ASÍ FUE LA REVOLUCIÓN CAMPESINA DE 1885
Por José Antonio Salazar Mejía
EL DETONANTE DE
LA REVOLUCIÓN
La imposición del
pago de la Contribución Personal, decretada por el Prefecto Noriega, fue la gota
que colmó la paciencia campesina. El prefecto, en su pretensión de restablecer
la Corte Superior de Justicia de Ancash, cerrada desde fines de la guerra, no
tuvo mejor idea
que imponer el pago de la Contribución Personal a los campesinos. El monto
fijado era de dos soles de plata.
La gente en esos
días ya no conocía las monedas. A raíz de la guerra se había impuesto el papel
moneda; pero también, éste se había desvalorizado. Se cambiaba un sol de plata,
por veinte soles en billete. Precaviendo una caída en el precio, el Prefecto
ordenó se paguen treinta soles en billete si no se conseguían los dos soles de
plata.
Imaginémonos la
reacción de la población campesina, que apenas ganaba jornales de cinco reales,
y tenía que reunir treinta soles en un plazo mínimo, Realmente la disposición de
la autoridad era absurda. Los campesinos buscaron quien les haga un memorial
solicitando el retiro de la disposición. El prefecto, en vez de buscar
soluciones, se puso a buscar enemigos. A
fines de febrero, hizo encarcelar a Atusparia, líder de los alcaldes campesinos
y mandó azotarlo por “el zambo Vergara”, ayudante del Gobernador Collazos, para
que denuncie al redactor del memorial. Al saber esto, los alcaldes fueron a
reclamar a la prefectura, Noriega ordenó detenerlos y con enorme falta de tino,
dispuso se les humille cortándoles las largas trenzas, símbolo andino de su
autoridad. Era el día 1 de marzo.
EL DESARROLLO DE LOS ACONTECIMIENTOS
El 2 de marzo, al
conocerse el ultraje a sus alcaldes, los campesinos de Unchus y Marián
reaccionaron violentamente. Se dirigieron a la prefectura para reclamar pero
fueron recibidos a tiros por los gendarmes y los soldados del Batallón
“Artesanos de Huaraz”. Luego de una dispersión inicial, se reagruparon en las
alturas del puente de Auqui, hasta donde fueron perseguidos por los soldados.
Allí se trabó una lucha de cinco horas, donde murieron cientos de campesinos.
Esa noche, en Marián se reunieron los alcaldes de todos los caseríos que
circundan la ciudad y planificaron las acciones del día siguiente. Angel Baylón
sería el jefe del grupo que invadiría Huaraz desde el este, sus órdenes eran
tomar Pumacayán. Joaquín Guerrero, encabezaría a los campesinos de la Cordillera
Negra y debía atacar desde “El Balcón de Judas”. Manuel Granados y Cossío Torres
dirigirían a los que vendría de la zona norte y debían ingresar por Patay y el
puente Quillcay. Juan Sánchez fue elegido jefe de los que deberían llegar desde
el sur y posesionarse de la Plazuela de Belén.
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La ciudad de Huaraz fue tomada a sangre y fuego el
3 de marzo de 1885
El 3 de marzo de
1885, los campesinos de los caseríos de Huaraz invadieron la ciudad a sangre y
fuego, asesinaron a 180 gendarmes y soldados del Batallón “Artesanos” y se
apoderaron de la ciudad. Si al día siguiente retornaban a sus estancias, el
movimiento no hubiera pasado de ser una revuelta, un motín; pero decidieron
quedarse y expandir el movimiento, darle un programa y levantar sus
reivindicaciones; así se fue convirtiendo en una verdadera
revolución.
El mando supremo,
quedó en manos de Pedro Pablo Atusparia, Alcalde Pedáneo de los caseríos del
Distrito de Independencia. Atusparia demostró rápidamente que tenía cualidades
de líder. No dejó que la soberbia se le suba a la cabeza y planificó una alianza
con los opositores al gobierno de Iglesias, mientras se contactaba con más
dirigentes campesinos a lo largo y ancho del Callejón de Huaylas. Fruto de esa
idea fue el nombramiento del abogado cacerista Manuel Mosquera como nuevo
Prefecto el día 5 de marzo. Atusparia se reservó el título de “Delegado de la
Prefectura”, pero la autoridad la imponía él.
El 15 de marzo
cayó Carhuaz, de allí surgió un bravo líder experto en lucha de guerrillas y el
uso de explosivos, era el minero “Uchcu Pedro”. Llegada la Semana Santa,
Atusparia hizo un alto a sus labores revolucionarias y dispuso que las
celebraciones religiosas se realicen con normalidad, él mismo llevó el Palio del
Santísimo en la procesión del Jueves Santo.
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Los
licenciados del Batallón Yungay defendieron Yungay bajo las órdenes de M. Rosas
Villón
Los líderes
campesinos ubicaron en Mancos su cuartel general con la idea de expandir la
revolución hacia Yungay y Carás. El 29 de marzo, José Orobio, conocido como “El
Kori blanco”, al mando de mil hombres inició el asedio a Yungay. Luego de
tremendas escaramuzas, Yungay fue tomada el 4 de abril. En Yungay la Guardia
Urbana dirigida por don Manuel Rosas Villón contaba con seis compañías y tenía
las armas que durante la Guerra del Salitre, habían pertenecido al “Batallón
Amazonas”. Es por ello que hubo que
hacer una estratégica planificación para el ataque a Yungay.
Caraz se rindió a
los campesinos el día 6. Mucho influyó en este hecho la participación del
presbítero Fidel Olivas Escudero, quien pudo convencer a los alzados a ingresar
a la ciudad pacíficamente acompañando la procesión del Santísimo
Sacramento.
Dueños los
campesinos de todo el Callejón de Huaylas, se dedicaron a fortalecer al
movimiento. Enviaron emisarios a otras provincias de la zona de Conchucos y
avisaron del movimiento a los huanuqueños. Por otro lado, Atusparia dispuso la
toma de las haciendas y el reparto de las tierras a los campesinos. Esta medida
llenó de pánico a los “mishtis” que ante la posibilidad de perder sus
propiedades, enviaron pedidos urgentes a la capital, exigiendo el inmediato
envío de tropas para develar la revolución de los
desposeídos.
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"Soldados de piedra" de Uchcu Pedro en la
Cordillera Negra,
ardid para engañar al ejército
Pese a la encarnizada defensa que
los guerrilleros de “Uchcu Pedro” realizaron en los contrafuertes de la
Cordillera Negra, derrotando hasta a dos ejércitos enviados desde Casma, por
fin, un tercer ejército al mando del Coronel Callirgos, pudo romper las defensas
campesinas y por la vía de Quillo llegó a Yungay.
Con la
intempestiva llegada del ejército a Yungay el 20 de abril de 1885, la revolución
campesina, entró en franco proceso de crisis, luego de casi dos meses de
incesante avance.
“Uchcu Pedro” se encargó de organizar el desalojo del ejército. Atacó
Yungay durante tres días desde el 25 de abril. Poco pudieron hacer sus fuerzas
ante un ejército disciplinado que contaba con 700 soldados armados con la
tecnología más moderna llegada al Perú luego de la guerra. Tenían además tres
metralletas y un cañón. Así, con armas modernas, el ejército que nunca venció
una batalla a los chilenos, se ensañó en Yungay masacrando a campesinos
peruanos.
Las consecuencias de esta derrota fueron funestas para los intereses
de la revolución campesina. En Yungay murió la flor y nata de las tropas
campesinas, la tragedia fue tanto peor cuanto que hasta el propio líder del
movimiento revolucionario, Pedro Pablo Atusparia, había sido herido de gravedad.
De morir Atusparia en Yungay, su figura se hubiera alzado con inimaginables
rasgos legendarios. Pero no murió y ese fue el inicio de su derrota personal.
El Coronel Joaquín Iraola que acompañaba a Callirgos, venía nombrado
como Prefecto de Ancash. Él dispuso el inmediato ataque a la capital
departamental. Olivas Escudero intercedió para que se realice una tregua con
motivo de la fiesta del patrón de la ciudad. Iraola fingió aceptar, pero dispuso
el ataque a la ciudad para el 3 de mayo, fiesta del Señor de La Soledad. De este
modo, con traición, las huestes campesinas fueron sorprendidas, acribilladas y
expulsadas de la ciudad.
Pese a haber tomado Huaraz con relativa facilidad, el ejército tuvo
que pasar dos grandes sustos antes de reducir completamente a los campesinos. El
7 de mayo fue atacado el cuartel general del ejército, que por esos días se
ubicó en el Colegio “De La Libertad”, barrio de San Francisco. El 11 de mayo,
“Uchcu Pedro”, el invencible Pedro Cochachin, atacó Huaraz desde la Cordillera
Negra, en lo que constituyó la batalla de Huarupampa, donde fallecieron más de
mil aguerridos campesinos.
Atusparia, preso en casa del Inspector de Cárceles, Fabián Maguiña,
había perdido totalmente el mando de la revolución. Se le perdonó la vida a
ruego de influyentes pobladores que adujeron en su defensa, el haber sido un
jefe mesurado y magnánimo, que evitó el saqueo a la propiedad privada. “Uchcu
Pedro”, al mando de los pocos valientes que aún seguían bajo su liderazgo, se
retiró hacia la Cordillera Negra para seguir hostigando al ejército con ataques
esporádicos, en espera de la llegada de tropas del General Cáceres, quien nunca
acudió a su llamado. Estas acciones las realizó hasta el mes de setiembre,
cuando cayó en una emboscada en Quillo y fue fusilado en Casma. Pedro Celestino
Cochachin, falleció el 29 de setiembre de 1885.
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Cáceres nunca llegó en apoyo a Uchcu
Pedro
Otros héroes de esta revolución fueron: Ángel Baylón, José Orobio,
el Curaca Tupish Huanca, Pedro Granados, entre muchos otros valientes campesinos
y campesinas; y Luis Felipe Montestruque, el periodista que dirigió “El Sol de
los Incas” vocero de la revolución.
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Fuente:
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José Antonio Salazar Mejía
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