Lima, 12 de abril de 2011
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HOLA SHAY:
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Tengo el penoso deber de comunicar a la familia chiquiana, el sensible fallecimiento del dilecto maestro GUTBERTO IBARRA LOZANO. Al despuntar el alba nuestro entrañable "Gutbi" acudió al llamado de Dios y ya se encuentra en la Mansión Celestial. Las sentidas condolencias de la familia Alvarado Balarezo a su amada esposa, queridos hijos y familiares, con fe y esperanza porque sus ejemplo de ciudadano ejemplar siga iluminando nuestro camino.
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VELORIO:
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CAFAE MAGISTERIAL, sito en la Av. Petit Thouars Nº 493 - Santa Beatriz (Costado de Radio Nacional del Perú).
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SEPELIO:
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1 p.m. de mañana miércoles 13 de abril en el cementerio MAPFRE de Huachipa..
RECUERDOS
Esta pléyade de talentosos jugadores, benefactores, dirigentes e hinchas, que hicieron posible su nacimiento, fueron: (en orden alfabético): Abel, Alberto, Alejandro, Anatolio, Antonio, Apolinario, Arcadio, Armando, Artidoro, Arturo, Belisario, Benjamín, Bonifacio, Calixto, Carlos, César, Crisólogo, Daniel, Elias, Ernesto, Eusebio, Félix, Felipe, Germán, Gregorio, Gutberto, Hernán, Hortencio, Jacobo, Jorge, José, Juan, Icha, Leonidas, Luis, Magno, Manuel, Mario, Mateo, Moisés, Oscar, Pedro, Perico, Raúl, Rómulo, Rubén, Segundo, Sulpicio, Teobaldo, Teófilo, Víctor, Virgilio y William, entre otros paisanos que pusieron la primera piedra.
Aquellos pioneros jugaban como buenos hermanos, sin falsos egos, envidias, desavenencias banales ni pregones de éxitos fugaces. Sólo los impulsaba compartir una pelota en la cancha disfrutando al máximo con sana picardía provinciana.
Nalo
LOS MAESTROS DEL COLEGIO NACIONAL
"CORONEL BOLOGNESI" DE CHIQUIÁN
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
.Todos ellos llenos de energía y esperanza, con sensibilidad, nobleza y mucha pasión por enseñar. Siempre se consideraron muy afortunados con su trabajo.
. RECUERDOS
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El lunes 27 de noviembre de 1939 se fundó bajo el ala entusiasta de un grupo de jóvenes chiquianos: el "CLUB ATLÉTICO TARAPACÁ”, nombre que simboliza el valor de un puñado heroico de soldados peruanos que lograron la más célebre hazaña militar en bien de la Patria. Aquel día nuestra tierra renovó su espíritu deportivo para continuar irradiando su calidad futbolística a lo largo y ancho de Ancash.Esta pléyade de talentosos jugadores, benefactores, dirigentes e hinchas, que hicieron posible su nacimiento, fueron: (en orden alfabético): Abel, Alberto, Alejandro, Anatolio, Antonio, Apolinario, Arcadio, Armando, Artidoro, Arturo, Belisario, Benjamín, Bonifacio, Calixto, Carlos, César, Crisólogo, Daniel, Elias, Ernesto, Eusebio, Félix, Felipe, Germán, Gregorio, Gutberto, Hernán, Hortencio, Jacobo, Jorge, José, Juan, Icha, Leonidas, Luis, Magno, Manuel, Mario, Mateo, Moisés, Oscar, Pedro, Perico, Raúl, Rómulo, Rubén, Segundo, Sulpicio, Teobaldo, Teófilo, Víctor, Virgilio y William, entre otros paisanos que pusieron la primera piedra.
Aquellos pioneros jugaban como buenos hermanos, sin falsos egos, envidias, desavenencias banales ni pregones de éxitos fugaces. Sólo los impulsaba compartir una pelota en la cancha disfrutando al máximo con sana picardía provinciana.
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Si bien es cierto que su brillante historia está jalonada de décadas cosechando copas, dentro y fuera de Bolognesi; también es cierto que los primeros años no fueron nada fáciles para ellos, pues tenían que darle forma y consistencia al equipo. Además, los adversarios de talento y gran entrega que tuvieron, fueron forjados en el calor de la misma fragua deportiva.
Doy una mirada al pasado y recuerdo aquellos años de finales de década de los 50, donde se yerguen las figuras señeras de cuatro jugadores excepcionales que dejaron huella imborrable en el piso de cascajo del estadio de Jircán:
Doy una mirada al pasado y recuerdo aquellos años de finales de década de los 50, donde se yerguen las figuras señeras de cuatro jugadores excepcionales que dejaron huella imborrable en el piso de cascajo del estadio de Jircán:
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Gudberto Ibarra Lozano (Gutbi):
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De impecable capacidad defensiva, fortaleza, gallardía, gran sentido de la anticipación, salida clara, garra y de imparable shot. Por precaución, antes de seguir leyendo, apártese un poco de la pantalla de su PC o puede caerle un puntazo de Gudbi.
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Anatolio Calderón Pardo (Anacho):
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Buen toque, inteligencia, marca, puntería, atento al juego y jugador versátil que podía desempeñarse en cualquier lugar de la cancha.
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Gudberto Gutiérrez Quiroz (Blakaman):
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Portero elástico que tapaba más que "sotana", de manos ágiles y fuertes que no necesitaban guantes, de buenos reflejos y nervios de acero durante los penales.
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Arturo Barrenechea Núñez (Papaseca):
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Cintura de goma, canillas eléctricas en el juego de candela, velocidad envidiable con amagues que dejaba birolo al rival, vivaz, inquieto e imparable en el dribling.
Pero no solamente el Tarapacá brilló en el deporte "rey", sino también en vólei donde figuras como nuestra recordada Chuli Garro Montoro, hermana del formidable jugador de fútbol "Pollito", lució en alto el estandarte tarapaqueño. De la hinchada ni qué decir, todos brindaban lo suyo: masajes, banderolas, naranjas, concordias, cantos, alegría por un holgado triunfo, un nudo marino en la garganta en un partido de pronóstico reservado y una hidalga tristeza frente una derrota.
Muchos años de esplendor están grabados en la memoria del pueblo chiquiano. Empuje y coraje a toda prueba, siempre respetando la integridad física del adversario, fue y sigue siendo el norte de las generaciones de tarapaqueños que se suceden desde los tiempos de los chimpunes con puente, los balones huancachos con paños cosidos a mano, blader de jebe y pichina ahorcada con tiento; las hurras de algarabía de las barras al son de las bandas de músicos y el grito ahogado de las tribunas cuando uno de los arcos entraba en pánico de gol.
Cuántos goles de chalaquita con raspada de espalda, de taco sin tiza, de puntazos sin piedad y de cabecita con gorra de lana incluida, están registrados en las retinas de propios y extraños; cuántas anécdotas frotan su historia con aroma a "Charcot", maletines y camarines al aire libre...
Pero no solamente el Tarapacá brilló en el deporte "rey", sino también en vólei donde figuras como nuestra recordada Chuli Garro Montoro, hermana del formidable jugador de fútbol "Pollito", lució en alto el estandarte tarapaqueño. De la hinchada ni qué decir, todos brindaban lo suyo: masajes, banderolas, naranjas, concordias, cantos, alegría por un holgado triunfo, un nudo marino en la garganta en un partido de pronóstico reservado y una hidalga tristeza frente una derrota.
Muchos años de esplendor están grabados en la memoria del pueblo chiquiano. Empuje y coraje a toda prueba, siempre respetando la integridad física del adversario, fue y sigue siendo el norte de las generaciones de tarapaqueños que se suceden desde los tiempos de los chimpunes con puente, los balones huancachos con paños cosidos a mano, blader de jebe y pichina ahorcada con tiento; las hurras de algarabía de las barras al son de las bandas de músicos y el grito ahogado de las tribunas cuando uno de los arcos entraba en pánico de gol.
Cuántos goles de chalaquita con raspada de espalda, de taco sin tiza, de puntazos sin piedad y de cabecita con gorra de lana incluida, están registrados en las retinas de propios y extraños; cuántas anécdotas frotan su historia con aroma a "Charcot", maletines y camarines al aire libre...
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Las fotos en blanco y negro donde los jugadores aparecen con gorritas, canilleras, musleras y suspensores hasta la barriga, dan cuenta de una época de oro del fútbol macho, y que cada 27 de noviembre recordamos cantando:
Tarapaqueño soy,
camisa verde
bien de adentro soy;
todos me quieren,
todos me odian
¡porque soy campeón!
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camisa verde
bien de adentro soy;
todos me quieren,
todos me odian
¡porque soy campeón!
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Con esta nota de gambetas, carretillas, tiros al travesaño, mas no de pies utilizados como bisturí ni taladro humano, rindo mi más cálido homenaje a los valerosos soldados peruanos que el 27 de noviembre de 1879 impregnaron de sangre, sudor y lágrimas el campo de batalla de Tarapacá. Del mismo modo a cada uno de los aguerridos jugadores e hinchas del oro y verde TARAPAQUEÑO de todos los tiempos, que con su coraje, pundonor y entusiasmo, supieron dejar en alto este glorioso nombre que adoptaron con cariño.
Nalo
LOS MAESTROS DEL COLEGIO NACIONAL
"CORONEL BOLOGNESI" DE CHIQUIÁN
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
.Todos ellos llenos de energía y esperanza, con sensibilidad, nobleza y mucha pasión por enseñar. Siempre se consideraron muy afortunados con su trabajo.
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Recuerdo a mi maestro Carlos Collantes de los Santos, cuando nos decía: 'A un obstetra se le permite traer una vida en un momento mágico; al maestro, que esa vida renazca día a día con nuevas preguntas e ideas. Un arquitecto sabe que si diseña bien una estructura, puede permanecer muchos años en pie. Un maestro sabe, que si construye con amor y verdad, lo que construya, durará para siempre'.
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Mis maestros, parafraseando un pensamiento universal, fueron: 'un grito de fe porque creyeron en simples mortales como nosotros. Un pregón de esperanza, porque sembraron lo que estamos cosechando con creces. Un testimonio de amor, porque morían un poco cada día para que vivamos plenamente'.
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Todos los recuerdos plasmados en las pizarras de nuestro colegio del jirón Leoncio Prado, que expresaron a viva voz sus mentes y corazones, están guardados en el cuaderno de la vida, que es la experiencia, y lo abrimos cuando nos aprieta el recuerdo.
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Quizá no será el sudor de su frente lo que podamos tocar ahora, pero sí sus ganas de enseñar poniendo todo su empeño e inteligencia a nuestro alcance.
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En el 'Coronel Bolognesi' de mis años mozos, era más importante persuadir que imponer; es por ello, que cada alumno se constituía en el gestor de su propia educación. La meta de nuestros maestros no era la información-conocimiento, sino la formación-sabiduría. No la transmisión de ideas como datos, sino la oferta y promoción de ideales como actitudes para enfrentar los retos cotidianos. Las mejores lecciones de nuestros maestros fueron sus buenos ejemplos. Cada maestro partía del supuesto axiológico, de que educar es más que instruir; priorizando lo formativo, orientándonos a clarificar los valores y la trascendencia de éstos, en la vida, donde lo más importante no es saber mucho, sino integrar los conocimientos y las experiencias en una personalidad afianzada sobre valores humanos.
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Enormes cambios se están gestando en el mundo, generando la urgencia de maestros como de aquellos buenos tiempos: La revolución de los medios de comunicación, el acelerado avance científico y tecnológico, una creciente violencia e inestabilidad moral..., retos que exigen una educación que promueva el desarrollo integral de los educandos, con autodominio de sus emociones y afectos, que formen personas competentes, conocedoras de sus derechos y obligaciones, que puedan afrontar las vicisitudes diarias, y salir airosos de los mismos.
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Por estas consideraciones, mi eterna gratitud a los profesores que están en el cielo y a los presentes: Asunción Aldave Barba, Desiderio Angeles Giraldo, Manuel Aquino Valverde, Nelson Amésquita, Arturo Angulo Arana, Hernán Arguedas Loli, Jesús Ayala Ruiz, Orestes Banda, José Bazán Ramos, Guillermo Bellido, Julio Carballido, Valeriano Centeno Padilla, Elva Colquicocha Pérez, Carlos Collantes De Los Santos, Claudio Córdova Guimarey, Elisa Cossio Barrera, Rodolfo Chávez Sánchez, Luis Chiri Núñez, Teodoro Dextre Huayanay, Lorgio Espíritu Toribio, Sergio Figueroa Cuentas, Máximo Flores Oré, Isaac Flores Sáenz, Antonio Franco, Nivardo Fuentes Pardo, Eleodoro Gamarra Salinas, Vidal Garro Ayala, Juan García Carrasco, Oscar y Gutberto Ibarra Lozano, Jesús Jaime Quiñones, Gaspar Jaramillo Cruz, Amador Huaman Ventosilla, Arturo Jo López, Visitación Laos Jara, Oswaldo Mautino Zambrano, Zoila Mejía Baca, Doris Montoro Vicuña, José y Jorge Montoya Delgadillo, Ada Morocho Alvarado, Fabio Navas Rodríguez, Orlando Ñato Bríos, Manuel Orduña Moncada, Elinora Orrego B., Juan Otiniano Minchola, Luis Paucar, Manuel Quispe Hinostroza, Noemí Ramírez Espinoza, Rubén Robles Moreno, Manuel Roque Dextre, Ciro Sagástegui T., Marco Salazar Jácome, Pablo Velasquez Julca, Armando Yong Chávez, Cesareo Zarazú Padilla y al Dr. Federico Zubieta Bejar (en esa época, alumno visitante de la UNMSM.Del mismo modo a los integrantes de la Planta Administrativa: Ambrosio Gamarra, Félix Jiménez, Fanor Alva, Pablo Márquez, Luis Jaimes, Hortensio Balarezo, Bernardino Castillo, Abilio Jara y Orestes Banda.
DESCANSE EN PAZ ILUSTRE TARAPAQUEÑO DE VERDE Y ORO CORAZÓN
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