Yungay moderno
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
¿ADÓNDE
PALOMA
HAS VOLADO?
Danilo Sánchez Lihón
La indiferencia
prefigura el
castigo.
Juan
Ojeda
1.
De espaldas a toda realidad,
sidra
y ajenjo bebí en el Goyescas
Estaba
anoche absorto por la alarma
de un alud
e infinidad de muertos en las
faldas
de la Cordillera Blanca, con
nieves
eternas, y ahora cementerio
de inocentes.
Así
anduve a tientas, extasiado
en alguna
esquina, frente a filigranas,
de plata,
blasones y escudos de esta
villa tres veces
coronada, con crepúsculos
al final
de la avenida; mostrándole
los dientes,
al sol, perro alado, libélula
o tábano.
¡Beber
así para un hombre solitario
y abatido
hasta el fondo del alma, es
grave!
Es rodar por un abismo sin
centro
ni orillas. ¡Es grave y fatal,
Carmela!
2.
Después,
vino aquel amigo y largo rato
habló
de su chica. Y lloró hundiendo
su rostro
en los secos cardos y ortigas
silvestres
que adornan la mesa del bar.
Y no quise
en verdad al evocar la noticia
recordar
tus ojos Yungay, ni al clavel
de esa fuente,
ni la tarde en tu plaza donde
la garúa
mojó mis cabellos y mi gran
desolación
sin camino, techo ni posada.
En donde
hundí mis manos laceradas
en el agua
ya aquietada de tus pilastras
abandonadas.
Hoy en el cuenco de piedra
no te hallo
¿Adónde torcaza has volado?
3.
Ahora
al amanecer enloquecido leo
y copio,
aterido, otra vez delirante la
nota:
“Yungay toda ha desaparecido.
Nada
queda aunque nada se haya
roto
ni siquiera caído, porque todo
yace intacto,
aunque sepulto bajo la tierra
y el lodo.
No son restos de una vasija
hecha trizas
ni quebrada; ni es un campo
sin puertas
expuesto para las alimañas y
ratas:
Allí donde Almagro "El viejo"
ordenó
acuchillar quinientas mujeres
grávidas,
cortando él mismo los senos
con su mohosa
espada! Allí sólo queda el hilo
de las arañas
que pulsan y tientan nuevos
caminos,
¿que se quebrarán también
un día’"
4.
Después
nos tropezamos contigo en el
parque, ¡oh
ánima sobre la luz destrozada!
Y dijiste
a tientas detrás de la lluvia
raída
que empezó a caer: que no
sentías
nada, que
tres palmeras en
un pantano
no te inmutaban ni eran nada.
Ni clave
ni signo de algo trascendente
ni menos
el gesto de un hado cruel ni
inclemente
sobre esta geografía silente
y desolada,
sino ¡nada!, sólo la roca sin
alma y
sin mente. Es
decir: ¡nada!
Y en ti
todo eso en verdad, era así,
es decir: ¡cierto!
5.
Vi después,
en un borde de tus párpados,
fugaz
y congelada, y sin atreverse
siquiera a
nacer, un lágrima escondida.
Entonces
fue que te indagué por Irene.
Y dijiste:
"Caído el puente, las mujeres
con sus
hijos arrodillados esperaron
la avalancha.
¡Piedra y nieve sepultando a
un eterno y
dolido corazón! Fue en ese
instante
que vimos al diablo escapar
con el rabo
entre las
piernas huyendo
como
Almagro “El malo”, insidioso
y vil, por
la Pampa de las Vizcachas".
6.
En Lima
Diego de Almagro, así como
tú y como yo,
seguimos salvos, mirándonos
frente
a frente en el Bar Goyescas,
sabiendo
que es él quien quebranta y
revuelve la tierra
buscando tesoros, sinecuras
y prebendas
matando lo bueno y lo tierno.
Quien
ahoga los gritos y lamentos
con su mohosa
espada, aún no reseca ni de
esa
sangre, ni de esas lágrimas.
7.
Y hoy
fuiste conmigo Carmela, esta
tarde
desalmada y paseamos juntos
en el Panteón
de Surco, donde
escuchamos
otra vez
a la cuculí llorar por Yungay
en la tumba
de los muertos. Y en aquel
sitio
era nuevo y salvaje otra vez
su canto.
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