RECUERDOS
RESISTIREMOS MAMÁ 
Aunque la distancia
impida abrazarte en persona.
Aunque los días
avancen incesantes
y nos consuma la nostalgia.
Aunque los contagios
toquen nuestras puertas
sin compasión.
Resistiremos porque viven
madres como tú
que subliman nuestros días.
Resistiremos para abrazarte
cantando valses y huaynos
recordando la vida.
Resistiremos para contarte
nuestras alegrías y penas
nutriéndonos en tu regazo.
Mamá resistiremos por ti.
La Pluma del Viento
Lima, 10 de mayo de 2020
 A LA MUJER MÁS LINDA
Tu
voz dulce y acariciante siento todos los días
Tu
preocupación por mi salud sigue igual a cuando era niño
Me
ofreces queso y canchita caliente  cuando
llego en las tardes
Percibes
que mi calzado requiere reparación
Adviertes
que el auto necesita de mantenimiento
Nadie
como tú para preocuparse por mí.
Nadie
como tú para sufrir de mis desvelos
Nadie
como tú para alegrarse de mis escasos éxitos
Ahora
que llega el día de la madre
No
sé cómo agasajarte mamá
Siempre
fui descuidado en la atención cariñosa
Nunca
supe expresar mis alegrías internas
No
te acostumbré a los ramos de flores
Ni
a las tarjetas con músicas llamativas
Ni
a traerte charros mejicanos para cantarte
Ahora
que quiero demostrarte mi amor
No
sé cómo hacerlo 
Quisiera
llevarte al restaurante de Gastón
Quisiera
almorzar en Cieneguilla o Pachacamac
Quisiera
caminar junto a ti por la plaza de armas
Quisiera
ser el primero en regalarte una poesía
Siempre
lo quise en mis pensamientos
Nunca
me di ese tiempo como si no lo merecieras
Asumí
erradamente que las madres comprenden no exigen
Y
si son ancianitas solo deben permanecer en casa
No
quise percatarme que deseabas conversar 
Que
querías hablar de nuestra niñez
Que
querías transmitirnos lo mejor de tu corazón
Hoy
que quiero revertir eso ya no estás
Me
quiebro de dolor y culpa
Hoy
que miro tu foto y no te tengo
Golpeo
la pared gritando tu nombre
Hoy
nadie pregunta por mi salud
Nadie
se interesa si ceno o no
Nadie
merece la pena de amarme
Porque
nunca demostré amor
A
la mujer más linda
Mi madre
La Pluma del Viento
Lima, 10 de mayo de 2020
FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ LUCHI
POR AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA (ACUCHO DE CHIQUIÁN)
ANIVERSARIO DE MAMÁ LUCHI
Por Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
Por Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
El 21 de agosto en 1927, nació en Huayllacayán, MAMA LUCHI. Sus padres fueron don Wenceslao Gamarra y 
doña Angélica Cueva. Quienes hemos visitado esta ciudad, subiendo desde 
Chasqui, pasando por Llampa, La Esperanza y Yumpe, nos damos cuenta de 
lo que es el Perú, algún desarrollo en las capitales y postergación 
exacerbada en las localidades del interior.
Este
 pequeño distrito de la provincia de Bolognesi, centra su subsistencia 
en la agricultura. En la parte alta, la papa y el maíz, principalmente, 
pero en la parte baja las frutas, con su sello característico, la 
Chirimoya. A este pueblo, llegó de maestro papá Antuco, y se llevó a 
Chiquián, a doña Luzmila Gamarra Cueva, nuestra madre. Ella, de muy joven, 
hizo todo lo posible para darle amor, abrigo y alimento a sus hijos. Vinieron 
primero Nili, luego Chole, Marco, Acucho y Uli. Hijos de un maestro de 
respeto y prestigio, no había otro camino que confiar en la educación 
como aspiración al desarrollo. No tuvimos chacras en Chiquián, 
parecíamos extranjeros. Nuestras vaquitas crecían para alimentarnos, 
eran cuidadas como parte de la familia.
Desde
 Huarampatay, cerca al río Aynín, hasta Putu, arriba de la ciudad, 
conocían del trajín de una mujer, pequeña pero fuerte, subía y bajaba 
las pircas como un ave. Porongos de leche en las manos y alfalfa en la 
espalda, eran la imagen de una madre luchadora. En su casa sus retoños 
aguardaban el desayuno, luego con la ropa limpia, y bien planchada, 
salíamos a la escuela. 
Nuestros
 años de estudiante en la Primaria fueron muy cortos. Partimos hacia Lima o
 Huaraz para estudiar la Secundaria. A los 11 años sus hijos se alejaron de
 Chiquián. Ahora que veo cerca a mis sobrinitas, comprendo el dolor que 
sería alejarse de los hijos tan tiernos. Pero el estudio, en mejores 
colegios, merecían todo el sacrificio.
A
 falta de sueldo, ella tenía que trabajar doble. Criar animalitos para 
alimentarnos, tener la carne necesaria para los que vivían en Chiquián, y
 también preparar las encomiendas para enviarlas a Lima: dulces de 
leche, quesos, mantequilla y tortas de maíz. Desde Huayllacayán la 
abuelita Anqui, proveía granos, trigo, cebada y maíz, eran tan surtidos 
que las retirábamos en baldes, desde los sacos como sacar agua de un 
caño. Luego de acompañar a su último vástago, Uli, en la Primaria, se 
vino con él a Lima. Así comenzamos a vivir en la Capital de la 
República. Ahora podíamos estudiar cerca a nuestra madre.
En
 Chiquián mis hermanas habían conformado sus propios hogares. En Lima 
nos acompañó para terminar nuestros estudios universitarios. En nuestro 
pequeño hogar, en Ingeniería, había incluso espacio para cobijar a los 
hijos de nuestro tío Beto. Él había sido un ser muy bondadoso en 
Chiquián, nuestras vaquitas caminaban con las suyas en sus chacras. 
Siempre estuvimos juntos con Edgar y Normita. El dinero para el alquiler
 lo cubría el reducido sueldo de maestro de mi padre. Con su jubilación 
pudo construir la casa propia.
En
 esa casa levantada con el sudor y esfuerzo de nuestros padres, vivimos 
hoy junto a mamá Luchi, Chole y Carlita. Continuamos recibiendo el amor y
 cuidado de la mujer que nos dio la vida, que a sus 87 años, nos inspira
 alegría, unión, y fortalezas. 
Fuente:
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Blogspot CHIQUIÁN CULTURA de Agustín Zúñiga Gamarra
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Blogspot CHIQUIÁN CULTURA de Agustín Zúñiga Gamarra

CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
.
DISTINCIÓN:
AMAUTA DEL PERÚ ETERNO Y MEDALLA DE ORO
 
A
AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA
POR SU REFLEXIÓN Y MAGISTERIO EN EL CAMPO
DE LAS CIENCIAS Y LA CULTURA
Bienvenida:
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
Presentación:
RAMÓN NORIEGA TORERO
Semblanza:
ARMANDO ALVARADO BALAREZO
Comentario:
MODESTO MONTOYA ZAVALETA
Conferencia:
AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA
Entrega de Diploma de Honor:
CÉSAR VALLEJO YNFANTES
Imposición de Medalla de Oro:
CARLOS CASTILLO MEZA
* * *
RECUERDOS - SEMBLANZA LEÍDA EN EL AULA CAPULÍ
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Construcción y forja de la utopía andina
.
DISTINCIÓN:
AMAUTA DEL PERÚ ETERNO Y MEDALLA DE ORO
A
AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA
POR SU REFLEXIÓN Y MAGISTERIO EN EL CAMPO
DE LAS CIENCIAS Y LA CULTURA
Bienvenida:
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
Presentación:
RAMÓN NORIEGA TORERO
Semblanza:
ARMANDO ALVARADO BALAREZO
Comentario:
MODESTO MONTOYA ZAVALETA
Conferencia:
AGUSTÍN ZÚÑIGA GAMARRA
Entrega de Diploma de Honor:
CÉSAR VALLEJO YNFANTES
Imposición de Medalla de Oro:
CARLOS CASTILLO MEZA
* * *
RECUERDOS - SEMBLANZA LEÍDA EN EL AULA CAPULÍ
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
¡CÓMO PASA EL TIEMPO SHAY!
Hace
  cinco años celebramos en el Club Chiquián, los 50 fructíferos febreros
  de AGUSTÍN RICARDO ZÚÑIGA GAMARRA, llamado cariñosamente "ACUCHO". 
Este  año apagó 55 velitas en el calor del hogar familiar de la 
urbanización  Ingeniería.
Hace
  varias décadas que desde el empinado paraje "Los Pinos" de Huaraz,  
donde estudiaba la secundaria bajo el rigor académico del Seminario San 
 Francisco de Sales, se lanzó como avellana a la conquista de sus sueños
  en la Capital de la República, la tierra prometida de los provincianos
  de las tres regiones naturales, no: "Lima la horrible" como la 
catalogan  los ingratos.
Ingresó
  a la Universidad Nacional de Ingeniería a la vanguardia de los  
postulantes, lejos de los cenáculos artísticos y literarios, pero sin  
desligarse del canto chiquiano con arpa, violín y sordina, tampoco del  
deporte rey. Este último, en el que desde siempre impone su talento  
creador frente a sus ocasionales adversarios, con esa rebeldía natural y
  la experiencia cada vez más creciente que no se logra leyendo libros  
sobre cómo hacer goles de "guacha", "chalaca" o de "taquito", sino en la
  cancha, haciendo funcionar la cabeza y los pies al unísono.
Durante
  su fecunda vida ha subido a pulso todos los peldaños académicos de su 
 profesión, tanto en el Perú como en el extranjero, coronando con éxito 
 la cima más alta, que le ha valido para desempeñarse en cargos de suma 
 responsabilidad. A la par, contagiado por los coterráneos que aún 
sufren  los estragos del desarraigo por el huayco migratorio de los 
setentas,  ensaya la vena popular en los albores del Tercer Milenio, y 
no tarda en  descubrir su genio narrativo que hoy florece para 
beneplácito de las  letras chiquianas y alentar la difusión del 
conocimiento científico, a  través de sus portales virtuales y programas
 radiales, con gran acogida  por las mentes ávidas de aprender, en 
circunstancias que la ciencia, la  tecnología y la innovación no son 
prioridad para los gobiernos de turno,  pese a ser conocedores, en 
demasía, que el conocimiento es la mayor  riqueza que un país puede 
ostentar sin dañar el medio ambiente y  exportarlo en abundancia a los 
cinco continentes para provecho de la  Humanidad.
En
  su narrativa no se olvida de la primera lluvia, aquella que deja su  
fresco aroma entre el corazón y la mente. Así su amado Agocalle, donde  
fue campeón caminando en zancos, saltando con garrocha y ganando  
bolsillos tras bolsillos de chillanditas,
  renace en cada despertar, porque ese sentimiento de amor por la Patria
  Chica que se incrusta en la infancia, permanece indeleble en la 
memoria.
Hoy,
  que los caminos del mundo van albeando su privilegiada testa más allá 
 del horizonte nativo, su espíritu telúrico sigue siendo de ese niño  
inquieto hecho río cristalino, gracias a dos vertientes de agua dulce  
que se unieron para darle vida: Chiquián donde florece la cantuta y  
Huayllacayán donde madura la chirimoya.
CHIQUIAN:
  es el pueblo donde el destino tejió el ropón de ACUCHO, ser humano de 
 corazón noble e iris de niño; un guerrero de la constancia, la  
abnegación, el raciocinio y la fe en el éxito final, como buen Quijote  
del conocimiento. En suma, un domador nato de la ignorancia como todo  
orfebre  empeñado en llenar la vasija de la  
ciencia popular en las altas cumbres. Futbolista ciento por ciento con  
su doble salto en el aire como el rey Pelé y el gran capitán Héctor  
Chumpitáz.
Integrar
  el Comité de Gestión - Base Lima por varios años bajo su presidencia, 
 me ha permitido conocer la grandeza de su espíritu y las virtudes de su
  liderazgo natural: sencillo, humilde, generoso, optimista; siempre  
guiando y promoviendo nuevas rutas de desarrollo para nuestra tierra.  
Doctor en Física Nuclear, con un importante cargo en el IPEN y  
estudiante infatigable en un nuevo doctorado que pronto verá el alba de 
 oro.
Viene a mi mente el poeta Alejandro Pope, quien refiriéndose a Newton expresa: "La Naturaleza y sus leyes se ocultaban en la noche: por eso Dios dijo ¡que nazca Newton! y se hizo la luz".
  Esa misma luz es la que irradia Acucho en los paisanos que lo  
acompañamos en su tarea de progreso provincial, así como en las jornadas
  informativas y proyectos educativos que promueve y empuja hacia  
adelante; pues de la misma manera como las plantas convierten los  
minerales en alimento cotidiano, así también los hombres de ciencia  
convierten la materia prima en naturaleza útil para la Humanidad. Son  
los descubridores e inventores que nos allanan el camino para no andar a
  tientas en el mundo moderno.
Pero
  no solamente destaca en el mundo científico, sino también en la tarea 
 literaria, que no ofrece réditos materiales de corto ni largo aliento, 
 porque sabe que la literatura es un noble sentimiento que apunta al  
desarrollo de los pueblos sin esperar nada a cambio, siguiendo las  
hondas huellas dejadas por don Antonio Zúñiga Alva, su adorado padre.  
Huellas de Maestro que es menester recordar en este sagrado lugar,  
crisol purificador de la obra de nuestro vate universal César Vallejo,  
quien también fue maestro de escuela:
Mayo, mes florido en Chiquián gracias al aguacerito que se marcha hasta diciembre, dejándonos su tributo de vida.
Mayo,
  aroma de campo primaveral en la Sierra. Los gorriones saludan la  
llegada de la aurora en cada despertar, cantando felices sobre los  
tejados. En las noches los grillos tocan alegres sus violines entre las 
 pircas de las chacras turquesas.
Mayo,
  mes de dulce caña, de tersas habas para el rico panco, de maíz,  
alfalfita y dorado trigo en Racrán, desde donde se divisa los mechones  
de humo de fogón que se elevan al cielo como velos blancos.
Mayo,
  mes de cuilumpis maduros invitándonos a la cosecha de coloridas 
papitas  arenosas que en unos meses serán sabrosas gecnas. Hasta el agua
 y la  espumante leche recién ordeñada saben a gloria. 
En
  este generoso mes, el martes 10, de hace 100 años, nació en Chiquián 
un  ser humano pródigo en magisterio viviente que dejó huellas 
indelebles  en la provincia de Bolognesi y en los lugares donde llevó su
 elocuente  palabra para gestionar y promover el desarrollo de nuestra 
tierra. 
Don
  ANTONIO ZÚÑIGA, quien además de maestro y escritor, se desempeñó como 
 supervisor de educación, forjador de la Casa del Maestro de la 
provincia  de Bolognesi y presidente de la Sociedad de Beneficencia 
Pública de  Chiquián. Institucionalista ciento por ciento; deportista y 
socio  fundador de la Liga Provincial de Fútbol y del Club Cultural 
Deportivo  Alianza Chiquián que tantos lauros cosechó en Ancash. 
Los
  conocimientos que adquirió en las aulas de Chiquián, Huaraz y Lima, 
los  puso a manos llenas a disposición de sus pupilos chiquianos, de  
Cajacay, Huayllacayán y Llaclla. Los pobladores de este último lugar lo 
 recuerdan como uno de los más importantes gestores para la creación del
  distrito Abelardo Pardo Lezameta en 1956. Siempre fue elegido por sus 
 capacidades y potencialidades innatas, junto a otros ilustres colegas, 
 para representar al magisterio bolognesino en convenciones realizadas 
en  Huaraz y Lima, dejando en alto el nombre de CHIQUIÁN.
Ciudadanos
  ejemplares como don Antonio, fueron en el siglo XX parte medular del  
tejido social bolognesino y ahora son el patrimonio cultural, moral y  
espiritual que debemos conservar y emular, sobre todo en momentos  
sombríos como el que atravesamos, donde todo se pone en tela de juicio, 
 lamentablemente por hechos deleznables originados en las altas esferas 
 del poder, arrinconando voluntades y valores supremos, ante los ojos 
del  mundo. 
Cómo
  no recordar su vigorosa personalidad y su fe inconmovible. Su 
pulcritud  en el vestir y su esmero en el cotidiano quehacer; sin duda, 
uno de los  referentes más destacados que marcará época en la historia 
de nuestro  pueblo, sobre todo por su impecable trayectoria. 
Escucharlo
  conversar con mi papá, cada vez que visitaba nuestra casita de  
Ingeniería en los ochentas y noventas, era un constante aprender. Jamás 
 escuché de sus labios la más tenue manifestación de rencor o  
resentimiento por algo o alguien. Sus ojos azules cristalinos brillaban 
 más y más, cada vez que recordaba su labor magisterial en el vendaval 
de  los contrafuertes bolognesinos, lejos de su hogar del Jr. Saénz Peña
 en  Chiquián: de su adorada Luzmila y sus retoños.
Cuántas
  noches en vela seguramente pasó en su afán de fecundar las buenas  
semillas del conocimiento y del pensamiento en sus alumnos del mundo  
rural; cuántas privaciones de sustento material habrán hincado su cuerpo
  y alma de servidor estatal mal remunerado.
Ya
  en el seno familiar, junto a su esposa y amiga, hasta que espiró su  
último aliento, no solamente propiciaron y concretaron una buena  
educación para sus hijos y nietos, sino también les infundieron ese  
espíritu de honradez y de amor al trabajo tan propio en los  
provincianos, y el sentido de responsabilidad tan escaso en nuestro  
país; nobles tareas a las que entregó su talento, sus energías, salud y 
 vida.
* * *
Como
  Presidente de la Asociación "Chiquián Cultura", la visión emprendedora
  de Acucho, hizo que en breve tiempo dicha institución brinde su primer
  fruto con la Noche de Gala, realizada un 11 de diciembre de grata  
recordación, en homenaje a las mujeres y hombres que forjaron nuestra  
identidad. Después de un alto en el camino para meditar y madurar la  
forja creadora, queda el compromiso de continuar bregando como nexo  
entre las diferentes instituciones chiquianas, procurando que las  
actividades culturales en bien de nuestra tierra encuentren su alborada,
  sobre todo la cultura nativa, tan rica y variada, uniendo en un mismo 
 puño a los distritos de la provincia de Bolognesi.
Con
  Acucho y Vladimiro Reyes Gamarra, hemos tenido el privilegio de 
visitar  Chiquián, unas veces por la ruta de Matarrajra, otras tantas 
escuchando  murmurar al generoso Huamanmayo de la encajonada joya 
aquina; siempre  haciendo un alto en cada recodo de la ruta para 
respirar el aire sereno  de la cordillera, perennizando en nuestras 
retinas y cámaras  fotográficas la belleza incontrastable del Ande, 
belleza que con dicha  plena se va poniendo en valor a través de la 
Internet.
Hace 5 años participé del cumpleaños 50 de Acucho. Fue una velada que pulsa así en el recuerdo:
Las
  palabras de bienvenida estuvieron a cargo de Nila, su hermana mayor,  
con gratas evocaciones del ayer, que nos hicieron transportar a las  
épocas adolescentes en nuestro querido pueblo, donde las palabras:  
Amistad, solidaridad, risas, juegos, trabajo, estudio y deporte sano,  
nos colmaron de dicha cotidiana junto a nuestros vecinos, amigos,  
maestros, padres y abuelitos, bajo los mantos protectores del Señor de  
Conchuyacu, Santa Rosa de Lima y San Francisco de Asís.
Expresivos
  pasajes de la niñez de Acucho, entre los que destacan: “El  
diccionario”, “Los guantes de box”, “Al compás de la procesión”,  
“Celebrando un rojo en la libreta”, “Las crecidas de Agocalle con ripio,
  zancos y garrochas”, “Paso de desfile sin mirar de reojo a las 
chicas”,  “Historia de un intercomunicador demasiado madrugador ”, “Mi 
almidonado  mandil del Jardín de la Infancia”, “El pequeño cantor 
enamorado de las  amigas de sus hermanas”, “Rayadores y regaderas al por
 mayor” y “Tardes  de fulbito con balones de pucash en Sáenz Peña”, 
marcaron la nota  pintoresca del evento con el emocionado relato de 
Nila, donde también  recordamos a nuestros pioneros Miguel Durand y 
Glorioso Aranda,  retrotrayendo a la memoria cálidos trocitos del 
Anecdotario de don  Antonio Zúñiga,  quien con su 
ágil pluma pintó de  arco iris ese hermoso lienzo de confraternidad, 
sentimiento telúrico y  belleza natural, llamado con orgullo "Espejito 
del cielo".
Luego
  se sumaron las palabras de afecto de: Víctor Tadeo a nombre de la  
Asociación Chiquián; Lauro Rosales por el Sport Cahuide; dos alumnos de 
 Física a nombre de los estudiantes de UNI, UNFV y UNMSM; Arturo Vicuña 
 en representación del Club Chiquián; Fortunato Aguirre por el Comité de
  Gestión – Sede Lima. Todos ellos resaltaron las cualidades personales y
  profesionales de Acucho.
A
  las 11 de la noche llegaron las palabras de agradecimiento del  
homenajeado, quien hizo un rápido recuento de su hoja de vida con la  
sencillez y el peculiar estilo chiquiano. Fue entonces que el ambiente  
lleno de melodías andinas volvieron a revolotear las aves temporarias  
del recuerdo de aquellos sesentas. Acucho nos recordó su paso redoblado 
 por la Escuela del amauta Josué Alvarado Cruz, aquella Alma Mater 
camino  a Chivis y de vista al majestuoso Yerupajá, que a tantos niños 
colmó de  conocimiento.
Luego
  nos narró sus años de estudiante primario en la Pre Vocacional de  
Varones 351 con una sentida muestra de gratitud por su maestro de aula  
Anatolio Calderón Pardo, presente en el ágape, de quien rememoró sus  
clases ecológicas a orillas del Aynín, donde la pachamanca franciscana  
con papas roqueñas, choclos de Parientana y habas de Chicchó, era mucho 
 más que un simple alimento para saciar el hambre material.
También
  trajo a colación atrapando nuestros sentidos, los recuerdos de sus  
maestros: Cástulo Rivera y la fabricación de tizas de color con insumos 
 extraídos de las tunas de Shapash, Cucuna y Ninán; las clases de  
mecánica de Oshvita Vicuña que permitía a los alumnos agenciarse de un  
dinerito honrado; el taller de carpintería del maestro Manuel Quispe y  
las clases de agronomía del profesor Crisólogo Ramírez, en los sembríos 
 de la Escuela.
Abundaron
  muchos recuerdos de aquel centro del saber bolognesino, de amplios  
salones revestidos con yeso de Quilcay, grandes puertas y ventanas de  
madera, piscina y patios adornados de cipreses que se mecían con el  
viento al compás de los sonoros "tilín, talán, tolón" de Martín el  
campanero.
Del
  mismo modo nos narró sobre sus cualidades de chuncador pertinaz, donde
  su pequeña ñauca, que era la mitad de la sesma del espigado 
“bellotita”  Escobedo, no era suficiente desventaja para perder el jugo,
 pues con su  "lecheronga" y su providencial puntería cerrando el ojo 
izquierdo, se  metía tranquilamente a los bolsillos del pantalón y la 
camisa, puñados  tras puñados de pushpus, bolas pintas "chillanditas" y 
cholocos del  Callejón de Huaylas, los que remataba al mejor postor para
 comprar media  docena de panes de punta, que compartía con sus leales 
escuderos  "Abchu" y "Shansha"; y de yapa, adquirir de la librería 
Santos Flores,  los pliegos de papel oficio rayados y cuadriculados para
 los exámenes  con tinta líquida, que no permitían borrones ni 
enmendaduras, solo el  vaivén del secante, antes de que se tiñan de azul
 la carpeta y las  mangas del uniforme comando.
Después
  vendría su viaje a Huaraz para estudiar la secundaria en el seminario.
  Fue allí, entre árboles, pájaros canoros, sotanas, hierba silvestre y 
el  riachuelo que discurre ronroneando la angosta quebrada, que forjó su
  espíritu emprendedor, de la mano de sus libros y cuadernos.
Ya
  instalado en Lima, se preparó e ingresó a la UNI. Las limitaciones  
materiales en la capital de la República para un joven provinciano  
acostumbrado a vivir bajo la pupila protectora de papá, no mermaron su  
perseverancia, lo que le permitió culminar con éxito su carrera,  
constituyéndose en ejemplo de estudio y superación para los jóvenes  
paisanos. Desde aquel entonces vinieron año tras año muchos logros  
profesionales, tanto en el Perú como en el extranjero, hasta llegar al  
sitial que hoy ocupa en el Instituto Peruano de Energía Nuclear,  
actualmente presidido por el Doctor Modesto Montoya, quien junto a otros
  físicos nucleares concurrieron al Club Chiquián para brindarle su  
saludo.
Estamos
  en el quinto año del nuevo milenio y aún el Universo navega en el  
misterio. Se dice que la esencia y los atributos de Dios, la materia y  
la vida, la rigidez de las estructuras físicas y la versatilidad del  
pensamiento creador, la causalidad de los fenómenos y el dilema del ser 
 humano que parece nacido simultáneamente para la inmortalidad y la  
muerte, es un secreto todavía. Felizmente hay hombres como Acucho que no
  claudican ante este misterio; es decir, no aceptan un Universo ciego y
  sordo; sino que, día a día aspiran a trasformar con el conocimiento  
científico el reino de la oscuridad y del temor, por el dominio de la  
tranquilidad y la luz.
 * * *
Hermanos del Aula Capulí:
Hace
  dos semanas estuvo aquí el poeta germano Juerguen Polinske,  
bibliotecario mayor de la universidad Alexander von Humbolt de Alemania.
  El nos dijo que Europa está en proceso de hibernación, en cambio  
Latinoamérica ha despertado de su letargo de 500 años. Lástima que en el
  Perú el Estado continúa dándole la espalda a la ciencia y no suene  
todavía el segundo grito de independencia y sigamos copiando modelos  
económicos ajenos a nuestra realidad, así como sus vicios que los  
canales de televisión multiplican en horas estelares, incubando en los  
niños y jóvenes el germen de una farándula nada santa, que se pasea a su
  antojo en la pantalla chica a vista y paciencia de los organismos  
reguladores.
Jóvenes amigos que nos honran con su presencia:
No sólo el calor anima la marcha de un miliciano del alba, también lo hace el dolor, porque  la
  vida es mezcla de alegría y llanto. Sin olvidar que las horas que el  
estudiante le resta a la madrugada: decide su futuro y por ende el de la
  Humanidad. Tampoco debemos olvidar que no es tan importante saber de  
qué material está hecho el arado, el caishi o la racuana, sino saber  
abrir surcos profundos donde florezca la semilla.
Por todo ello, unámonos con fuerza a la gesta heroica de Modesto Montoya Zavaleta, Erik Antúnez de Mayolo Rinning  y
  Agustín Zúñiga Gamarra, líderes naturales del conocimiento y la  
innovación en el Perú, para que nunca más el fiero látigo de la  
ignorancia restalle sobre la cabeza de nuestro pueblo; pero unámonos de 
 manera permanente y sostenida, pues no basta tener el arranque de un  
potro para recorrer un largo camino. Se necesita duro pellejo para  
sortear los fuertes vientos de la adversidad.
Muchas gracias

En
 este hermoso día de tu santo, extiendo mis brazos fraternos tanto como 
los de Diderot, para darte un fuerte abrazo de hermano, 
recordando tu grata presencia en el AULA CAPULÍ.
Nalo
La Vergne, 07 de febrero de 2014
IMÁGENES DE LA CEREMONIA DE PREMIACIÓN
Palabras de Bienvenida
Conferencia
Entrega de Diploma de Honor "Amauta del Perú Eterno"
Distinción: Medalla de Oro "Capulí, Vallejo y su Tierra"
Momento Poético
Palabras de Homenaje: Integrantes de Capulí, Vallejo y su Tierra
Palabras de Agradecimiento: Familia Zúñiga Gamarra
Entonando sagradas canciones peruanas
..
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MAESTRO Y ESCRITOR ANTONIO ZÚÑIGA ALVA
EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO
EN EL CENTENARIO DE SU NATALICIO
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Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
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Mayo, mes florido en Chiquián, gracias al aguacerito que ahora se marcha hasta diciembre, dejándonos su tributo de vida.
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Mayo,  
aroma de campo primaveral en la Sierra. Los pichuichancas saludan la   
llegada de la aurora en cada despertar, cantando felices en los tejados.
  En las noches los chuluc tocan alegres sus violines en las pircas de  
 las chacras turquesas.
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Mayo,  
mes de la dulce caña de generoso maíz, de tersas habas para el rico panco, de   
calabacitas y alfalfita en punta. Mes de dorado trigo en Racrán, desde donde se divisa los mechones  
 de humo de fogón, que se elevan al cielo como velos blancos.
. 
Mayo,  
mes de cuilumpis maduros invitándonos a la cosecha de papitas
  arenosas que en unos meses serán sabrosas gecnas. Hasta el agua y la  
espumante leche recién ordeñada saben a gloria.
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En  
este pródigo mes, el martes 10, de hace 100 años, nació en Chiquián en  
el hogar de sus padres Agustín y Corina, un ser humano pródigo en   
magisterio viviente que dejó huellas indelebles en la provincia de   
Bolognesi y en todos los lugares donde llevó su elocuente palabra para  
 gestionar y promover el desarrollo de nuestra tierra. Su nombre, todos 
  lo conocemos y recordamos con gratitud, aprecio y respeto: ANTONIO ZÚÑIGA ALVA,
  quien además de maestro y escritor, se desempeñó como supervisor de   
educación, forjador de la Casa del Maestro de la provincia de Bolognesi y
  presidente de la Sociedad de Beneficencia Pública de Chiquián.   
Institucionalista ciento por ciento; deportista y socio fundador de la  
 Liga Provincial del Fútbol y del Club Cultural Deportivo Alianza   
Chiquián que tantos lauros cosechó en Ancash.
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Los  
conocimientos que adquirió en las aulas de Chiquián, Huaraz y Lima,  los
  puso a manos llenas a disposición de sus pupilos chiquianos, de   
Cajacay, Huayllacayán y Llaclla. Los pobladores de este último lugar lo 
 recuerdan como uno de los más importantes gestores para la creación del
  distrito Abelardo Pardo Lezameta (1956).
 
Siempre
 fue elegido por sus   capacidades y potencialidades innatas, junto a 
otros ilustres colegas,   para representar al magisterio bolognesino en 
convenciones realizadas en  Huaraz y Lima, dejando en alto el nombre de 
CHIQUIÁN.
 .
Ciudadanos
  ejemplares como don Antonio, fueron en el siglo XX parte medular del  
 tejido social bolognesino y ahora son el patrimonio cultural, moral y  
 espiritual que debemos conservar y emular, sobre todo en momentos   
sombríos como el que atravesamos, donde todo se pone en tela de juicio, 
 lamentablemente por hechos deleznables originados en las más altas   
esferas del poder, arrinconando voluntades y valores supremos, ante los 
 ojos del mundo. 
 .
Cómo  
no recordar su vigorosa personalidad y su fe inconmovible. Su  pulcritud
  en el vestir y su esmero en el cotidiano quehacer; sin duda,  uno de 
los  referentes más destacados que marcará época en la historia  de 
nuestro  pueblo, sobre todo por su impecable trayectoria. 
. 
Escucharlo
  conversar con mi papá, cada vez que visitaba nuestra casita de   
Ingeniería en los ochentas y noventas, era un constante aprender. Jamás 
 escuché de sus labios la más tenue manifestación de rencor o   
resentimiento por algo o alguien. Sus ojos azules cristalinos brillaban 
 más y más, cada vez que recordaba su labor magisterial en el vendaval  
de  los contrafuertes bolognesinos, lejos de su hogar del Jr. Sáenz Peña
 en  Chiquián: de su adorada Luzmila y sus retoños (Nila, Chole,  
Marquito,  Acucho y Uli).
.
.
Cuántas
  noches en vela seguramente pasó en su afán de fecundar las buenas   
semillas del conocimiento y del pensamiento en sus alumnos del mundo   
rural; cuántas privaciones de sustento material habrán hincado su cuerpo
  y alma de servidor estatal mal remunerado.
.
Ya  en 
el seno familiar, junto a su esposa y amiga, hasta que espiró su   
último aliento el sábado 29 de julio del 2000 a la edad de 89   
fructíferos años, no solamente propiciaron y concretaron una buena   
educación para sus hijos y nietos,  también les infundieron ese espíritu
  de honradez y de amor al trabajo tan propio en los provincianos, y el 
 sentido de responsabilidad tan escaso en nuestro país; nobles tareas a 
 las que entregó su talento, sus energías, salud y vida.
¡MAESTRO Y ESCRITOR ANTONIO ZÚÑIGA ALVA, PRESENTE!

a
CHIQUIAN QUERIDO
t
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
.
Amarte es sentir sin hablar;
es dibujarte con los ojos cerrados,
es volver tras los sueños dorados,
es sonreír, llorar, orar y suspirar.
Es conjugar los verbos amar y dar;
es el abrazo amigo que da abrigo,
es la espiga que sólo sabe brindar,
y un ¡te amo¡ que le susurra el trigo.
Amarte es besar la aurora boreal,
es rebobinar el tiempo en espiral,
es robarle una primavera a la risa
para no envejecer más de prisa.
Es ahogar en el Aynín el llanto,
es perder en Caranca el quebranto;
arrancarle un aleluya a Capillapunta
y compartir un pan de punta.
Amarte, es correr al oír tu llamado,
con el corazón latiendo emocionado,
como la sangre corre hacia la herida
para curar las penas de una partida.
Chiquián, eres poesía, música y canción;
danzas y potajes que llenan de emoción;
cuentos y leyendas que destilan cultura
bajo tu hermoso Yerupajá de gran altura.
Quererte es tener a Shaprita en la retina
apapacharlo con una serenata andina,
con la dulce melodía de una mandolina
y los acordes de un violín y una sordina.
Chiquián, cuna del justiciero Luis Pardo,
tierra de trovadores con alma de bardo;
tus aguas de Usgor curan males de amor
y tus frescos puquiales calman el dolor.
Amarte, es honrar a tres bellas plumas:
Alberto Carrillo, por su prosa descriptiva,
Antonio Zúñiga, discípulo del gran Dumas,
y Rubén Barrenechea, por su fina narrativa.
CHIQUIÁN, de tardes de toros en Jircán
y de noches de plenilunio en Quihuillán;
muchas veces te sueño callado y distante,
pero en mi locura sonríes en un instante.
es dibujarte con los ojos cerrados,
es volver tras los sueños dorados,
es sonreír, llorar, orar y suspirar.
Es conjugar los verbos amar y dar;
es el abrazo amigo que da abrigo,
es la espiga que sólo sabe brindar,
y un ¡te amo¡ que le susurra el trigo.
Amarte es besar la aurora boreal,
es rebobinar el tiempo en espiral,
es robarle una primavera a la risa
para no envejecer más de prisa.
Es ahogar en el Aynín el llanto,
es perder en Caranca el quebranto;
arrancarle un aleluya a Capillapunta
y compartir un pan de punta.
Amarte, es correr al oír tu llamado,
con el corazón latiendo emocionado,
como la sangre corre hacia la herida
para curar las penas de una partida.
Chiquián, eres poesía, música y canción;
danzas y potajes que llenan de emoción;
cuentos y leyendas que destilan cultura
bajo tu hermoso Yerupajá de gran altura.
Quererte es tener a Shaprita en la retina
apapacharlo con una serenata andina,
con la dulce melodía de una mandolina
y los acordes de un violín y una sordina.
Chiquián, cuna del justiciero Luis Pardo,
tierra de trovadores con alma de bardo;
tus aguas de Usgor curan males de amor
y tus frescos puquiales calman el dolor.
Amarte, es honrar a tres bellas plumas:
Alberto Carrillo, por su prosa descriptiva,
Antonio Zúñiga, discípulo del gran Dumas,
y Rubén Barrenechea, por su fina narrativa.
CHIQUIÁN, de tardes de toros en Jircán
y de noches de plenilunio en Quihuillán;
muchas veces te sueño callado y distante,
pero en mi locura sonríes en un instante.
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Ancón, AGO 97
Ancón, AGO 97
MÁS RECUERDOS
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Estudiosos en la materia subrayan que el espíritu de 
sacrificio y el afán solidario son impulsos naturales del hombre que lo llevan a 
dar de sí, sin importar que de por medio estén sus bienes materiales, su salud y 
su vida. Asimismo señalan que el sacrificio y la solidaridad implican en su 
acepción más amplia, la idea del desprendimiento y la generosidad; es la 
antítesis del egoísmo, que proclama sólo el vivir por sí y para sí. Pero la vida 
no es ante todo individual, es también colectiva, donde nadie puede ni debe 
vivir aislado. 
.
Cómo no recordar a los comuneros en las excelsas figuras de sus presidentes: Arcadio y Juan Ibarra, Pedro Moreno y Abilio Huerta, quienes además de defender nuestras tierras con el grito: 'Romatambo de Chiquián', construyeron canales y caminos en nuestra difícil topografía, estanques y reservorios de agua para el riego, paredes de tapiales interminables y calles por doquier; es decir apuntalaron con sus brazos y sus cerebros el progreso de Chiquián, obras de las que gozamos de niños, adolescentes y en la actualidad. No es menos importante la labor de nuestros panaderos por darnos el pan caliente mañanero y vespertino, quemándose el lomo, las manos y las pestañas durante las largas horas que dura la tarea de amasijo.
.
A los trabajadores de la Oficina de Correos y Telégrafos: Pepe Zárate Durand (Jefe), Ana Márquez Ibarra, a nuestra recordada Loyolita, Luz Romero Milla, Pedro Díaz Anzualdo, Mateo Barba Zubieta, Juan Garro Aldave, Antonio Ortiz y Agripino Carrera.
.
A los herreros Ambrosio Chávez, Abilio Huerta y David Aldave que forjaban rejas, barretas, racuanas, visagras, aldabas, herrajes, canchanas. A nuestros fabricantes de tejas y adobes Toribio Allauca e Iuchi Ramírez. A los talabarteros Felipe Vicuña, Benancio Valderrama, Felipe Velásquez, a los trenzadores Cosme Padilla y Agripino Cerrate, al pintor con pellejo de cordero Crisólogo 'Bolívar' Vásquez. También a nuestros sastres Miguel e Icha Durand, Natividad Valderrama, José Gamarra Ñato, Jorge Bolarte, Alicho Romero, Juan 'Palermo' Gonzáles, Elias Damián. A los carpinteros Toribio y Teodoro Moreno, Nicolás Ramírez, Gaudencio Moreno, Casimiro Alvarado, Lorenzo Yábar, Valerio Jaimes Calderón, Juan Díaz, Julio Carhuachín, Elacho Ñato, Maurelio Reyes. A los fotógrafos Perfecto Bolarte, Garrito, Cesareo Zarazú, Pepe Zárate, Pedro Zubieta, Víctor Morán, Pedro Cuevas, Guillermo Arbaiza. A don Abraham Bolarte que mantenía a puntos los relojes a cuerda; a los zapateros Rucu Feliciano, Juan Ñato, Alejandro Anzualdo, Samuel Calderón, Mariano Blas, Pedro Alvarez, Lorenzo Padilla, Gregorio Espejo, Estañiz Gamarra.
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A los techadores Eliseo Calderón, Reymundo Flores, Florentino Alvarado, Teodoro Vásquez (experto en tapiales). A los hojalateros Lolito Rivera, Abraham Bolarte, Manuel Rueda y Bernardo Escobedo. A los productores lácteos Alberto Espejo, Isidro Espejo, Filomeno Meza, Andrés Vásquez, Miguel Romero, Amancio Valdez. A los fabricantes de velas Felipe Ramírez, Accepio Palacios, Lolito Rivera, Daniel Yabar, Mauricio Zubieta. A los albañiles Elías Alvarado, Andrés Lázaro y Perico Izquierdo. A los sombrereros Teófilo Rivera y Rómulo Toro. A don Antonio Padua y su roncadora. A los diestros en bordaduría Eulogio Rivera y don Braulio. A los peluqueros Fidel Balarezo, Pedro Loarte, Chimuco Garro, Elías Rivera, Leonardo Allauca.
.
De nuestros maestros primarios, secundarios y de la Escuela Normal, hay tanto que decir, pues gracias a sus enseñanzas somos seres humanos con mayor conocimiento. Saludo a todos ellos en la persona de los maestros chiquianos que nos acompañan en la ruta Arcadio Zubieta, Pablo Vásquez, Eduardo Aldave, Anatolio Calderon, Belisario Pardo; del mismo modo a los trabajadores estatales, comerciantes, base del turismo receptivo, a los músicos y cantantes representados por el maestro Alejandro Aldave; a los comunicadores sociales y administradores de las páginas chiquianas de la Internet; a los escritores en la persona de Filomeno Zubieta, a los gobiernos locales, autoridades de Gobierno y comunidades campesinas, a las asociaciones y comités de gestión.
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Cuando el sacrificio y la solidaridad no se traducen en 
dádiva, se trasluce en nobles acciones, como por ejemplo, preferir lo difícil a 
lo fácil, afrontar cualquier peligro para auxiliar a alguien o ayudar al 
desarrollo de la comunidad. También acudir a donde se necesita ayuda. En fin, 
sacrificar la propia existencia por valores más altos que los que ella encierra. 
El espíritu de sacrificio y de solidaridad compartida son propios de hombres de 
buen corazón; demanda valor y entrega por los demás. En esta oportunidad voy a 
citar algunos nombres de seres humanos que ya emprendieron el Gran Vuelo y de 
otros ciudadanos que son ejemplos vivos, intentado recrear sus obras en bien de 
la comunidad bolognesina. 
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Llega a mi memoria la imagen del primer “Hombre Araña” que 
quedó guardada eternamente en mi corazón. Fue una fría mañana de fines de junio 
del 1961, retornaba de Shincush hasta donde fui gorreando el camión “San 
Martín”, que iba a Recuay. En circunstancias que sorteaba la bajada, cortando 
por tramos la vía, pude ver a don Mateo Barba, trepado a un poste en lo alto del 
cerro, haciendo lo imposible por unir dos cables de acero de filudas puntas que 
lo hacían sangrar. No llevaba casco, guantes, tampoco una soga que lo proteja de 
las hualancas y las puntiagudas piedras, que desde abajo lo miraban como 
vampiros. Nuestro paisano trabajó casi toda su vida en la Oficina de Correos y 
Telégrafos. Él, cada vez que se producía un corte en el sistema telegráfico 
tenía que caminar metro a metro los escarpados hasta encontrar la avería y 
repararlo de inmediato, aun a costa de su integridad y vida, pues seguramente en 
muchas ocasiones tuvo que hacer su trabajo en terreno hostil. Recuerdo que al 
acercarme me brindó unos segundos de su tiempo para responder mi saludo; ya 
cuando estuvo de pie, vi su mirada de satisfacción y sentí su corazón latiendo 
con fuerza por la emoción de haber cumplido su tarea en bien de la comunicación. 
Esta vocación de sacrificio es similar al ejemplo de hombres valiosos como 
Panchito Alva, Alberto Núñez y don “Muchqui” Valerio Aldave, quienes tenían que 
surcar leguas de leguas cuando eran llamados desde el interior de la provincia 
para sanar heridas o socorrer a los desvalidos, sin temor a ser contagiados por 
alguna enfermedad. Seguramente caminaron de noche los abruptos senderos, pues la 
salud no espera la llegada del alba. De igual modo lo hicieron los amautas 
Antonio Zúñiga, Juan Fuentes, Teófilo Núñez, Hernán Reyes y los demás maestros 
rurales llevando conocimiento a los pueblos olvidados. También el Supervisor 
Provincial Marcos Lemus, visitando una a una las escuelas para cumplir su labor 
de control, viajando a caballo o a pie y poder entregar los míseros sueldos a 
los heroicos maestros rurales, las noticias de sus familiares y el azúcar que 
endulce su agüita de muña..
Cómo no recordar a los comuneros en las excelsas figuras de sus presidentes: Arcadio y Juan Ibarra, Pedro Moreno y Abilio Huerta, quienes además de defender nuestras tierras con el grito: 'Romatambo de Chiquián', construyeron canales y caminos en nuestra difícil topografía, estanques y reservorios de agua para el riego, paredes de tapiales interminables y calles por doquier; es decir apuntalaron con sus brazos y sus cerebros el progreso de Chiquián, obras de las que gozamos de niños, adolescentes y en la actualidad. No es menos importante la labor de nuestros panaderos por darnos el pan caliente mañanero y vespertino, quemándose el lomo, las manos y las pestañas durante las largas horas que dura la tarea de amasijo.
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Cómo no evocar a nuestros mineros de socavón como don 
Manuel Vicuña y su hijo Apacho, y a don Manuel Roque. Asimismo a los policías e 
instructores de Pre-Militar que cuidaban nuestro desarrollo: Pedro Cuevas, 
“Angelito”, Fausto Chirinos, Cesareo Zarazú, Víctor Morán, Lucho Chiri, Antonio 
Franco, Cástulo Sánchez, Alejandro Dextre, Pancho Sánchez, Víctor Alvarado, 
entre otros seres de uniforme verde olivo y azul municipal como don Alejandro 
Alvarado. De igual manera los coheteros Alberto “Limonta” Núñez de Quihuillán, 
Baldomero Ramírez y Jacobo Palacios, quienes con su esperado ¡PUN! nos llenaban 
de dicha en las fiestas costumbristas, poniendo en peligro sus dedos y nariz en 
cada disparo de avellana o tendida de bombardas en la Plaza de Armas y en el 
estadio de Jircán. 
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En mis retinas tengo grabados: los helados, las raspadillas 
y las chalacas, pero de solo imaginarme que para elaborarlas tan sabrosas: 
Camilo Bravo, Danielito Garro, Gelacio Valderrama 
Ramírez y su papá, José Montoro y Gregorio Carrera, 
tenían que bajar enormes adoquines de hielo desde Tucu y traerlos paso a paso a 
lomo de burro, siento escalofríos en el cuerpo y en el alma. También integran 
esta pléyade de valientes del trabajo productivo nuestros paisanos Bonifacio 
Peña y Juan Ramírez, los hombres de la “luz al final del túnel”, siempre prestos 
a iluminar nuestras noches, a costa de quedarse electrocutado el primero, y 
morir intoxicado por monóxido de carbono el segundo. Del mismo modo los 
picapedreros Factor, Alejandro y Aurelio Yábar, Apolinario Montoro, Felipe 
Alvarado y Melchor Romero, quienes a mano, cincelada a cincelada, milímetro a 
milímetro construyeron molinos de uso rural, batanes, morteros, umbrales y 
soportes de huaros. 
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Con estos bellos ejemplos, renace ese espíritu de 
sacrificio por amor al prójimo como estado sublime del alma, alcanzado con 
sufrimientos e incomodidades, al extremo de convertirse en un hábito, pues los 
que se acostumbran a experimentar privaciones y molestias, sensibilizan su 
cuerpo, de tal forma que los más crudos dolores y los más pesados trabajos no 
dejan huella apreciable en ellos. Cómo no recordar también a nuestros tejedores 
de antaño: Benito y Pedro Moreno, Marcos y Cesareo Minaya, Florián Rodríguez y 
Fausto Castillo, quienes confeccionaban de sol a sol: ponchos, frazadas, 
faldellines, jergas, aperos, pantalones de bayeta, jacus y llicllas. A nuestras 
tejedoras, bordadoras y costureras: Asunción Aldave, Pili Díaz, Teodora Alva. 
Goya Anzualdo, Consuelo y Norma Espinoza, Etelvina Tello, Mary Luján, Carmen 
Montes, Orfila Ocrospoma, Bercilia y Elvira Prudencio, María Rosemberg y Martina 
Yabar. A nuestra fabricante de coronas Dolorita Aguirre, quien con doña Aquelina 
de Silva, Dieguita, Orfelinda Portilla, Juanita 'Causa', María Gamarra, Carlos 
espinoza y la esposa del chofer Leonardo Aldave de Carcas, alegraban nuestros 
días con sus sabrosos potajes y bebidas al paso..
A los trabajadores de la Oficina de Correos y Telégrafos: Pepe Zárate Durand (Jefe), Ana Márquez Ibarra, a nuestra recordada Loyolita, Luz Romero Milla, Pedro Díaz Anzualdo, Mateo Barba Zubieta, Juan Garro Aldave, Antonio Ortiz y Agripino Carrera.
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A los herreros Ambrosio Chávez, Abilio Huerta y David Aldave que forjaban rejas, barretas, racuanas, visagras, aldabas, herrajes, canchanas. A nuestros fabricantes de tejas y adobes Toribio Allauca e Iuchi Ramírez. A los talabarteros Felipe Vicuña, Benancio Valderrama, Felipe Velásquez, a los trenzadores Cosme Padilla y Agripino Cerrate, al pintor con pellejo de cordero Crisólogo 'Bolívar' Vásquez. También a nuestros sastres Miguel e Icha Durand, Natividad Valderrama, José Gamarra Ñato, Jorge Bolarte, Alicho Romero, Juan 'Palermo' Gonzáles, Elias Damián. A los carpinteros Toribio y Teodoro Moreno, Nicolás Ramírez, Gaudencio Moreno, Casimiro Alvarado, Lorenzo Yábar, Valerio Jaimes Calderón, Juan Díaz, Julio Carhuachín, Elacho Ñato, Maurelio Reyes. A los fotógrafos Perfecto Bolarte, Garrito, Cesareo Zarazú, Pepe Zárate, Pedro Zubieta, Víctor Morán, Pedro Cuevas, Guillermo Arbaiza. A don Abraham Bolarte que mantenía a puntos los relojes a cuerda; a los zapateros Rucu Feliciano, Juan Ñato, Alejandro Anzualdo, Samuel Calderón, Mariano Blas, Pedro Alvarez, Lorenzo Padilla, Gregorio Espejo, Estañiz Gamarra.
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A los panaderos Manuel Castillo, Maurelio Reyes, Simón 
Rayo, Ignacio Calderón Ramírez, Pepel, Policarpo Aldave, Pascual Palacios, 
Victoria Montoro, Ela García, Lucinda y Faustina Alvarado, Mercedes Moncada, 
Pili y Pedro Díaz, Guillermo Garro, Pedro Moreno, Benigno Palacios, Alejandro 
Lemus, Chanti Alvarado, Alejandro Lázaro, Honorio Jara, Alejandro Rivera 
Palacios, Joaquín Chamorro, el chino Félix Jiménez. A los choferes 
ruteros que traían y llevaban calor familiar uniendo sin pestañear de Lima a 
Chiquián a los paisanos, entre ellos Benjamín y Segundo Robles, Luis y Carlos 
Nuñez, Anaya, Amancio, Teobaldo Padilla, Matuco Galvez , José Maturana, Juan 
Montes, Leonardo Aldave, Zenobio Alarcón, Armando y Chanti Alvarado, Elías 
Landauro, José Yábar, San Martín, Keclin Carbajal, Cachay, Ocrospoma, Armando 
Delgado, La Liebre, Tolomeo Padilla, los hermanos Abundio y Manzueto Santos 
Flores, Peli Balarezo, Luco y Claudio Ñato, Miguel 
Moncada..
A los techadores Eliseo Calderón, Reymundo Flores, Florentino Alvarado, Teodoro Vásquez (experto en tapiales). A los hojalateros Lolito Rivera, Abraham Bolarte, Manuel Rueda y Bernardo Escobedo. A los productores lácteos Alberto Espejo, Isidro Espejo, Filomeno Meza, Andrés Vásquez, Miguel Romero, Amancio Valdez. A los fabricantes de velas Felipe Ramírez, Accepio Palacios, Lolito Rivera, Daniel Yabar, Mauricio Zubieta. A los albañiles Elías Alvarado, Andrés Lázaro y Perico Izquierdo. A los sombrereros Teófilo Rivera y Rómulo Toro. A don Antonio Padua y su roncadora. A los diestros en bordaduría Eulogio Rivera y don Braulio. A los peluqueros Fidel Balarezo, Pedro Loarte, Chimuco Garro, Elías Rivera, Leonardo Allauca.
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De nuestros maestros primarios, secundarios y de la Escuela Normal, hay tanto que decir, pues gracias a sus enseñanzas somos seres humanos con mayor conocimiento. Saludo a todos ellos en la persona de los maestros chiquianos que nos acompañan en la ruta Arcadio Zubieta, Pablo Vásquez, Eduardo Aldave, Anatolio Calderon, Belisario Pardo; del mismo modo a los trabajadores estatales, comerciantes, base del turismo receptivo, a los músicos y cantantes representados por el maestro Alejandro Aldave; a los comunicadores sociales y administradores de las páginas chiquianas de la Internet; a los escritores en la persona de Filomeno Zubieta, a los gobiernos locales, autoridades de Gobierno y comunidades campesinas, a las asociaciones y comités de gestión.
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Nalo Alvarado Balarezo 

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CHIQUIÁN: 
Cielo azul
30 de agosto en soledad,
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.
Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar;
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.
Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.
Nalo AB - 15651
con el ala rota una vez más,
horizonte incierto, cielo azul,
fuegos artificiales, Salva fugaz,
vuelve la noche, con su negro tul.
Toca la banda, hasta el amanecer,
por las callecitas del viejo hogar;
horizonte incierto, cielo azul,
ausencia triste, lejana estás,
sueño distante, coplas de ayer.
Tardecita fría, de paisaje gris,
ya mi alma mira desde el dintel;
en nocturno cielo, la quena llora,
y junto a ella, una guitarra implora
porque un corazón, dejó de latir.
Nalo AB - 15651
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PASAJERO DEL TIEMPO 
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Bajo los párpados para soñar despierto, y sobrevuelo Chiquián con el pensamiento...
Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
Busco por todos lados, mas no encuentro a mis amigos. Unos están en el cielo, otros en el mundo esparcidos. En el jirón Leoncio Prado la oscuridad rasga mi pecho, pues muchos vecinos se han ido, y por más que en los rostros de sus hijos se reflejan, no late ese sentimiento telúrico tan arraigado en los viejos, y me siento forastero en mi propia tierra.
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En este agonizante mutismo de un barrio otrora alegre, 
el llanto se esconde en mis pupilas con un rayo de luz que me invita un
 acre trago de nostalgia. Fantasía gris de un tiempo que se va haciendo 
ceniza; no sé si fatigado por el paso de los años, o curvado por el peso 
de los sueños truncos en un batir de alas agoniza, como los ojos que perdieron 
la facultad de llorar, como los labios secos que se olvidaron de besar, 
como las manos cuajadas de venas moradas, como una laguna congelada en 
mil sollozos, como un cortejo de almas penitentes en un viernes cansado de vivir, 
como aquella golondrina de verano que se marchó para no volver, o el 
presagio que envuelto en un gemido adivina que muy pronto será la 
rígida manecilla de un reloj fenecido.
Ya es medianoche, y veo 
pasar por la acera a un viejo vecino con su poncho de neblina. Va 
murmurando sobre el paso del tiempo que en la noche esconde sus horas 
vacías. Entonces vienen a mi mente los versos 
que buscan tierra de sepulcro en un paraíso de torcazas hartas de volar,
 y barquitos de maguey anclados a la vera de Maraurán, aguardando a sus 
capitanes que descansan en paz.
En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.
En el rostro del vecino querido veo incontables surcos que el arado de la vida ha labrado. Tiene la mirada con nubes nacaradas que flotan donde duermen sus recuerdos. Sólo atino a contemplarlo a través de dos lágrimas que ruedan para regar la tierra generosa de mis viejos.
Ya está amaciendo, y el anciano 
sigue andando empujado por el viento para nunca más volver, como avanza 
el tiempo sin retroceder, mientras las sombras aguardan con sus brazos 
de hielo.
No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio de Jircán colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.
No sé qué es lo que lo sostiene en pie, mas lo contemplo en silencio y llegan a mi memoria aquellos pilares de carne, pellejo y huesos que sustentaron mi barrio de Jircán colmado de Yerupajá, tardes de toros al son de la banda y trotes de caballos en el empedrado, aquellos cascos, que así como labran caminos, también se detienen para siempre.
No escucho risas, golpes de canga ni huaynos en el 
vecindario, sólo un pichuichanca invidente que no sabe de sol, de luna 
ni de estrellas, trina en el alero un canto de esperanza, hurgando un 
poco más de tiempo, como las hilachas de la memoria colectiva que el 
tiempo desovilla a falta de una rueca que las hile hasta convertirlas en
 poncho, en cuya trama nadie falte ni sobre.
Son las 6 de la 
mañana, me persigno e ingreso a casa. En mi pequeña biblioteca reviso 
mis viejos cuadernos, y en sus hojas pálidas de años y lejanía, dejo mis
 lágrimas otoñales recordando a mis vecinos y amigos. Junto a los 
cuadernos, en un candelabro lleno de gotas endurecidas de dos cirios 
consumidos, reposan los recuerdos de largas horas de angustia de mi 
madre por el esposo viajero.
De pronto asoman como aves temporarias las palabras de mi viejo amigo Panchito Gonzáles, que vienen desde Marián, HUARAZ:
 "Nacer o morir, ¿Un mismo significado?.. morir y nacer, interrogante 
sin respuesta. ¿La partida será el encuentro? ¡He ahí el misterio de la 
vida¡... el palpitar se detiene y las arterias son caminos desiertos... 
el soplo ha desaparecido. Y así, una y otra vez la Fábula de Higinio: 
“La tierra pide lo que es suyo y el alma al infinito, va en pos de una 
nueva creación". Sí, ayer llegó el final; la razón y el sentimiento en 
su lucha tenaz no llegaron a ningún acuerdo, pero triunfó el corazón:.. 
“Hay que llorar por los seres que se alejan de nuestro lado para 
siempre, pues son nuestra razón de existir, amor de amores, pena de 
penas, se diluye en un segundo y todo se acaba”.
Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...
Tulpajapana, 02 NOV 2003
Abro los ojos; y aquí, en el cementerio de Chiquián, yace un viejo poema cubierto de pétalos blancos...
Tulpajapana, 02 NOV 2003
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NO PREGUNTES POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS;
 DOBLAN POR TI Y POR MÍ
 
Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
“Curiosa es nuestra situación de hijos de la Tierra. Estamos por una breve visita y no sabemos con qué fin, aunque a veces creemos presentirlo. Ante la vida cotidiana no es necesario reflexionar demasiado: estamos para los demás. Ante todo para aquellos de cuya sonrisa y bienestar depende nuestra felicidad; pero también para tantos desconocidos a cuyo destino nos vincula una simpatía”. Albert Einstein (Mi visión del mundo)
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La
 mañana del martes 17 de octubre de 1961, me encontraba cogiendo agua 
en el pilón del barrio poco antes de asistir a la escuelita 378 de 
Quihuillán, donde cursaba el 4to. de Primaria; de pronto, en 
circunstancias que convergían en la esquina los señores Manuel Roque 
Dextre y Teófilo Salas Rivera, doblaron las campanas de la iglesia 
matriz de Chiquián, anunciando un deceso, motivando que mi cuerpo se escarapele,
 pues los camiones de mi padre y el de su compadre Segundo Robles 
Valverde, que debieron llegar de madrugada, no asomaban por la ceja de 
Caranca. Don Teófilo preguntó:
- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?
- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.
Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó, que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
- ¿Por quién doblarán las campanas, Manuelito?
- Doblan por ti y por mí, hermano del alma. Le contestó compungido.
Don Manuel, persona muy instruida, otrora presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, y reconocido poeta, al notar que su respuesta inquietó sobremanera a don Teófilo, le comentó, que los versos “No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti” corresponden al fragmento “POR QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS” del poeta inglés John Donne (1572 / 1631), fragmento que tres siglos después inspiró la novela del mismo nombre, del escritor americano Ernest Hemingway (1899/ 1961), fruto de sus experiencias como corresponsal en la guerra civil española.
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Dicha novela empieza así:
“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
“Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si se tratara de un legendario monte, o de la casa solariega de uno de tus amigos o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”. John Donne.
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Esquina chiquiana, escenario de la experiencia de vida 
Doña María Gamarra de Calderón, quien retornaba del mercado de abastos, acercándose a los dos señores, les comunicó muy apenada:
- Mañuquito, Tiuchito, ha muerto nuestro amigo Shaprita.
Oír el sobrenombre, tantas veces escuchado en Chiquián y los pueblos aledaños, hizo llaga en mi alma para siempre, al interpretar en carne viva el mensaje del poeta metafísico John Donne, pues mi querido amigo Manuel Ñato Allauca partió antes de tiempo. Ser humano muy laborioso fue Shaprita, cuyo aporte era de suma importancia para el pueblo, sobre todo su fraterno afán de fecunda generosidad con los turistas, las amas de casa y los niños que lo teníamos como valioso ejemplo de vida. Dos horas después arribaron mi padre y su compadre Segundo, se habían quedado varados cerca del puente Mellizo (Mayorarca), por la rotura del eje delantero de un camión minero, en una angosta pendiente. Al día siguiente, miércoles 18 de octubre de 1961, el pueblo chiquiano decretó tarde no laborable para acompañar al paisano querido hasta su última morada, al compás de la Marcha Fúnebre de Morán, entonada por la banda de músicos de la solidaria familia Aldave Montoro. Ese día, hasta los niños vestimos de luto.
Por
 éso y por mucho más, cada vez que muere un ser vivo, sé que algo de mí se 
desprende, y así será hasta el final de mis días, porque gracias a dicha
 experiencia aprendí que soy parte indisoluble de las obras de Dios, 
nuestro Creador: la Naturaleza y el Cosmos. Nadie, como bien lo señala 
John Donne, es una isla; por tanto, ningún ser humano merece vivir ni 
morir aislado. Al respecto, el poeta español Antonio Machado, nos dice: “A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd”,
 de ahí que el lugar mas cálido para el reposo sea el corazón humano, 
porque en el recuerdo y la esperanza anida el misterio de la eternidad, 
tal como reza el proverbio de Facundo Cabral: “No
 perdiste a nadie: el que murió, simplemente se nos adelantó, porque 
para allá vamos todos. Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu 
corazón”, sin olvidar en cada momento del día las palabras de Jesús: "Yo soy la resurección, y la vida. Aquel que crea en Mí, aunque muera, vivirá."
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En
 estos últimos días han fallecido diez paisanos bolognesinos de gran 
valía. Hace un año, el 10 de febrero emprendió el Gran vuelo en Lima el 
escritor Luzuriaguino Guido Vidal Rodríguez, y al día siguiente 11 como hoy, también falleció en Lima, uno de mis amigos más amados, Hugo Nicanor Vilca del Castillo,
 nacido en Huari. Tengo la certeza de que por dichas pérdidas doblaron 
las campanas en Bolognesi, Mariscal Luzuriaga y Huari, como expresión de
 luto colectivo que mantienen y mantendrán eternamente nuestros pueblos 
fraternos, por más lejos que sus hijos pierdan la vida.
Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
Desde los albores de la Humanidad todas las puertas del mundo han sido tocadas por el ala de la muerte, para las que se construyan ahora y después, es cuestión de tiempo solamente. Al respecto, cuentan que: “Un monje tenía siempre una taza de té al lado de su cama. Por la noche, antes de acostarse, la ponía boca abajo y, por la mañana, le daba la vuelta. Cuando un novicio le preguntó perplejo acerca de esa costumbre, el monje explicó que cada noche vaciaba simbólicamente la taza de la vida, como signo de aceptación de su propia mortalidad. El ritual le recordaba que aquel día había hecho cuanto debía y que, por tanto, estaba preparado en el caso de que le sorprendiera la muerte. Y cada mañana ponía la taza boca arriba para aceptar el obsequio de un nuevo día. El monje vivía la vida día a día, reconociendo cada amanecer que constituía un regalo maravilloso, pero también estaba preparado para abandonar esté mundo al final de cada jornada”. Estas y otras reflexiones que navegan en la Internet me inspiraron a escribir la hilachita:
EN CUALQUIER MOMENTO
La puerta de la vida se cierra, la sangre detiene su curso y el alma vuela como hoja quebradiza en el éter. Abajo los cardos siguen floreciendo en la redondez del mundo.
Todo acaba tras el último aliento, sólo lágrimas de congoja y plegarias a Dios corren en pos de la Resurrección.
Después quedan los recuerdos, y poco a poco el viento del olvido va borrando del mapa el único camino que no conduce a Roma, sino a la tumba.
Ignoro quién sobrevivirá y quién será el ausente en aquel momento. ¿Lo sabes tú?.
Mientras tanto, ama, reza y goza la vida segundo a segundo, por ventura 
divina.
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Confieso,
 no me ha sido fácil aceptar la muerte de mis seres queridos: 
abuelitos, mamá, papá, tíos, primos, sobrinos, maestros, compañeros de 
estudio, trabajo y de ocio, coterráneos y entrañables amigos. Solamente 
el honrar su recuerdo, compartir experiencias similares con fe y 
esperanza, entender que empezamos a morir desde que nacemos y dejar 
brotar las emociones contenidas, han hecho que no sea el muerto en vida 
del poema de Becquer, sino que viva cada día como si fuera el último, 
apreciando segundo a segundo lo bella que es la existencia terrena, en
 armonía plena con la creación del Altísimo.
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En casos muy dolorosos un abrazo a tiempo es mejor que mil palabras, sin perder de vista el mensaje de San Agustín: "Cuando
 tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor, no te entristezcas, 
ni derrames lágrimas, ni te abraces a tu pena a través de los años. Por 
el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi 
memoria y en mi nombre y haz todas las cosas igual que antes, no 
alimentes tu soledad con días vacíos sino llena cada hora de manera 
útil. Yo estaré cerca de ti y nunca tengas miedo de morir porque yo 
estaré esperándote en el cielo".
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Chiquián, una vez más la banca vacía..












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