ESTÉS
TRISTE
Danilo Sánchez Lihón
1. Siendo
cierto
He sabido, mamá, que a mis hermanos los llamas llorando a preguntarles y a decirles que tienen que verme, y que se preocupen por mí.
Y, ¡que algo me pasa!
Porque al hablar por teléfono sientes que mi voz es mi voz, pero que hay algo en ella que se quiebra. Un rasgo que tú notas.
Pero mamá, yo te digo: que ¡estoy bien!
Mi lógica –te lo estoy demostrando– es firme, y mi corazón es fuerte. Aunque quizá haya un acento que escape a todo control y dominio y un tono que nos traicione.
Siendo cierto que para una madre no hay hijo que enmudezca, ni pena de un hijo que se le escape.
Ni queja de un hijo suyo que le sea escondida, ni voz que se apague ni que le sea oculta.
2. Tú
bien lo sabes
Aunque yo creyera que estando tú lejos hasta ahí no alcanzaría a llegar ni mi llanto ni mi congoja ni mi quebranto.
Aunque yo creyera que nadie me oía, mira pues, eres tú que desde lejos estaba sintonizada conmigo.
Aunque yo creyera ¡que podía llorar a mares sin que me veas ni lo supieras!
Pero, confía en que tu pequeño sabrá salir adelante de cualquier desafío y peligro.
Tú bien lo sabes, que el más asustadizo de tus hijos, y que se ponía a temblar como un junco o una caña en tus desmayos, ha saltado y dejado atrás tinieblas.
Que ha hollado y vencido de niño muros inhiestos, parajes adustos y temibles abismos.
3. ¡A quién
sea!
¡Y eso tú lo sabes, mamá!
Que ha corrido veloz por oscuros atajos. ¿Recuerdas? ¡Tú me has abrazado y besado tanto por avanzar raudo como un cervatillo, apareciendo por cerros y luego desapareciendo por quebradas y bajíos!
¿Te acuerdas, mamá?
¡Y para volver a aparecer de nuevo por lo alto de una colina distante y lejana!
Eso cuando íbamos a cosechar maíz en Chacomas y había que avisar de esto y de lo otro al alpartidario. O, ¡a quién sea!
Recuerda que tu pequeño ha golpeado y ha abierto con sus puños temblorosos puertas endurecidas.
Y que, con sus pasos menudos, pero resueltos ha pisado y vencido a baldosas terribles y heladas.
4. Dormido
o despierto
Recuerda que ha superado intrincados obstáculos. Entonces, ¡ya no llores ni estés triste, mamá!
Aún más hoy día que es tu cumpleaños, y que debemos hablarnos, pero sin llorar.
También te consta, porque tú me has tenido en tu vientre, que mi pulso es recio, que mi pálpito es perfecto y que mi ilusión es invencible.
Y, muy al fondo, hasta pareciera que soy feliz. Y hasta que sonrío.
Y ten por seguro que mi alma está directamente conectada, con un lazo indisoluble, a los oídos de tu corazón.
Porque yo siento que igual converso contigo, dormido o despierto. Como si tú estuvieras a mi lado siempre, sin importarme que ahora estés tan lejos.
5. Esa sombra
morada
Y debes estar contenta, mamá. Tú sabes del tacto, del tino y del acierto de mis manos. Puesto que tú las has cogido y las has sostenido tanto de niño para que yo no cayera.
¡Que tú las has acariciado tanto y besado mucho más todavía! Eso tú misma me lo has dicho.
¡Que las has sujetado tanto, orando, hundidos mis puños apenas nacidos, y doblados mis dedos para tenerlos en las cuencas de tus ojos!
¡Encima de tus párpados que tienen esa sombra morada que de repente es por mí que se ha oscurecido tanto!
Igual a cómo los tiene la Virgen de la Puerta. ¡Huella de tus lágrimas ya jamás se secarán ni en el dorso ni en el cuenco de mis manos, ni en esta ni en otras vidas!
6. Ya
no llores
Manos que como siempre, mamá, están puras. Están limpias, como tú las querías, atentas para todo lo bueno. Y que son valerosas.
Y solidarias con todo lo auténtico y legítimo. Como tú lo has querido siempre que así ellas así fueran, ¡aunque tengamos que ser siempre pobres!
Diciéndote que tu pequeño sabe enfrentar acechanzas, encrucijadas y amenazas. Y mi ser, pese al cierzo y la borrasca, pese a la horrenda niebla que se cierne, está lleno de esperanza.
Tuyo es mi corazón y estas manos que tanto besaste. Y que las hiciste para defender todo lo noble que tú me enseñaste que tenía que defenderse en la vida.
Vida que ahora yo, como tú hacías antes y siempre, encomiendo al Apóstol Santiago de nuestro pueblo, y a la bendita Virgen de la Puerta de Otuzco.
Y, te ruego, mamá, ya no llores, ni estés triste por mi culpa.
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
Ediciones Infolectura: infolecturaeditorial@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
https://www.facebook.com/capulivallejo
*****
Teléfonos:
393-5196 / 99773-9575
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.