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¡QUÉ ES LO QUE HAN HECHO DE TI, MAMA PACHA!
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…¿Por qué lloras, Huascarán,
hasta rasgar tu misma entraña?
(De: Cantos de paz, amor y esperanza, p.33)
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La fría mañana del domingo 11 de abril, un bloque de hielo del Hualcán se desprende a una laguna de 195.755 m2, cuyo desborde, de 10 metros cúbicos
por segundo, provoca un alud de agua, lodo y piedras que bajando por la
quebrada de Shonqui sepulta el valle de Chucchún en el distrito de
Acopampa. Los nevados de la cordillera blanca se encuentran agrietados y
siguen llorando permanentemente.
Los
“desastres” se están desencadenando en todas partes del mundo. Lo que
antes ocurría cada 100 años hoy ocurre en el transcurso de un año aprox.
Como toda cosa mala, también las causas que originan, así como sus
consecuencias, se han globalizado. En estos momentos, “Día de la Tierra”, en que estoy escribiendo este artículo, aún están flotando en el cielo europeo, a 6 000 metros
de altura, nubes de ceniza producidas por la erupción de un volcán
islandés, que ha interrumpido el tráfico aéreo, mientras un sismo de 7.1
grados sacudía la meseta tibetana, al noroeste de China, matando más de
1140 personas de extrema pobreza. Los terremotos en Chile y Haití son
recientes.
¿Se esperaba acaso que la Naturaleza no iba a reaccionar ante tanta majadería del Hombre?
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Un Paraíso Natural
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A
15 años del aluvión de Ranrahirca, Víctor Ramos Guardia (1983) –
excelente médico a quien los huarasinos quisieron perennizarlo
designando al Hospital de Belén con su nombre que hoy el gobierno
regional quiere echar por los suelos- decía “vivimos en un paraíso que nosotros mismos ignoramos”. Sin duda, pues Huaraz era un paraíso natural. Pero, ciertamente, ¿hasta cuándo seguirá siéndolo?
Como
naturaleza, Huaraz es generosa y encantadora, como muy pocos lugares en
el mundo. El azul de su cielo -distinguido no en vano como “azul
huaracino”- y sus celajes, reflejados en sus risueñas lagunas; la
blancura apacible de sus nevados y de las espumas juguetonas de sus
cristalinos riachuelos y bullangueros ríos; el verde y sus matices que
primorosos se extienden desde los quenuales y kishuares por los ichus
hasta los majestuosos árboles de sus valles, desde donde nace el
verde-azul-plomo macizo que enarbola el más alto pico del Perú y uno de
los más elevados del mundo. La fragancia del aire y las yerbas del
campo, el aroma de las flores y frutos silvestres, de sus eucaliptos…
hacen posible, realmente, un paraíso, donde las aves más hermosas y los
pajaritos más lindos surcan el espacio y cantan en los árboles y en las
rocas, donde las tzacuas, las vizcachas, los venados y muchas otras
criaturas salvajes han hecho su dulce hogar.
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Una cultura adversa a la naturaleza
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Sin
embargo, pues, no sólo las tzacuas, las vizcachas, los venados y muchas
otras criaturas salvajes han sido puestos allí, en ese “paraíso”.
También el hombre, racional a diferencia de sus “hermanos animales”,
acompañado de su milenaria experiencia, está allí, en el “paraíso”,
gravitando enormemente en su conservación y transformación.
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En
un principio, el hombre fue amigable con la naturaleza, diríamos que
estuvo sometido por mucho tiempo a ella, por temor o por amor como fue
el caso del imperio incásico. Pero tan pronto como fue “civilizándose”,
cambió su conducta con ella; hoy día, pese a su racionalidad y su
experiencia, resulta ser el animal más cruel y pernicioso no sólo con la
naturaleza, sino, también, con los animales, muchos en extinción.
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Hoy,
tiempos de grandes cambios y de avances en la ciencia y la tecnología,
el hombre, con toda su cultura que ha construido, se ha esclavizado a
ese estilo de vida carente de valores morales y humanos, pragmático
(competencia, desprecio por la vida), se ha situado muy lejos del
concepto de cultura que le proporciona la capacidad de reflexionar sobre
sí mismo, que hace de él un ser específicamente humano, racional,
crítico y éticamente comprometido. Edgar Morin (2007) en sus “Siete saberes necesarios a la educación del futuro”
escribe: “La comunicación triunfa; el planeta está atravesado por
redes, faxes, teléfonos celulares, módems, Internet. Y sin embargo, la
incomprensión sigue siendo general”.
Desarmado
de su lucidez, hoy, el hombre se ha puesto a adorar la sensualidad, el
egoísmo, la competencia, se ha olvidado de otros conocimientos más
humanos como la axiología, la teleología, la moral y otras armas más que
posee la filosofía y la educación.
Estamos
entrando a la segunda década del tercer milenio sin comprender aún
¿quiénes somos?, ¿dónde estamos?, ¿de dónde venimos?, a ¿dónde vamos?;
pero sobre todo, sin muchas esperanzas para mejorar nuestra conducta con
el medio ambiente. La Cumbre
de Copenhague realizada en diciembre último (2009) para limitar las
emisiones de gases tóxicos que envenenan el medio ambiente y producen el
efecto invernadero, se perdió en enfrentamientos y discursos,
principalmente entre Barack Obama y Hu
Jintao presidente de China (sus países producen el 41% de las emisiones
del mundo y el Perú estando entre los cinco países más afectados por el
calentamiento global, apenas su emisión está por 0.4% del total producido).
Es,
pues, ese estilo de vida egoísta y ese comportamiento vacío de valores,
los que han generado una cultura de enfrentamiento suicida con la
naturaleza, que, por lo demas, resulta insostenible ambientalmente,
socialmente y económicamente.
Nuestras
autoridades, en general, quienes deben de velar por la conservación del
ambiente ecológico (y estar preocupados también por la ecología
social), están más interesados en trabajos visibles como inmensas
edificaciones, parques, a fin de asegurarse la re elección y tal vez
–muchos- sus “comisiones”; las instituciones educativas (cada vez más
centralizadas en Lima) están convertidas en centros de instrucción y
adiestramiento y no están preocupadas en el desarrollo pleno del ser
humano ni en su formación integral; la población en general ignora o
“prefiere ignorar” lo que está
sucediendo con el medio ambiente; el campesino pobre y los marginados en
la ciudad, que son los que más están expuestos al aire contaminado por
las mineras, los vehículos de transporte que emiten C02 (Huarupampa),
del basural cerca de sus narices (Quillcay), no tienen la educación
adecuada para contrarrestar porque ésta, jamás fue incluyente ni
descentralizada.
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El Planeta tiene “fiebre”
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El efecto invernadero es un fenómeno natural, importante para la vida en la Tierra,
pero la intensificación de las concentraciones de gases, al impedir que
escape al espacio las radiaciones infrarrojos, está produciendo el
calentamiento global (de todo el globo terrestre); es decir, un aumento
de la temperatura de nuestro planeta que es causa de la fusión de
porciones del hielo polar y el deshielo de los nevados, que hace que el
nivel del mar aumente, que la magnitud y frecuencia de las lluvias
también aumenten debido a un incremento en la evaporación de los cuerpos
de aguas superficiales.
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La
intensificación de la concentración de los gases de efecto invernadero
se debe al uso de la energía en centrales termoeléctricas, a las
industrias contaminantes (las mineras en Huaraz por ejemplo),
circulación de vehículos, basurales, hasta el humo del cigarrillo, es
decir, todo aquello que libera gases que suben a la atmósfera e impiden
que el planeta se libere de sus rayos infrarrojos.
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Este
calentamiento global, es sólo un aspecto de la reacción natural a esa
cultura que ha construido el Hombre y ha puesto al borde de la guerra la
relación naturaleza-hombre; hay otras atrocidades que están causando
daño a la naturaleza, como el adelgazamiento de la capa de ozono, el
cambio climático, la desertización; y otras más selectivas a nivel local
como contaminación.
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¿Tiene
cura la enfermedad que adolece el Mundo, de la que el culpable directo
es el Hombre?
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¿Pondrá el Hombre todo su arsenal científico y tecnológico
para salvar la tierra? ¡Mas le valga!.
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Algunas interrogantes a manera de conclusiones
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¿No es lógica la reacción, al fin y al cabo suicida también, de la Naturaleza
que estamos presenciando cada vez más a menudo, como respuesta a todas
las majaderías y daños que el Hombre ha emprendido contra ella desde
hace mucho tiempo? ¿Tuvo que ver el terremoto del 31 de mayo 1970 con
las constantes explosiones nucleares en el Pacífico?¿Tiene escondidas,
la ciencia, respuestas a estas interrogantes o no hay investigaciones
científicas cuando se trata de temas que develan intereses
poderosísimas?.
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Solamente
podemos asegurar que tendremos muchos terremotos más. Que habrá
desbordes y aluviones como podemos colegir de la lectura de un reporte
que “El Comercio publicó el domingo 9 de agosto del año pasado (“Huaraz: Población en riesgo por falta de prevención) o más recientemente del Canal 7, cuyo equipo periodístico fue el primero en llegar a la laguna 513 después de su desborde el pasado 11 de abril?
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Sí,
pues, la revolución industrial modificó la relación Hombre- Naturaleza,
y la cultura empezó a desarrollarse en base a la ciencia, tecnología,
mercado, valor del dinero y fue perdiendo la ética como “brújula” de sus actos, mientras que la Tierra
empieza a sufrir los embates de esta moral de la libertad económica.
Esta interrelación, cultura-naturaleza, de continuar sin modificarse,
nos dice mucho de lo que sucederá con nuestro planeta y en particular
con nuestro Huascarán. No fue premonitoria los versos de nuestro Cantos
de paz… (supra)? No, para nada. Huascarán y sus hermanos Huandoy y
Hualcán vienen quejándose, con lágrimas deslizándose por sus mejillas,
desde hace muchos años atrás. Hoy han empezado a caerse por pedazos.
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Walter
Vergara, especialista en Desarrollo Ambiental para América Latina y el
Caribe del Banco Mundial (BM), entrevistado por “El Comercio”
(31.01.09), sostiene que el ecosistema de montaña se calentará mucho más
rápido que como se está calentando el planeta en promedio; que “La Cordillera Blanca
en algún momento no será blanca y posiblemente el proceso sea
irreversible, quedarán remanentes pequeños de glaciares cuando se
estabilice la temperatura”. Añade, el especialista del BM, que el agua
para las ciudades de altura será difícil de obtener.
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Nosotros, los de a pie, solo juntaremos nuestras manos ante el apu más grande y bello de la cordillera blanca para decirle No llores, Huascarán/ hasta rasgar tu misma entraña
… Y de rodillas caer al suelo para pedirle a Dios su sola mirada a
tanta miseria humana, que nos está conduciendo a la muerte y
destrucción.
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AUTOR:
WALTER VIDAL TARAZONA
WALTER VIDAL TARAZONA
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LLAMELLÍN - HOMENAJE AL ESCRITOR JULIO CÉSAR POZO CUEVA - POR WALTER VIDAL TARAZONA
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