Danilo Sánchez Lihón
1. ¡Se han ido
lejos!
– ¡Huandoy!
– ¿Sí, amor?
– ¿No duermes?
– No, Huascarán. Estos últimos días se me está yendo el sueño.
– ¿Algo, acaso, te desvela?
– Sí. Y también sentir que tú te revuelves, y estás inquieto sin poder dormir.
– ¡Ah, sí!
– Y eso también me quita el sueño. A ti, ¿qué te preocupa, Huascarán?
– ¡Huandoy! –Le dice–. ¡Qué pasa con nuestros hijos! Y no solo con los nuestros sino con los hijos de todos los Apus.
– ¡Eso también me pregunto yo!
2. En lo alto
del cielo
– No sé. Digo que quizá sea porque todo les hemos dado, y no saben lo que es privaciones ni sufrimientos.
– Es cierto. Ellos no han sufrido como nosotros hemos sufrido de tantas privaciones.
– O, será porque así es la vida moderna, con emociones, pero sin sentimientos.
– ¡No!, la vida es una sola. Y, ¡no es así! Si no, ¡acuérdate! Acaso, ¿nosotros hemos sido así?
– ¡No!
Y ambos se quedan un momento callados y en silencio.
Y
rememoran Huandoy y Huascarán cómo consagraron su amor a estas
montañas, convirtiéndose en nevados de la Cordillera Blanca del Perú.
Ella
que fue una dulce princesa incaica y él un valeroso guerrero del
Ejército del Inca, quienes en vez de huir hacia afuera se afincaron más
en su terruño,
en su esencia y en su espíritu.
Y ahora es cuando más conversan de amanecida, con todo el fulgor de las estrellas que relumbran titilando
en lo alto del firmamento.
3. Y
no ha vuelto
Ella
está recostada en su hombro y en su pecho apacible. Y él le habla, como
a su mujer de toda la vida, con voz confidente y sosegada.
–
Siento, Huandoy, –le dice–, que el rumbo que ha tomado el mundo no está
bien. Que lo que viene ocurriendo atenta contra la vida y les quita a
nuestros
hijos esencia y reciedumbre.
– ¿Será que hemos fallado nosotros?
–
No. Al contrario. Siento que tenemos aquello que hay que defender hoy
como nunca. Que, si dudamos, todo se acabará con nosotros.
– Por ejemplo, ¡amarse como nosotros nos amamos!
–
Sí. Y en aras del toda nuestra existencia ha sido una consagración y un
sacrificio constante. ¡Y nunca hemos claudicado en nada!, ni tenido
descanso,
sino que todo lo hemos dedicado a ellos.
–
Y, ya ves, la última ¡cerró la puerta golpeándola, y se fue! Tiró las
llaves sin siquiera voltear a mirarnos. Sin decir siquiera gracias, y ni
siquiera
¡adiós!
– Y hasta ahora no ha vuelto. Y, ni siquiera ha llamado.
– ¡Pero no es culpa nuestra, Huascarán! Porque, mirémonos, ¿cómo somos, en cambio, nosotros?
4. Pero,
¿qué hacer?
– Y, ¡todo el cuidado que hemos puesto en educarlos!
–
Es el influjo que viene de afuera. Todo lo horripilante que viene en
esos juegos y hasta en la música; tanto que pareciera que se hace a
propósito para
deformarlos, y dominarnos a fin de hacernos indolentes y seguir siendo
sojuzgados.
– Es la ideología del mercado, que predica que todo tiene precio, de que todo se compra y se vende.
– Si así, piensan entonces: es lógico que se venda el alma, ¡el corazón y la conciencia humana!
– Es el capitalismo salvaje e infame, que lucra, corrompe y atenta en contra de la vida verdadera.
– Es el orden nefasto que ahora domina el mundo. ¿De dónde viene? ¿En dónde se ha montado esta maquinaria infernal?
–
Y que se hace por el afán de dinero, por el poder, y la ambición de
tener el dominio del mundo. Y, sobre todo, por lucrar, haciendo que se
pierdan sensibilidad,
conciencia y valores.
– Es el consumo que atenta incluso en contra de la vida en el planeta tierra.
Pero, ¿qué hacer?
5. Nuestra
progenie
– Siento mucho frío, Huascarán. Está haciendo mucha helada esta noche; o, ¿por qué tiemblo?
– Pero yo estoy que te arropo, amor mío.
– Y qué, ¿yo me destapo?
– No sé.
– Siento tu abrigo, pero el frío viene del subsuelo.
– ¿De las lagunas dices?
– O de los luceros, porque mira cómo se refleja en la superficie del lago,
el
cielo tachonado de todas las luces que brillan en el cielo.
– ¡Cuánto dolor me da este mundo que vivimos, Huandoy! ¡Sin alma, sin rumbo y sin sentido!
– Nosotros mismos, que nacimos eternos, moriremos. Si no, ¿cuánta nieve ya hemos perdido?
– Ya fue anunciado que moriremos. Y ya nadie dice, por ejemplo: Nieves eternas.
–
Pero no tanto me preocupa lo que me pase a mí, sino a nuestros hijos. Y
a los hijos de todos, porque en ello está nuestra herencia y progenie.
6. El mundo
que anhelamos
–
Sí. Pero, no encuentro culpa en nosotros sino en lo que viene desde
afuera. ¡Y desde lejos! Y viene hecho con mala intención, perversamente
– ¡Huandoy!
– ¡Sí!
– Quiero proponerte algo.
– Sí. ¿Qué es?
–
Que, así como decidimos ser nosotros montañas sagradas, ahora bajemos a
ras de tierra y vámonos por los caminos, confundámonos con la gente,
como dos
jóvenes que salen de sus pueblos y van a estudiar a las ciudades.
– Y, ¿para qué?
– A fin de fundar el mundo que anhelamos y que fue el que nos enseñaron nuestros padres; inspirados en valores perdurables.
– Y, ¿qué les enseñaremos?
–
El Ama Sua, no seas ladrón. El Ama Quella, no seas ocioso. El Ama
Llulla, no mientas, y el: sé verdadero. Y a fin de corregir este mundo
de dolo, de
usura, de corrupción y de engaño.
– Me dan miedo las ciudades, Huascarán. Me da miedo vivir en aquel mundo ajeno y desalmado.
7. Si es
a tu lado
– Tú siempre estarás a mi lado. Y, debes saber, que yo nunca te dejaré, Huandoy. Te defenderé con toda mi alma y mi vida.
–
Eso lo sé. Pero, ¿dejar estos aires que aún son puros? Dejar esta
limpidez del cielo, estas flores, ¿la luna y las estrellas en la
madrugada? ¿Dejar
los arreboles de mayo? ¿Y a nuestros amigos y hermanos que siempre
están atentos a lo que nos pasa y sucede?
–
Sí, ¡ese es el nuevo reto y sacrificio! Y, ¡que te pido otra vez! como
el primero que hicimos al convertirnos en montañas. Y este otro que es
hacernos
pronto maestros de base, entrando a las escuelas a enseñar valores como
el de la identidad, el ser solidarios, y mostrarles la verdad del amor.
–
¿Tú estás convencido? Porque todo será al principio mísero y precario
para nosotros. En aquel mundo no tenemos nada, ni a nadie. Y todo será
muy difícil.
–
Pero es una misión la que tenemos que cumplir. No podemos dejar que
muera lo que verdaderamente somos, ni que nuestro pueblo se pierda. Es,
¡hacernos
semilla de algo nuevo!
– Si es por lo que dices; y si es estar a tu lado, entonces acepto. Está bien. Acepto
– ¡Gracias amor mío! Gracias. Y, ahora, ya duerme.
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