Lima, 22 de junio de 2012
Hola Cordillera Blanca:
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Muchas gracias por tu comentario sobre la galería de vistas fotográficas "HUAYHUASH: Las Montañas Supremas del Cóndor", un pequeño homenaje a la Memoria de Renzo Uccelli, el ángel de los glaciares:
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Muchas gracias por tu comentario sobre la galería de vistas fotográficas "HUAYHUASH: Las Montañas Supremas del Cóndor", un pequeño homenaje a la Memoria de Renzo Uccelli, el ángel de los glaciares:
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Recuerdo
las palabras de mi mamá cuando salí de Chiquián a fines de 1967 para
abrirme paso en Lima, Capital de la República del Perú: 'ama
la luz en cada despertar y la quietud de la tarde al ponerse el Sol,
como el viento ama el aroma de la flor y lo comparte por doquier;
saborea el agua hasta la última gota y agradece a Dios por su bendición.
No olvides que eres el faro, la brújula y el gerente de esa pequeña
empresa humana llamada Nalo, y sé a la vez motor y hélice de tu
desarrollo. Cuando te sientas solo o te abrumen los pesares en el fluir
de los años, no te alarmes, pues todo pasa en la vida: tarde o
temprano...'.
Dicen que cuando duele el corazón por la pérdida de un ser amado, gime el viento, el Sol se oculta en las nubes del pensamiento y el alma se hace grieta. Esto me ocurrió en llaga viva el 20 de febrero de 2002, cuando mi mamá acudió al llamado del Altisimo, luego el 25 de octubre de 2010 por la partida de mi papá. Pero también el viento es el heraldo que trae aromas de primavera cuando añoramos los telares donde enhebramos los primeros sueños; sólo así se entiende el amor supremo que sentimos por nuestra tierra estando lejos. Es como ver el cielo acariciando la piel del Yerupajá o del Huascarán, contemplando sus cimas mientras dura el éxtasis, que es muy breve, pues ni siquiera el más osado alpinista permanece en la cúspide más allá del flash de una cámara que capta su hazaña, que no es conquista, ya que los picachos son dueños absolutos de la tormenta en el reino blanco, como es dueño del sentimiento telúrico, el lugar que mece la infancia.
Ahora que estás ingresando por el angosto cauce de los éditos literarios, en un país poco amoroso con los libros, registra con lápiz, borrador y papel todo lo que veas y sientas, pero sobre todo comparte tu obra y la de los demás a través de tu blog, sin mezquindad ni miedo al plagio, menos hagas gala de algún triunfo fugaz, que tarde o temprano hace añicos la dura roca de la confraternidad; y cuando escribas para darle forma a tus creaciones, procura que la savia corra imperturbable en lo más hondo de tu sentimiento, sólo así temerás menos lo desconocido.
Sé que la vida es de corto tránsito, y que después de ésta, no hay otra, al menos nadie ha regresado del más allá, sólo Jesús; por eso cuando mueren los paisanos se me inunda el pecho de tristeza, mas el hecho de haber escrito sobre ellos en vida, hace que mi corazón se reconforte de sólo pensar que nos dejan buena simiente en cada uno de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Elevemos nuestras oraciones por el alma buena del dilecto ciudadano Teófilo Aranda Aliaga, cuyos restos mortales se están velando en el Club Celendín (Av. Brasil, cuadra 15 - Lima). Don Teófilo es primo de nuestro entrañable amigo Roberto Aranda Chavez.
Igualmente escribo para ayudar a mis coterráneos a plasmar la historia de la Patria chica, tan llena de cosas bellas que expresar; así cuando me siento aturdido en el laberinto de mis tribulaciones que ya suman varios inviernos, vuelvo a leer lo escrito y vislumbro cada vez mejor el futuro en ciernes.
Otras veces escribo para darle rienda suelta a la fantasía, porque amo el Cosmos donde duermen el sueño eterno mis seres amados, y respeto a la naturaleza andina porque allí moran las personas que quiero.
Asimismo escribo para recordar a los que me patearon cuando caía en mis tropezones literarios, pero no para negarles mi mano fraterna en un momento dado, sino para recordar, que no todos nos aman en este valle de dardos y llanto.
Jamás olvides que la existencia terrena no está exenta de frustraciones, pero también plena de oportunidades. Nadie puede impedir el paso del tiempo, tampoco el dolor del alma y las angustias del corazón, ya que todo en la vida tiene un precio que tarde o temprano se paga: contante y sonante como decía el buen Shapra.
En fin amiga, escribo para dejar las huellas de mis callos en los rudos caminos de herradura y en los de lustroso asfalto, también.
Recibe un afrazo fraterno y un garabato de mis años viejos.
Tu amigo,
Nalo Alvarado Balarezo
Dicen que cuando duele el corazón por la pérdida de un ser amado, gime el viento, el Sol se oculta en las nubes del pensamiento y el alma se hace grieta. Esto me ocurrió en llaga viva el 20 de febrero de 2002, cuando mi mamá acudió al llamado del Altisimo, luego el 25 de octubre de 2010 por la partida de mi papá. Pero también el viento es el heraldo que trae aromas de primavera cuando añoramos los telares donde enhebramos los primeros sueños; sólo así se entiende el amor supremo que sentimos por nuestra tierra estando lejos. Es como ver el cielo acariciando la piel del Yerupajá o del Huascarán, contemplando sus cimas mientras dura el éxtasis, que es muy breve, pues ni siquiera el más osado alpinista permanece en la cúspide más allá del flash de una cámara que capta su hazaña, que no es conquista, ya que los picachos son dueños absolutos de la tormenta en el reino blanco, como es dueño del sentimiento telúrico, el lugar que mece la infancia.
Ahora que estás ingresando por el angosto cauce de los éditos literarios, en un país poco amoroso con los libros, registra con lápiz, borrador y papel todo lo que veas y sientas, pero sobre todo comparte tu obra y la de los demás a través de tu blog, sin mezquindad ni miedo al plagio, menos hagas gala de algún triunfo fugaz, que tarde o temprano hace añicos la dura roca de la confraternidad; y cuando escribas para darle forma a tus creaciones, procura que la savia corra imperturbable en lo más hondo de tu sentimiento, sólo así temerás menos lo desconocido.
Sé que la vida es de corto tránsito, y que después de ésta, no hay otra, al menos nadie ha regresado del más allá, sólo Jesús; por eso cuando mueren los paisanos se me inunda el pecho de tristeza, mas el hecho de haber escrito sobre ellos en vida, hace que mi corazón se reconforte de sólo pensar que nos dejan buena simiente en cada uno de sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. Elevemos nuestras oraciones por el alma buena del dilecto ciudadano Teófilo Aranda Aliaga, cuyos restos mortales se están velando en el Club Celendín (Av. Brasil, cuadra 15 - Lima). Don Teófilo es primo de nuestro entrañable amigo Roberto Aranda Chavez.
Igualmente escribo para ayudar a mis coterráneos a plasmar la historia de la Patria chica, tan llena de cosas bellas que expresar; así cuando me siento aturdido en el laberinto de mis tribulaciones que ya suman varios inviernos, vuelvo a leer lo escrito y vislumbro cada vez mejor el futuro en ciernes.
Otras veces escribo para darle rienda suelta a la fantasía, porque amo el Cosmos donde duermen el sueño eterno mis seres amados, y respeto a la naturaleza andina porque allí moran las personas que quiero.
Asimismo escribo para recordar a los que me patearon cuando caía en mis tropezones literarios, pero no para negarles mi mano fraterna en un momento dado, sino para recordar, que no todos nos aman en este valle de dardos y llanto.
Jamás olvides que la existencia terrena no está exenta de frustraciones, pero también plena de oportunidades. Nadie puede impedir el paso del tiempo, tampoco el dolor del alma y las angustias del corazón, ya que todo en la vida tiene un precio que tarde o temprano se paga: contante y sonante como decía el buen Shapra.
En fin amiga, escribo para dejar las huellas de mis callos en los rudos caminos de herradura y en los de lustroso asfalto, también.
Recibe un afrazo fraterno y un garabato de mis años viejos.
Tu amigo,
Nalo Alvarado Balarezo
MIS CAMINOS...
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Siempre encuentro el derrotero
que conduce a tu morada;
unos son senderos,
otros sólo trechos;
pero todos van
hacia ti.
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Son caminos de sueños,
también de espinas
que hincan el alma
sin clemencia
causando
dolor.
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Caminos
sin murallas,
tampoco fronteras,
sólo vastos horizontes
y la Luna alumbrando los pasos
que buscan la estrella 'LIBERTAD'
....
Nalo Alvarado Balarezo - 15651
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Chiquián: camino a Racrán