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LUIS PARDO, EL POETA DEL VIENTO
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
"LUIS PARDO: hombre con temple de acero y corazón de niño. Un Quijote de la justicia social; causa motriz de su acendrado espíritu telúrico'... NAB, Chiquián, 30 AGO 1988.
Como todos sabemos, el 19 de agosto de 1874 nació en Chiquián, en aquel entonces capital de la provincia de Cajatambo, LUIS PARDO NOVOA. *Sus
aventuras que tuvieron lugar a fines del siglo XIX e inicios del XX,
han sido recreadas por la imaginación popular con diferentes aromas y
matices. Pero todos concuerdan que fue un hombre generoso, valiente y
con un alto sentido de justicia frente a la opresión y al descontento
social. Vida y obra que apasiona a cualquier ser humano ávido de saber.
(*) Líneas tomadas por Wikipedia del libro Relatos Campesinos de Nalo A.B.
(*) Líneas tomadas por Wikipedia del libro Relatos Campesinos de Nalo A.B.
Lugar de la emboscada. Foto: NAB
El 5 de enero de 1909 Luis Pardo fue salvajemente asesinado en un paraje del distrito de Cajacay cuando estaba en la flor de su existencia: 34 años. Unos dicen que fue victimado en el río Tingo por un grupo de pobladores liderados por el gobernador de Cajacay; otros comentan que fue el sanguinario sargento Alvaro Toro Mazote con el apoyo de sus gendarmes; pero quién haya sido, aquel día murió en vida e inmortalizó al justiciero romántico, dando paso a la LEYENDA que flamea como llama votiva en el corazón del pueblo que tanto amó. Lamentablemente en este tipo de episodios donde la trilogía: traición, saña y odio visceral imperan, es frecuente ver que aves de rapiña como Toro Mazote, se disputen las piltrafas de la gloria efímera, ocultando a los ojos de la historia la realidad de los acontecimientos. Pero con seguridad, aquel que jaló el gatillo o tiró la piedra contra el sempiterno, tuvo la muerte moral más dolorosa que ser humano puede soportar...
Luis Pardo y Celedonio Gamarra (Plaza de Chiquián). Foto: Perfecto Bolarte
Cementerio de Chiquián: tumba de Luis Pardo - Foto: NAB
Dos fotografías de los últimos días de Luis Pardo. Foto: Familia Zúñiga Gamarra
Partida de Defunción de Luis Pardo. Foto: Nalo AB
Partida de Defunción de Celedonio Gamarra. Foto: Nalo AB
En la noche del viernes 16 de diciembre del 2005, el escritor Walter Ventosilla Quispe nos legó el libro 'LUIS BANDOLERO LUIS', que se suma a las obras de los escritores, compositores y poetas: **José Diez Canseco, Enrique Cornejo Villanueva, Alberto Carrillo Ramírez, Abelardo Manuel Gamarra Rondo “El Tunante”, Manuel Justo Arredondo, Raúl Zárate Aquino, Oscar Colchado Lucio, Julio Rosas Olivera Ore, Darío Mejía, Pedro Arana Quiróz, Filomeno Zubieta Núñez, Augusto Escalante Apaéstegui, Vidal Alvarado Cruz, Mario Reyes Barba, Alejandro Aldave Montoro, Alex Milla Curi, Héctor Gamarra Espinoza, Mauro Aquino Albornoz, Guillermo Pardo Novoa, Sonia Pardo Loarte, Luis A. Ramírez S., hijo de nuestro recordado 'Cholo Fidel' Ramírez Lazo, entre otras pródigas plumas que nos han obsequiado semblanzas, cuentos, poemas, dramas, canciones e himnos.
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(**) Lista de escritores tomada por Wikipedia del libro Relatos Campesinos de Nalo A.B
Durante la presentación de su libro, el dramaturgo Walter Ventosilla nos dejó este mensaje antes de retornar a Nueva York: 'Luis Pardo seguirá cabalgando mientras se le recuerde con cariño y se escriba sobre su vida y obra'.
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Chiquianos con el autor del libro. Foto: Felipe Alvarado Balarezo
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De
niño y también de adulto surqué aquellos parajes por los que LUIS
PARDO cabalgó dos días antes de la infraterna emboscada: Baños,
Yanamarca, Sapahuaín, Tupucancha, Shajsha Machay, Alalaj Machay, Cuta
Tinya, Putuccacca, Huamanquinpunta, entre otros lugares. Él venía de su
hacienda Pancal herido de una mano y se dirigía a la costa.
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Laguna de Conococha (Chiquián)- Foto: NAB
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En
estos fríos territorios escuché decir a los crianderos Gregorio
Calderón Calderón, Zoila Pardo de Calderón, Catita Calderón Alvarado,
Honorata Anzualdo de Morán y Virginia Anzualdo Padilla, que cuando los
visitaba el justiciero social, su trato era amigable, fraterno y siempre
se solidarizaba con sus necesidades. Mi mamá Jesús lo llamaba 'corazón
valiente' y nos repetía que Luis Pardo era amigo del trueno, de la
escarcha y de los pajonales; compañero inseparable de la luna llena, de
la lluvia, del viento, de la neblina y de los caminos solitarios.
También comentaban que lo veían escribir poemas y canciones.
Este último dato me sedujo para averiguar durante algunos años sobre la autoría del hermoso himno: 'EL CANTO DE LUIS PADO'. Después de tanto hurgar en el pasado oral y lo escrito hasta el momento, he llegado a colegir, mientras no se pruebe lo contrario, que dicha creación poética (premonitoria) es del propio LUIS PARDO. Años después, en base a esta obra poética, Abelardo Gamarra 'El Tunante' escribiría el vals 'LUIS PARDO', conocido también como 'LA ANDARITA'. Al pie el canto y el vals.
EL CANTO DE LUIS PARDO
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Por Luis Pardo Novoa
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Ven acá mi compañera;
ven tú, mi dulce Andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes la quimera
de aquella mi edad primera,
que en el campo deslizada,
junto a mi madre amada
y de mi padre querido,
era semejante al nido
que hace el ave en la enramada.
Ven, consuela al solitario
que por jalcas y oconales,
sin hallar fin a sus males,
va arrastrando su calvario.
Fue el destino temerario
al empujarme inclemente,
como por rauda pendiente,
desde lo alto del peñón
se desgaja algún pedrón
que rueda y cae inconsciente.
A mi padre lo mataron,
mi madre murió de pena;
ella, tan buena, ¡tan buena!
¡Ellos que tanto me amaron!
Con ambos me arrebataron
lo más que en el mundo quise.
Pero aún la suerte me dice:
“Ama, adora a una mujer”,
que hube también de perder…
pues nací para infelice.
De entonces, ¿qué hube de hacer?
Odiar a los que me odiaron;
matar a los que mataron
lo que era el ser de mi ser;
en torno mío no ver
sino la maldad humana;
esa maldad cruel, insana,
que con el débil se estrella,
que al desvalido atropella
y de su crimen se ufana.
Por eso yo quiero al niño;
por eso yo amo al anciano;
y al pobre indio, que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
cuando sé que se le explota;
toda mi cólera brota
para su opresor, me indigna
como la araña maligna
que sé aplastar con mi bota.
Yo aborrezco la injusticia;
yo quiero al que es desgraciado,
al que vive abandonado
sólo por torpe malicia;
yo maldigo la estulticia
de tanta gente menguada,
porque al fin de la jornada,
puesto que la vida es corta,
la vida a mí qué me importa
porque ¿qué es la vida? ¡Nada!.
De mi provincia las peñas
y el viento de mis quebradas,
me delatan las pisadas
del que me busca en las breñas;
hasta las ramas son señas
que de la suerte merezco;
ni me asusta ni padezco
si alguien me mira altanero;
yo soy como el aguacero,
que al soplo del viento crezco.
Brama, brama, tempestad;
ruge, trueno, en el espacio,
¡Bendito sea el palacio
de la augusta Libertad!
Cielo, con tu inmensidad
vas mis pasos amparando.
El rayo me va alumbrando
si viene la noche oscura,
en medio de su negrura
para seguir caminando…
Llega la noche. En el cielo
salta la luna serena;
dentro del pecho mi pena
parece hallar un consuelo;
sobre el campo, blanco velo
se extiende, y como visión,
detrás de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada
a buscar mi corazón.
Cae la noche, en el cielo
surge la argentada luna,
triste como mi fortuna,
sola cual mi desconsuelo.
A su luz beso el pañuelo
que me dio a la despedida,
que en su llanto humedecida
besó ella con pasión loca
y que guarda de su boca
la huella siempre querida.
Y me persiguen, ¡traidores!
siempre fueron sin entrañas,
les espanta mis hazañas
que no son sino rencores.
¿Dónde están mis defensores?
Para mí, nadie es clemente;
nadie piensa, nadie siente.
¿Quieren matarme?, ¡en buena hora!
Que me maten si es la hora,
¡pero mátenme de frente!.
ven tú, mi dulce Andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes la quimera
de aquella mi edad primera,
que en el campo deslizada,
junto a mi madre amada
y de mi padre querido,
era semejante al nido
que hace el ave en la enramada.
Ven, consuela al solitario
que por jalcas y oconales,
sin hallar fin a sus males,
va arrastrando su calvario.
Fue el destino temerario
al empujarme inclemente,
como por rauda pendiente,
desde lo alto del peñón
se desgaja algún pedrón
que rueda y cae inconsciente.
A mi padre lo mataron,
mi madre murió de pena;
ella, tan buena, ¡tan buena!
¡Ellos que tanto me amaron!
Con ambos me arrebataron
lo más que en el mundo quise.
Pero aún la suerte me dice:
“Ama, adora a una mujer”,
que hube también de perder…
pues nací para infelice.
De entonces, ¿qué hube de hacer?
Odiar a los que me odiaron;
matar a los que mataron
lo que era el ser de mi ser;
en torno mío no ver
sino la maldad humana;
esa maldad cruel, insana,
que con el débil se estrella,
que al desvalido atropella
y de su crimen se ufana.
Por eso yo quiero al niño;
por eso yo amo al anciano;
y al pobre indio, que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
No tengo el alma de armiño
cuando sé que se le explota;
toda mi cólera brota
para su opresor, me indigna
como la araña maligna
que sé aplastar con mi bota.
Yo aborrezco la injusticia;
yo quiero al que es desgraciado,
al que vive abandonado
sólo por torpe malicia;
yo maldigo la estulticia
de tanta gente menguada,
porque al fin de la jornada,
puesto que la vida es corta,
la vida a mí qué me importa
porque ¿qué es la vida? ¡Nada!.
De mi provincia las peñas
y el viento de mis quebradas,
me delatan las pisadas
del que me busca en las breñas;
hasta las ramas son señas
que de la suerte merezco;
ni me asusta ni padezco
si alguien me mira altanero;
yo soy como el aguacero,
que al soplo del viento crezco.
Brama, brama, tempestad;
ruge, trueno, en el espacio,
¡Bendito sea el palacio
de la augusta Libertad!
Cielo, con tu inmensidad
vas mis pasos amparando.
El rayo me va alumbrando
si viene la noche oscura,
en medio de su negrura
para seguir caminando…
Llega la noche. En el cielo
salta la luna serena;
dentro del pecho mi pena
parece hallar un consuelo;
sobre el campo, blanco velo
se extiende, y como visión,
detrás de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada
a buscar mi corazón.
Cae la noche, en el cielo
surge la argentada luna,
triste como mi fortuna,
sola cual mi desconsuelo.
A su luz beso el pañuelo
que me dio a la despedida,
que en su llanto humedecida
besó ella con pasión loca
y que guarda de su boca
la huella siempre querida.
Y me persiguen, ¡traidores!
siempre fueron sin entrañas,
les espanta mis hazañas
que no son sino rencores.
¿Dónde están mis defensores?
Para mí, nadie es clemente;
nadie piensa, nadie siente.
¿Quieren matarme?, ¡en buena hora!
Que me maten si es la hora,
¡pero mátenme de frente!.
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LUIS PARDO
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(Vals)
Letra:
Abelardo Gamarra
Música:
Justo Arredondo
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Ven acá mi compañera,
ven acá dulce Andarita,
tú sola, sola, solita,
que me traes a la quimera.
De aquella mi edad primera,
en los campos desdichados,
junto a mi madre amada,
y de mi padre querido,
era semejante al nido,
que hace el ave en la enramada.
Por eso es que quiero al niño
amo y respeto al anciano,
al indio que es mi hermano,
le doy todo mi cariño.
Yo tengo el alma de armiño
cuando veo que se explota,
toda mi cólera brota,
y de tristeza me indigno;
cual una araña maligna,
que hoy aplasto con mi bota.
Surge la pálida Luna,
sobre la noche serena,
allá en los campos de avena,
se mece como visión.
Detrás de cada peñón
parece ver a mi amada,
que viene como escapada,
en busca de su corazón.
Si me persiguen traidores,
siempre fueron sin entrañas
se espantan de mis hazañas
que no son si no rencores.
Dónde están mis defensores,
ya para mí no hay clemencia,
si han de matarme en buena hora,
pero mátenme de frente.
Yo soy señores Luis Pardo,
el famoso bandolero.
NAB - ENE 2006
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Fuente:
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Página eletrónica del Club Chiquián (2006)
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Peru » Departamento de Ancash » CHIQUIAN » Ensayos / Sábado 16 de Diciembre del año 2006 / 15:05 Hrs.
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Tomo IV: "RELATOS CAMPESINOS" JUN 2007 de NAB (Bodas de Oro del Colegio "Coronel Bolognesi")