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LA SALVA ABRE EL TELÓN DE LA FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN
IV
SALVA
28 DE AGOSTO
Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Con el paso de los años, ya en mi adolescencia, Umpay se sumó como punto de llegada de las bandas procedentes del Callejón de Huaylas y los pueblos cercanos al valle del Fortaleza y de la ciudad de Barranca. Venían sobre la tolva de madera de un camión. En ocasiones llegaban en ómnibus de pasajeros.
Con la anuencia recibida, llevaban a cabo una breve retreta en la plaza de armas, y después acudían a la casa del funcionario que los contrató, cenaban y descansaban hasta el inicio de las visitas programadas; tradición que continúa hasta ahora.
El número de personas que conformaba una banda oscilaba entre 14 y 18 como máximo. Hoy pasan con holgura de 30, con buen uso del marketing e instrumentos novedosos entre los que destacan los timbales electrónicos, los trombones y tres o cuatro tubas gigantes, muy llamativas.
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Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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En
mis años de la infancia, la llegada y el recibimiento (Taripay)
de las bandas en las afueras del pueblo eran coloridos acontecimientos,
donde la emoción por el arribo de los encargados de amenizar la fiesta con su arte musical nos hacía saltar el corazón. El gozo llegaba al tope.
Ente las 6 y 8 de la noche del 28 de agosto, los músicos arribaban con sus instrumentos de viento y percusión a cuestas, en compañía de sus esposas e hijos. Ellos llegaban a pie, en un colorido pasacalle por los caminos de herradura.
Enterados que se aproximaban al pueblo, corríamos a darles el encuentro en Tranca, Quihuillán o Rumichaca, de acuerdo al lugar de ingreso. Mientras las avellanas anunciaban con su inconfundible estruendo el arribo: la cerveza, la chicha y el chinguirito se paseaban 'como pedro en su casa', gracias al fraterno camachico.
Luego de cambiarse los llanques por zapatos, hacían sonar sus notas marciales camino a la iglesia para rendir culto a Santa Rosa con la entonación de una música de procesión. El poncho, la bufanda y el sombrero era la vestimenta habitual del músico de antaño durante los ocho días de la fiesta patronal. En fechas conmemorativas, como el aniversario de la provincia, usaban camisa, corbata y gomina. Actualmente la vestimenta nativa ha sido reemplazada por el terno (cada vez más vistoso), el buzo deportivo y los lentes tipo Ray-Ban. Hasta el corte y el peinado han cambiado, siguiendo la moda de los chicos realities del Tercer Milenio.
Ente las 6 y 8 de la noche del 28 de agosto, los músicos arribaban con sus instrumentos de viento y percusión a cuestas, en compañía de sus esposas e hijos. Ellos llegaban a pie, en un colorido pasacalle por los caminos de herradura.
Enterados que se aproximaban al pueblo, corríamos a darles el encuentro en Tranca, Quihuillán o Rumichaca, de acuerdo al lugar de ingreso. Mientras las avellanas anunciaban con su inconfundible estruendo el arribo: la cerveza, la chicha y el chinguirito se paseaban 'como pedro en su casa', gracias al fraterno camachico.
Luego de cambiarse los llanques por zapatos, hacían sonar sus notas marciales camino a la iglesia para rendir culto a Santa Rosa con la entonación de una música de procesión. El poncho, la bufanda y el sombrero era la vestimenta habitual del músico de antaño durante los ocho días de la fiesta patronal. En fechas conmemorativas, como el aniversario de la provincia, usaban camisa, corbata y gomina. Actualmente la vestimenta nativa ha sido reemplazada por el terno (cada vez más vistoso), el buzo deportivo y los lentes tipo Ray-Ban. Hasta el corte y el peinado han cambiado, siguiendo la moda de los chicos realities del Tercer Milenio.
Con el paso de los años, ya en mi adolescencia, Umpay se sumó como punto de llegada de las bandas procedentes del Callejón de Huaylas y los pueblos cercanos al valle del Fortaleza y de la ciudad de Barranca. Venían sobre la tolva de madera de un camión. En ocasiones llegaban en ómnibus de pasajeros.
Con la anuencia recibida, llevaban a cabo una breve retreta en la plaza de armas, y después acudían a la casa del funcionario que los contrató, cenaban y descansaban hasta el inicio de las visitas programadas; tradición que continúa hasta ahora.
El número de personas que conformaba una banda oscilaba entre 14 y 18 como máximo. Hoy pasan con holgura de 30, con buen uso del marketing e instrumentos novedosos entre los que destacan los timbales electrónicos, los trombones y tres o cuatro tubas gigantes, muy llamativas.
2
A partir de las 9.30 de la noche los
funcionarios de la fiesta llegan a la puerta de la iglesia, y en acto
de reverencia piden permiso a la Santa Patrona para dar inicio a las
actividades. Luego se dirigen a sus casas para celebrar la Salva con
bandas, orquestas, trago y avellanas a discreción.
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Después se
visitan mutuamente, anunciando su llegada con el estruendo de una
avellana, que es respondida con otra, y otra dejando su estela de humo, cada segundo más potente.
Es costumbre que Rumiñahui recoja al Inca para efectuar juntos las visitas.
El Camachico recibe al visitante con licor, y la banda entona una parada de huayno para que bailen los asistentes. Al culminar la visita salen huaylisheando, tomando licor y haciendo reventar avellanas. Durante el recorrido las pallas van entonando canciones en quechua y castellano.
Es de considerar, que el Inca y Rumiñahui son los primeros en visitar a cada funcionario, e inician la comparsa costumbrista, circunstancias que ingresan el Capitán y su comitiva.
Los cánticos de las pallas comprenden coplas que van variando de acuerdo al cargo del funcionario, con un ritual aprendido durante los ensayos. Al finalizar la visita, el Inca y su séquito se retiran para continuar su recorrido, en tanto el Capitán, comitiva y amigos se quedan bailando una parada musical con los dueños de casa. Esta actividad se repite en el domicilio del funcionario visitado.
Es costumbre que Rumiñahui recoja al Inca para efectuar juntos las visitas.
El Camachico recibe al visitante con licor, y la banda entona una parada de huayno para que bailen los asistentes. Al culminar la visita salen huaylisheando, tomando licor y haciendo reventar avellanas. Durante el recorrido las pallas van entonando canciones en quechua y castellano.
Es de considerar, que el Inca y Rumiñahui son los primeros en visitar a cada funcionario, e inician la comparsa costumbrista, circunstancias que ingresan el Capitán y su comitiva.
Los cánticos de las pallas comprenden coplas que van variando de acuerdo al cargo del funcionario, con un ritual aprendido durante los ensayos. Al finalizar la visita, el Inca y su séquito se retiran para continuar su recorrido, en tanto el Capitán, comitiva y amigos se quedan bailando una parada musical con los dueños de casa. Esta actividad se repite en el domicilio del funcionario visitado.
IMÁGENES DEL RECUERDO
Por Nalo Alvarado Balarezo