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LA ESCALERA
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
La tarde declina, no hace frío en Chiquián. El profesor de Historia nos ha dejado una tarea para mañana, y he tenido que quedarme en el colegio hasta las seis. Tengo que estudiar para pasar invicto al Tercero. Es invierno y oscurece más temprano...
Voy camino a casa. Al pasar por un zaguán una linda profesora escruta seductora mi rostro de monaguillo, como ocurre cada tarde desde que llegó al pueblo. Su presencia me pasma, me aturde... Ella susurra: "me gustas pequeño". Mi corazón vibra, parece que voy a perder el equilibrio.
Para mi sosiego el andar cansino de un anciano me salva del hechizo; ella se turba, y deja
que siga mi camino...
Al llegar a casa trato de tranquilizarme, mamá ha notado mi inquietud. Le digo: "mamita, el lunes tengo examen, voy a mi cuarto a leer un poco antes de dormir". Es una disculpa solamente. Subo a la habitación y no logro conciliar el sueño. Es mi primer insomnio. En mi mente sólo vive ella, radiante y bella como una estrella.
Al llegar a casa trato de tranquilizarme, mamá ha notado mi inquietud. Le digo: "mamita, el lunes tengo examen, voy a mi cuarto a leer un poco antes de dormir". Es una disculpa solamente. Subo a la habitación y no logro conciliar el sueño. Es mi primer insomnio. En mi mente sólo vive ella, radiante y bella como una estrella.
Empiezo a soñar despierto:
"Está oscureciendo. Al pasar por un zaguán me toman de la mano. Es la profesora. Me dejo llevar por ella como un niño perdido. Subimos la escalera. De pronto estamos en un lecho de rosas.
Ella acaricia mi anatomía... se le nota contenta, dice que me ama. No creo que sea así, pues hace pocos días que la conozco; además, todavía soy un niño.
Pasan los minutos, la penumbra invade el aposento; estoy como zombi, rendido a sus encantos. A la hora y media ella duerme a mi lado, tomo mi ropa, me visto y retorno a casa sin despertarla"
"Está oscureciendo. Al pasar por un zaguán me toman de la mano. Es la profesora. Me dejo llevar por ella como un niño perdido. Subimos la escalera. De pronto estamos en un lecho de rosas.
Ella acaricia mi anatomía... se le nota contenta, dice que me ama. No creo que sea así, pues hace pocos días que la conozco; además, todavía soy un niño.
Pasan los minutos, la penumbra invade el aposento; estoy como zombi, rendido a sus encantos. A la hora y media ella duerme a mi lado, tomo mi ropa, me visto y retorno a casa sin despertarla"
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Desde aquel día, cada viernes de madrugada ella ingresa a mi sueño, y subimos la escalera del paraíso...
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Jircán, 15 JUN 65
Fuente:
Libro de bolsillo "Relatos del más acá", de Nalo AB (Pág. 96). Ediciones Cachizada 1981
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