EL ORIGEN DEL CAJÓN
Por Javier Cotillo Caballero (JACO)
I. EL ORGULLO LADRA SU VANIDAD
.
Ahí
te quedas. ¡Y..., para siempre! —amenazó furioso, el Flaco Nicanor;
luego, mirando el mismo lugar, agregó— te quedas con tus caprichos.
¡Todo terminó entre nosotros!—. Y para asegurarse de que había hablado
con claridad, reiteró con cierta arrogancia—. Nunca más a mi lado. Nunca
más caminado juntos. A partir de hoy, ¡ABRIDORES!
—Dio media vuelta y salió a la calle a pasos largos. Fuera, comparó su
furia con la inmensidad de la gente. Era insignificante. Se sintió
ridículo por la insolencia con que había actuado..
Mientras
ganaba espacio, ladraron en sus oídos la dureza de sus palabras, Nunca
más a mi lado. Nunca más caminado juntos... Por eso pensó que no había
posibilidad de volver a buscarla. En este punto, ya había culminado la
calle de todos los días. Se encontraba en la esquina, en la cual, con
ella, acostumbraban voltear a la izquierda. Sin embargo, esta vez, dobló
a la derecha, para sumergirse por una callejuela extraña. Al menos, era
el camino más directo para escapar con prisa hacia ninguna parte. Se
sentía envuelto en sí mismo, vacío, como sin existencia, recordando las
ocasiones que habían compartido las caricias de la luna hilvanando,
juntos, los compases de una canción para tragarse el sabor del mismo
dolor. Pero la gente veneraba esa capacidad de entendimiento cuando
ejecutaban primorosos falsetes que pronto se hicieron famosos por estas
tierras; pues lograban seducir a todos, menos a ellos mismos, porque
estos prodigios los reproducían de lunes a domingo, y cuantas veces
querían..
Para
saborear su total libertad, en adelante tendría una sola preocupación:
Él; y, nada más que él. Una ocasión para gozarla lentamente, sin
desperdiciarla, a sorbos, de a pocos, como un trago fino, hasta la
última gota..
En
este punto, recordó haber leído alguna vez la historia de una flecha
que quiso ser libre. Tan intensa era la ilusión de la flecha por ser
libre, que hizo hasta lo imposible por salir de la flechería. Por fin le
tocó el turno de ponerse frente a la cuerda del arco. El arquero,
levantando el brazo hacia lo alto, templó al máximo la cuerda y...,
soltó la flecha. Ésta, feliz…, ya en el aire, empezó a gritar: ¡Libre,
soy libreee, por fin..., libreee...! Entonces, el arco le respondió,
“Mentira, no eres libre. Aun en el aire, dependes de mí, porque llevas
la dirección y la fuerza que yo te he dado”..
El
Flaco Nicanor quería desmentir la historia de la flecha. Demostraría
que es posible independizarse de las cadenas del pasado. Por eso se
entregó, sin control, al trago, al tabaco y a las mujeres..., o no
necesariamente en ese orden; pues, el turno de los factores, nunca
alteró al producto. Sin embargo sus interlocutores, con agobiante
letanía, preguntaban por su compañera de siempre. Que dónde estaba, que
por qué tan solo, qué había ocurrido, que no era posible después de
tánto tiempo, que debería buscarla, que no sea vanidoso y otros porqués a
los que Nicanor, aprendió a explicar sin aclarar nada..
II. LA UÑA Y LA MUGRE DEL SALÓN.
Cierto
día, Nicanor se cruzó con un amigo a quien no veía desde su infancia.
Era el amigo íntimo, de esos a los que uno no olvida jamás. Se abrazaron
con exagerado júbilo. Después del saludo inicial, de rato en rato, se
palmoteaban los hombros reiterando su alegría por ese feliz reencuentro.
Recordaron de todo, hasta de Cristal, la primera enamorada del Flaco
Nicanor. Es cuando a éste se le removieron cada uno de sus doscientos
ocho huesos. Habían tocaron su lado flaco..
—¿Qué...?
—dijo incrédulo—, ¿haz visto a Cristal? ¿Está aquí? ¡Regresó de Madrid!
¡No, no lo puedo creer! Mi dulce Cristal, en Lima. Dios mío, ¿qué hago?.
—¡Cálmate Nicanor, por favor, cálmate! —recomendó el amigo, y luego, agregó— Es más..., quiere verte; o mejor dicho, “QUEREMOS VERTE”..
—¡¡¡Me...
quiere... ver!!! —apenas musitó, acentuando cada palabra, como un
tímido susurro, mezclando su asombro con un poco de vanidad. Luego,
cruzó el índice derecho sobre sus labios, para que no le oigan
queriendo que le oigan los demás. Esta actitud anuló la segunda parte
del mensaje “QUEREMOS VERTE”. Por eso, escuchó sólo lo que quiso escuchar. Lo demás, ya no le importó..
Sacudido por sus pasiones, retiró bruscamente la mano de la boca y se dejó llevar por su contenida emoción. ¡EXPLOTÓ!
Es decir, estalló como un loco, pero de contento, carcajadas y llanto;
entre su fantasía y la realidad— ¡Mi amada, me quiere ver! —repetía— ¡Mi
adorada ha venido a buscarme! ¡Ella no puede vivir sin mí! ¡Por fin se
dio cuenta que somos el uno para el otro! —Sus ojos chispeaban de júbilo
y sus palabras se atropellaban unas con otras, sin control—. Llegó la
hora de reconciliarnos —repetía emocionado—. Tenemos que casarnos. Le
daré hijos. Una docena. Veinte. Mejor cien hijos. Hijos, más hijos,
entre ella y yo. Muchos hijos, hasta llenar la casa. Todos los hijos del
mundo—. Y mientras sacaba sus propias conclusiones, corría de una mesa a
otra, alrededor de su mesa, moviendo las sillas, bebiendo de su vaso,
de todos los vasos, hasta de la botella, como un festín de ilusiones,
invitando a unirse a su fiesta, fiesta... ¡Fiesta fiesta fiesta! .
Después
de un breve silencio, siguió hablando: Amar no es mirarse a los ojos,
es mirar juntos el mismo horizonte. Sólo entonces, la palabra “amor” es
inmortal porque se nutre en el presente de lo pasado y del futuro. Así,
amar ya no es historia, sino puro sentimiento, y tiene la fuerza para
adorarla nuevamente hoy viviendo otra vez el ayer, muchas veces más,
cuantas veces queramos, alimentando las perspectivas del mañana. Como
consecuencia, su amor es para siempre. Cristal de mis ilusiones..., ¡mi
dulce Cristal! Y..., ¡me quiere ver!— concluyó con extraña ternura
mientras cerraba las páginas de un imaginario libro de amor..
De
pronto, entrecerrando y poniendo los ojos a un costado, empezó a
desatar los nudos del mensaje, uno a uno, repitiendo palabra por
palabra, receloso..., como si en su inconsciente se hubiera subrayado,
repentinamente, la segunda parte del recado, “Te queremos ver”. Qué ¡¡¡QUÉ..., QUÉ!!! —Estalló frenético. —Cómo es eso de ¿TE QUEREMOS VER? ¡Gordo desgraciao! ¡A ver, aclara de una vez! ¿¡CÓMO ES ESO DE QUE QUIEREN VERME!? ¡EXPLÍCAME, SI PUEDES!— masticó..
—¡Cálmate hermanón, cálmate!.
—¿Hermanón? ¡Tá lejos... vón! .
—¡Cálmate..., cálmate! ¡Primero, escucha!.
—¡Ya!
¡Qué me vas ha decir! ¿Qué las gallinas son cóndores? ¿Cuál es tu
argumento para disfrazar tu traición? ¡Estoy entendiendo todo! ¡Mi amigo
íntimo, sacándome la vuelta! Lo de siempre. La historia se repite. ¡Se
repite, una vez más!.
—No;
no es así —insistió el amigo—. Recuerda que ustedes fueron enamorados
un solo día. En abril de hace diecisiete años, para ser más exacto..
—¡Qué bien que llevas la cuenta!, ¿verdad? Pero sabías que la amaba.
.
—Es cierto, la amabas, en tiempo PASADO, y platónicamente. Pero nunca me preguntaste por mis sentimientos..
—¡Tus sentimientos?.
—Claro; mis sentimientos..
—¿¡Qué hay con tus sentimientos!?.
—Es que yo también la amaba, y la sigo amando..
—Pero no como yo. ¡La amé como a nadie!.
—No
seas vanidoso. Sólo te importas tú. Crees ser el único que tiene
sentimientos. Sigues siendo egoísta. ¿Por qué no te esfuerzas un poco y
ves más allá de tus narices? ¡Anda, inténtalo!.
—¡Lo
estoy intentando! Y, sin embargo, cuanto más analizo, confirmo que eres
un sucio y vil ¡traidorrr! Tú, llevabas mis cartas de amor y las flores
que compraba con mis propinas. Tú le decías cuánto la amaba y le
entregabas los acrósticos que escribía para ella. Tú me ofreciste que le
convencerías para que me acepte como enamorado. Y, según tú, también te
encargarías de hacerme buena imagen ante su madre. ¿¡Y!? ¡NADA! ¡AL FINAL..., NADA, DE NADA!
Resulta que mi buen amigo trabajaba para su propio beneficio. Y yo
pagaba las entradas al cine y al teatro, las palomitas de maíz, los
helados y los chicles..., para que la besaras mejor..
III. EL OTRO FLACO NICANOR.
Qué inocente soy, o mejor diciendo, ¡ERA!
—Aquí, Nicanor se hundió en una silla con los brazos caídos a los
costados y las piernas rectas, sin rodillas, como dos maderos. Era otra
persona. Hasta su joroba se encorvó con exageración para quebrar su
huesuda espalda. Su rostro, ensombrecido, acentuaba todavía más a su
descarnada figura, que se tornó conmovedora cuando tomó su pañuelo para
secar el sudor de sus ojos. Luego, a su quebrada imagen, trató de
imprimirle dignidad sin conseguirlo, pero lo intentó insistiendo, con
voz entrecortada, en beber la última porción de licor que quedaba en el
fondo de las copas; pero este vano intento resultó una desafortunada
imitación de gran señor que tuvo el efecto de arrojar escombros sobre
los huesos de su cuerpo, y, hasta sobre sus sentimientos. Luego, como un
muñeco, tomó su chaqueta marrón y su viejo sombrero para huir de ese
lugar, mientras su amigo le decía: Estamos alojados en el Santa Fe. Nos
casamos mañana. En la Iglesia del Pilar. A las siete de la noche. Te
esperamos. No faltes..
Las
dos últimas palabras las escuchó, apenas, ya al borde de la calle;
pero, herido como estaba y aun cuando la intención del amigo fuera otra,
él las interpretó como una burla; una burla ruin y baja, como una
estocada innecesaria al vencido. “No faltes”, repitió en su mente, y no
sé por qué, su soledad se hizo más silenciosa, su corazón de vistió de
noche y su orgullo de penumbra. Habían desaparecido la bizarría en su
mirada y la mueca de suficiencia de sus labios. La verdad fue que,
siguió caminando… y… caminando, mientras las gruesas gotas de la lluvia
invernal se hundían con facilidad entre su ropa, bañando la tela y a la
miseria de sus pensamientos, para reivindicar al hombre que todavía
quedaba en ese espantajo, quien, agobiado por la herida de su orgullo,
nunca antes pisoteado, más, adormecido por el abundante licor ingerido, y
quien sabe, por no saber a dónde ir, se quedó dormido al pie de un
árbol, expuesto a las inclemencias del clima..
IV. UNA NUEVA LUZ .
La
aurora se filtró por entre las hojas de los árboles, hiriendo las
pupilas de Nicanor. Su dolor de cabeza se había intensificado
multiplicándose en mil punzadas. Era terrible. Cuando quiso quejarse,
una intensa tos repiqueteó su garganta. Volaba en fiebre. Quiso ponerse
de pies, pero perdió el equilibrio. No se sabía si el sudor brotaba de
sus poros o los esparcía la lluvia. .
Una
trabajadora de la municipalidad, encargada de la limpieza pública, al
verlo igual que un redivivo, hizo la señal de la cruz y se retiró como
alma que lleva el viento. Otro intento, y con acopio de todas sus
fuerzas, se impulsó y... aprendió a caminar de nuevo. El dolor de cabeza
se extendió rápidamente por todo su cuerpo, especialmente por la
espalda y los músculos de ambas piernas. Se sintió débil, muy débil. El
frío de la noche y la lluvia habían hecho su trabajo. Como pudo, salió
del parque. En su camino encontró un remedo de restaurante, con unos
tablerillos como mesas y una pequeña pizarra que invitaba su Rico caldo
de gallina. Tonificado con el humeante plato, el remedo de hombre se
puso de pies y reconquistó la calle, pero la fiebre seguía prendida como
garrapata en perro sarnoso. .
Si
de algo podía sentirse orgulloso, Nicanor, era de su excelente memoria:
Están en el Santa Fe. Se casan mañana..., es decir hoy. En la Iglesia
del Pilar. A las siete de la noche. Me esperan. Que no falte. “Todavía
me invita el desgraciao”, se dijo... decepcionado—. Pero es preferible
así. No iré ni de vainas. Se cree el escogido por la reina Victoria
—murmuró, lleno de envidia, pero no de rencor—. Pude casarme con ella,
pero así es mi destino —monologó con irresponsable conformidad..
La
fiebre continuaba enraizándose en el cuerpo, mas no en el hombre quien,
removiendo entre los escombros de su ego, sacó a relucir la última
porción de su acostumbrado orgullo, para decirse entre dientes: “¿Y, por
qué no debo ir? ¡Ah! ¡Pues... iré! ¡Sí señor, iré! ¡Es más... —reiteró
convencido—, cantaré para ellos como nunca. Cantaré con todas mis
fuerzas, mi corazón y mi guitarra”. .
Al
pronunciar la palabra guitarra, repentinamente se calló, como
aguijoneado por su conciencia. Al instante recordó lo que le dijo hace
mucho tiempo, antes de abandonarla: “¡Ahí te quedas! ¡Y..., PARA SIEMPRE!
¡Qué creías!, ¿que seguiría aguantando tus caprichos?...”. —Muy
arrepentido, musitó— ¡Pobrecita! ¡Pobrecita mi guitarra! ¿Estará allí
todavía? ¡Tánto tiempo..., sola! ¡Qué hice..., Dios mío!....
V. NUEVAMENTE JUNTOS.
Después
de aproximadamente cinco años, el Flaco Nicanor y su famosa guitarra
estaban nuevamente juntos, pero casi acabados. Él, con una persistente
fiebre que le llevaba al borde del colapso; su guitarra, descolorida y
sin brillo, apenas viva. Sus cuerdas y los trastes estaban muy oxidados.
Las clavijas hinchadas y el capotraste inservible. El cajón, por la
humedad y el tiempo, tenía algunas costillas fuera de lugar. Parte de la
contratapa se había descolado. Seguro que le restaría resonancia. Por
esas razones cantaría en sol mayor, aunque su voz se acomodaba mejor en
mi menor. Pero, sin capotraste..., ¿cómo? En la hora de la verdad, ya
vería qué hacer. La fiebre seguía inclemente. Sin saber el porqué, el
recuerdo de Cristal, esta vez, tuvo un extraño sabor a... traición..
Obligado
por la fiebre y el dolor, Nicanor quiso reposar unos segundos. Pero se
durmió varias horas. Se despertó consternado —“Las once de la noche”,
pensó, y mientras ingería unos calmantes, se tranquilizó a sí mismo—
“Justo el momento para presentarme al Gran Salón de Recepciones y dar mi
excepcional concierto”—. Se secó el sudor. Vistió sus mejores galas y
salió acompañando a su guitarra..
VI. UNA SERENATA SIN IGUAL.
Como
era predecible, no le dejaron entrar al Gran Hotel por no tener
invitación. Pero, cuando insistió de que era invitado de “Cristal, la
novia que se casó a las siete de la noche en la Iglesia del Pilar”, uno
de los taxistas le señaló, con el índice, que habían salido del 104. .
El
Flaco Nicanor, pese a la fiebre que arrancaba su salud, recobró sus
ilusiones. Entonces se dijo: “No me verán, pero..., por lo menos me
escucharán”. Y como pudo, tomó la acera con dirección al índice, contó
cuatro ventanas, seguro que la cuarta correspondía al departamento 104,
donde estarían alojados Cristal y su ex amigo..
De
algún lugar se consiguió un ladrillo sobre el cual acomodó su pie
izquierdo, y encima de la rodilla su guitarra. Levantó un poco la manga
derecha de su saco y rasgó como si fuera una vez las dos veces que su
brazo subió y bajo con un solo movimiento sobre las seis cuerdas de su
instrumento. Este artificio era un atributo perfecto pocas veces
igualado, cuyo sonido, tenía la virtud de abrir el alma del Flaco
Nicanor, vía al éxtasis. Aquí arrugó la frente para elevar la ceja
derecha, y al instante recuperó la bizarría en su mirada y la mueca de
suficiencia en sus labios. En clara señal de concentración, tensó
levemente los escasos músculos de su rostro, como si se hubiera
transportado a su mundo de leyenda. Luego, tres compases y un
silencio..., y lo que vino después, fue para no creer..
Los
labios del Flaco Nicanor se abrieron lentamente, mientras desde su
garganta fluía una voz varonil que, a pesar de haber sido golpeada por
los rigores de la noche anterior, tenía la fuerza de envolver en su
melodía, entremezclándolo con las notas de su legendaria guitarra,
desparramando por todos lados el embrujo de un conocido bolero:.
♫♫ ♫♪♪
“…Me engañas mujer,
con el mejor de mis amigos ♫♪♪
que fue
♫♫♪ como un hermano
y con él te encontré
y a los dos perdoné...” ♫♫♪♪.
No
era Nicanor el que cantaba. Era el Flaco Nicanor quien, desde lo más
profundo de su alma tejía, con su guitarra, la más perfecta melodía,
endiosado quien sabe como Nerón y su trágica cítara cuando homenajeaba
el incendio de la Gran Roma. Ante tal derroche, la gente que pasaba por
la calle, se detuvo seducida por ese magistral concierto. El genio, en
trance, cambiaba de ritmo con asombrosa facilidad y se entregaba a los
compases de una zamacueca, ora de un vals o de una marinera y por
momentos de un paso doble..
Las
cuerdas, oxidadas como estaban, no resistieron el castigo. Cómo es
lógico, se rompieron la primera y la tercera, luego la segunda... Pero
el Flaco Nicanor, ¡ahí..., imperturbable! Ahora se fragmentó la quinta
cuerda, pero la gran muñeca y los prodigiosos dedos de Nicanor se
multiplicaban para no perder un solo compás. Hasta aquí resistieron la
cuarta y la sexta cuerda, que se rompieron a la vez, en medio de una
sandunga. La guitarra, ya sin cuerdas, enmudeció cuatro compases;
entretanto Nicanor, acentuaba la cadencia con la boca, como si hubieran
ensayado con las cuerdas, para romperse, justo, en ese punto..
Los
extasiados espectadores adelantaron el fracaso del trovador pero, para
asombro de todos, al iniciar el quinto compás, el músico volteó en un
santiamén su instrumento, y continuó el ritmo golpeteando el cajón,
usando los dedos de una mano, ya, marcando compases ligeros como una
pluma, ¡YA, RETUMBANDO COMO UNA TROMBA!,
luego, con la palma de la otra mano, finalmente, con las dos manos, los
dedos índice y medio de la izquierda, mientras la palma de la derecha
le hacía los silencios para enlazar, con total refinamiento, las notas
de “La Virgen Macarena” o “El Compá Maytín no ha Mueyto’. .
La
garganta del Flaco Nicanor, afectada como estaba, no dio para más. Su
rostro hizo una mueca de intenso dolor y su voz se calló..., para
siempre, igual que su guitarra. Desde entonces la pareja se perdió entre
las sombras de la noche, y nadie los volvió a ver..., nunca más..
De entre los espectadores, alguien comentó, lleno de admiración:.
—¡Qué serenata, señores, qué serenata...! Ha sido para el 104. Allí está alojada su antigua novia. Cristal..
—¿Novia? ¡Cuál novia! A esta hora, ya debe estar rumbo a Belo Horizonte, en viaje de luna de miel.
* * *.
Si
alguna vez escuchas los compases de un cajón sordo, pero sonoro..., de
seguro es el Flaco Nicanor nutriendo a los bordones de su guitarra.
Recuerda lo que dijo: “No me verán, pero por lo menos me escucharán”. Y,
él..., ¡fue hombre de palabra!
.TRADUCIDO AL CHINO POR UNA UNIVERSIDAD DE HONG KONG.
Conocido en el mundo literario como “JACO”.
1) Publicado en la revista Casa N.° 271, de la CASA DE LAS AMÉRICAS DE CUBA..
2) Premio Nacional 1995 de la Derrama Magisterial en la modalidad de Ensayo..
3) Premiado en 1996 por la Facultad de Literatura de la Universidad Guadalajara de México, en la modalidad de Novela..
4) Presidente en el Perú - 2004, del “INSTITUTO CULTURAL IBEROAMERICANO MARIO VARGAS LLOSA” de Madrid, España..
5) Autor de 23 volúmenes entre libros de consulta, novelas, relatos y antologías..
6)
Condecorado por el Estado Peruano en 1999 con las PALMAS MAGISTERIALES
en el GRADO DE “EDUCADOR”; y el 2004, y mediante Orden del Día N.° 5755
del 18MAY2004 del CONGRESO DE LA REPÚBLICA, con las PALMAS MAGISTERIALES
en el GRADO DE AMAUTA ..
Fuente:.
http://escribeya.com/jacoescribe.
HISTORIA DE VIDA DE JACO.
Javier
Cotillo (JACO) condecorado con las Palmas Magisteriales del Perú en
1999, como Amauta el 2003 y por resolución suprema con el Grado de
Caballero,.
Premio
Nacional en la modalidad de ensayo por su obra ? Nuevo Esbozo para la
Orientación y Bienestar del Educando?; distinguido por la Facultad de
Literatura de la Universidad Autónoma de Guadalajara por su novela ?Don
Cantalicio?. Su cuento ?Zumba?, mi Trompo Lindo? ha sido publicado en la
Revista ?Casa? de la Casa de las Américas de Cuba..
Ha
escrito: novelas (Don Cantalicio // Rosarios del Ande); relatos
(Relatos de JACO// Mocho// Osito Tatutá// Zumba..., mi Trompo Lindo //
El Flaco Nicanor// Todos // Samuel Ángel// ¡Lustrada..., lustrada
señor?// Martín // El Relato de Eric // Mi Primera Oración de Amor //
Chato // Profe..., mi Prospecto..., mi Prospecto por Favor // Cuando se
Robaron al Sol // El Consejo de Simeón // Quiero ser un Colibrí ); obras
de consulta ( Historia de la Filosofía// Metodología de la
Investigación Científica // Nuevo Esbozo para la Orientación y Bienestar
del Educando, Futuro Profesional ); poemarios (Paginas en Blanco// Mi
Sierra// Nadie Besó sus Labios // Sembraré); de investigación (Análisis
Pictoiconográfico de los Ceramios RECUAY - JANCU)..
Fuente:.
http://www.yoescribo.com/publica/comunidad/autor.aspx?cod=68122
.Acerca de mí
.Nací
protegido por los nevados de la Cordillera Blanca cuando el sol
aparecía tras el nevado Huascarán una mañana de marzo del año 41; en esa
ocasión, el jilguero trinó 28 veces, como llamándome para jugar a las
escondidas o como señalando el día del calendario. Desde entonces fuimos
amigos inseparables, él, jugando con las hojas de los árboles, yo, con
las retamas y las aguas del río Pedregal.
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Es inútil decir que nuestros pies andaron hasta tarde sin zapatos, pero guardábamos con amor los cuadernos de la escuela y los escasos libros que podíamos comprar.
Es inútil decir que nuestros pies andaron hasta tarde sin zapatos, pero guardábamos con amor los cuadernos de la escuela y los escasos libros que podíamos comprar.
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Mis hermanos son nueve (9) y los que no nacieron fueron la lluvia, el viento, el sol y las aguas de los rios Santa y Quilkay; mis víctimas, las truchas, pobres, sufrieron el acoso de mi pasión por hacerlas "fritas". Me endulcé con jugosas cañas de maíz, melocotones y capulíes a más no poder. Hasta aquí recuerdo el Paraíso. Después fueron lo que todos hacen: libros, cuadernos, trabajos de noche y estudios de día, sueños sin sueños soñando siempre en ser mejores. ¿Quién no?
Mis hermanos son nueve (9) y los que no nacieron fueron la lluvia, el viento, el sol y las aguas de los rios Santa y Quilkay; mis víctimas, las truchas, pobres, sufrieron el acoso de mi pasión por hacerlas "fritas". Me endulcé con jugosas cañas de maíz, melocotones y capulíes a más no poder. Hasta aquí recuerdo el Paraíso. Después fueron lo que todos hacen: libros, cuadernos, trabajos de noche y estudios de día, sueños sin sueños soñando siempre en ser mejores. ¿Quién no?
.Pero, por esta vida, daría la vida por volverla a vivir.
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JACO
Fuente: .
http://www.google.com/profiles/101382441699891223107
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JACO
Fuente: .
http://www.google.com/profiles/101382441699891223107
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ESCRITOR JAVIER COTILLO CABALLERO (JACO).
PRESENTE EN EL.
XVIII ENCUENTRO DE ESCRITORES Y POETAS DE ANCASH.
HUARI 15, 16 Y 17 MAY 2009.
FOTOS: Nalo Alvarado Balarezo.
CONGRATULACIONES AMIGO JACO.
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