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ÍTACA
ÍTACA
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
La Vergne, 15 de junio de 2012
Muchos
que todavía no sueltan sus amarras, creen que el fuego del amor por nuestro suelo
decrece en la distancia. !Ah ilusos seres humanos!, no saben que la brisa de la
añoranza aviva más sus llamas, como hincha el viento las velas de
un barquito cuando la noche sus tintas desparrama, con la brújula apuntando a
puerto seguro: el terruño.
No
importa que seas cóndor o paloma, tus alas siempre querrán volver al
nido. Tampoco importa que seas glaciar o arena, los aires natales que
silban al oído las 25 horas del día, te harán volver la mirada al punto
de partida: el pueblo, nuestra querencia.
Hermano arriero:
Tú,
que algún día surcarás cielos lejanos, no olvides que a medio camino te
asaltarán los recuerdos. Ese día comprenderás que la fragancia del
mantel mas caro del mundo no se compara al aroma del pan hecho en
casa, y que el amor por
nuestra tierra es sol que no ciega ni quema, sino que ilumina y abriga.
La Vergne, 15 de junio de 2012
AMOR LEJANO
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
En tardes agobiadas de añoranza te recuerdo más y sufro. ¿Acaso no sabes que somos dos arterias que un mismo corazón? ¿Acaso no sabes que te amo como el jornalero ama a la lluvia que alivia su fatiga, como ama el arriero a la Luna que ilumina sus pasos?
Te amo y te amaré con ese amor de borrasca que se desborda y empapa de lágrimas los sueños. Quizá sea un amor vespertino que va pasando de moda, pero te amo con todos los colores del arco iris, con ese amor marino que golpea el acantilado, y a la vez con amor campesino: tierno y sosegado, cual rocío matinal que ama a la flor.
En la distancia pienso en ti, sólo en ti amor ausente.
Día tras día fraguando las horas
grises con la furia de los vientos, y decantando los mustios
momentos con lágrimas que brotan de
mis trovas tristes...
En tardes agobiadas de añoranza te recuerdo más y sufro. ¿Acaso no sabes que somos dos arterias que un mismo corazón? ¿Acaso no sabes que te amo como el jornalero ama a la lluvia que alivia su fatiga, como ama el arriero a la Luna que ilumina sus pasos?
Te amo y te amaré con ese amor de borrasca que se desborda y empapa de lágrimas los sueños. Quizá sea un amor vespertino que va pasando de moda, pero te amo con todos los colores del arco iris, con ese amor marino que golpea el acantilado, y a la vez con amor campesino: tierno y sosegado, cual rocío matinal que ama a la flor.
Ayer desperté abatido y por alguna razón senti mi
corazón entristecido, como un velero de maguey con sus
mástiles
raídos; y traduciendo en cada vaivén de mi pecho sus latidos, me declaré culpable de alejarte del faro que te eleva al Cosmos
con luces de neón. Sólo sé que la vida se extingue buscando rutas de salvación,
con ese terco anhelo que hinca y duele, mientras la barca pasa cerca, tan leve
como el alma que vuela.
Los que forjamos utopías con el viento en
contra, soñamos con un amor calmo y un mundo más humano,
donde todos convivamos como hermanos. Pero también soñamos con ese amor iracundo
que fluye de la médula, como el amor de Ulises por su amada Ítaca. Dulce pasión que
mitiga las insomnes madrugadas, aunque me apena que por tu piel mis huellas
sigan pasando de largo.
Así discurre mi existencia terrena..., sin hallar
eco en tu palpitar, bogando a tientas en un mar desconocido. Sólo espero que no
sea el anuncio de la travesía final; en tanto, recibe una rosa
carmesí que escogí para ti, para liberar de un suspiro todo
el dolor que hoy siento.
París, 22 de octubre de 1984
o
Del poemario "SENTIMIENTOS"