GLORIOSO ARANDA DÍAZ
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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A los cuatro meses retornaron y, en presencia de su madre le hizo entrega de cinco soles por los meses trabajados; dinero que en ese entonces constituía una cantidad generosa, de los cuales entregó a su progenitora un sol, y con cuatro soles adquirió dos docenas de sombreros que los vendió en el segundo viaje que duró cinco meses, a cuyo término, su tío le volvió a dar cinco soles, más el dinero ganado, por la venta de los sombreros. Glorioso incrementó su ayuda económica al hogar materno y con el resto adquirió siete docenas de sombreros y su primer burrito..
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Don Glorioso Aranda nació
el 02 de junio de 1,899 en Cusichán, comprensión del distrito de José
Gálvez, nombre adoptado en homenaje al héroe cajamarquino José Gálvez
Egúsquiza, elevado a la gloria eterna en el combate del Dos de Mayo
(1866). Celendín (CAJAMARCA), es la provincia que vio nacer a don Glorioso, “Rincón mágico donde la vida es un carnaval, pero en Celendín se vive mejor”,
estribillo del que hacen gala los lugareños. Primogénito de doña
Manuela Díaz de Aranda y su amado Eusebio Escolástico.
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Dos fotos antiguas de Celendín
Celendín Actual
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Nos
dijo Roberto Aranda Chávez (RACH), fallecido el 29 de octubre de 2014 en Lima, que su papá Glorioso y sus
hermanos menores: Oswaldo, Teodomira, Angélica y Alfonso, se quedaron al
cuidado de su mamá Manuela, al naufragar su padre en el caudaloso
río Marañón, cuando transportaba mercadería a los departamentos: Amazonas
y San Martín, perdiendo todas sus pertenencias. En su desesperación don
Eusebio se internó en la Selva, donde trabajó largos
años como peón.
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Río Marañón
Pasó
el tiempo... hasta que un buen día recibieron la visita de su tío Ambrosio Marín,
comerciante de sombreros, frazadas y telas, quien convenció a doña Manuela para
que el pequeño Glorioso, de 12 años de edad, lo asista como arriero por
los contrafuertes cajamarquinos y liberteños, lugares donde realizaba su
negocio visitando poblados menores.
A los cuatro meses retornaron y, en presencia de su madre le hizo entrega de cinco soles por los meses trabajados; dinero que en ese entonces constituía una cantidad generosa, de los cuales entregó a su progenitora un sol, y con cuatro soles adquirió dos docenas de sombreros que los vendió en el segundo viaje que duró cinco meses, a cuyo término, su tío le volvió a dar cinco soles, más el dinero ganado, por la venta de los sombreros. Glorioso incrementó su ayuda económica al hogar materno y con el resto adquirió siete docenas de sombreros y su primer burrito..
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Contrafuertes norteños
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Esta
dura tarea comercial, de largas caminatas con muchos días de fuerte
sol y otros tantos
de aguacero sin tregua, ayudando a su tío, fue realizada por don
Glorioso hasta su independización a los 15 años edad. Con la experiencia
adquirida, y gracias al apoyo que
le brindó don Ambrosio, montó su propio negocio ambulatorio,
recorriendo pueblo por pueblo hasta Ayacucho, llevando sombreros,
paquetes de tela, frazadas, paños para vestidos de campesinas, etc.
Para ese entonces ya contaba con recua propia y algunos arrieros
solidarios.
El
Perú, entre 1915 y 1930, tenía una precaria red vial, siendo la
recua el medio de transporte por excelencia. A partir de 1930 empieza a
recorrer la sierra de Lima por la ruta de Cajatambo; es en este lugar
donde escucha hablar de CHIQUIÁN,
capital de la provincia de Bolognesi, en pleno auge de progreso; y sin
pensarlo mucho viajó con su cargamento de sombreros, telas e ilusiones.
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Proceso de preparado y confección de los famosos sombreros de Celendín
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El
viaje a Chiquián lo realizó durante 15 días, debido a la accidentada
geografía y las lluvias de febrero que arreciaban con dureza, arribando
en pleno carnaval, haciendo migas de inmediato con fraternos chiquianos, entre ellos
los señores Melchor Lozano Padilla (Sub Prefecto), Teobaldo Núñez Pardo
(Alcalde) y Rolando Extremadoyro Vigil, vecino notable.
Cautivado
por la generosidad de su gente, la ausencia de cantinas y lo
adelantado de Chiquián, en comparación con la provincia limeña de
Cajatambo, optó por quedarse en la cuna de Luis Pardo, construyendo un próspero negocio que más
adelante le permitió comprar un camión, al que bautizó como “San
Francisco" (patrono del pueblo). En aquellos años tuvo tres hijos:
Isabel, Félix y Manuela.
En 1934 visitó Celendín, enamorándose de la joven Carmen Celia Chávez,
quien le correspondió, decidiendo viajar juntos a Chiquián sin el
conocimiento de sus padres. Viaje que lo hicieron a caballo por la ruta
de Pacasmayo, luego con camión y nuevamente a caballo hasta Chiquián.
De esta unión nacieron Carmen Rosa, Libia, Roberto y Otilia.
Con
el tiempo llegaron a Chiquián sus hermanos Oswaldo, Teodomira y
Angélica. Oswaldo tuvo un hogar con doña Hermelinda Ibarra, de cuya
unión nacieron Eusebio, Olinda, Blanca, Bertha, Lida, Alfonso y
Delfina. Teodomira se unió a Escolático Silva y vinieron al mundo
Víctor, Joel, Rosa y Mercedes. Por su parte Angélica hizo su techo con
Napoleón Ortiz y nacieron Javier, César, Wilfredo, Aurora y Celmira.
Rememoraba
su hijo Roberto, que don Glorioso fue en búsqueda de su papá Eusebio, a
quien después de varios días ubicó en la Selva, llevándolo de retorno a
Celendín, donde lo esperaba su esposa Manuela.
De
1940 a 1941 don Glorioso se desempeñó ad-honorem como Alcalde
Provincial de Bolognesi, desarrollando una fructífera labor edil y
filantrópica, donando al pueblo, entre otros bienes, dos docenas de
lámparas “Petromax”, que nuestro recordado “aladino” Bonifacio Peña
Claudio, de Quihuillán, prendía noche a noche en cada esquina del Jr.
Comercio y la Plaza de Armas, con la ayuda de su esposa Eugenia Ñato
Varillas y sus hijos.
. Don Glorioso, de casaca, y sus amigos chiquianos
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Comentaba
mi papá Armando, que don Glorioso no tomaba licor, pero que en una
oportunidad uno de los más experimentados beodos chiquianos lo retó a tomar unos
tragos, debiendo pagar el consumo de los parroquianos presentes quien se
quedaba dormido. A tanta insistencia don Glorioso aceptó el reto y en
la quinta caja de cerveza el retador ya estaba durmiendo la mona. Al
despertar tuvo que vender un par de reses para pagar la cuenta. Desde
ese día nadie retó a don Glorioso.
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En
vista que Chiquián no tenía colegio Secundario aceptó la invitación de
su hija Isabel y viajó con su familia a Huacho, continuando con el
negocio de Chiquián su primo Francisco, papá de José María y Glorioso
Aranda.
En
Huacho abrió un bazar (calle Atahualpa), frente al antiguo mercado.
Allí nace su hija Alicia, quien actualmente vive en España. De 1952 para
adelante visitó Chiquián cada mes de agosto llevando mercadería para su
venta durante la fiesta de Santa Rosa. Una vez que sus hijos culminaron
la Secundaria se trasladaron a Lima, pues en ese entonces Huacho, Capital de la Hospitalidad, no contaba con
universidad.
Con
los años Carmen Rosa se graduó de Profesora, Libia de Enfermera,
Roberto de Profesor y Abogado, y Otilia de Enfermera. Libia radica en
Lima y Otilia en USA.
En Lima don Glorioso continuó como comerciante, radicando en Lince, Monterrico y Barranco, lugares de residencia de sus hijos.
Doña Carmen Celia Chávez de Aranda, partió al encuentro de su esposo don Glorioso, el 18 de febrero de 2014.
Hace
más de dos décadas acudió al llamado del Señor, uno de los más grandes alcaldes de
la provincia de Bolognesi, que lo dio todo sin esperar nada a cambio,
siempre hablando bien de la tierra que lo acogió como hijo predilecto.
Sus restos descansan en el cementerio “El Angel” (Cuartel Santa Leonela L
– 42)..
DESCANSE EN PAZ DON GLORIOSO
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Fotografias:
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familia Aranda Chávez
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Fotografias:
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familia Aranda Chávez
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