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ROMPIENDO UN PRESAGIO
 .Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo) 
"Los usos y costumbres de un pueblo marcan su identidad;
de ahí la importancia de conservarlos en el tiempo."
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La mañana del miércoles 1 de septiembre de 1965, Lipat, la ñauca más grande de Jircán, despertó preso de pánico de un sueño premonitorio. Estaba tan empapado de sudor, que las sábanas de bayeta olían a lirio de funeral.
La mañana del miércoles 1 de septiembre de 1965, Lipat, la ñauca más grande de Jircán, despertó preso de pánico de un sueño premonitorio. Estaba tan empapado de sudor, que las sábanas de bayeta olían a lirio de funeral.
En dicho sueño fue embestido en la última tarde de toros de la 
fiesta de Santa
 Rosa, y arrojado como un trapo sobre la palinca donde estaba sentada su amada musa de Umpay. 
Un silencio sepulcral inundó los tendidos, y la banda de Llipa empezó a 
tocar la dolida Marcha Fúnebre de Morán.
Como fiel creyente de que los sueños malos se cumplen si no se comentan antes del mediodía, corrió a contarle a su mamá lo soñado, pero doña María había salido a la calle dejando la puerta de la casa con candado, y Lipat no tuvo más remedio que esperar.
Pasada las 12 retornó su mamá y Lipat le contó su sueño premonitorio. Se persignaron y oraron preocupados por lo que podía ocurrir en la corrida.
Como fiel creyente de que los sueños malos se cumplen si no se comentan antes del mediodía, corrió a contarle a su mamá lo soñado, pero doña María había salido a la calle dejando la puerta de la casa con candado, y Lipat no tuvo más remedio que esperar.
Pasada las 12 retornó su mamá y Lipat le contó su sueño premonitorio. Se persignaron y oraron preocupados por lo que podía ocurrir en la corrida.
 
 
En horas de la tarde decretaron asueto escolar por ser 
Día de la Entrada, actividad imperdible en la cuna del legendario Luis Pardo. 
A las cinco, bajo un concierto de disparos de
 caramelos entre la comitiva de "Pizarro" y las huestes de "Atahualpa", 
una agraciada muchacha fue impactada en el párpado izquierdo; y Lipat, sin tener vela 
en el entuerto, fue llevado al Puesto de la Guardia Civil, quedando 
recluido en el “bote”. 
Para su mala suerte la chica lesionada era "gila” de un guardia sumamente "verde" con los chiuchis traviesos. 
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A las 
siete de la noche llegó al Puesto el policía Alejandro "Fracazeipa” Dextre, policía muy
 querido por los niños, quien al ser enterado por nosotros del abuso que
 estaban cometiendo con Lipat, increpó a su colega indicándole que estaba 
prohibido privar de su libertad a un niño, sobre todo si no había un 
solo testigo que lo sindique como el autor del caramelazo.
"Pura calumnia nomás", murmuramos en coro una y otra vez los chiuchis del barrio, parados sobre la banca de enfrente del local policial, sin lograr aliviar alguito la pesada cruz que nuestro amigo y vecino Lipat estaba cargando en el "bote".
"Pura calumnia nomás", murmuramos en coro una y otra vez los chiuchis del barrio, parados sobre la banca de enfrente del local policial, sin lograr aliviar alguito la pesada cruz que nuestro amigo y vecino Lipat estaba cargando en el "bote".
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Doña María, no sé si estará enterada que su hijo está retenido en el 
Puesto, 
tiene que apersonarse para que salga en libertad, y como su papá está ausente, usted tiene que firmar el acta de entrega. Ya hablé
 con el 
Alférez para que usted represente a don Máximo. 
- Está bien doña María, protegeremos a su hijo en el Puesto hasta que culmine la última corrida -dijo el policía "Fracazeipa" y se retiró moviendo la cabeza.
Dos días después, 3 de septiembre, cuando las primeras sombras de la noche anunciaban el fin de la última corrida, Lípat abandonó sano y salvo el Puesto de la Guardia Civil, sin presagiar que la sorpresa asomaría al día siguiente, sábado 4. Estábamos tomando el sol mañanero en la vereda de la casa de Lipat, riéndonos a carcajadas de su penitencia en el calabozo por su sueño premonitorio, cuando repentinamente apareció nuestra vecina Imicha arreando chicote en mano a un becerro saltarín, y no nos quedó más remedio que correr despavoridos con Lipat a la cabeza.
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 Me he enterado gracias a 
mi vecino Carlos Cañita, pero por favor no le den libertad Alichito, te 
lo pide una 
madre preocupada  –y le narró el sueño premonitorio de Lipat, sueño que por haber 
sido revelado a destiempo podría cumplirse en el ruedo de Jircán.
- Está bien doña María, protegeremos a su hijo en el Puesto hasta que culmine la última corrida -dijo el policía "Fracazeipa" y se retiró moviendo la cabeza.
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Minutos más tarde los chiuchis de 
Jircán acompañamos a doña María al local policial, llevando frazadas, 
comida, un rosario nacarado y una estampita de Santa Rosita para Lipat.
Dos días después, 3 de septiembre, cuando las primeras sombras de la noche anunciaban el fin de la última corrida, Lípat abandonó sano y salvo el Puesto de la Guardia Civil, sin presagiar que la sorpresa asomaría al día siguiente, sábado 4. Estábamos tomando el sol mañanero en la vereda de la casa de Lipat, riéndonos a carcajadas de su penitencia en el calabozo por su sueño premonitorio, cuando repentinamente apareció nuestra vecina Imicha arreando chicote en mano a un becerro saltarín, y no nos quedó más remedio que correr despavoridos con Lipat a la cabeza.
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La experiencia vivida por Lipat reforzó en los niños de Jircán la creencia popular de contar un mal sueño antes del mediodía. Solamente de los "sueños rosas" nos reservamos el derecho de admisión…
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Fuente:
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El Juguete y Otros Cuentos (NAB)
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