EL CINE MUDO
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Es lunes 28 de julio de 1958. Chiquián se viste de gala por segundo año consecutivo con la llegada del cine mudo 'Mejoral'. En horas de la mañana se llevó a cabo el Desfile Escolar por Fiestas Patrias, bajo un cielo azul intenso. Son las 3 de la tarde, el sol duerme en los tejados. Los chiuchis continúan celebrando con raspadillas rojiblancas sus notas azules en aprovechamiento y el inicio de las vacaciones de medio año.
Haciendo eco a los festejos, la viuda Macshi "Capuliñahui” por fin le da el sí al rucu Amacho del barrio de Cruz del Olvido. Atrás quedaron los meses de silbidos mustios, de ruegos tras la puerta y versos plañideros en papelitos enrollados. Como prueba de amor longevo acuerdan ir al cine mudo. Ella acaba de cumplir 79 y él, si Dios lo permite, cumplirá 99 en noviembre.
A las siete de la noche ambos acuden a la cita y se dirigen al rincón más tranquilo y abrigado de la plaza para ver la película al aire libre, un discreto nido de amor cerca de la Iglesia, en cuyo frontis pende un ecran de tocuyo, blanqueado con cal y mazo en el veneciano Jupash.
Terminada la función la viuda retorna muy molesta a su casa. Toca la puerta, su hija Alicha, abre. Viendo a su madre con cara de pocos amigos, le pregunta:
- ¿Qué pasa mamita, por qué vienes sola y enojada?
- Es que he estado de malas hijita, no sabes cuánto me peso haber ido a la cita.
- ¿Por qué mamita, acaso don Amacho se ha propasado contigo?.
- Sería la mujer más feliz de Paucaracra si se
hubiera propasado. Lo cierto es que este rucu
del diablo se durmió 7 veces durante la función y tuve que meterle sus buenos
lapos, pensando que estaba muerto...
Fuente:
El Juguete y Otros Cuentos, de Nalo Alvarado Balarezo