FIESTA DE SANTA ROSA DE LIMA EN CHIQUIÁN
XII 
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 ELECCIONES DE 
FUNCIONARIOS
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  Por 
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Elecciones
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Elecciones
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El
 4 de septiembre a las 4 de la tarde, en la plaza mayor de Chiquián, el 
alcalde provincial felicita y agradece a los funcionarios cesantes, que 
minutos antes trasladaron la imagen de Santa Rosa, de la iglesia al 
frontis del local edil. Luego hace un recuento de la semana patronal y 
da inicio al proceso de 
elecciones invitando al público asumir los cargos del próximo año. El 
llamado para los nuevos cargos es por orden de prevalencia, y en su 
momento el nuevo Capitán, Inca, Rumiñahui y demás funcionarios hacen su 
ingreso al ruedo de baile, a quienes en forma simbólica se les concede 
los distintivos de mando y realizan la coreografía de fiesta con las 
pallas. 
Terminada la elección con la suscripción del 
acta correspondiente, se lleva a cabo una procesión por el perímetro de la 
Plaza y Santa Rosa retorna a su altar. Las pallas se despiden de nuestra
 Santa Patrona cantando con tono emotivo: "Adiós, adiós, madre mía, adiós, adiós, Virgen Rosa, adiós, adiós, hasta el año venidero". Se continúa con la colación.

A las 7 de la noche se celebra la Misa de colocación del Niño en la iglesia matriz de Chiquián. 
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Huatacahuay
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 (WataKahuay)
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Es la actividad que cierra con broche de oro la fiesta de Santa Rosa en Chiquián, en un concierto de emociones que embargan profundo el sentir chiquiano. Las emociones son tan encontradas, que estallan por simpatía, uno seguido de otro como los petardos de la Entrada, y el funcionario no sabe si reír, llorar, orar, cantar o gritar. Quedan limpios los cuntus, peroles, pesquillos, pailas, tiestos y sartenes hasta la próxima fiesta.
Es la actividad que cierra con broche de oro la fiesta de Santa Rosa en Chiquián, en un concierto de emociones que embargan profundo el sentir chiquiano. Las emociones son tan encontradas, que estallan por simpatía, uno seguido de otro como los petardos de la Entrada, y el funcionario no sabe si reír, llorar, orar, cantar o gritar. Quedan limpios los cuntus, peroles, pesquillos, pailas, tiestos y sartenes hasta la próxima fiesta.
Decía mi padre: "El
 Huatacahuay es el último brindis de los copartícipes inmediatos de la 
fiesta (funcionarios, familiares, colaboradores directos y amigos más 
cercanos), después de haber cumplido con devoción el cargo encomendado, 
cada día tomados de la mano como buenos hermanos; por eso brotan 
incontenibles las lágrimas de sus corazones y corren como agüita
 de manantial por sus mejillas, que hasta el cielo se nubla de pena, 
porque en pocas horas ya no retumbarán las avellanas que elevan la 
mirada al reino del cóndor donde mora Dios". "Es el último banquete shay", susurra nostálgico Roberto "Sopón" Barrenechea Martel, en una banca de la plaza, al mediodía de cada 4 de septiembre. "Felizmente ya viene la fiesta de San Panchito",
 musita consolado contemplando la iglesia del pueblo de Luis Pardo, 
intentando recuperar el ritmo cardíaco que se descontrola con la banda 
que pasa tocando una melodía de despedida.

Este día (4) o el 5 de septiembre, el Capitán, el Inca y Rumiñahui realizan su 'cumplimiento' con un generoso almuerzo de agradecimiento por el apoyo recibido, y envian a los domicilios de sus guelis, comitiva y séquito: potajes típicos en cantidad suficiente, como días antes lo hicieron la Estandarte, los mayordomos y las mayoralas. La pachamanca es uno de los platos fuertes del Huatacahuay, con su pisquito peruano que la barriga agradece haciendo mutis hasta el día siguiente.
Los utensilios de cocina que fueron prestados son devueltos más brillantes, y en la casa de los funcionarios la fe impera, por la satisfacción de la tarea cumplida con unción y amor sin límites por lo nuestro.
Horas más tarde los integrantes de las bandas y sus familiares retornan a sus pueblos, llevando sobre sus hombros: los triunfos logrados en fervor popular, un poco de dinerito que tanta falta hace en los rincones olvidados donde el Estado no llega, también llevan consigo alimentos y ofrecimientos para participar en otros eventos similares.
A estas alturas ya está grabada en la memoria y la retina de aquellos seres humanos que visitaron por primera vez Chiquián, la imagen de un paraíso azul vitral, con una brillantez tan luminosa que los ojos incrédulos no pueden absorber con facilidad la Obra Maestra de Dios: Naturaleza sin igual que la Mano del Altísimo ha creado para deleitar los sentidos de los amigos visitantes que se quedan sin palabras para describir su magnetismo. Eso fue lo que sentí cuando conocí la tierra de mis padres, como si las alas del amor me elevaran sobre el Yerupajá, hasta tocar las estrellas. ¿Sentirán lo mismo todos?, ¡claro que sí¡, porque CHIQUIÁN es un edén real.
También retornan a Huaraz, Chimbote, Paramonga, Pativilca, Barranca, Huacho y Lima los mercachifles, expresivos comerciantes que alegran el ambiente durante la festividad. Recuerdo que de pequeño caminaba sin un céntimo en el bolsillo, indagando sobre los precios de los vistosos productos que exhibían en descoloridas carpas de lona, copando ambas veredas del jirón Dos de Mayo (de Tarapacá hasta la Plaza de Armas).
Los Mercachifles en el Tercer Milenio 
Competían
 con los mercachifles: vendedores de caldo de fiesta, jacalocro, caldo 
de mondongo y de cabeza de cordero tupucanchino, bonito frito, pan con 
lechón, chicharrones, café (de cebada), emoliente, bizcochuelos, 
alfeñiques, cancha al tiesto, arenosas papas de Roca y ocas sancochadas,
 panco, humitas, tamales redondos fajados en humeante panca, helados, 
roscas bañadas, fritanguita, anticuchos y picarones. 
 La calle de las viandas (Jr. Tarapacá) - 28 AGO 2010
Asimismo,
 detenía mi paso para observar, cómo muchos incautos eran timados hasta 
empeñar sus bolsillos en el frontis del mercado de abastos, por los 
encantadores de culebras con atuendos de 'chunchos' y otros más 'vivos' 
con sus rifas y sus juegos de la 'chica y la grande', "pasa luna, pasa 
sol", "ahí va la bolita, dónde está la bolita, acá está la bolita". 
También me ponía a ver películas mexicanas en blanco y negro en las 
maquinitas de plástico de 8 centímetros del tarolista Enrique Mejía, a 
quien llamábamos el 'viejo de Llaclla', previo pago de 10 centavos o un 
manojo de acelgas para su uso como "papel higiénico ecológico". Nunca 
olvido al organillero Rufino y su monito pronosticando una excelente 
fiesta de Santa Rosa en el año venidero. 
Cómo no querer volver a Chiquián, viendo
 las fotografías de antología que están al pie, que mis hermanos Pacho Díaz Mendoza, 
Vladimiro Reyes Gamarra y Felipe Alvarado Balarezo, me han enviado como 
presente de fiesta. Disfrútelo paisanos queridos, y lloren si quieren, 
dejen que brote arrollador el amor por nuestra sacrosanta tierra y su 
gente generosa, como gritaba a todo pulmón nuestro recordado RACH con sumo orgullo 
chiquiano, que las lágrimas por la Patria chica son benditas y limpian 
los sarros del alma, esos sedimentos aliados del olvido y la indiferencia que disecan los sueños comunes. 
Plaza mayor de Chiquián - Foto: Jesús Bolarte
Muchos de nuestros paisanos que están en
 las imágenes que siguen, ya surcaron el éter, elevemos nuestras 
plegarias por sus almas buenas.
IMÁGENES DEL RECUERDO 
ÁLBUM DE LA GRAN FAMILIA CHIQUIANA
Fuente del texto de la Fiesta de Santa Rosa: 
Capítulo XIV de la novela "DEL MISMO TRIGO" 1993 - Bodas de Oro del 
 Colegio Nacional "Coronel Bolognesi" de Chiquián. En Internet desde el 
 2003.
 
 




















































































 
