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"Cada
  día el ser humano avizora un nuevo rumbo, y paso a paso va 
descubriendo el mundo. También recorre los caminos de la memoria, y 
recuerdo en recuerdo se descrubre a sí 
mismo". Nalo Alvarado Balarezo - Paris, 1984'
A mi hermano Felipe Segundo
LLEGANDO A CONOCOCHA
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Cuando uno surca la curva de Cajacay, el corazón empieza a latir más de prisa.
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Llegó la hora de bajar del  carro 
para estirar las piernas, evitando un calambre de pantorrillas junto a un puesto de frutas con aroma a  
chirimoya de Huayllacayán. Estamos en la región Quechua, del sabio de  
Panao (Huánuco) Javier Pulgar Vidal. El clima es templado y seco (2,600 
 m.s.n.m.). 
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En Colquimarca la razón  nos hace 
bajar la mirada frente a la enorme muralla de granito. A sus  pies, 
orlando el sendero casi en el vacío, las flores silvestres multicolores aroman  los 
campos vestidos de arcoíris.

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Conforme vamos ascendiendo la región 
Suni  (3,500 / 4,000 m.s.n.m), los latidos se aceleran por la 
disminución de  oxígeno en el organismo; el viento ruge impaciente, y el frío hiende huesos, cartílagos y tendones. 
Incahuaganga: "El Inca que llora", es zona de neblina, el 
soroche acecha (mal de altura), sobre todo a los turistas costeños que todavía no han llegado al medio siglo de vida.
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Unos kilómetros más arriba los cerros
  palidecen y se tornan amarillentos, señal que estamos ingresando al  
dominio del cóndor y los pajonales. Al caminar pisando fuerte por estos helados  
parajes se siente el corazón de la Naturaleza bajo los pies. Es cuando 
 los pasos telúricos se convierten en versos y melodías celestiales a 4 
mil  metros de altura.
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Cuando
 se ha terminado de sortear el  empinado serpentín, las pupilas 
descansan de tanto concentrarse en las  curvas y los abismos de 200 
metros de caída en promedio; el cielo se  abre luminoso a la vista del 
viajero que empieza a soñar despierto. Ha  llegado el momento de abrir 
las ventanas del alma para que ingrese el  aire fresco de la Puna.
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De pronto aparece la vía afirmada llamada 'Separación'. Es el inicio de la 'RUTA DE LA CANTUTA',
  que proyecta Roberto Aldave Palacios, con los doctores Arturo Ruiz  
Estada y Filomeno Zubieta Núñez, para regalarnos con la calidad  
expresiva de su arte, un motivo más para admirar la belleza de la Flor  
Nacional del Perú.
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La Pampa de Lampas Alto, es el 
escenario  donde se desarrollan mis relatos de ichu: 'Los zorros', 
'Tupucancha',  'Tras las huellas de una Leyenda - La flor de la 
cantuta', 'La jarrita  del bandolero', 'El pichuichanca de los 
escarpines blancos', 'La dulce  melodía del viento, 'El toro negro', 'La
 venganza del zapatero', 'El cuy  cutucho', "El puquial", 'Ñati', "El toro blanco", "La huachua", 'El último aullido',
 'Carnavales en Tupucancha',  'Sueños de escarcha', 'El venado Serafín',
 'La medallita de Luis Pardo',  'El pequeño arriero', 'Copos de nieve en
 Navidad', 'Mi amigo Vilka',  entre otros relatos de mi pequeño venero existencial..
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Desde el fascinante horizonte azul la Cordillera Blanca 
nos da  la bienvenida con sus tucumanes impecables. Allí se yergue indómito 
el acerado Tucu 
Chira, iluminando  con su albor la pródiga Pampa de Lampas. Glaciares  arcanos que cautivan a muchos y entristecen a 
pocos. Son los primeros 
mechones encanecidos  del Ande ancashino que contemplamos al coronar la Cordillera Negra. 
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Abajo, recostada como un mapa del 
Perú, reposa soñadora la hermosa laguna de Conococha, que desde tiempos 
ancestrales brinda  sus aguas cristalinas al Callejón de Huaylas y pone 
en funcionamiento la  central hidroeléctrica del Cañón del Pato.

 .
Ya en el pequeño poblado de Conococha
 (Km  122 de la vía a Huaraz), empezamos a sentir el palpitar de 
'Espejito del cielo', tierra amada de Hualín Aldave Palacios. Los  quesitos frescos, las truchitas fritas y los 
panes chiquianos que se  exhiben en las tiendas de barro y paja, hacen 
volar la imaginación y  retornan como aves temporarias los gratos 
recuerdos de la infancia.
.....
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Trepar sin apuro el cerro moreno en el que se  apoya el rectilíneo
 poblado de Conococha, y volver la mirada hacia la pampa, es 
hacer que los ojos se llenen de alborada, al ver desde arriba la 
imponente cordillera Huayhuash, dominando el panorama  con la pureza inmaculada de
 la nieve. Un mirador natural para las almas  fuertes. Unos pasos más 
allá, cerca de la gruta de Santa Rosita, un ramillete de  mejillas chaposas y ponchos habanos esperan impacientes el vehículo que  los llevará al paraíso: CHIQUIÁN, cuna de LUIS PARDO.
 
RECUERDOS
 
 
 
 
 
 
 
Ahora que peino canas
Recuerdo sus 7 casitas de tapias
recostadas en las frías laderas,
donde los hombres de ichu reían,
junto a sus dulces compañeras.
Al paso de los peregrinos
Desde entonces no me olvido,
de aquellos buenos pastores,
ni de las huachuas y los patitos,
que poblaban la laguna.
 
  
 
 
 
 
 
 
 
 

 
CONOCOCHA, MODELO DE VIDA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Conococha
 es un enigmático rinconcito de Áncash, sin árboles ni rosas, donde a la vera del poblado crece el 
ichu ennegrecido por el frío de la Puna. La laguna, del mismo nombre, está cargada de 
truchas, y sobre sus aguas nadan cuadrillas de patos silvestres. La 
pampa es callada y quieta, sólo el fuerte viento se mueve bizarro, 
silbando sin cesar en su danza con los pajonales.
Pasar mis vacaciones escolares en la manada de Tupucancha, colindante con la laguna de Conococha, fue un constante aprender, pues cada día tomaba lecciones de vida que los iba grabando en la memoria, como bases del desarrollo de mi personalidad, y como líneas directrices para enfrentar los retos cotidianos, sin menospreciar ni desafiar a la Pachamama. Por ejemplo:
-Del zorro aprendí a ser paciente, vigilante y a correr más rápido que la presa más veloz.
-La perdiz me enseñó a ponerme a buen recaudo frente a una imposible defensa.
-En la lucha de los carneros de enormes cachos y de raleada estampa, aprendí lecciones de valor sin alharacas ni falso orgullo.
-El búho con su mirada misteriosa y su canto agorero aumentó mis fantasías y mi interés sobre los mitos, las tradiciones, los cuentos y las leyendas de la zona.
-Los perros chuscos con abundante “guetu” sobre sus espaldas y su instinto de conservación me enseñaron a presentir la proximidad de una tormenta o la amenaza de un ser vivo.
-Las ovejas con su balido de alerta me prevenían del acecho de algún zorro o puma, para ponerme en guardia.
-Los toros y las vacas con sus mugidos me enseñaron a mantenerme en permanente comunicación con las personas de mi entorno.
-El pajarito 'tupuc chiquito' con su gran capacidad de mimetismo me dio clases de cómo pasar desapercibido ante el fuego del enemigo.
-El granizo, la nieve, la densa neblina, las nubes preñadas de agua y el intenso frío templaron mi carácter y mis defensas físicas.
-Los rayos, los truenos y los relámpagos me enseñaron lo pequeño que soy frente al Universo y ante el Poder Supremo de Dios.
-El olor a tierra mojada me enseñó, que el pasto sacia su sed al igual que lo hacemos los humanos, para poder crecer y florecer.
-El cóndor me enseñó que para vencer grandes obstáculos es necesario volar donde las moscas no llegan, y no como los seres nocivos que buscan hacer daño arrastrándose al ras del suelo.
-Los pastores me enseñaron a vivir en fraternidad con la Madre Naturaleza, ser tolerante y bendecir al prójimo, el trabajo, la salud y los alimentos de sustento diario.
-De la huachua aprendí a ser observador perspicaz y desconfiado, pero respetuoso con quien se imponga por su valor, inteligencia y destreza.
-Las chinichalhuas de los riachuelos de la Pampa de Lampas con su gran movilidad antes, durante y después del peligro, me dieron clases de cómo mantenerme siempre en movimiento, alerta y sereno a la vez.
-Del puma aprendí que a veces es necesario retroceder para dar un gran salto, pues muchas veces damos saltos sin energía y nos vamos de bruces a la zanja.
-El pato silvestre y el aguash me dieron ejemplos de ubicación estratégica frente a un cazador furtivo.
-El ichu me enseñó a agazaparme hasta que pase el fuerte viento, luego pararme y si el viento continúa, bailar y silbar con él pero nunca retarlo, porque podría arrancarme del piso llanques y todo.
-Las cuevas me enseñaron que los hongos venenosos que viven en su interior mueren cuando les da la luz.
-De la vizcacha aprendí a salir a tomar el sol en el momento más preciso para evitar contratiempos y también a correr más rápido que la alimaña más veloz.
-Las peñascos, los cerros, el cielo aborregado, y los nevados perpetuos, me dieron la orientación necesaria para mantenerme siempre abrigado y de pie frente a la adversidad, porque en estos helados lugares hasta el cóndor usa bufanda.
-Los riachuelos me enseñaron a fecundar la tierra y no hacer trabajos estériles sin utilidad.
-Las tibias aguas termales que discurren por varias zonas de la Pampa de Lampas me enseñaron que es posible encontrar calor aun debajo de los témpanos de hielo.
-La laguna de Conococha con su despensa de truchas y su función irrigadora del Callejón de Huaylas, me enseñó a “guardar pan para mayo”.
-El puquial me enseñó, cómo desde lo profundo y gris puede brotar agua fresca y, que muchas veces es preferible beber en la cuenca de las manos que en vasos de cristal ,que en un momento dado pueden contener ponzoña.
Pasar mis vacaciones escolares en la manada de Tupucancha, colindante con la laguna de Conococha, fue un constante aprender, pues cada día tomaba lecciones de vida que los iba grabando en la memoria, como bases del desarrollo de mi personalidad, y como líneas directrices para enfrentar los retos cotidianos, sin menospreciar ni desafiar a la Pachamama. Por ejemplo:
-Del zorro aprendí a ser paciente, vigilante y a correr más rápido que la presa más veloz.
-La perdiz me enseñó a ponerme a buen recaudo frente a una imposible defensa.
-En la lucha de los carneros de enormes cachos y de raleada estampa, aprendí lecciones de valor sin alharacas ni falso orgullo.
-El búho con su mirada misteriosa y su canto agorero aumentó mis fantasías y mi interés sobre los mitos, las tradiciones, los cuentos y las leyendas de la zona.
-Los perros chuscos con abundante “guetu” sobre sus espaldas y su instinto de conservación me enseñaron a presentir la proximidad de una tormenta o la amenaza de un ser vivo.
-Las ovejas con su balido de alerta me prevenían del acecho de algún zorro o puma, para ponerme en guardia.
-Los toros y las vacas con sus mugidos me enseñaron a mantenerme en permanente comunicación con las personas de mi entorno.
-El pajarito 'tupuc chiquito' con su gran capacidad de mimetismo me dio clases de cómo pasar desapercibido ante el fuego del enemigo.
-El granizo, la nieve, la densa neblina, las nubes preñadas de agua y el intenso frío templaron mi carácter y mis defensas físicas.
-Los rayos, los truenos y los relámpagos me enseñaron lo pequeño que soy frente al Universo y ante el Poder Supremo de Dios.
-El olor a tierra mojada me enseñó, que el pasto sacia su sed al igual que lo hacemos los humanos, para poder crecer y florecer.
-El cóndor me enseñó que para vencer grandes obstáculos es necesario volar donde las moscas no llegan, y no como los seres nocivos que buscan hacer daño arrastrándose al ras del suelo.
-Los pastores me enseñaron a vivir en fraternidad con la Madre Naturaleza, ser tolerante y bendecir al prójimo, el trabajo, la salud y los alimentos de sustento diario.
-De la huachua aprendí a ser observador perspicaz y desconfiado, pero respetuoso con quien se imponga por su valor, inteligencia y destreza.
-Las chinichalhuas de los riachuelos de la Pampa de Lampas con su gran movilidad antes, durante y después del peligro, me dieron clases de cómo mantenerme siempre en movimiento, alerta y sereno a la vez.
-Del puma aprendí que a veces es necesario retroceder para dar un gran salto, pues muchas veces damos saltos sin energía y nos vamos de bruces a la zanja.
-El pato silvestre y el aguash me dieron ejemplos de ubicación estratégica frente a un cazador furtivo.
-El ichu me enseñó a agazaparme hasta que pase el fuerte viento, luego pararme y si el viento continúa, bailar y silbar con él pero nunca retarlo, porque podría arrancarme del piso llanques y todo.
-Las cuevas me enseñaron que los hongos venenosos que viven en su interior mueren cuando les da la luz.
-De la vizcacha aprendí a salir a tomar el sol en el momento más preciso para evitar contratiempos y también a correr más rápido que la alimaña más veloz.
-Las peñascos, los cerros, el cielo aborregado, y los nevados perpetuos, me dieron la orientación necesaria para mantenerme siempre abrigado y de pie frente a la adversidad, porque en estos helados lugares hasta el cóndor usa bufanda.
-Los riachuelos me enseñaron a fecundar la tierra y no hacer trabajos estériles sin utilidad.
-Las tibias aguas termales que discurren por varias zonas de la Pampa de Lampas me enseñaron que es posible encontrar calor aun debajo de los témpanos de hielo.
-La laguna de Conococha con su despensa de truchas y su función irrigadora del Callejón de Huaylas, me enseñó a “guardar pan para mayo”.
-El puquial me enseñó, cómo desde lo profundo y gris puede brotar agua fresca y, que muchas veces es preferible beber en la cuenca de las manos que en vasos de cristal ,que en un momento dado pueden contener ponzoña.
.
-El hombre de la Puna procura mantenerse activo para darse calor durante el día, porque sabe que la helada se impone al más tupido poncho y al más caliente chinguirito sabrosón.
-El expresivo lenguaje de los glaciares y sus estribaciones morenas hacen añicos la monótona tristeza cuando uno contempla este salvaje paisaje con los ojos del alma.
-En el crepúsculo escarlata, los contornos de los picachos del Tucu Chira parecen una enorme cierra acerada besando el cielo. Basta un minuto de meditación frente a este singular espectáculo a cielo abierto, para escuchar la voz de la la Madre Naturaleza pidiéndonos conservarla y amarla a ultranza.
-Los infatigables arrieros me enseñaron que un corazón valiente y firme, es capaz de inspirar respeto y afecto al mismo tiempo.
En fin, Conococha me enseñó que por más desolado y frío que amanezca el día, siempre está latente la esperanza de un mejor estilo de vida si nos dejamos llevar por las enseñanzas que nos brinda la Biblia.
-El hombre de la Puna procura mantenerse activo para darse calor durante el día, porque sabe que la helada se impone al más tupido poncho y al más caliente chinguirito sabrosón.
-El expresivo lenguaje de los glaciares y sus estribaciones morenas hacen añicos la monótona tristeza cuando uno contempla este salvaje paisaje con los ojos del alma.
-En el crepúsculo escarlata, los contornos de los picachos del Tucu Chira parecen una enorme cierra acerada besando el cielo. Basta un minuto de meditación frente a este singular espectáculo a cielo abierto, para escuchar la voz de la la Madre Naturaleza pidiéndonos conservarla y amarla a ultranza.
-Los infatigables arrieros me enseñaron que un corazón valiente y firme, es capaz de inspirar respeto y afecto al mismo tiempo.
En fin, Conococha me enseñó que por más desolado y frío que amanezca el día, siempre está latente la esperanza de un mejor estilo de vida si nos dejamos llevar por las enseñanzas que nos brinda la Biblia.
CONOCOCHA EN EL TERCER MILENIO
Había pobreza
cuando era niño,
mas no existe en mi memoria
recuerdos asolando la Puna.
recuerdos asolando la Puna.
Ahora que peino canas
la pobreza sigue
medrando,
por más que surcan su suelo
miles de carros mineros.
Muchas tiendas escoltan la vía
por más que surcan su suelo
miles de carros mineros.
Muchas tiendas escoltan la vía
a cuatro mil metros
de altura,
pero el
sufrimiento abruma,
contemplando de la llanura,
contemplando de la llanura,
más pequeña a la laguna.
Recuerdo sus 7 casitas de tapias
recostadas en las frías laderas,
donde los hombres de ichu reían,
junto a sus dulces compañeras.
Al paso de los peregrinos
sus manos eran
torcazas
volando en la neblina
volando en la neblina
con alas de
esperanza.
Desde entonces no me olvido,
de aquellos buenos pastores,
ni de las huachuas y los patitos,
que poblaban la laguna.
Nalo Alvarado Balarezo
 .
LOS CAZADORES MÁS BUENOS DEL MUNDO
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.
 Por Armando Alvarado Balarezo 
(Nalo)
Llegaron a Tupucancha a las 10 de la mañana. Ninguno de los cinco arribó con equipaje, pero 
cada quien portaba una carabina. Fue el último viernes de marzo de 1962, un día antes que culminen las vacaciones escolares.
. 
Descansaron dos horas y salieron a 
cazar aves a la laguna de Conococha, según le comentaron a mi abuelita minutos antes de 
partir.
Mientras se marchaban, pensé: "Los malos andan armados y en grupo", presagiando la muerte de mis amigos plumíferos de la laguna, a quienes ya había bautizado con los sobrenombres de los chiuchis de Jircán, barrio donde vivía con mis padres y hermanos en Chiquián..
Del mediodía al ocaso, con el viento estrujando los mechones de ichu, le pedi al Señor de las Alturas que los cinco cazadores vuelvan con las manos vacías.
.
Cuando retornaron sentí escalofríos viendo a dos de ellos con un abultado costalillo en la mano. "Dentro de los costalillos están muertos mis amiguitos de la laguna", musité dolido, y sollozando me fui a dormir, mas no logré conciliar el sueño.
Mientras se marchaban, pensé: "Los malos andan armados y en grupo", presagiando la muerte de mis amigos plumíferos de la laguna, a quienes ya había bautizado con los sobrenombres de los chiuchis de Jircán, barrio donde vivía con mis padres y hermanos en Chiquián..
Del mediodía al ocaso, con el viento estrujando los mechones de ichu, le pedi al Señor de las Alturas que los cinco cazadores vuelvan con las manos vacías.
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Cuando retornaron sentí escalofríos viendo a dos de ellos con un abultado costalillo en la mano. "Dentro de los costalillos están muertos mis amiguitos de la laguna", musité dolido, y sollozando me fui a dormir, mas no logré conciliar el sueño.
. 
A las seis de la mañana, al escuchar voces y risas que venían del patio, salí. Los cazadores se estaban despidiendo de mi abuelita, con sus carabinas al hombro. Se iban con las manos vacías. Por eso en cuanto se marcharon fui corriendo a la habitación donde pasaron la noche. Sobre la mesa estaba un costalillo doblado en cuatro, y las migajas de los panes que desayunaron. En una silla aguardaba el otro costalillo, totalmente repleto. Orando con alma y corazón abrí el costalillo, y mi sorpresa fue la mejor expresión de la esperanza y la fe, pues no estaban los cuerpos inertes de mis amiguitos, sino panes que los cazadores compraron en el poblado de Conococha para dejarnos como agradecimiento por el hospedaje.
.
Con las pupilas bañadas por la emoción caminé y caminé lo más rápido que pude hasta la laguna de Conocoha. ¡Gracias a Dios!, allí estaban todos mis amiguitos plumíferos: "Mañuco", "Cañita", "Uluy", "Ishilín", "Anchita", "Ticucho", "Añico" y "Nicucho", cada quien liderando su cuadrilla de tiernos aguash que nadaban a sus anchas sobre las cristalinas aguas de la laguna.
A las seis de la mañana, al escuchar voces y risas que venían del patio, salí. Los cazadores se estaban despidiendo de mi abuelita, con sus carabinas al hombro. Se iban con las manos vacías. Por eso en cuanto se marcharon fui corriendo a la habitación donde pasaron la noche. Sobre la mesa estaba un costalillo doblado en cuatro, y las migajas de los panes que desayunaron. En una silla aguardaba el otro costalillo, totalmente repleto. Orando con alma y corazón abrí el costalillo, y mi sorpresa fue la mejor expresión de la esperanza y la fe, pues no estaban los cuerpos inertes de mis amiguitos, sino panes que los cazadores compraron en el poblado de Conococha para dejarnos como agradecimiento por el hospedaje.
.
Con las pupilas bañadas por la emoción caminé y caminé lo más rápido que pude hasta la laguna de Conocoha. ¡Gracias a Dios!, allí estaban todos mis amiguitos plumíferos: "Mañuco", "Cañita", "Uluy", "Ishilín", "Anchita", "Ticucho", "Añico" y "Nicucho", cada quien liderando su cuadrilla de tiernos aguash que nadaban a sus anchas sobre las cristalinas aguas de la laguna.
También estaba parada en la orilla la huachua 
"Chichica" junto a su novio "Patuco". 
Los liclish, ácacas, huaychos y cientos de pajaritos con sus 
trinos y vuelos acrobáticos me anunciaron un día bonito. 
Mis demás 
amiguitos vendrían más tarde desde los deshielos del Tucu 
Chira.
 
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* * *
Epílogo:
 
No sé si los señores erraron 
los tiros por impericia. Quizá sus armas eran como la "Carabina de Ambrosio". O iluminados por el Altísimo no apuntaron a las indefensas aves al percatarse que su 
belleza silvestre llenaba de vida a la laguna de Conococha; solo sé que los cinco seres humanos 
que visitaron la Puna aquel viernes 30 de marzo, fueron LOS CAZADORES MÁS BUENOS DEL MUNDO.
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Lima, 15 de junio 
de 2001
Fuente:
"El Juguete y Otros Cuentos", de Nalo Alvarado Balarezo.
"El Juguete y Otros Cuentos", de Nalo Alvarado Balarezo.
  
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 Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Un
 lugar de ensueño para mí, fue la meseta chiquiana a más de cuatro 
mil metros de altitud, hasta que el destino nos separó. Allí está afincada 
Tupucancha, bendita Puna que con mantos de neblina acunó mi infancia. 
Una década atrás escribí esta breve carta que dejé atada a un cactus en 
plena mangada.
.
Amada Tupucancha:
  
No
 es fácil firmar misivas bañadas de llanto, de amores que tropiezan, 
caen y ruedan. Tampoco escribirlas cuando hincan sentimientos que 
invitan a guardar silencio. Lo poco que escribí para ti, aún duerme en 
los pliegues del recuerdo, mas nunca pude olvidarte querida Tupucancha, 
pues cada noche tu sollozo surca el éter y resuena en mi corazón.
Cómo
 explicarte la melancolía que me embarga. Madrugada tras madrugada soñando
 con momentos que no vuelven, desatando segundo a segundo cada palabra 
que se ata al viento en los pajonales. Un querer volver al pasado 
esculpiendo gritos de auxilio en los roquedales.
 .
  
Tanto
 tiempo sin ti amada Tupucancha, irredenta crece la añoranza en la 
lejanía. Un pedido de misericordia no basta en la distancia, hace falta 
verte reflejada en la albura del Tucu Chira para sentirme vivo. 
Hoy
 quise escribirte una carta preñada de luceros y no puedo, porque todo 
está marchito al rededor. Sólo queda un poco de esperanza y otro poco de
 fe, y repito como el eco: “te extraño, te extrano... lejos de ti no florece el arcoíris". 
.
Y termino martillando como la lluvia de enero en mis años de tamborillero: “Tupucancha, Tupucancha... trocito de cielo que meció mi infancia..."
. 
Huaraz, 16 de agosto de 1982
 
 
Pampa de Lampas Alto - Chiquián (Ancash)
 .
 IMÁGENES DEL PARAÍSO
PARA USO COMUNITARIO, CORTESÍA DE NICO Y DANIELITO
ILUSTRAN:  
CUENTOS, NOVELAS E HILACHAS CHIQUIANAS, DE NAB
 Relato: Los niños más ricos del mundo
 Relato: El Abanderado
Hilacha: Añoranza
 Relato: El Diablito de Raján
 Relato: El hijo del Sol
 Relato: El Capitán
 Relato: El paisaje de Coquito VV.
 Hilacha: Sueños mojados
 Relato: Surcando el firmamento
 Relato: Lucho, el amigo del pueblo
 Relato: Viaje nocturno
 Relato: La carta
 Relato: La cascada mágica
 Relato: 30 de agosto con Rosa Huaraca
 Relato: Unas son de cal..
 Hilacha: Aromas de abril
 Relato: Lejos de la patria chica
 Hilacha: Con el viento a favor
 Relato: El Inca y el Capitán
 Relato: ¡Ananau!
 Relato: En picada
 Novela: Del Mismo Trigo
 Relato: Safari Andino
 Relato: Luis Pardo
 Relato: El paraíso escondido
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 Relato: En Primavera
 Hilacha: Urpicha 
 Relato: La Carta II - Juanita Charqui
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 Hilacha: Pintando un paisaje
 Hilacha: Placita de mi niñez
 Hilacha: Con los ojos del alma
 Relato: Pinquichida
 Hilacha: Recuerdos
 Hilacha: Ya va amaneciendo
 Relato: La Carta III - Dora Kikuyo
 Hilacha: Repique de campanas
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 Relato: Vuelo rasante
 Relato: La Carta IV - Hilaria Huasarima
 Hilacha: Melancolía
 Hilacha: Aquel abril escolar
 Relato: Tierra de trovadores
 Relato: El ahijado de Supay
 Relato: Vuelo 378
 Relato: Luis Pardo II
 Hilacha: Aromas de setiembre
 Relato: Noche callada
 Relato: Viajando al paraíso
 Relato: Granizada






























































 
