternuras; porque es esta literatura de entraña adentro, telúrica no únicamente en el espacio sino en el alma de la gente. Y telúrica la decimos a voz en cuello, para que le duela a los apátridas y descastados que hasta niegan que exista esta palabra.
Es genuina literatura andina a la cual nos adherimos en cuerpo y alma, porque esa es la esencia prístina y el sentido del Perú profundo. Es el mundo andino el que más sufrió la llamada guerra popular, con su marca o estigma de terrorismo insano y cruel.
Pero en el caso de Óscar Colchado es la versión de los vencidos, de los que sufren y padecen el dolor de siempre. Es de este pueblo que soporta siglos de asedios, abusos, maltratos y holocaustos, de esta raza heroica, fuerte e invencible.
Libro escrito desde el ande, desde una filiación andina, desde el arraigo y pertenencia a un universo como es el mundo andino y su cosmovisión, en historias siempre apasionadas, con todas las emociones y hasta los instintos desatados, con todo lo que hay de atávico y también de conciencia herida, en donde ya no se tratan de destinos individuales sino de eclosiones colectivas en el mural asombrado y sorprendido de los Andes estupefactos.
 
4. ¿En qué bando
se alinea?
 
Ahora bien: ¿En qué bando se alinea el autor o la voz narrativa que prevalece en el libro? ¿Qué opción toma? ¿Qué partido adopta en este conflicto? ¿El del senderismo o el del ejército regular del estado oficial?
Ninguno de los dos. Su bando es la humanidad lesionada. Toma el partido de la defensa de lo humano con todo lo que ello tiene de miseria y de grandeza, de inmensidad y pequeñez, de gozo como de sufrimiento.
Es la opción humana la que adopta y defiende el autor, no porque lo diga sino porque lo deja sentir, dejando que el lector, que es el ser humano presente, adopte la posición que debe adoptar. Porque lo humano herido, violado, torturado, ensangrentado es la víctima de dicho holocausto.
Es lo humano vilipendiado por uno y otro bando de este conflicto de la guerra interna de Sendero Luminoso en nuestro país, donde el asunto de fondo no es un tema político ni histórico, ni siquiera militar sino un tema moral, siendo propio entonces de la literatura más auténtica.
 
5. El trasfondo
mágico
 
Pero lo prodigioso en el caso de Colchado es que hay una impronta mágica permanente y subyacente en los textos que integran este libro donde todo se entrelaza con el mundo onírico, religioso y con el sustrato de creencias y de mitología andina, lo que le da una dimensión más consistente, conmovedora y trascendente.
Colchado anda a dos pies entre lo mágico y lo real, entre lo maravilloso y descarnado, entre el reino de la fantasía en donde no ocurren menos caprichos y pesares que en este otro mundo de la cotidianeidad, hecho de desganos y obsesiones, de calles y caminos, de objetos y tratos ordinarios,.
Libro donde no solo es la mitología sino la superstición y todo tipo de hechicerías que constituye la trama maravillosa de la serranía en nuestro país y en este caso del libro, cosmovisión que teje y desteje, en una rueca mucho más poderosa y determinante que cualquier otra, nuestros destinos azarosos e intempestivos.
 
6. Pensamiento
andino
 
Mundo mágico también en la dimensión de almas en pena que deambulan desoladas, en donde casi siempre se hace hablar a los muertos, quienes han protagonizado sus historias.
También ellos dan su versión de los hechos  mientras yacen enfriados bajo la lluvia, donde casi siempre hay un desdoblamiento de quienes en algún momento fueron vivos.
Y ahora hablan desde una dimensión supra real, pero con la misma densidad o el peso de la vida en sus semblantes. Porque es índole de andinos el revivir espíritus.
Esencialmente andino es este libro en la pena y en los lamentos de los protagonistas, porque podemos adivinar en el trasfondo de estos destinos el quebranto y el quejido.
Seres que están hechos de mitos, cálculos pequeños y grandes ilusiones y esperanzas.
Pensamiento andino, arraigado en la religiosidad ancestral marcada por una fuerte intervención de la naturaleza circundante.
 
7. Ternura
y lirismo
 
Pero a la vez “La casa del cerro El Pino” está empedrada de un profundo lirismo. De un adelgazarse  la palabra y la voz a tal punto que hace posible captar lo sutil, lo evanescente e impalpable de la realidad. Todo aquello que el mundo tiene de indescifrable, misterioso e indefinible como y que lo guarda celosamente el mundo andino que nunca alcanzaremos a develar y menos la literatura que lo que hace es mostrarnos apenas su vibración, su aliento y su temblor. Lirismo en el lenguaje, donde se siente el hablar quebrado, quejoso y encogido del hombre del Ande. Se siente el lenguaje agónico y herido, donde aflora la ternura, esa capacidad de dejar a flor nuestros sentimientos. Prosa poética, rapto lírico, vuelo de la pluma del escritor para hacerse libélula, colibrí o mariposa.
Hecho que jamás podrán lograr este tono candoroso y de inocencia los escritores criollos, aquel candor en donde no hay culpables, en donde todos estamos libres de culpa porque finalmente quienes pelean son los dioses, los espíritus del hanan pacha y del urcopacha. Donde este mundo de la superficie y nosotros somos apenas las víctimas propiciatorias, los soplos y el aliento de los apus; de las montañas, de los fenómenos de la naturaleza frente a los cuales somos seres inocentes.
 
8. El título
del libro
 
Donde incluso el título de “La casa del cerro El Pino”, que tiene todo el sello de un título realista, en verdad no lo es, porque el cerro de El Pino indudablemente es un apu. Pareciera una dirección administrativa, para orientar al agente de cobranzas, o al repartidor de boletas para el cobro del agua, la luz y los arbitrios. Pero el título oculta o encierra un sincretismo de esos dos mundos en pugna de los zorros que se muerden a dentelladas.
Porque en el fondo “La casa del cerro El Pino” es la lucha feroz de los dos zorros arguedianos: del zorro de arriba y el zorro de abajo. Es la lucha encarnizada y sangrienta de esos dos diablos, que como nunca se dan de mordiscos en que se enfrentan padres e hijos, amigos y hermanos.
Además, más que una casa la evocación es la de un cuartel, el de una trinchera militar, un hueco desde donde se lleva a cabo una operación subversiva. Todo lo contrario a lo que es una casa, como hogar, reposo o el sitio donde nos recogemos a dormir y soñar. No es casa. El concepto de casa también aquí es una negación. Porque la casa del cerro El Pino es un lugar desde el cual se cometen atentados.
 
9. Maestría
en el cuento
 
Conforman el libro “La casa del cerro El Pino” diez cuentos breves, magistrales en su concepción y en su escritura. Precisos, cabales en sus evocaciones y referencias y en la estructura que los conforma, con una exacta economía de recursos, donde no hay nada más ni nada menos de lo que debe haber en un cuento.
El último de los cuales y que da título al libro es un espejo que se pasea por un camino y va retratando la realidad sin nada subjetivo que lo interfiera. Donde cuento coincide con el concepto cabal de lo que es un cuento, que en el fondo apunta a cómo se resuelve el conflicto suscitado. Siendo así es entonces que casi siempre el cuento está al final del texto, como ocurre en este libro.
Y en esto Oscar Colchado es un artista magistral, porque casi siempre es el último párrafo del relato, o la última línea en donde se condensa la historia que en el cuento se narra y acerca de un problema aparentemente irresoluble.
Donde el relato parece acumular toda su energía para el final. Porque el final da toda la solución al conflicto.
 
10. El
final
 
Bajo la apariencia simple y sencilla de estos cuentos hay pues maestría creativa, porque Oscar Colchado es un escritor tenaz, consagrado a su trabajo, marcado con el destino de ser escritor las 24 horas del día.
Un texto en donde se reúne historia, drama, épica, lirica, periodismo y finalmente moral humana.
El trasfondo mítico que pone en cada historia donde junta la hechura de la anécdota objetiva y real, aquella otra no menos verdadera como es el trasfondo mítico de que estamos hechos los seres humanos.
Literatura del mundo andino, con filiación, consecuencia y fe, que como en las grandes tragedias del arte escoge el mundo dolido, atravesado de sufrimiento y dolor.
Mi homenaje a Oscar Colchado por ser el narrador andino que es y que no rehúye los temas abismales sino que hunde sus manos en ese torrente en donde se fragua la historia y a partir del cual ha de crearse un mundo nuevo.
 
 
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