viernes, 2 de octubre de 2020

LOS REPASOS MAÑANEROS - POR ARMANDO ALVARADO BALAREZO (NALO)

LOS REPASOS MAÑANEROS

Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)  .

Juguemos en el bosque...  
¿Lobo qué estás haciendo?
Pregunta una pallita de Umpay.
Me estoy comiendo a tu abuelita,
está rica y apretadita.
Contesta Mañuco el acólito.
 
 
Abuelita, 
¿Por qué tienes los dientes grandes?
Pregunta Caperucita Rota.
¡Son para comerte mejor!.
Contesta el lobo Patuco.
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Smyrna, 2 de octubre de 2020
 
SHAY YOCYOCO:

Comparto contigo una de las primeras cartas que recibí de una joven abuelita, cuando el mundo empezaba a estrecharse gracias a las bondades virtuales del correo electrónico. 

Nalo

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Lima, 9 de julio de 1,999
 
Hola tinyaco de Jircán:
 
Muchas gracias por tu cuento 'La rosca bañada'. Llegó a mi bandeja de entrada cuando estaba recordando la vez que me robaron la inocencia en Tranca, al filo del precipicio. Para ser exacta fue la madrugada del jueves 13 de julio de 1,961. En aquel entonces eras un chiuchi travieso que me daba un puñado de cancha por un beso volado ¿recuerdas?.
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Te comento, mi primera vez no fue lo que esperaba de una relación. Hasta ese día patriótico sólo había saboreado el dulzor del beato chupón, luego las delicias del amor leyendo las novelas de Corín Tellado y, escuchando la canción "Poema" de los hermanos Arriagada en mi viejo 'Telefunken'. Nada más.


No pretendía un lecho de rosas, tampoco aspiraba a tocar las estrellas con los dedos cordiales. Doler, lo que se dice ¡doler!, ¡me dolió!, aunque no fue insoportable como algunas compañeras del colegio comentaban. Con ellas charlaba de estos menesteres mundanos a la hora del recreo. Algunas opas ni siquiera sabían cómo se hacía el amor, menos que los hijos eran producto de una relación horizontal o erguida, y cuando se enteraban ponían caras de asombro, viendo esfumarse de sus mentes la imagen querida de la cigüeña, trayendo un recien nacido en vuelo sideral, colgado de su puntiagudo pico de cucurucho.
 

Ahora mis nietos ya saben cómo, cuándo, dónde, por qué, para qué y de qué forma se hace el canchis canchis, incluso, el menor de ellos, Teobaldo Nicanor de 5 añitos y medio, es todo un experto en chicas de la farándula chicha, según se shaplaquea por teléfono con sus amiguitos de un kinder recién estrenado en la Molina Vieja.
 
Yo acababa de cumplir 15 primaveras y había quedado con mi chico para vernos a las 5 de la madrugada en la puerta grande de la Pre Vocacional de Varones para repasar Anatomía, asignatura en la que tenía bajas calificaciones en los últimos pasos orales. Él, como sobrino del reputado traumatólogo hanabarrino Muchqui Valerío, era diestro en temas relacionados con el cuerpo humano, y pensé que estudiar en su compañía auguraba un buen examen de medio año.

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Llegamos puntuales a la cita e ingresamos a la escuela trepando la verja sin hacer ruido para no despertar a don Martín el campanero. Una vez adentro me llevó a ver la piscina que estaban construyendo los maestros y alumnos. Finalmente nos paramos junto a un chueco muro a punto de desmoronarse, cerca del precipicio. 

Aun reinaba la oscuridad en Tranca cuando deslizó sus dedos exploradores bajo la enagua de bayeta, erizando mi epidermis, tanto que ya parecía piel de cardo.
 
Lástima que la cosa no estaba saliendo como lo había soñado el 14 de febrero último, Día del Amor, pues él, por su talla de gerullán (1.75) estaba encogido, y yo, empinada con mi talla poni (1.49). Tú sabes, amor de estudiante, de pie, como todo combatiente novato en estas lides… me levantó de las posaderas ¡yyy!, ya te imaginas el resto, tuve que ahogar un grito desgarrador mordiendo mi block con fuerza. Para mi sorpresa lo único que atinó a decir, fue: Perdóname mi vida, no sabía que eras virgen.
 
Ahí quedó todo... no continuamos la tarea empeñada, y cada uno se fue a su casa, sin repasar ni una línea del cuaderno de Anatomía, meditando en el futuro del sietemesino, porque lo hicimos sin pucash protector.
 
Ese día lo pasé muy mal en el aula durante el examen. Sentía las miradas inquisidoras de mis compañeras sobre mi rostro que se puso color tomate, resultando jalada con 05.
 
Pasaron los meses, y como el susodicho era tembleque de pantorrillas a la hora de la cópula vertical, me alejé y empecé a vivir un nuevo romance, pero esta vez como una verdadera Julieta, pues conocí a un Romeo con tobillos de maratonista, siendo cada fin de semana un jolgorio nocturno en las pircas de Tulpajapana, hasta que se fue a estudiar para cura al barrio Los Pinos, de Huaraz.
 
Cómo añoro aquellas faenas domingueras ocultos en la alfalfita en punta con un poco de shulay todavía, mientras en el coloso de Jircán los cahuidistas y tarapaqueños se daban de alma al son de la banda y las hurras en las tribunas repletitas de paisanos nerviosos frente a un avance de Añaco Valderrama o de Papaseca Barrenechea. Recuerdo que en cada grito de gol, mi Romeo volvía a la carga con más ímpetu, lo que me ponía súper eléctrica.
 
Algunas incautas dicen que la primera vez tiene que ser de novela. Yo no creo en telenovelas lloronas ni en cuentos chinos, tampoco en cuentos de hadas donde la princesa despierta con el beso del príncipe que ayer fue ultu. Creo en las mujeres de leyenda, aquellas que aman sin esperar al príncipe azul y van hacia un compañero sencillo para amarlo sin condiciones... Tú qué dices, ¿vale o no vale la pena ir al encuentro del ser amado?...
 
Bueno shay Tinyaco, es todo por hoy, me voy a alistar mis maletas con nudo, pues viajo a Trujillo a visitar a mi hijo Simón Teodomiro. A mi retorno te cuento sobre las aventuras de una Caperucita de Mishay con un lobito feroz de Umpay, en las faldas de Cochapata.

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PD:
 
Puedes compartir mis experiencias, si quieres, pero borra mi nombre. Me olvidaba decirte que hace un mes, camino a mi pueblito, estuve en Chiquián y pasé un día divino con una antigua compañera de la Escuela Normal, recordando nuestras acrobacias de amor adolescente en los sembríos de Quihuillán y los potreros de Huarampatay. 

.Ayhualá... 
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