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FIESTA PATRONAL DE PISCOBAMBA
FIESTA PATRONAL DE PISCOBAMBA
Por Juan Rodríguez Jara
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De enero a abril de cada año, los alféreces de la fiesta Patronal de San Pedro y San Pablo en la ciudad de Piscobamba, “La novia de los andes”, capital de la provincia oriental ancashina de Mariscal Luzuriaga, convocan a sus familiares, amigos y paisanos a una fiesta en el local del Club Piscobamba en Lima, y en la ciudad de Piscobamba, que ha sido bautizada como “EL HUCHUY” que traducido sería “sentarse”.
El huchuy consiste en que el alférez invita un almuerzo acompañado por una orquesta o equipo musical. Al finalizar los oferentes anuncian que cada concurrente se anote con la ayuda que debe brindar para la celebración de la fiesta patronal del próximo año. Esta fiesta se desarrolla en Lima y Piscobamba, donde cada paisano haciendo gala de su generosidad se anota de acuerdo a su economía o en forma familiar para que el obsequio sea más notorio. En Piscobamba acostumbran obsequiar banda de música por horas, banda que lleva la pareja de alféreces, un toro, carneros, chanchos, aves de corral, cervezas y en efectivo, cuya relación será publicada en las esquelas de invitación. También hay devotos que obsequian vestidos y capas para los Santos Patrones San Pedro y San Pablo, no se queda atrás San Isidro, que viene invitado con su traje de lujo. El alférez, como dispone de gran cantidad de “Qelly”, tiene que hacer buena fiesta con agasajos al público, muchas veces queda algún torito que no fue sacrificado.
El día 28 de junio es la víspera, ya los toros y carneros cuelgan de grandes maderos en la casa se los mayordomos, las gallinas y cuyes pelados guardan en bateas y canastas para la hora del hervido, la chicha fermenta, las cajas de cerveza aguardan su turno en un lado.
Los hijos residentes en Lima, utilizan las agencias de viaje: Renzo, El veloz, Chavín Express y el Solitario, que vienen llenos, regresando vacíos para un nuevo viaje relámpago. Muchos llegan con sus camionetas 4 x 4 o combis, los mas osados en motocicleta, convirtiendo a la ciudad de Piscobamba en una playa de estacionamiento; porque las casas no disponen de cocheras. A los patios de las casas, antes solamente ingresaban caballos, vacas y burros. Se llena la ciudad, ya no hay camas en los hoteles, todos los catres han comenzado a servir de dulce descanso al cuerpo de propios y extraños que han viajado más de 24 horas.
El sol se va dormir con el ocaso, las comparsas se alistan para salir a recorrer la ciudad, se escucha uno o dos cohetes en la casa de un vecino que prueba el producto pirotécnico. En las capillas de las cuatro esquinas de la plaza de armas, se recibe a los visitantes, también la chicha comienza a juntar amigos y familiares, números menores juegan en las calles y se preparan todos para la víspera que se inicia a las seis de la tarde cuando se termine de armar el castillo de 7, 8, 9 o 10 cuerpos, dependiendo de la importancia del pago del obsequiante; las roncadoras perfilan sus notas buscando que algún vecino los contrate para una jarana, privada tal vez.
Llega la algarabía con la confusión de los bailarines devotos de San Pedro y San Pablo que en sus andas son floreados por la hermandad, se prenden los cirios para que eleven oraciones y derritan los pecados de la Tierra.
El mayordomo viene con la comitiva a la iglesia donde se oficia la víspera por el párroco, los residentes con los visitantes se confunden y todos rezan para luego salir a bailar hasta la madrugada. El castillo se quema con sus luces multicolores alegrando en unos instantes a los concurrentes, las avellanas se elevan desafiando al cielo.
El día 29, a las cinco de la mañana, los camaretazos de tradición. Llevan los desayunos a las casas y hoteles, mientras se alistan los trajes nuevos y zapatos trujillanos para concurrir a la misa. Se van agrupando en inmediaciones de la iglesia para lucir sus galas, sus máquinas fotográficas, filmadoras y algunos con los celulares último modelo filman y toman fotografías, hacieno derroche de tecnología como si fuera un concurso. Llueven los saludos y abrazos, los reconocimientos de familiares que se ven después de tiempo, muchos admiran el buen vestir de los hijos criollos, o los mismos poblanos exhiben su mejor casimir en la misa central.
Llega la hora de la misa, la campana comienza a llamar a los feligreses con su voz maltratada por el tiempo, no tiene ese tañido de la campana colonial que a kilómetros
arrancaba el eco de los apus: Huancash, Llave Jirca y otros que se mantenían atentos. Pasan los bailarines con sus comparsas y los músicos en extrema exhibición, los familiares como seguidores ante cualquier eventualidad del danzante en su vestimenta o por cansancio.
El párroco “Taita cura”, con su ornamento nuevo, algunas veces acompañado por otro sacerdote de la parroquia cercana, su sermón de estilo acorde a la ocasión y la consagración: levanta la Hostia al ritmo de la banda de músicos que tocan “arriba arriba”, muchos comulgan para demostrar su creencia y atentos están los curiosos, otros elevan su oración al cielo con humildad y fe; en tanto en el exterior de la pequeña capilla moderna los cohetes se suceden uno tras otro.
Sale la procesión por la circunferencia de la gran Plaza de Armas de Piscobamba, al ritmo de las avellanas que sahúman al eucalipto con sus humos y rompen la tranquilidad de las nubes en el cielo para agradar a papa Dios. San Pedro no tiene mar de peces en Piscobamba, va por las calle con su amigo San Pablo y su invitado San Andrés, al mediodía retornan a sus altares los santos patrones y los asistentes se dirigen al almuerzo que ofrece el mayordomo donde los platos se multiplicaran y las bebidas se consumen en toda su dimensión.
En la tarde tal vez hay jugada de gallos, velada como antaño organizada por el colegio para recaudar fondos, rifas y tómbolas para distraer a los asistentes.
El 30 de junio San Pablo dispone de tu calendario, con la carrera de caballos, carreta a las cintas, jugada de gallos o quizá una corrida de toros como antes.
Los días siguientes los limeños aprovechan para ir de caminata a los parajes que tiene la provincia, luego empacan y viene el retorno con las agencias Renzo, Veloz, Chavín Exprés y Solitario, hasta el próximo año cuando regresen a ver a San Pedro. El pueblo, como siempre, seguirá esperando...
La Fiesta de San Pedro y San Pablo se festeja también en Roma, en Cerro de Pasco (San Pedro de Ninacaca), Junín, Lima, Lambayeque y varias provincias vecinas de Ancash.
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De enero a abril de cada año, los alféreces de la fiesta Patronal de San Pedro y San Pablo en la ciudad de Piscobamba, “La novia de los andes”, capital de la provincia oriental ancashina de Mariscal Luzuriaga, convocan a sus familiares, amigos y paisanos a una fiesta en el local del Club Piscobamba en Lima, y en la ciudad de Piscobamba, que ha sido bautizada como “EL HUCHUY” que traducido sería “sentarse”.
El huchuy consiste en que el alférez invita un almuerzo acompañado por una orquesta o equipo musical. Al finalizar los oferentes anuncian que cada concurrente se anote con la ayuda que debe brindar para la celebración de la fiesta patronal del próximo año. Esta fiesta se desarrolla en Lima y Piscobamba, donde cada paisano haciendo gala de su generosidad se anota de acuerdo a su economía o en forma familiar para que el obsequio sea más notorio. En Piscobamba acostumbran obsequiar banda de música por horas, banda que lleva la pareja de alféreces, un toro, carneros, chanchos, aves de corral, cervezas y en efectivo, cuya relación será publicada en las esquelas de invitación. También hay devotos que obsequian vestidos y capas para los Santos Patrones San Pedro y San Pablo, no se queda atrás San Isidro, que viene invitado con su traje de lujo. El alférez, como dispone de gran cantidad de “Qelly”, tiene que hacer buena fiesta con agasajos al público, muchas veces queda algún torito que no fue sacrificado.
El día 28 de junio es la víspera, ya los toros y carneros cuelgan de grandes maderos en la casa se los mayordomos, las gallinas y cuyes pelados guardan en bateas y canastas para la hora del hervido, la chicha fermenta, las cajas de cerveza aguardan su turno en un lado.
Los hijos residentes en Lima, utilizan las agencias de viaje: Renzo, El veloz, Chavín Express y el Solitario, que vienen llenos, regresando vacíos para un nuevo viaje relámpago. Muchos llegan con sus camionetas 4 x 4 o combis, los mas osados en motocicleta, convirtiendo a la ciudad de Piscobamba en una playa de estacionamiento; porque las casas no disponen de cocheras. A los patios de las casas, antes solamente ingresaban caballos, vacas y burros. Se llena la ciudad, ya no hay camas en los hoteles, todos los catres han comenzado a servir de dulce descanso al cuerpo de propios y extraños que han viajado más de 24 horas.
El sol se va dormir con el ocaso, las comparsas se alistan para salir a recorrer la ciudad, se escucha uno o dos cohetes en la casa de un vecino que prueba el producto pirotécnico. En las capillas de las cuatro esquinas de la plaza de armas, se recibe a los visitantes, también la chicha comienza a juntar amigos y familiares, números menores juegan en las calles y se preparan todos para la víspera que se inicia a las seis de la tarde cuando se termine de armar el castillo de 7, 8, 9 o 10 cuerpos, dependiendo de la importancia del pago del obsequiante; las roncadoras perfilan sus notas buscando que algún vecino los contrate para una jarana, privada tal vez.
Llega la algarabía con la confusión de los bailarines devotos de San Pedro y San Pablo que en sus andas son floreados por la hermandad, se prenden los cirios para que eleven oraciones y derritan los pecados de la Tierra.
El mayordomo viene con la comitiva a la iglesia donde se oficia la víspera por el párroco, los residentes con los visitantes se confunden y todos rezan para luego salir a bailar hasta la madrugada. El castillo se quema con sus luces multicolores alegrando en unos instantes a los concurrentes, las avellanas se elevan desafiando al cielo.
El día 29, a las cinco de la mañana, los camaretazos de tradición. Llevan los desayunos a las casas y hoteles, mientras se alistan los trajes nuevos y zapatos trujillanos para concurrir a la misa. Se van agrupando en inmediaciones de la iglesia para lucir sus galas, sus máquinas fotográficas, filmadoras y algunos con los celulares último modelo filman y toman fotografías, hacieno derroche de tecnología como si fuera un concurso. Llueven los saludos y abrazos, los reconocimientos de familiares que se ven después de tiempo, muchos admiran el buen vestir de los hijos criollos, o los mismos poblanos exhiben su mejor casimir en la misa central.
Llega la hora de la misa, la campana comienza a llamar a los feligreses con su voz maltratada por el tiempo, no tiene ese tañido de la campana colonial que a kilómetros
arrancaba el eco de los apus: Huancash, Llave Jirca y otros que se mantenían atentos. Pasan los bailarines con sus comparsas y los músicos en extrema exhibición, los familiares como seguidores ante cualquier eventualidad del danzante en su vestimenta o por cansancio.
El párroco “Taita cura”, con su ornamento nuevo, algunas veces acompañado por otro sacerdote de la parroquia cercana, su sermón de estilo acorde a la ocasión y la consagración: levanta la Hostia al ritmo de la banda de músicos que tocan “arriba arriba”, muchos comulgan para demostrar su creencia y atentos están los curiosos, otros elevan su oración al cielo con humildad y fe; en tanto en el exterior de la pequeña capilla moderna los cohetes se suceden uno tras otro.
Sale la procesión por la circunferencia de la gran Plaza de Armas de Piscobamba, al ritmo de las avellanas que sahúman al eucalipto con sus humos y rompen la tranquilidad de las nubes en el cielo para agradar a papa Dios. San Pedro no tiene mar de peces en Piscobamba, va por las calle con su amigo San Pablo y su invitado San Andrés, al mediodía retornan a sus altares los santos patrones y los asistentes se dirigen al almuerzo que ofrece el mayordomo donde los platos se multiplicaran y las bebidas se consumen en toda su dimensión.
En la tarde tal vez hay jugada de gallos, velada como antaño organizada por el colegio para recaudar fondos, rifas y tómbolas para distraer a los asistentes.
El 30 de junio San Pablo dispone de tu calendario, con la carrera de caballos, carreta a las cintas, jugada de gallos o quizá una corrida de toros como antes.
Los días siguientes los limeños aprovechan para ir de caminata a los parajes que tiene la provincia, luego empacan y viene el retorno con las agencias Renzo, Veloz, Chavín Exprés y Solitario, hasta el próximo año cuando regresen a ver a San Pedro. El pueblo, como siempre, seguirá esperando...
La Fiesta de San Pedro y San Pablo se festeja también en Roma, en Cerro de Pasco (San Pedro de Ninacaca), Junín, Lima, Lambayeque y varias provincias vecinas de Ancash.
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PISCOBAMBA NOVIA DE LOS ANDES
PISCOBAMBA NOVIA DE LOS ANDES
Por Juan Rodríguez Jara
Llegaron nuevamente tus lejanos hijos en grupos
para oír misa y confesarse en arrepentimiento.
No recibirán tus virreinales iglesias y convento,
el terreno de la parroquia en subasta fue vendido.
En Cushipata quedó enterrado el gran castillo incaico.
Se van ocultando las piedras de granito y del empedrado,
los años van silenciando nuestras identidades,
tus hijos no pueden preservar tu pasado histórico.
Piscobamba pueblo andino de los grandes recuerdos,
de desafiantes hechos guerreros, lejanos;
tu camino inca ahora es patrimonio del mundo
que llevarán nuestros mensajes con los chasquis
para dejarlos en Chontajirca y otros tambos,
por eso va mi pensamiento en tus queridos barrios,
en tus campiñas encantadas por nuestro Dios,
en tus fiestas de raigambres populares.
Mientras en el mundo exista un Piscobambino,
la Novia de los Andes, vestida de tul blanco,
desafiará a los años y sembrará el encanto
como “El espejito del Cielo” de Yerupajá,
y seguirán caminando por el mundo entero,
gracias a “Chiquián y sus amigos” y “Chiquán Querido”.
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para oír misa y confesarse en arrepentimiento.
No recibirán tus virreinales iglesias y convento,
el terreno de la parroquia en subasta fue vendido.
En Cushipata quedó enterrado el gran castillo incaico.
Se van ocultando las piedras de granito y del empedrado,
los años van silenciando nuestras identidades,
tus hijos no pueden preservar tu pasado histórico.
Piscobamba pueblo andino de los grandes recuerdos,
de desafiantes hechos guerreros, lejanos;
tu camino inca ahora es patrimonio del mundo
que llevarán nuestros mensajes con los chasquis
para dejarlos en Chontajirca y otros tambos,
por eso va mi pensamiento en tus queridos barrios,
en tus campiñas encantadas por nuestro Dios,
en tus fiestas de raigambres populares.
Mientras en el mundo exista un Piscobambino,
la Novia de los Andes, vestida de tul blanco,
desafiará a los años y sembrará el encanto
como “El espejito del Cielo” de Yerupajá,
y seguirán caminando por el mundo entero,
gracias a “Chiquián y sus amigos” y “Chiquán Querido”.
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Piscobamba, "La Novia de los Andes"