EN RECUERDO Y HOMENAJE A DON JORGE DÍAZ GAMARRA
Por Agustín Zúñiga Gamarra
Por Agustín Zúñiga Gamarra
“Ahí está entrando don Jorge, así que tenemos asegurado el brindis”, era la voz de Comunito, integrante del Club Atlético Tarapacá de Chiquián, cuando hacía notar la presencia del gran empresario de confecciones establecido en el Jr. Ayacucho, en los campeonatos de futbol provincial sea en los campos del Rímac, Guadalupe, Jircán u otros. Los jóvenes tarapaqueños aún no trabajaban, así que un refresco después de un buen partido, siempre era bienvenido, y don Jorge sabía que el buen juego debía premiarse.
Su amistad siempre fue superior a cualquier resultado de confrontación deportiva con nuestros hermanos de Cajacay. Pero su grandeza de persona estaba unida a la institucionalidad, que lo convirtió en promotor del desarrollo de su querido Cajacay, y por su puesto de nuestra Provincia (Bolognesi), esa preocupación lo llevó también a dedicarse permanentemente a la difusión en sus escuchados programas de Radio.
Cuando repasamos la partida de muchos ciudadanos chiquianos y bolognesinos de extirpe como la de don Jorge, nos lamentamos que mientras vivos no les hubiéramos hecho reconocimientos bien merecidos, por eso cuando nos encontramos en este velorio, con Uli, Abel y Vlady, nos propusimos reunirnos y homenajearlos a los dirigentes de esas épocas, de las que nos tocó vivir es decir de los 80, y aún viven.
Cuando llegué a Lima, por 1969, en el Jr. Ayacucho del Cercado en Lima, estaban las tiendas de mis primos Alarcón, y casi a una cuadra, estaba la tienda de confecciones y venta de telas de don Jorge, y con él trabajaba su hermano inseparable Lucho, múltiples veces entré a su tienda por algún encargo de las tiendas mis primos. Lo veía como un gran empresario, trabajando hasta tarde, allí estaba, cuando los jueves pasábamos camino a la plazuela del Congreso , donde con mis primos Nando, Edgar y Luchito, a casi las 8:30 de la noche, nos poníamos a jugar en el gras de la plaza Bolivar, por esos tiempos casi abandonado porque el gobierno militar lo tenía cerrado.
Luego de algunos años, ya estudiando en la Universidad de Ingeniería, y siendo integrante del Club Chiquián, y luego del Cahuide, en octubre de 1978, con motivo de las Bodas de Diamante de la Provincia de Bolognesi, el Centro Unión Hijos de la Provincia de Bolognesi, del cual era dirigente, junto al Dr. Alejos (QEP), convocaron a un equipo de futbol que los represente, entonces en calidad de capitán del mismo fuimos jugadores seleccionados de diversos distritos que jugábamos en Lima, alquilaron un ómnibus particular hasta Chiquián, iba extremadamente lento, llegamos casi en 18 horas, allí jugamos un partido extenso que no acababa nunca, seguíamos empate, con suplementario inacabable, querían ganarnos a como diera lugar, a pesar de todo terminamos 2 a 2 en el difícil campo de Jircán. La copa de los 75 años de la provincia nos pertenecía, porque con el empate, el visitante debería ganar, hubieron discusiones, finalmente nos dieron el primer lugar, pero con la copa cambiada, era una más chica que la que se mostraba antes del partido, nunca supe cómo se hizo el remplazo. En el equipo selección de Chiquián, al cual enfrentamos estaba entre otros, el recordado gran jugador Choclo (César Ortiz).
Anécdotas como esta, seguro que están en cada corazón y mente de los chiquianos y bolognesinos que jugábamos pelota en algún distrito de nuestra provincia, y lo veíamos cada domingo entrando al estadio, su imagen, imponente, altiva, siempre encabezando un grupo de paisanos, que lo esperaban para entrar juntos, y ganarse prestancia, los saludos no faltaban desde los diversos grupos y distritos, él levantaba el brazo para agradecer la amabilidad. Pero el lugar que lo esperaba con especial orgullo era el equipo de su amado Cajacay. Que para nosotros del Cahuide o Tarapacá, siempre fue el equipo rival más difícil.
Pero no sólo los campos de futbol, fueron los espacios donde él frecuentaba su amistad y dedicación, sino por el contrario, los espacios de su mayor entrega estaban en las oficinas del Estado, de la alcaldía, de la comunidad, donde él buscaba desinteresadamente soluciones para su Cajacay, para promover esas actividades y decir su verdad, abrió programas de radio en muchas emisoras.
Hoy, casi 11 de la noche, cuando escribo esta nota, luego de haber visitado su velorio a mediodía, en su casa de Chacra Rios, junto a Vladimiro Reyes, Ulises Zúñiga y Abel Alvarado, y haber saludado a su esposa, hijos, hermanos y familiares, recorro los recuerdos de este gran dirigente, típico de aquellos que ya no se ven ahora. “Se van acabando esos dirigentes que eran para sacarse el sombrero. Y cúanta falta nos hacen”, decíamos. Entonces concluimos, no es justo que los pocos que todavía quedan, se vayan sin homenajes. Por eso nos comprometimos de hacer una reunión para brindarles ese reconocimiento y que en el futuro, las instituciones que hoy existen no deberían olvidarse de los dirigentes vivos que fueron estandartes esforzados en la creación de las mismas.
Aunque este homenaje, tardío, es muy pequeño, para lo que se merece don Jorge, sé sin embargo que, mis cortas palabras que también las brindé en el velorio, están plenas de sinceridad que muchos que lo conocimos en el campo se lo hubiéramos hecho saber con el mayor de los gustos. Pero nuestra sociedad actual estresante por el trabajo y el individualismo ciego, nos hace perder de vista por los mayores, y los olvidamos, sin miramientos, desconociendo su aporte al presente, de nuestra cultura e instituciones. Esta no es una disculpa, es mas bien un examen de conciencia colectivo que quisiera no se repita con otros que aún están vivos.
En recuerdo a tu presencia Jorge, alegre, militante, esforzada por tu pueblo, en miles de momentos de futbol, conversaciones, y audios.
Te saludamos en tu partida física. Pero a la vez te abrimos los brazos para recibirte eternamente con tus ideas que acompañará a nuestras instituciones.
Hasta siempre Jorge, amigo y dirigente.
La Pluma del Viento
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