JULIANCITO:
UN ABRAZO POR UNA SONRISA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Domingo
azul en Chiquián de 1960. Tengo 10 años de edad. Es 29 de agosto, día de
avellanas rubricando el cielo de fiesta, en homenaje a Santa Rosa de
Lima, patrona del pueblo. La risa de los niños de lozana primavera
cuaja la mañana de celosía multicolor. Los balcones del jirón Comercio
acechan impacientes el inicio de la Entrada en la plazoleta de Quihuillán.
Voy
camino al barrio de Shulu, atraído por los sones de la banda de
Mangas. Llego a la esquina de Comercio con Tarapacá, y allí está parado
Juliancito, nuestro "Mudito de Huasta", esperando que las tiendas abran
sus puertas solidarias.
Son
las 7.30, Chiquián va despertando de la Salva con el padre Sol que
pinta de oro y rubí los tejados añejos. Jualiancito me tiende su mano y no
tengo pan, tampoco una moneda que ofrecerle, mis bolsillos están
vacíos, pero no mi pequeño corazón que se comprime y sobresalta, le doy
un fuerte abrazo, él me regala una sonrisa que se perenniza en mis
latidos. Con seguridad, la misma emoción siente el sendero cuando
abraza al camino, el arroyo al río y éste cuando abraza al ancho mar.
Abrazos y sonrisas, amplios caminos y ríos inagotables que conducen al
amor supremo, al verdadero amor.
* * *
Aquel
29 de agosto, una vez más comprendí que la sonrisa es el camino más
corto hacía el corazón humano y pinta de alborada el espíritu; que el abrazo es
el lazo que une con más fuerza a los seres vivientes, abre horizontes y
alivia las heridas. Hoy, 3 décadas después, la sonrisa de Juliancito
sigue iluminando con la misma intensidad mis pasos que van hacia ti, simpre hacia ti.
*
Parientana, 30 AGO 1991
Parientana, 30 AGO 1991
Fuente:
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Imagen de la portada: Jesús Bolarte Ramírez
