Danilo Sánchez Lihón
1. Brilla
más
Frederik
Sotomayor Carranza nació en Huaraz, y no sé si todo lo perdió en la
vida, o todo lo ganó. Pero en todo caso su destino es sorprendente,
inusitado y único en el mundo.
Tanto que en lo que más piensa ahora es en morir. Nos lo viene diciendo a quienes más lo queremos.
Porque
siente que todo su ser se ha vuelto luz con la poesía de César Vallejo.
Y él se ha sugestionado con una frase que es un dicho popular:
– ¡Nunca brilla tanto la luciérnaga como cuando va a morir!
Aunque
Ramón Noriega que escucha esto, y quien como un padre amoroso quisiera
que en todo se erija aquí la vida y no la muerte, le retruca diciéndole
que no.
Y trata de convencerlo de una y otra manera, pero al final, le dice:
–
¿Quién te ha dicho eso de que la luciérnaga brilla más cuando va a
morir? ¡No! Brilla más cuando va a hacer el amor, y se aparea.
2. Está bien
que me lo digas
A
lo cual Frederik, quien tiene la misma faz que el Caballero de la
Triste Figura, don Quijote de la Mancha, responde mirando desde el fondo
donde habita alguna Dulcinea irrecuperable.
Calcula entonces aquellas palabras de honda amistad en relación a su vida y no deja de agradecerle, expresándole:
– Está bien que me lo digas, Ramón.
Y
es que Frederik Sotomayor era un estudiante destacado en la Universidad
Nacional Agraria, graduado después como antropólogo en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, cuando ocurrió la catástrofe.
Era el sismo del 31 de mayo del año 1970 que en la escala de Mercalli alcanzó en Huaraz la intensidad de 10 a 11 grados.
Fue
exactamente a las 3:20 cuando acababa de hablar con su padre desde
Lima, cuando siendo las 3.25 de la tarde se estremeció la tierra.
Y en pocos segundos quedaron borradas del mapa varias ciudades del Callejón de Huaylas.
3. Sin calle
ni ciudad
Para
Frederik quedó en ese momento sepultada su casa, sus padres y sus 28
parientes directos, que él los cuenta ahora con sus nombres completos en
los dedos de sus manos.
Y lo dice como una melopea, como un rosario, como una retahíla de memoria y sin equivocarse.
Con sus primeros y segundos nombres, así como con su apellido paterno y materno.
Con lo cual constatamos que son infaltables en su memoria y los recuenta cada día de su vida.
Igual que cuando recita ahora sin equivocarse todo Trilce y todo Poemas humanos completo de César Vallejo.
Pero
aparte de quedar enterrados allí sus padres y sus 28 parientes
directos, así como inhallables sus amigos, profesores, vecinos, y las
personas de toda su comunidad, se quedó sin casa, calle ni ciudad ni
infancia.
4. No tuvieron
tiempo
Su
vida se volvió hueca, fantasmal y de espanto, que aun así se cierne
hasta ahora. Se quedó sin el mundo que lo amparaba, sustentaba y le daba
piso. Se quedó sin abrigo y cobija, como es el pueblo en que hemos
nacido.
Pueblo
que, aunque nos preocupe su destino y nos lastimen muchos factores que
no quisiéramos que en él ocurran, y aunque nos duela, la mayoría de
gente lo tenemos real y tangible. Por lo menos está aquí nuestro pueblo.
Pero
en el caso de Frederik todo desapareció bajo los escombros hasta el
punto de no encontrarlo ya jamás ni en este mundo ni en ningún otro.
Por
eso, cuando yo le pregunto ahora si reconoce dónde quedó su casa en el
barrio de Belén en Huaraz, me dice que no. Porque el Huaraz actual se
levantó después de que los tractores pasaron por encima demoliendo los
restos de paredes que habían quedado muy pocas en pie.
Debajo
quedaban sepultos 60 mil cuerpos con sus almas que no tuvieron tiempo
de escapar, entre las cuales estaban el padre y la madre de Frederik,
sus hermanos y sus 28 parientes directos.
5. Todo eso
terminó
Y
ahora sobre el punto en donde estaba situada su casa no sabe a ciencia
cierta qué hay; si sobre ese mismo sitio se erige otro hogar, con voces
de niños, ternuras y confidencias, como tuvo su casa ahora irreal.
O
no sabe si por allí ahora pasa la pista y entonces solo son voces que
deambulan; o si allí se erige un almacén, o se abre una tienda o
coincide en ser una esquina llena de vida o a veces de desolación.
Lo
que sí resulta inapelable es que su casa desapareció con sus balcones
de antepecho, su sala airosa y sus corredores adonde llegaba el sol al
amanecer y permanecía allí en cualquier rincón a toda hora del día.
Se
esfumaron las escaleras en donde se escuchaban las voces de niños y los
cuartos en donde ocurrió la risa y el llanto, el sueño y el despertar
inocentes.
Donde
se dieron los secretos que nos alientan o los regaños que nos hacen
para enderezarnos en la vida. Todo eso terminó, y en unos segundos,
justo cuando Frederik acababa de hablar con su papá, y empezó el sismo,
se cortó la llamada y después quedaba sepultado todo Huaraz.
6. Tan fuerte
esta luz
Pero, ¿cómo lo volvió a llenar otra vez todo Frederik Sotomayor? Con César Vallejo.
– Si no fuera por Vallejo yo ya estaría muerto. –Nos confiesa.
Frederik tiene ahora 67 años y lo único que ha encontrado y se ha quedado con él en la vida es César Vallejo.
Siente
que aparte de él no tiene nada en este mundo. Dejó novias, trabajo y se
consagró a Vallejo en cuerpo y alma, a quien declama y de quien es un
militante hecho y derecho.
Es
César Vallejo quien hasta ahora lo ha sostenido en la vida. Siente que
está brillando tan intensamente con él, que es tan fuerte esta luz y
este fuego que entonces ya está pronto a morir.
Porque
tampoco tiene los hijos que la vida le ha negado o se los arrebató de
un tajo ese 31 de mayo del año 70, porque cortó su raíz y aunque parezca
mentira los hijos no solo están delante de la vida sino detrás de ella,
en el tronco y la raíz.
7. Pero,
¿qué poeta?
Los
hijos están en el ancestro que para él se cortara cuando sus dos padres
aún jóvenes morían juntos entre los adobes de su casa de infancia, y se
cortaba esa simiente para no fructificar a través suyo después.
Porque
para vivir ha tenido que ser alentado únicamente por la poesía de César
Vallejo recitándolo en parques y salas adonde concurre porque allí se
realiza cualquier acto cultural. Vallejo le dio explicación a su vida.
E
incluso lo dice en los ómnibus, cuando viajamos juntos, en donde
conmueve su figura atildada, de caballero andante, su triste figura ya
canosa, sus labios resecos y titubeantes, sus ademanes de señor antiguo,
impecable siempre en el vestir así no tenga siquiera una peseta en el
bolsillo con qué pagarse su pasaje de ida y de regreso.
Porque
pese a que declame Los heraldos negros, o Trilce completo y los Poemas
humanos, no acepta un solo centavo de ayuda. Además, no inspira
entregarle nada a tan pulcro y encumbrado señor.
Pero,
¿qué poeta en el mundo pudo salvar a un hombre herido de muerte al
quedarse sin mundo? Sólo otro mundo íntegro, feraz y verdadero, como así
lo demuestra ser César Vallejo.
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CONVOCATORIA