UN SALUDO A HUARAZ EN SU ANIVERSARIO
A MI HUARAZ QUERIDO, LA DE LAS CALLECITAS EMPEDRADAS…
Por Walter Vidal Tarazona
Hoy
al recorrer, mi pequeño lebrel de espuma, los cansados senderos del
recuerdo, ¡Oh pensamiento bendito!, te has asomado, ágil, por aquellas
callecitas estrechas tersamente empedradas, a la plaza de mi Huaraz
querido…
A aquella plaza iluminada pálidamente en noches de emoliente, ponche de canela y coco. ¡Cómo aroma aún humeante y delicado el frío nocturno del parque a la melodiosa música de Atusparia por radio Huascarán!
¡Cómo redobla aún el tambor en mi pecho, cuando, empañado con el sudor salvaje, corría tras aquellos pasitos dulces, que apresurados subían por el jirón Sucre cada mañana al Colegio Santa Rosa de Viterbo, mientras muchos lo hacían por la calle Comercio hasta la puerta del Instituto de Mujeres, “cristina al cinto, aire de muchacho, cuadernos bajo el brazo”, como lo recuerda nostálgico mi amigo Néstor Espinoza, en su Carta a un Amigo.
Pero hoy camina, pequeño lebrel de espuma, camina hasta el Quillcay, sin salirte de 1956. Cuando aún todo Huaraz era del Colegio de La Libertad:
Quillcay querido, te dejaré con tus piedras blancas tendidas como pañuelos de despedida, con tus nubes de plata y plomo elevándose como incienso a cubrir los senos de cristal de la blanca cordillera; ya no estarán más al alcance de mis ojos aquellas trenzas de alabastro nadando en tus aguas bullangueras, aquellos ojitos de capulí turbados en el azul cielo de ensueño…
Mi boca no disolverá más el dulce apetito de sus labios de jora, a la sombra de los pequeños eucaliptos entrando de bajada al río Santa…
No más plazuelas de Huarupampa, de Belén, de la Soledad; no más Alameda Grau con su Iglesia de San Francisco. No más los pocos amigos que salieron por Tacllán, Calicanto, Moterrey.
Yo salí por Tacllán, como diría Vallejo: “un día del cual tengo ya el recuerdo”, pícaro lebrelillo de espuma..
A aquella plaza iluminada pálidamente en noches de emoliente, ponche de canela y coco. ¡Cómo aroma aún humeante y delicado el frío nocturno del parque a la melodiosa música de Atusparia por radio Huascarán!
¡Cómo redobla aún el tambor en mi pecho, cuando, empañado con el sudor salvaje, corría tras aquellos pasitos dulces, que apresurados subían por el jirón Sucre cada mañana al Colegio Santa Rosa de Viterbo, mientras muchos lo hacían por la calle Comercio hasta la puerta del Instituto de Mujeres, “cristina al cinto, aire de muchacho, cuadernos bajo el brazo”, como lo recuerda nostálgico mi amigo Néstor Espinoza, en su Carta a un Amigo.
Pero hoy camina, pequeño lebrel de espuma, camina hasta el Quillcay, sin salirte de 1956. Cuando aún todo Huaraz era del Colegio de La Libertad:
Quillcay querido, te dejaré con tus piedras blancas tendidas como pañuelos de despedida, con tus nubes de plata y plomo elevándose como incienso a cubrir los senos de cristal de la blanca cordillera; ya no estarán más al alcance de mis ojos aquellas trenzas de alabastro nadando en tus aguas bullangueras, aquellos ojitos de capulí turbados en el azul cielo de ensueño…
Mi boca no disolverá más el dulce apetito de sus labios de jora, a la sombra de los pequeños eucaliptos entrando de bajada al río Santa…
No más plazuelas de Huarupampa, de Belén, de la Soledad; no más Alameda Grau con su Iglesia de San Francisco. No más los pocos amigos que salieron por Tacllán, Calicanto, Moterrey.
Yo salí por Tacllán, como diría Vallejo: “un día del cual tengo ya el recuerdo”, pícaro lebrelillo de espuma..
Fuente:
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Walter Vidal Tarazona
- Maestro en Investigación y Docencia Universitaria, "[...] en lo personal sencillo, generoso, leal, ajeno a poses y figuraciones. En lo literario, un cantor, de profesión economista, que echa sus versos al aire con esa espontaneidad propia de los juglares de antaño." NÉSTOR ESPINOZA.