JUAN RODRÍGUEZ JARA:
LA GRANDEZA HUMANA DE SU OBRA LITERARIA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
LA GRANDEZA HUMANA DE SU OBRA LITERARIA
Por Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
"Cuando te encuentres en una encrucijada,
lee la biografía de las personas que admiras,
y hallarás la salida correcta"
Shapra
"Hacer
poesía es la posibilidad de componer versos, expresar un sentimiento,
procurando dar encanto, mediante las palabras. Es la conquista de un
mensaje bello, una idea quizás sorpresiva emerge y derrama algo de
hechizo”. Tales las primeras palabras de la extraordinaria
Presentación que hace el notable escritor piscobambino Elmer Neyra
Valverde al poemario AROMAS DE LA TARDE de Juan Rodríguez Jara.
Porque así como el arcoíris es el reflejo de las caricias del sol con la lluvia, que llena de embeleso la mirada; así también, traducidos en palabras del alma, brota diamantino el sentimiento de todo poeta y escritor telúrico, de ahí que la obra literaria de JUAN RODRÍGUEZ JARA, respire hondo el aire limpio de las cumbres ancashinas; creaciones escritas pobladas de sonidos, fragancias e imágenes en una relación dichosa con nuestros campos añorados. Verbo de amor sin límites por el terruño que mana de las entrañas de un creador de talento puro y vigoroso.
El ambiente bucólico y la fascinante naturaleza genésica de Áncash influyen sobremanera en su personalidad, forjándolo de un latido musculoso, fraterno y generoso a ultranza, como los ríos que corren fecundando vida, los árboles que dan frutos, madera y sombra al peregrino, los pájaros que nos alegran con sus trinos, los sembríos que nutren el cuerpo, y los deshielos que calman la sed de la árida franja costera peruana.
Porque así como el arcoíris es el reflejo de las caricias del sol con la lluvia, que llena de embeleso la mirada; así también, traducidos en palabras del alma, brota diamantino el sentimiento de todo poeta y escritor telúrico, de ahí que la obra literaria de JUAN RODRÍGUEZ JARA, respire hondo el aire limpio de las cumbres ancashinas; creaciones escritas pobladas de sonidos, fragancias e imágenes en una relación dichosa con nuestros campos añorados. Verbo de amor sin límites por el terruño que mana de las entrañas de un creador de talento puro y vigoroso.
El ambiente bucólico y la fascinante naturaleza genésica de Áncash influyen sobremanera en su personalidad, forjándolo de un latido musculoso, fraterno y generoso a ultranza, como los ríos que corren fecundando vida, los árboles que dan frutos, madera y sombra al peregrino, los pájaros que nos alegran con sus trinos, los sembríos que nutren el cuerpo, y los deshielos que calman la sed de la árida franja costera peruana.
Conocedor de la responsabilidad social que tiene la
literatura para los
pueblos de tierra adentro, Juanito se suma a este noble propósito desde sus
tempranos años, alternando verso y prosa de genuina sinceridad vital,
trocando en poesía y relatos el quehacer campesino y los encantos de la
¨Novia de los Andes¨, su amada Piscobamba, mágico lugar donde empieza su reluciente historia; creaciones que son
acogidas con abundante simpatía por reconocidas antologías del cosmos literario mundial,
como "Palabra en Libertad" de ediciones Amantes del país,
Sociedad
Peruana de Poetas, Viernes Literarios, Revista Cultural de Áncash-AEPA,
AEA, Chiquián Querido, revista cultural "RIMA RIMA" e Instituto de
Cultura Peruana-Miami, y han merecido importantes premios a su dilecto
autor.
Todo ello impregnado de un panteísmo inmanente donde su casita de
Tullubamba, el apu Huáncash, el eucalipto centenario de la Plaza
Mayor de Piscobamba, los viejos caminos del ayer, su escuelita 304 y las personas
con sus usos, costumbres y tradiciones se funden con la Pachamama y
fulguran como altares sagrados en su creación escrita.
Basta leer sus relatos SEQUIA EN LOS ANDES, páginas 165 al 198, del libro PALPITAR DEL ANDE, y LOS SECRETOS DEL CAFÉ DEL MARAÑÓN, este último, cabeza visible de su expresión en prosa, difundido en la prestigiosa revista “TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL” de
Miami, para confirmar que su universo narrativo se amamanta,
esencialmente, de los paisajes de la Sierra y la ceja de Selva, y de la
lucha por la existencia en el ámbito rural: cuando la lluvia no retorna a
tiempo porque el sol dora implacable los campos durante meses enteros; vida agrícola con
sus faenas encallecidas de promesas fallidas, desventuras y creencias
por doquier, con esa ternura arrobadora de los hombres, mujeres y niños
de fuerte raigambre familiar, que a pesar de la adversidad y la abulia
estatal, viven en paz y armonía con la Madre Naturaleza y las Leyes del
Cosmos.
Pocos,
como el poeta piscobambino Juan Rodríguez Jara, logran la cerril hazaña
que todo creador bien nacido busca lamparín en la mano en el Monte
Parnaso: la sencillez y el ejemplo de hombre de bien en todos los
aspectos de la vida; por eso, cuando a sus paisanos nos urge mayor
acicate para superar las contingencias diarias, recurrimos febriles a
los escritos de Juanito que bogan al natural en la red, sin edulcorante
ni barniz alguno, para llenarnos de energía salvadora, sin perder de
vista el tesoro más preciado de nuestra tierra: la unidad ancashina y el
amor ilimitado por los demás.
Autor
prolífico con activa participación en la vida cultural del país y
notoria resonancia literaria en el mundo hispano. Poeta del amor
infinito por lo nuestro, dueño de una pluma nervuda que lucha incansable
por rescatar ese pasado provinciano sano, tan distante del momento
actual donde el imperio del cohecho en la licitación de obras públicas y
el otorgamiento de concesiones a nivel nacional, ha tocado fondo a
niveles mafiosos más allá de nuestras fronteras, con el mal llamado
"diezmo" como acto de corrupción sin precedentes en un círculo vicioso
sin final, donde dan vueltas y vueltas haciendo negocios redondos y
cuadrados: supurantes peces gordos, medianos y pequeños en amañadas
adendas y consultorías fantoches.
Los poemas de Juanito son himnos de añoranza, un alargar los años con cánticos asidos a las raíz telúrica, que en la distancia crece y se robustece, como aquellos robles de frondosa copa que se resisten a dejar el suelo que les dio la vida, pues de muy joven abrazó la profesión de Policía, que ejerció como un sacerdocio a lo largo y ancho del Perú hasta su jubilación, con la misma pasión y entrega que la ciñeron los héroes y mártires de la noble institución policial. Las condecoraciones recibidas a lo largo de su fructífera carrera dan cuenta de su apostolado itinerante en bien de la tranquilidad y la vida.
El binomio: POLICÍA / LITERATURA, fundidos en un solo corazón, ha hecho de JUAN RODRÍGUEZ JARA un ciudadano ejemplar, comprometido hasta la médula con su amado pueblo; compromiso social, moral y espiritual que enaltece la grandeza del género humano. Un verdadero orgullo de su tierra natal Piscobamba, de AEPA, Club Áncash, AEA y del colegio "LA LIBERTAD" su querida Alma Mater y de la Policía Nacional del Perú.
Por eso, y mucho más, no sobra decir que su ejemplo de vida es la prueba palpable: de cómo la generosidad, la abnegación y el sacrificio como suprema expresión del amor por el prójimo, cobran mayor sentido en las horas presentes. Todo ello refleja un espíritu que se alimenta de lo más sagrado que existe en el mundo: la fe y la esperanza por un presente y un mañana mejor para todos, conjugando siempre lo universal con lo nativo, amasando día a día el barro de su obra como buen orfebre de la palabra escrita, obra que lo ubica entre los escritores más originales que viene produciendo el Perú profundo en la última centuria.
Los poemas de Juanito son himnos de añoranza, un alargar los años con cánticos asidos a las raíz telúrica, que en la distancia crece y se robustece, como aquellos robles de frondosa copa que se resisten a dejar el suelo que les dio la vida, pues de muy joven abrazó la profesión de Policía, que ejerció como un sacerdocio a lo largo y ancho del Perú hasta su jubilación, con la misma pasión y entrega que la ciñeron los héroes y mártires de la noble institución policial. Las condecoraciones recibidas a lo largo de su fructífera carrera dan cuenta de su apostolado itinerante en bien de la tranquilidad y la vida.
El binomio: POLICÍA / LITERATURA, fundidos en un solo corazón, ha hecho de JUAN RODRÍGUEZ JARA un ciudadano ejemplar, comprometido hasta la médula con su amado pueblo; compromiso social, moral y espiritual que enaltece la grandeza del género humano. Un verdadero orgullo de su tierra natal Piscobamba, de AEPA, Club Áncash, AEA y del colegio "LA LIBERTAD" su querida Alma Mater y de la Policía Nacional del Perú.
Por eso, y mucho más, no sobra decir que su ejemplo de vida es la prueba palpable: de cómo la generosidad, la abnegación y el sacrificio como suprema expresión del amor por el prójimo, cobran mayor sentido en las horas presentes. Todo ello refleja un espíritu que se alimenta de lo más sagrado que existe en el mundo: la fe y la esperanza por un presente y un mañana mejor para todos, conjugando siempre lo universal con lo nativo, amasando día a día el barro de su obra como buen orfebre de la palabra escrita, obra que lo ubica entre los escritores más originales que viene produciendo el Perú profundo en la última centuria.
La Vergne, 27 de enero de 2022
RECUERDOS GRATOS
El Club Social de Miraflores y la Sociedad Literaria Amantes del País
rindieron homenaje y premiación al poeta piscobambino, Juan Rodríguez
Jara. Él es miembro y directivo de Aepa Lima. Estuvieron presentes
varios poetas entre ellos el decimista Diego Vicuña. Además los
familiares del homenajeado. El acto contó con la conducción del
destacado promotor cultural José Beltrán Peña, quien resaltó la
trayectoria del poeta. Asimismo participó la poeta Norka Bríos, quien le
dedicó un hermoso poema. Varios de los presentes leyeron sus poemas en
homenaje a Juan Rodríguez. El acto se desarrolló el 28 de enero en el
Club Social de Miraflores.
Danilo Barrón Pastor
Presidente de AEPA LIMA
IMÁGENES