.Corrida del 2 SET 2010 - Foto: Nalo Alvarado Balarezo
TOROS Y NOVILLEROS
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Autor: Armando Alvarado Balarezo (Nalo)
Los toros
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Los bóvidos que salen al ruedo chiquiano provienen de las ganaderías enclavadas en las estribaciones del Jirishanca y la puna bolognesina a más de 4,000 metros de altura. Algunos comisarios llevan novillos de casta a pedido de los novilleros profesionales contratados.
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En los años de mayor realce de la fiesta brava chiquiana (décadas del 50 y 60), brillaron con luz propia los astados de don Pedro Gamarra, cuya ganadería se hallaba alrededor de la laguna de Jahuacocha. También de la familias Bustamante y Pozo de Huallanca; de don Ernesto Vásquez en las alturas de Yanashalash y del profesor Manuel Roque en Pache, ambas en Aquia.
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Detrás de estos ágiles y fuertes toros obran muchos años de labor del ganadero, amén de los callados parajes donde el toro pasea calmo su bravura.
Comentan los entendidos, que la madre por instinto oculta a los ojos humanos la ralea de su cría. Ya con los meses los juegos entre los becerros advierten al criador la casta de los pequeños; es cuando empieza su cuidado entre el frío y la soledad de la llanura. .
Parafraseando a los experimentados ganaderos: "el trapío, el color, la bravura, el poder y demás características de los toros, dependen del lugar de procedencia, en una suerte de 'contagio' con el medio natural".
Después de un trabajo paciente, a los cuatro años el toro está listo para realizar una buena faena.
Muchas veces llegan al ruedo animales toreados. Son los llamados matreros, jugados, traicioneros o mañosos, porque van directamente a la persona, dejando cuerpos, ponchos y sombreros regados a su paso, con su respectivo tributo de sangre, manteniendo en vilo a propios y extraños.
Cuando estos toros se emplazan, nadie se anima a moverlos ni siquiera con madrineras, varas, cabrestos (cabestros) y sogas. También es usual ver toros distraídos y remolones que parecen yuntas (domésticos) o animales criados para carne, motivando que la tarde sea sosa y aburrida con bostezos en las palincas y los camiones.
La llegada de los toros es un espectáculo aparte. Los comisarios, asistidos por personas expertas, dan el alcance a los arreadores, previniendo a los chacareros y caminantes durante el recorrido. Una vez en la periferia del pueblo son llevados a un potrero donde permanecen con vigilancia hasta el día de la corrida. No faltan las 'voladas' alertando que los toros se han escapado, generando desconcierto en la población, sobre todo en los niños paseanderos.
Nuestros novilleros
Muchos fueron los aficionados chiquianos que con capote en mano, castilla, ponchos, chalinas, sacos, camisas, casacas, pañuelos y pañolones, demostraron sus dotes de toreros. Entre los herederos de Manolete, descollaron: Valerio Aldave 'Muchqui', Crisólogo Ramírez 'Quishula', Manuel Vicuña y su hijo Aparico 'El flaco Apacho', Manuel Castillo 'El chino', Pablo Márquez 'El terror de Chivis', Moisés Aldave 'Moichi', Pablo Vásquez 'Macollado' y Víctor Rafael Morán 'El trucha', quienes daban clases de tauromaquia andina bajo los acordes de un pasodoble con sabor a huayno que entonaban las bandas de músicos. La presencia de estos buenos novilleros era siempre esperada por el pueblo, sobre todo de 'El Trucha' porque su muleta lamía una y otra vez los costillares del toro, ahogando de emoción las palincas.
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Algunos años de la década de los sesentas nos visitó el torero 'Cabrera', a quien siempre veíamos acompañado del profesor de Educación Física Arturo Jo. Viene a mi mente la fiesta de Santa Rosa del 62 cuando con mis primos Eduardo 'Fraca' Balarezo, Lucho, Carlos y Chechi Rueda, acariciábamos la idea de ver lidiando en la plaza de toros de Jircán a 'Ushuncu' Oswaldo Rosales Padilla, de quien habíamos escuchado hablar sobre su cualidad de matador en el coso de Acho; hasta que un día se hizo el 'milagro' y arribó a Chiquián al finalizar la Entrada, con el ómnibus de la empresa Landauro.
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Al mediodía del 2 de setiembre (primera corrida), visitamos la casa de mi tío Calixto Vicuña Calderón donde pernoctó 'Ushuncu', y para nuestra sorpresa lo hallamos sacando de una pequeña maleta un traje de luces. Una vez que todas las prendas estaban sobre la silla empezó a vestirse.
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Primero su camisa blanca, luego un corbatín negro y después una taleguilla, un traje color oro y grana (chaquetilla, hombreras y pantalón) que le quedaba chico. Continuó con el fajín y unas medias rosadas.
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Recuerdo que las zapatillas negras con suela antideslizante le quedaron grandes, por lo que tuvo que rellenarlas con lana. Después de ponerse el capote de paseo, la coleta y la montera, nos pidió a los curiosos que lo dejemos solo, pues tenía que pedirle a Santa Rosita que lo proteja durante la faena que se aproximaba inexorable.
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Una hora más tarde ingresó al ruedo con una cuadrilla de matadores y subalternos, sujetando estoques y banderillas bajo los acordes de "Silverio", entonado por la banda de Llipa. Salió el primer toro de la tarde. Un barroso de Palca que limpió la plaza de canto a canto, y como nadie se atrevió a torearlo durante tres cuartos de hora, lo tuvieron que volver al toril ante la rechifla del tendido sur donde estaban las pallas.
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El segundo fue un retinto pocpino que se dio dos vueltas: libre de polvo y paja, pero para asombro de todos salió un borrachito de entre la multitud pegada como hiedra humana a las palincas. Llamó al morlaco con el tufo, éste embistió con fuerza y se lució con tres verónicas al hilo, mas cuando estrenaba una chicuelilla, su poncho se enganchó en el pitón izquierdo y terminó parado de cabeza por una zancadilla que el mismo se puso.
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Viendo que el toro jugaba limpio salieron de su escondite los diestros del Capitán. Lo torearon uno a uno, menos 'Ushunquito' que daba aliento y consejos desde un burladero de palos de aliso.
Ya cuando las sombras besaban los tendidos, salió un jirishanquino negro enmorrillado. Romerito el 'Quisipatino' le dio el encuentro con dos arpones que cayeron en la panza del toro que lanzó un largo bramido; circunstancias que los asesores de 'Ushunquito' le recomendaron que era el momento de ingresar. Tomó valor, se persignó, tiró la montera hacia atrás cayendo boca arriba, apretó fuerte la muleta de franela grana, infló su pecho y entre aplausos avanzó despacio, paso a paso, arrastrando sus zapatillas sin dejar de mirar al empitonado; de pronto calló el corazón del respetable, la muerte acechaba en las filudas astas...
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A unos 30 metros el "matrero" empezó a rascar con furia una y otra vez el suelo con sus pezuñas delanteras, resopló unos segundos y cargó directamente hacia él, que no tuvo otra alternativa que dar media vuelta...
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Entre los novilleros a caballo que destacaron en las décadas de los cincuentas y sesentas figuran: Manuel Pardo de Umpay, Ernesto Vásquez de Bolognesi, Arturo Barrenechea de Agocalle, Armando Alvarado de Jircán, Benjamín Robles de Simón Bolivar, el gaucho William Jara de Capellanía, Pablo Calderón y Segundo Robles de Jupash. También brillaron con luz propia los jinetes huastinos 'Eladio Gamonal' Fernández Gonzáles con su caballo moro que bailaba huaynos de Mahuay y pasodobles con banda, los hermanos Valdez, Garro y Callupe. Pero sin duda, tres fueron los más aclamados por su gracia y agilidad, sobre todo porque ingresaban cuando el toro se emplazaba en el ruedo y no había quién se anime a torearlo:
'Luclish' - Félix Ambrocio Justiniano Claudio:
Él montaba el toro a la volada y se mantenía 1 minuto sobre sus ancas antes de saltar y seguir caminando por el ruedo 'como si nada hubiera pasado'. .
Este valeroso chiquiano de ojos almendrados, cabellos castaños, de pómulos chaposos y charolados, antes de cada faena hacia sus preparativos de rigor al igual que los diestros españoles en la 'Plaza Monumental De las Ventas'. Se ponía uno a uno cada componente de su indumentaria frente a un espejo, bajo la mirada de su esposa Cristina y sus retoños. Primero su cotona verde olivo de soldado de nuestro Ejército, un pantalón de bayeta modelo 'conquistador', medias de lana de su manada de la Pampa de Lampas Alto y sus cada vez más gastadas polainas de cuero, con las que tantas glorias ganó como instructor de movilizadles en la plaza de Jircán, junto al 'Indio Peruano'.
Luego se persignaba y oraba en silencio frente a una imagen de Santa Rosa que tenía sobre la mesa de su dormitorio; se despedía de su familia y salía de su casa de Umpay, sin probar un bocado para evitar una evacuación inesperada.
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Con los ojos perdidos en cien faenas gloriosas circundaba Chiquián por Oropuquio, Puente Cantucho, Capulipata, Cruz del Olvido y con disimulo se ubicaba sobre una de las paredes con vista al toril para ir familiarizándose con los barrosos, los azabaches y los enjalmados del Jirishanca y las vacas machorras de Jahuacocha, populares por sus cachos doblados hacia abajo.
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De 4 a 6.30 de la tarde su esposa e hijos oraban por su retorno, acompañados por el zumbido de un gengrish (moscón agorero). Entrada la noche su hija Carmen salía a la puerta de su casa y averiguaba si su papá había sido cogido; al encontrar como respuesta una sonrisa, corría a dar la buena nueva a su mamá y reiniciaban su dicha con shinti y mote frío que esperaban ser degustados desde el mediodía.
Que recuerde, Luclish nunca fue cogido, menos cobró un centavo por cada una de sus espectaculares faenas de rodeo al estilo mejicano; sin embargo, tuvo un percance de 'mal gusto' cuando un barroso de Jahuacocha lo bañó de verde boñiga después de haber descendido a la volada de sus ancas y osar levantarle el rabo con disimulo.
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'El gran Arturo' - Arturo Alvarado Aldave
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Toreaba blandiendo sus manos al viento de cara al Yerupajá y dándole la espalda al toro, acompañado por el silencio sepulcral de los tendidos, todo ello, gracias a su experiencia lazando toros para subirlos al camión donde les ponía cabezales y los sujetaba uno a uno en los postes de la carrocería.
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Él, junto a los paisanos Manuel Roque, Ernesto Vásquez; Eusebio, Román y Baldomero Ramírez; Melchor Gamarra, Corpus Santos, Teobaldo Suárez, Cucus Pedro, Víctor Tadeo, Arturo Barrenechea, Shatanco, Carlos Núñez, Teobaldo Padilla y Mateo Gálvez, fueron los más diestros lazando bravos en las estepas y cordilleras aquinas.
'El gran Arturo', tampoco fue cogido en las plazas de toros de Jircan, Aquia, Huasta ni Carcas, donde esperaba sereno y confiado al bravo en suerte, luego le hacía una venía protocolar y cuando se aprestaba a cornearlo, con una veloz 'quica' (movimiento rápido), lo esquivaba cuantas veces quería, hasta que el toro de aburrido se iba por las palincas o los camiones buscando un lugar por donde escapar. Arturo Alvarado, es un virtuoso de la trompeta e integró la banda de músicos de su abuelo Florentino Aldave.
'Chemo' - Telmo Alvarado Montoro
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Desafiaba al toro con un billete verde de media libra en la mano derecha, y la izquierda metida en el bolsillo apretando un guayruro de la buena suerte. En una oportunidad le pregunté sobre su secreto para que el toro lo ignorara o pase volando por encima de su cuerpo sin tocarlo, me ilustró su temerario accionar, así:
- Tres teorías van a aclarar tus dudas. La primera: El toro no me embestía porque no me veía de lo flaco que era. La segunda: Echado en el piso, me hacía el muerto hasta que el toro pase y, la tercera, es la que mejor resultado me daba: Mostraba al toro un billete de media libra solamente, pues si le 'munapaba' de 10 para arriba de seguro me lo quitaba.
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Fuente:
Capítulo XIV de la novela "DEL MISMO TRIGO" 1993 - Bodas de Oro del Colegio Nacional "Coronel Bolognesi" de Chiquián. En Internet desde el 2003.
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