EDUCACIÓN, PRIORIDAD DE TODOS:
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IDEAS INDISPENSABLES
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Por Agustín Zúñiga Gamarra
La educación está radicalmente influida por la globalización y la revolución tecnológica de la información.
La economía del conocimiento ha generado nuevas oportunidades para aquellos países que han sido capaces de incorporar conocimientos al aparato productivo.
¿Cómo lograr un desarrollo sostenido, con justicia y equidad, en estos tiempos de globalización y de revolución tecnológica?; ¿cuál es el papel de las instituciones educativas en este contexto?
La educación es el único contrapeso que tienen las sociedades contra el pensamiento único. Constituye el mejor freno del que disponemos contra los crecientes fundamentalismos religiosos, étnicos, políticos y económicos.
Hay que revalorar la función magisterial y modernizar los instrumentos de la docencia; replantearse el largo proceso que implica formar y educar a los jóvenes de cara a la globalización.
Educar es mucho más que proporcionar información y transmitir contenidos epistemológicos. Educar es formar personas, constituir a los sujetos éticos que habrán de asimilar y digerir todo un orden cultural y moral en el que los conocimientos tengan pertinencia y sentido.
Educar es forjar seres humanos libres, sensibles, autónomos, críticos y creativos, comprometidos con la comunidad a la que pertenecen, aptos para el ejercicio responsable de la democracia y capaces de enriquecer y dar continuidad a la tradición cultural de la que surgen.
No hay derecho sin obligación, ni obligación sin derecho: es un privilegio tener educación, es un privilegio estudiar, es un privilegio llegar a la universidad y eso crea, inmediatamente, una obligación hacia la comunidad que nos apoyó, que nos dio esa educación, y un derecho, además, de hacerlo, un derecho de actuar en la sociedad, en la comunidad que nos corresponde formar.
Si no hay educación todo el resto del edificio se nos derrumba; de manera que en todos los niveles, desde la primaria hasta la universidad, la educación es el motor básico del desarrollo.
Fuente:
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Agustín Zúñiga Gamarra
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