¡UNIVERSIDADES:
NO CONTRATEN PROFESORES INTERMEDIARIOS!
Walter A. Vidal
Esta tesis, la de los profesores intermediarios, le agradó al Dr. Coloníbol Torres Bardales, docente en las aulas de la MIDU, UNAC. , donde tuve la satisfacción de ser alumno suyo y después colega. Tuve también la suerte de que me prologue mi primera obra de carácter académico referida al tema curricular. En dicho libro tratamos algo de nuestra tesis sobre los profesores (universitarios) intermediarios.
Hay un viejo problema universitario de fondo, y está referido a la desatención del Estado a las universidades. Hoy, quizá, no tan clamorosa, como tres décadas atrás. Pues, en el contexto de una Reforma Educativa, se ha promulgado una nueva Ley Universitaria, Ley 30220, en la cual se crea la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU), que autoriza el funcionamiento a las universidades, previa evaluación de su calidad de enseñanza. Sin embargo, el desinterés estatal para dar solución integral a la crisis universitaria continúa. Es notoria la intensión de un sector del congreso torpedear a la reforma educativa al intentar deshacer a la SUNEDU.
Hay que admitir también que, algunas universidades, principalmente de escaso prestigio, contratan profesores no preparados adecuadamente para enseñar-aprender (E-A); repetidores de conocimientos de otros docentes y de otras realidades. Un profesor universitario debe ser capaz de crear óptimas condiciones para facilitar el aprendizaje de los estudiantes; eso supone tener solidez académica, pensamiento crítico y tacto pedagógico. A ese problema interno de la universidad peruana, se añade la baja rentabilidad de muchas universidades, que no les permiten cubrir sus gastos de mejoramiento. En estas circunstancias, la universidad no está siendo motor del desarrollo del país, como se predica.
En nuestra obra "Aspectos Teóricos para un estudio curricular" (Tercera Ed., 2008) introducimos el concepto de profesor intermediario, con el supuesto de que las situaciones de E-A están bajo la dirección profesional de los docentes; son ellos los que determinan, en última instancia, la calidad de la educación universitaria; pues, así no tengan preparación formal (como los profesores de primaria y secundaria) y cualquiera que sea el título que posean (abogado, ingeniero, economista…), a ellos la sociedad les asigna su verdadera profesión: docente universitario. Coloníbol Torres, prologando nuestra obra (cit. In supra), la sintetiza el rasgo principal del profesor intermediario, “[…] como aquel, que sólo transfiere conocimientos científicos producidos por los investigadores y no los que él ha generado en la ejecución de su proyecto de investigación; es decir, el profesor que está entre los investigadores y los alumnos", cumpliendo la función de un mero transmisor de saberes producidos por otras personas, por lo general en realidades muy distintas a la nuestra y en circunstancias también diferentes; de modo que, no contrasta la teoría que trasmite a sus alumnos con la realidad que lo circunscribe; lejos de formar profesionales con sentido crítico, para enfrentar los problemas que dificultan el desarrollo económico del país, sólo instruyen profesionales que terminan sub ocupándose en actividades para los cuales no fueron preparados.
La misión del docente universitario ha ido ligada al rol que la sociedad le asignó a la U., cuando la industria competitiva exigió a ella nuevas competencias, no sólo el “saber hacer” sino, también, el “hacer”; la investigación emigró de la U., porque ésta no respondió el reto. Hoy, la investigación y la enseñanza son actividades complementarias. En países industrializados la U emprende investigaciones muy importantes (los premios nobel alcanzados por los profesores universitarios lo evidencian); sin embargo, en los países subdesarrollados, la oferta de la U no satisface la demanda de la industria..
En nuestro país, la U. ha crecido en cantidad más que en calidad. Hace más de cien años, instruía a una élite de estudiantes para las profesiones tradicionales; hoy se ha expandido; antes, la autoridad del docente universitario se basaba en lo que sabía, hoy el docente tiene como reto capacitar, orientar y facilitar al alumno a que encuentre respuestas a sus interrogantes. A la expansión natural de la U, se añade una masificación que más tiene de negativo que de positivo. Lo positivo está en la apertura que debilitó la elitización e inició una democratización y modernización (Reforma Universitaria de 1919). Lo negativo tiene que ver básicamente con el deterioro de la calidad académica. En efecto, a partir de los años sesenta (Ley 13417), se crean universidades privadas de manera indiscriminada. Es obvio que los docentes requeridos para ocupar las nuevas plazas tuvieron que ser improvisados.
En conclusión, la educación superior universitaria, si no mejora su calidad, no podrá responder a la construcción de conocimientos nuevos (investigación) para hacer participar al país en el proceso de mundialización con ventajas competitivas; no habrá relación entre la teoría que enseña y la realidad del país, región, localidad. Existen trabajos de investigación científica de mucha valía en varias universidades; pero, la mayoría de las universidades, está sobre poblada e infradotada, sin apoyo gubernamental, desconectada de las necesidades de desarrollo de su entorno.
Es hora de mejorar a un proceso ético de E-A. Apoyemos a la SUDEDU, que representa un avance, no en la medida que el país necesita, para que la U. sea motor del desarrollo regional y nacional. Hoy, que se habla de "acreditación", debe emprender primero la "autoevaluación" para mejorar de calidad, y luego buscar la acreditación para dar fe pública de la mejora continua. WAVITA.