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LA SALVA ABRE EL TELÓN DE LA FIESTA DE SANTA ROSA EN CHIQUIÁN
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IMÁGENES DE LA SALVA 2010
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VISITA DE FUNCIONARIOS
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
APUNTES CHIQUIANOS
SALVA Y VÍSPERA
Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
28 DE AGOSTO
Salva
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En mis años infantiles y adolescentes, la llegada y recibimiento (Taripay) de las bandas en las afueras del pueblo eran coloridos acontecimientos donde la emoción por el encuentro nos hacía saltar el corazón.
Ente las 6 y 8 de la noche del 28 de agosto, los músicos arribaban con sus instrumentos musicales, en compañía de sus esposas e hijos.
Enterados que ya se aproximaban, corríamos a darles el encuentro en Tranca, Quihuillán o Rumichaca, de acuerdo al lugar de ingreso.
Mientras las avellanas anunciaban el arribo, la cerveza, chicha y chinguirito se paseaban 'como pedro en su casa', gracias al fraterno Camachico.
Con los años, Umpay se sumó como punto de llegada de las bandas procedentes del Callejón de Huaylas y los pueblos cercanos al valle del Fortaleza y de la ciudad de Barranca.
Luego de cambiarse los llanques por zapatos, hacían sonar sus notas marciales camino a la iglesia para rendir culto a Santa Rosa con la entonación de una música de procesión.
Con la anuencia recibidida, llevaban a cabo una breve retreta en la plaza de armas, y después acudían a la casa del funcionario que los contrató, cenaban y descansaban hasta el inicio de las visitas programadas; tradición que continúa en la actualidad.
El número de personas que integra una banda oscila entre 16 y 24.
Ente las 6 y 8 de la noche del 28 de agosto, los músicos arribaban con sus instrumentos musicales, en compañía de sus esposas e hijos.
Enterados que ya se aproximaban, corríamos a darles el encuentro en Tranca, Quihuillán o Rumichaca, de acuerdo al lugar de ingreso.
Mientras las avellanas anunciaban el arribo, la cerveza, chicha y chinguirito se paseaban 'como pedro en su casa', gracias al fraterno Camachico.
Con los años, Umpay se sumó como punto de llegada de las bandas procedentes del Callejón de Huaylas y los pueblos cercanos al valle del Fortaleza y de la ciudad de Barranca.
Luego de cambiarse los llanques por zapatos, hacían sonar sus notas marciales camino a la iglesia para rendir culto a Santa Rosa con la entonación de una música de procesión.
Con la anuencia recibidida, llevaban a cabo una breve retreta en la plaza de armas, y después acudían a la casa del funcionario que los contrató, cenaban y descansaban hasta el inicio de las visitas programadas; tradición que continúa en la actualidad.
El número de personas que integra una banda oscila entre 16 y 24.
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A partir de las 9.30 de la noche los
funcionarios de la fiesta llegan a la puerta de la iglesia, y en acto
de reverencia piden permiso a la Santa Patrona para dar inicio a las
actividades. Luego se dirigen a sus casas para celebrar la Salva con
bandas, orquestas, trago y avellanas a discreción.
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Después se visitan mutuamente, anunciando su llegada con el estruendo de una avellana, que es respondida con otra.
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Es costumbre que Rumiñahui recoja al Inca para efectuar juntos las visitas.
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El
Camachico recibe al visitante con licor y la banda entona una parada
de huayno para que bailen los asistentes. Al culminar la visita salen
huaylisheando, tomando licor y haciendo reventar avellanas. Durante el
recorrido las pallas van entonando canciones.
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Es
de considerar, que el Inca y Rumiñahui son los primeros en visitar a
cada funcionario e inician la comparsa costumbrista, circunstancias que
ingresan el Capitán y su comitiva.
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Los
cánticos de las pallas comprenden coplas que van variando de acuerdo
al cargo del funcionario, con un ritual aprendido durante los ensayos.
Al finalizar la visita, el Inca y su séquito se retiran para continuar
su recorrido, en tanto el Capitán, comitiva y amigos se quedan bailando
una parada musical con los dueños de casa. Esta actividad se repite en
el domicilio del funcionario visitado.
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