martes, 5 de abril de 2022

CON MI PEQUEÑO LEBREL DE ESPUMA A TODAS PARTES - POR WALTER VIDAL TARAZONA

 

 

CON MI PEQUEÑO LEBREL DE ESPUMA A TODAS PARTES

 

 


Walter A. Vidal

 

Por estrechas callecitas empedradas de mi Huaraz querido

 

           1952-1956. En su parque, iluminada pálidamente en las noches de emoliente, calicha y humeante ponche. O en sus callecitas, persiguiendo aquellos pasitos al redoble del tambor en mi pecho, rumbo a Santa Rosa de Viterbo, “cristina al cinto, aire de muchacho, cuadernos bajo el brazo”, como lo recuerda Néstor Espinoza (Carta a un Amigo, 1987). Llegó diciembre 1956.

 

Te dejaré, Quillcay querido, con tus piedras blancas

 

TENDIDAS COMO PAÑUELOS DE DESPEDIDA.

 

           No más nubes y nimbos escondiendo los cristalinos senos de la cordillera, como las trenzas de alabastro, mojadas por el rio Santa, tratando de esconder los senos de canela y capulí. No más ojitos negros, turbados en el ensueño. “Tú seguirás todavía con tu uniforme azul con botones blancos. A mí me espera un cielo gris y un frío baboso con olor a harina de pescado”...

 

 ... Sí. Yo salí de mi Huaraz querido, por Tacllán, un día del cual ni quiero recordar.

 

PEQUEÑO LEBREL DE ESPUMA.

 

           Dos años después de “aterrizar” de la azotea a las gradas que conducen al segundo piso, me veo encorvado, caminando por los ambientes de la Escuela Normal Superior de La Cantuta (ENS). ¡Un periódico mural a mi vista!  Voy a escribir para este mural. Rumbo a la biblioteca... (¿Qué será de Moreno Jimeno –pregunto a mi pequeño compañero- Jaime Cisneros, Alberto Rato, Oswaldo Reinoso y tantos otros maestros? Con Luis Alberto trabajé en el Ministerio de Educación, (1973-74), cuando él era Director de Extensión Educativa. Con Oswaldo estuvimos en el almuerzo de reencuentro de Félix Murillo en el INEI (1996). Con Walabonso Rodríguez mantengo relación amical, así sea por teléfono)… Hablando de Walabonso, este invisible lebrel de espuma me saca a escenarios más recientes… ¡Al Callao! Marzo 2001. Como Director de Escuela en la FCE de la UNAC, dando:

 

“BIENVENIDA A LOS CACHIMBOS”:

 

[…] Tenéis aquí una nueva casa de formación para ser un profesional de alto nivel, capaz de liderar acciones destinadas a solucionar problemas que surgen de la realidad. Para hilvanar mis palabras -les digo- no encuentro mejor que las escritas por mi maestro y colega W. Rodríguez en “El trabajo intelectual universitario” (Lima, 1997) [...]

 

           Esta caprichosa espuma, nuevamente me regresa a La Cantuta. 1959. Saliendo de la biblioteca, con mi artículo para el periódico mural de los estudiantes ancashinos. Lo único que quería era tenerlo a mi Huaraz querido,

 

“COMO ESTAMPITA SIQUIERA”.

 

Luna llena, palmeras movidas por pestilente aire y una carta de amor y dolor.

 

           Lima, 1957. Hospital Dos de Mayo, sala San Juan. No sé si una mezcladora tritura en mi cabeza, con infernal fiereza, las piedras de Quillcay; o es el disco al rojo encendido en el negro mar de Magdalena, que ha hecho estallar mi vértebra en pedazos. Quizá sea el aliento que hierve en el averno de algún destino que huracanea la mente.  No sé…Solo sé que la vida, necesita de la muerte para vivir; el amor necesita del mal para convertirla en bien. El amor de Dios aplacó mi dolor. La ciencia y su tecnología se encargarían de soldarme los huesos.

 

           Al día siguiente, después del alba, al fin, me dieron de “alta”. Antes, había escrito una carta:

 

“Lima, Hospital Dos de mayo, 1958. […] No sé dónde estás, ni sé si sabes que aún te quiero [...] Allá, afuera, una palmera, en las noches de luna llena, cuida de mí y mis horas sin sueño, sin madre y sin ti.”

 

EXTENSO TÚNEL DEL TIEMPO PASAMOS

EN COMPAÑÌA DE MI LEBREL DE ESPUMA.

QUE HOY A MI COMPUTADORA LA ABRUMA.

 

           Setiembre 2001. Abro mi correo. ¡Mira, amigo!, ¡mira! lo que en la pantalla del monitor aparece: “wavita@hotmail.com.- Leía tu carta escrita en  la Lagunita de Barranco, cuando un avión entró como puñal al edificio. He recogido algo de mi corazón despedazado para enviártelo antes de arrojarme abajo donde la muerte me espera, amor mío”…

 

           El ruido del CPU se convierte en mismísimo cantar monótono del río Marañón, en el valle de Colca.¡Cosas de mi travieso lebrel de espuma! (retrocediendo casi 50 años en el tiempo) .

 

Guarangos, taras y un disco de oro pálido en el cielo estrellado.

 

Enero 1952. El sol se va rociando el cielo con gotitas de grana y acero, orillando de púrpura las nubes que pintan caprichos; y su amor, la luna, se asoma detrás de las cumbres, imponiendo paz y orden. Dentro de aquel disco de oro pálido, San José y la Virgen María con el Niño, caminan buscando posada...

 

 Aquí, abajo, en el valle, un aire seco sube, con sabor de shawinto y chirimoya, con fragancias de limoneros, guayabos y chancaca recién vaciada en moldes de molle. Cientos de papagayos, chillando, cruzan el ancho río a sus guaridas rocosas del Carí. Se diría que el valle estaría callado si dejaran de chirriar los chiyampuyes. Entono la canción favorita de Awichu.

 

JAPALLÁ KUYAKUNATA/ JAPALLÁ HUAYLLUKUNATA

MEGAN QARACURÁ/ TIPSHIPAR PASARILLÁN.

 

Me cuenta Awichu que los peones habían escuchado voces; no sabían si eran de un apallimé o de un ichik ollguy

- “El apallimé –balbuceo entre sueños- se sube a la espalda de  alguien y le ordena que le haga pasear: Apallimé/ urepa quinrepa/ tumatzimé.”

-  Eso le pasó a don Flavio -dice Awichu- lo encontraron dormido al pie de un huarango.

-  El Ichik Ollguy es enanito también; se aparece en los molinos, trapiches; queriendo detenerlos se abraza de sus ejes.

-  Sí, papaaa. Hasta mañana... 

-   Hasta mañana, Awichu. Reza

 

Regresé en vacaciones de 1953 y 1954; en las últimas, del 55, me despedí de Colca.

 

Huelga de estudiantes.  “Adiós Colegio de La Libertad de Huaraz”

 

Agosto de 1956. Quinto año de media. Como pedazo de nieve, sentía derretirse todo mi estudio realizado durante cinco años. Al final, pero, lo que se derritió fue mi temor. Te cuento: Aquel rutilante día, Huascarán, Huandoy y Hualcán, más blancos que nunca, pincelaban en el azul de ensueño un ramillete de esperanzas juveniles. Formados en el patio, entonamos el H. N., con la cuarta estrofa. Después avanzamos al portón para tomar la calle.

 

“Pata e’ fierro”, profesor de Historia, atravesó su cuerpo con las piernas abiertas, la hoja pequeña del portón, pretendiendo impedir la salida de los huelguistas. La presión aumentaba  desde atrás. Jamás sabré de quién fue la mano que me agarró por mis cabellos para jalar mi cabeza y lanzarla a la parte baja de vientre de “Pata e’ fierro”. El profe, con paso de tinya excelentemente ejecutado, dio un paso al costado.

 

- “¡VIVA EL COLEGIO DE LA LIBERTAD DE HUARAZ!”

-  ¡VIII- VAAAA!

- “¡ABAJO RENDÓN DE LEIVA!”

- ¡ABA- JOOOOO!

- “¡FUERA DEL COLEGIO CON SUS CHANCHOS CON SUS PATOS CON SUS CUYES…”

-  ¡FUERA!

 

Después de un mes de huelga, el retorno a aulas tenía sabor a triunfo. La primera clase fue del Dr. Lorgio (“Pecas Vega”), con una sonrisa que jamás habíamos conocido... “Pecas” era temido. Cuando tomaba examen se ponía a leer su diario, haciendo un huequito en el periódico para pescar a los plagiadores. “¡A ver ese idiota, sentado detrás de ese imbécil, al costado de ese burro... Párese!

 

El siguiente año ya no estuvimos.

 

La Cantuta, un oasis espiritual en Chosica.

 

Nuestra lucha comenzó en abril de 1960. El gobierno dispuso cerco policial. Nuestra ración disminuyó. De postre, caía bien el humor. Todo era motivo de risa; reíamos del “Cachimbón” que se cayó cruzando el río, con un saco de papas en el hombro (cariño de gente humilde del mercado), o del discurso de Futuri Cuturi, cuando en una de las asambleas dijo: “¡Compañeros, no estamos solos; estamos rodeados...!”

 

La noche del 21 de abril emprendimos la silenciosa marcha a Lima. A las dos de la mañana acampamos en Ñaña. A las cinco desayunamos en Santa Clara. A las doce llegamos a Hierbateros. Ingresamos a Lima en fila, a ambos lados de Grau hasta Abancay, donde nos dieron encuentro estudiantes de San Marcos, Ingeniería, Agronomía, La Católica y Bellas Artes.  Frente al Ministerio de Educación (Parque Universitario), las voces de los estudiantes limeños arreciaron contra las autoridades de ese Ministerio.

 

“CUEVA DE LADRONES”, “SEPULCRO BLANQUEADO”

 

Parecían retumbar los edificios de Lima. ¡Qué cuadro Dios mío! ¡Regalo para nuestras pupilas, hoy encharcadas en lágrimas! Ingresamos al Gimnasio de San Marcos, en medio de aplausos del público. Se entonó de inmediato el Himno Nacional. El Presidente de la FEP Oscar Espinosa, dijo: ...“¡habéis escrito una página brillante de la historia de las luchas estudiantiles …” Campos Lama, de la FUSM: “América en estos días ha contemplado dos cuadros diferentes¨... en Venezuela el estudiantado ha salido a defender al Gobierno [...] en el Perú el Gobierno arroja a los alumnos de su propia casa”. Finalizó Rafael Urrunaga, de la FEENS: “Hemos tenido que abandonar la Escuela... volveremos cuando se le devuelva su autonomía y su categoría”. Después se sirvió un exquisito almuerzo preparado por las alumnas de San Marcos y La Católica.

 

Llegó diciembre de 1961. Graduación. Entrega de títulos, ... Parecía ayer cuando hace tres años (1959), maleta en mano, entrábamos al cuarto 306 del Pabellón de los Cachimbos: César del Pino (limeño), Walter Leyva (huancaíno), Raúl Reátegui (de la selva), Manuel Peñafiel (de Cañete) y quien les “habla” (de Llamellín). Cinco compañeros del Perú profundo, en la ENS, lo que sería un oasis espiritual. Hoy, 60 años después, significa un volver a vivir, gracias a este mi pequeño lebrel de espuma.    

 

Un reencuentro libertano después de 25 años.

 

El Comercio, lunes 16 de marzo de 1981. “Instalación y Juramentación de Junta Directiva de la Asociación de Ex-alumnos de la Promoción 1956. Celebrando sus Bodas de Plata llevaron a cabo un almuerzo de camaradería en el local del Club Ancash. La Junta Directiva […] se propone realizar una serie de actividades con el objeto de reunir fondos para la adquisición de equipos de laboratorio, los mismos que serán donados al Colegio en Huaraz con ocasión de celebrar dicho plantel el 125 aniversario.”

 

Huaraz nos recibió en el Palacio Municipal. Al siguiente día, escuchamos misa en el patio del Colegio, que ya no era lo que habíamos dejado. Con nuestro querido P. Alberto González cantamos, digo mejor gritamos-lloramos, “Tu Reinarás”, mientras la santa hostia, más blanca y más grande que nunca, flameaba en las temblorosas manos del lindo curita. La clase del recuerdo dictó Fabio Solís; recordamos a los directores Juan Olivera, Rendón de Leiva y Cerna Dextre; a nuestros profesores Almanzor Bocanegra, Ramírez (Pata e fierro), Rosas (Pichón), Vizcarra (Chipi), Martínez (Chento),  Giraldo (El Capuchino), Solís (Ishtico), Peña (Charapa); Arroyo, Calle, Vásquez, Medina, Lorgio Vega (Pecas), “Willy” Guzmán,  Sánchez (Shal),  Sanabria (Shanaco), Moreno (Nancho), Guzmán; Mendoza (Buc) y  Quintana (Chacla), de educación física; los Padres Fernández (chaira) y González; Gómez (Sapo), Carranza y Gonzales, de inglés; los Sub-oficiales Bardales (Barrabás), Camones (Recuaíno) y Castillo (Zapador); regente González (Huashco); inspectores Loly (Tulli), Estremadoyro (Cuy), González (Joshee), Montañés (Tucshi), Angulo (Miki), Pando, Álvarez (Campeón), Peñaranda y Quiñónez (Peluquero); Director de Estudios Francisco Fernández (Tataco), y al nuevo profesor de matemáticas (Pachitea”).

 

El 23 de septiembre desfilamos en la plaza de armas. Después... ¡Adiós Colegio! Adiós Huaraz. Mateo Chueca, cura a quien los huaracinos lo sacaron en un burro, en la Punta de Cayán, diría “Adiós Huaraz y sus muros...” Pero nosotros regresamos paran nuestras Bodas de Oro, en 2006.  (Mientras mi lebrel de espuma está distraído, acortaré este viaje que está resultando ya muy largo).

 

Una perla verde en la Tierra.

 

El último domingo de abril del 2001, a las 6 de la mañana subimos al cielo -Coloníbol, Pancho, Marcelo y este servidor- y bajamos en Cuba a las 3 de la tarde. El Director de Relaciones Internacionales del Ministerio de E.S. nos da la bienvenida, y ordena nuestro traslado (de Colo y yo) a la Universidad de Holguín. Los otros, nuestros alumnos de la maestría, se quedaron en la Habana. Amanecimos en Holguín. Caminamos a la Casa de Visitas de la Universidad, en dos “bici taxis” (una bicicleta a la que se le ha acoplado un asiento en forma de cesto delante del pedalista). Nos conducen porque nos confundieron con cubanos; pues está prohibido llevar en bici taxi a turistas. Llegamos. El administrador nos dice que podemos alojarnos en “Tourcade”, o en hospedajes que ofrecen las familias del lugar. Preferimos Tourcade; pequeño, pero acogedor hotel de la Universidad de Holguín, de dos pisos, con jardín interior y exterior. A nuestra disposición, una habitación en el segundo piso, con dos camas, una refrigeradora con gaseosas y cerveza, baño y barandita con vista a la calle. Después de acomodarnos, bajamos para ir a la Universidad de Holguín.

 

Con la Directora de Relaciones Internacionales, programamos tres reuniones de intercambio de experiencias y un programa de visita guiada. Nos sugieren degustar la comida típica en el restaurante Don Tiburcio. Colo le pregunta a la profesora M.R. si nos podía acompañar. “Encantada... vamos”, dijo la bella profesora. “Por aquí- señala un sendero- cortamos camino”; cruzando la chacra, llena de arbustos, salimos del campus universitario a una avenida. Entramos al restaurante por unas escalinatas.

 

 “Mañana, 1° de mayo, feriado, si gustan reunirse con nosotros para el desfile, podemos ir a recogerlos; la Universidad va a desfilar”, dice la Directora. Colo y yo, nos miramos y acordamos tácitamente ir al desfile por nuestra cuenta. Él se encargó de dar las gracias y disculpas de no poder estar con ellos, pero -agrega- “estaremos aplaudiéndoles desde la tribuna”. Todos festejamos la respuesta y nosotros aprovechamos para despedirnos.

 

Muy temprano bajamos al comedor, nos sirvieron un vaso de agua helada, otro de jugo, café, leche, un plato de huevo frito con ensalada, una canastilla de papas fritas, panes. Saliendo del hotel observamos que la gente se encaminaba a la Plaza de Holguín a participar del desfile. Cada uno en bici taxi nos enrumbamos a ver el desfile. Quedamos sorprendidos por la cantidad de gente en la plaza, que no era más que un inmenso campo lleno de verdor.

 

De regreso, tomamos taxi al Tourcade”; cinco dólares. El siguiente día se realizó el intercambio académico con los profesores del Área de Estudios de Ciencia de la Educación Superior; en la tarde, con los profesores de la Facultad de Economía y Contabilidad. El jueves 3 de mayo, con el personal de post grado, presentación de temas sobre el proceso E-A y su incidencia en la formación de valores; en la tarde, con los del área de investigación, mi amigo expuso su proyecto de investigación y la respectiva discusión fue moderada por tu noble servidor.

 

Viernes día libre. Subimos al mirador de Holguín; observábamos la ciudad que, de ese lugar, parecía perla. Al bajar las 540 gradas de cemento y piedra, para tomar un taxi al restaurante “Isla azul”, encontramos a dos pequeños, de unos 10 años, jugando en las gradas. Entablamos conversación. Uno de ellos nos pregunta de dónde somos. Le contestamos que somos peruanos, “ah de Lima” reacciona; el otro añade: “Lima es capital del Perú”. Nos sorprendió el conocimiento de la geografía mundial. Aunque no parecían mendigos, pero teníamos prejuicio que lo eran. Sin embargo, se negaron a recibir una propina: “gracias, señor; pero nos han enseñado a no pedir ni recibir dinero porque no hemos hecho nada”.

 

“Isla azul” está en una colina llena de verdor, cerca al mar. Recorremos los ambientes del hotel- restaurante, y subimos por escalinatas de madera al comedor. Nos recibe la mesera. “Hola, ¿cómo te llamas?”, dice Colo. “Mi nombre es Carmen”, replica, y añade: “Ustedes son peruanos, ¿no? Antes que mi compañero empiece con sus bromas, me apresuro: “Así es, somos del Perú; ¿cómo adivinaste?”. “Mi jefa habla igual que Ud.”, responde. “Llámala, a ella le vamos a hacer el pedido”, dice mi compañero.  “Ella no toma pedidos”, aclara. Retornó con unos bocaditos. “Mi amiga les manda estos panecillos de cortesía y dice que la aguarden un momento [...] Por favor, anoten su pedido. Aquí tienen la carta”.

 

“Me llamo Ena, ancashina”; se acerca a nuestra mesa. Colo le extiende la mano; yo no, porque empieza a temblar. La rosa de su tez brilla, con la blancura de su blusa y su delantal azul intenso como el uniforme de Santa Rosa... mi pequeño lebrel se “cruza”  entre Huaraz y Holguín; entre los picachos y el mar que flamea el azul ancashino.

 

Al borde de desmayarme, casi besando su rizo que ondeaba en su frente, mi mirada se abalansa... escuché decir: “recuerdas, amor mío, recuerdas...” veo un verso que mi pequeño lebrel de espuma me alcanza y que lo creía perdido...

 

Atrapo tu voz. Aspiro tu aliento,

los beso cuando te despides,

pe te sigo hasta tu colegio

hasta perder tu mirada.

 

Al entrar sonreirás. Jalaré del cinto

mi cristina color beis al viento,

y correré por la Alameda

¡Hasta mi Colegio!

 

 

 
 



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