Nació en Chiquián el 02 de setiembre de 1782, de padres de ascendencia española, también nacidos en Chiquián, Capitán Juan Gonzáles y doña Josefa María Grilleros; se educó en la ciudad de Lima, en el Seminario de Santo Toribio donde cursó la carrera de Sacerdote, conforme a la costumbre de la época. Después de haberse ordenado de Cura en mayo de 1807, recibió de parte del Obispo de Lima “Las Sagradas Órdenes del Subdiaconado”, posteriormente fue nombrado a servir en la Iglesia de Nuestra Señora de los Desamparados; después de seis meses, pasó a ejercer el Curato de San Carlos, y no conformándose con este cargo, por su espíritu de superación constante, pasó a estudiar jurisprudencia en el mismo Convictorio, recibiéndose de Abogado en Derecho Canónico el 22 de noviembre de 1811. Es importante anotar que en aquel centro, se empapó debidamente de los ideales liberales y de avanzada del gran maestro Toribio Rodríguez de Mendoza, forjador de juventudes vanguardistas, y de parte del Prócer y paisano Manual Villarán Loli, Vice-Rector del Convictorio, hombre de convicciones revolucionarias de aquel entonces.
El pueblo de Chiquián se enorgullece, por ser la cuna, donde nació uno de los valores nacionales como Manuel Jesús Gonzáles Grilleros, Prócer ancashino y nacional, con un alto concepto del significado de libertad y el derecho, activo y de temple, luchó sin desmayar por la causa de nuestra emancipación; ciudadano preclaro, un patriota a toda prueba, un revolucionario de corazón, y que, jamás doblegó ante el infortunio ni claudicó en sus ideales.
Como refiere el escritor Alberto Carrillo Ramírez: “En el Prócer Manuel Jesús Gonzáles Grilleros, había una cuádruple personalidad: el de revolucionario, el de abogado, el político y el eclesiástico”.
1. Como revolucionario se inició en el Seminario, luego en su tierra natal, difundiendo las ideas renovadoras y su fe en la emancipación de la Patria desde su círculo familiar y desde el púlpito en su calidad de sacerdote. De vuelta a la capital se unió a la brega en la misma sede de gobierno colonial, colaborando muchas veces en la fuga de patriotas prisioneros; asimismo participó en algunas conspiraciones con el emblema de la revolución por delante, tanto en la sierra como en la costa; ni la adversidad, ni los reveses pudieron hacerle cambiar el rumbo que había elegido desde sus años de seminarista. Fugitivo del poder virreinal y luego víctima indefensa del poder protectoral, se mantuvo en su posición de vanguardia, hasta cuando la obra grandiosa de la libertad quedó plenamente concluida. El pueblo consciente de su conducta revolucionaria lo eligió en dos oportunidades Representante al Congreso.
2. Como hombre de Derecho, fue un celoso defensor de los altos valores de la justicia, así como de los intereses colectivos, poniéndose siempre al lado de los mestizos y de los indios oprimidos por las autoridades coloniales prepotentes y abusivas, y de los poderosos terratenientes; quienes, dolidos comenzaron a hacerle una campaña de desprestigio mediante acusaciones ante las más altas autoridades tanto eclesiásticas como civiles, por sentirse afectados en sus intereses y privilegios, tratándole de revoltoso y de papeluchero; por el hecho de enfrentarse a la ilegalidad que cometían contra la comunidad y contra los humildes ciudadanos. Sin embargo las autoridades eclesiásticas conocedoras de su bien reconocida rectitud moral y capacidad, siempre lo nombraron para desempeñar importantes comisiones de carácter judicial en uno y otro pueblo, tanto de promotor y otras veces de juez, por ser respetuoso de la ley y enemigo del fraude político. No tuvo temor de exponer su justa crítica ante los abusos y crueles procedimientos empleados por las autoridades realistas en contra de los patriotas.
Por todas estas consideraciones, sus comprovincianos llegaron a tenerle gran aprecio como hijo predilecto de toda la región de Cajatambo y Huaylas, recibiéndole con gran cariño cada vez que llegaba a visitar su tierra natal.
3. Como político abrazó el liberalismo, desde sus años de estudiante en el Convictorio, robusteciendo sus conocimientos con los libros prohibidos que llegaban del extranjero, cuyas enseñanzas las aprovechó muy bien; fue partidario de la plena democracia de tinte claramente republicano, junto a la élite de los preclaros partidarios del republicanismo, como Luna Pizarro, Sánchez Carrión, Mariátegui, Requena y otros. No formó parte del Primer Congreso Constituyente por intriga del Ministro Monteagudo ante el Protector, a quien le manifestó que, el Presbítero Gonzáles no era partidario de la creación de la República Independiente del Perú. Así mismo el Sr. Gonzáles no aprobó, por ser totalmente legal, cuando el Ejército se pronunció obligando al Congreso, a nombrar un Presidente de la República y proponiendo a José de la Riva Agüero, que se hizo cargo suplantando a la Junta Gubernativa presidida por La Mar.
Más adelante fue elegido Diputado en dos oportunidades, 1826 y 1839; en el segundo período, demostró su oposición, cuando la mayoría de congresistas votaron para nombrar al General Gamarra como Presidente; él se negó a firmar dicha Acta, por ser partidario de que el Presidente sea un civil y no un militar.
4. Como Clérigo, fue un fiel cumplidor de todas las obligaciones a su Ministerio, fue un buen católico; no obstante no tener vocación para el sacerdocio, se propuso ser un clérigo a carta cabal, jamás dio motivo a denuncia, queja o crítica de inmoralidad o de usura en su actuación de eclesiástico y ajeno a toda clase de vicios; por todas estas cualidades llegó a gozar de bastante consideración en el Arzobispado, razón por la cual, antes de ser perseguido como insurgente, fue enviado en comisión en diversas oportunidades para dilucidar ciertos problemas producidos en las curias provincianas. Cuando desempeñó el Vicariato de su Provincia, demostró rectitud, dando normas de conducta, para aquellas familias que vivan en concubinato, contraigan matrimonio de acuerdo con los mandamientos de la Iglesia; pero sus esfuerzos moralizadores fueron inútiles, porque sus enemigos lo acusaron mediante quejas y denuncias falsas e intrigantes, llegándose hasta límites insospechados, cuando algunos sacerdotes inmorales de las otras parroquias vecinas, lo trataron de orgulloso, altanero y alborotador del pueblo. Pero todas estas vinculaciones quedaban pronto desvirtuadas, y él seguía gozando de la consideración y confianza del pueblo, así como de toda su feligresía.
En resumen fue un sacerdote sincero, leal, desinteresado, probo y magnánimo con los pobres; habría sido un modelo de sacerdote, pero las intrigas y sobre todo el período de cambio por el que estaba pasando el país, donde ya los pueblos comenzaban a sacudirse del régimen opresor, y por otra parte, los mandatos de las autoridades coloniales en contra de las ideas independistas, hicieron de él un opositor permanente a tales mandatos, llegando a convertir el púlpito en tribuna de propaganda revolucionaria. Por lo demás fue una persona culta, que hablaba varios idiomas, entre ellos, el español, el latín, el quechua y el francés; escribió 23 obras en francés incluyendo una gramática y un diccionario y 11 libros en español. Su biblioteca estaba formada por 250 volúmenes de obras escogidas.
FUENTE:
-Libro: CHIQUIÁN: La Incontrastable Villa - Compendio Histórico de una Pueblo en Transformación, de Mario Reyes Barba - 2002 - Páginas 63 / 66.
La obra de fino acabado telúrico del maestro, compositor, músico y escritor Mario Reyes Barba, trasciende en el tiempo y el espacio. Junto a Alberto Carrillo Ramírez, Antonio Zúñiga Alva, Rubén Barrenechea Núñez y Vidal Alvarado Cruz, se yerguen como los pioneros de las letras chiquianas. Los cinco dejaron hondas huellas magisteriales y contribuyeron sobremanera para que CHIQUIÁN sea llamado con orgullo, gratitud y cariño por el pueblo ancashino: "CUNA DE GRANDES MAESTROS".
Oremos por las almas buenas de nuestros cinco recordados MAESTROS, que lo dieron todo por el PERÚ.
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