INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA,
INLEC DEL PERÚ, Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
INLEC DEL PERÚ, Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
6 DE JULIO
DÍA DEL MAESTRO EN EL PERÚ
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
APUNTES SOBRE UN MAESTRO
Danilo Sánchez Lihón
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
APUNTES SOBRE UN MAESTRO
Danilo Sánchez Lihón
Hola Danilo:
Soy Rosa María, del Colegio Dalton. Me acerqué a ti al término de una conferencia en el local de la Derrama Magisterial, donde expusiste el tema sobre el maestro Encinas, luminoso y muy acertado como siempre.
Quería comentarte que hace años tuve la suerte de conocer a César Vera Pineda, ahora fallecido, miembro de la Asamblea de Rectores por mucho tiempo, puneño de nacimiento, quien me contó que una época fue secretario del maestro Encinas. Y que recordaba uno de sus escritos que trataba de un paralelo entre el dios de los Incas y el dios traído por los europeos. Y que él nunca vio publicado ese artículo.
En donde decía que a diferencia del Dios que conocemos, que creó al mundo primero y luego hizo al hombre, el dios de los Incas hizo al hombre primero y a continuación creó al mundo para que aprendiera de él. Y que sólo un gran maestro como lo fue Encinas puede haber arribado a una conclusión como esa.
Contaba que el dios traído a nuestras tierras ponía al hombre de rodillas, pero que el dios de los Incas quería que el hombre estuviera a su altura, para verse de frente con él. Y así poder enseñarle. Porque, ¿cómo vamos a poder enseñar a alguien que está de rodillas?
Otra diferencia es que mientras que en la religión cristiana el trabajo y el dar a luz a los hijos se impuso como un castigo, el dios de los Incas les hizo ver que el trabajo y el dolor que se siente al dar a luz es un dolor afortunado. Y que es un anuncio, a fin de prepararnos a trabajar para dar vida a un nuevo ser y a los dolores que nos causen las adversidades, pero que es dolor con esperanza.
César Vera me contaba graciosas anécdotas de la vida del gran maestro, y comentaba que tal vez nunca fue publicado el artículo en mención. Por eso quería referírtelo.
Con inmenso cariño y respeto a tu labor y a tu obra,
Rosa María.
1. El saber y la virtud
Una antigua leyenda cuenta que cuando el sabio y virtuoso Rey Salomón murió los demonios hicieron lo indecible por llevarlo al Infierno y verse así favorecidos por su sagacidad y reciedumbre. Y así lo hicieron.
Al poco tiempo de tenerlo secuestrado, los diablos lo sorprendieron midiendo el largo y el ancho del lugar y le preguntaron qué estaba haciendo.
A lo que Salomón respondió: “Estoy midiendo el lugar en que habré de edificar el templo de Dios.
Y entonces los diablos lo echaron del Infierno como muy peligroso para la continuidad de sus perversidades.
José Antonio Encinas así como el Rey Salomón adonde iba erigía un templo, el templo de la escuela, de la educación, del saber y de la virtud.
De allí que las tiranías y las corruptelas de la época no podían soportarlo y le hicieron padecer 20 años de sucesivos destierros.
2. El amor bondadoso
Con él y para él se podría asumir cabalmente el contenido de estos preceptos, que rezan así:
El hierro es fuerte,
pero el fuego lo derrite.
El fuego es fuerte,
pero el agua lo apaga.
El agua es fuerte,
pero las nubes lo evaporan.
Las nubes son fuertes,
pero el viento se las lleva.
El viento es fuerte,
pero el hombre lo vence.
El hombre es fuerte,
pero el miedo lo derriba.
El miedo es fuerte,
pero el sueño lo vence.
El sueño es fuerte,
pero la muerte lo es más.
Pero el amor bondadoso
sobrevive a la muerte.
3. Convencidos y esperanzados
Solo quien tenga y ofrezca amor bondadoso es quien puede alzarse como senda y camino mucho más aquí y ahora.
Porque se puede ser inteligente, y Encinas lo era, pero no alcanzaremos con ello a ser horizonte. Podemos ser valerosos, y Encinas lo era, y tampoco con ello alcanzaremos a ser ruta y destino.
Es el amor bondadoso, que él sintió por el niño, por la juventud, por la escuela, por el maestro, por el indio y por el Perú, el que lo hace sobrevivir y el que hace que nos llegue su obra y su figura como una brisa pura y fértil para seguir luchando.
Convencidos y esperanzados, por redimir los sufrimientos de nuestra sociedad; y para forjar, a partir de la educación, la patria hermosa que nos merecemos.
Y la dignidad y felicidad del hombre, que es nuestro anhelo y pleno derecho ahora y siempre construirlas sobre la faz de la tierra.
4. Sus magistrales enseñanzas
Muchas son las acciones, tareas y programas, como también son variados y diversos los aportes conceptuales, doctrinarios e ideológicos a la educación, hechos por el maestro José Antonio Encinas, y que cada día vemos que suscitan el mayor interés de los maestros del Perú, haciéndose más claros, actuales y vigentes.
He tenido la oportunidad de constatar cómo se tornaban tan reales y eficaces diversas temáticas, aspectos y propuestas señaladas, precisadas y defendidas por aquel maestro.
Como también impactan y conmueven diversos pasajes de su vida, así como al evocar y recrear con alumnos y profesores, sea en conferencias y conversatorios, sea en clases o en charlas informales con colegas y amigos, sus magistrales enseñanzas.
De todos aquellos asuntos y contenidos que con más frecuencia se han aludido en las reuniones magisteriales, y referidas a la vida y obra del maestro José Antonio Encinas, cuatro son los que resaltan con mayor énfasis.
5. Cuatro ejes
¿Cuáles son aquellos cuatro ejes o líneas maestras?
a. El bien y el significado de ser maestros.
b. La integridad moral.
c. Su postulado e ideario de la Escuela Social,
d. Una Educación con identidad.
Estos temas sobresalen entre otros, que no por eso dejan de ser también importantes, tales como la admiración, el aprecio y fascinación que él sentía por los niños, su recio y valiente activismo en contra de todas las dictaduras que le tocó padecer: Leguía, Sánchez Cerro y Benavides, su visión de la escuela como un lugar de encanto, magia y alegría, su tesis a fin de desterrar los exámenes en la escuela y en el sistema educativo en general, entre muchas otras proposiciones.
Sin embargo, en este breve repaso sólo nos referiremos a aquellos cuatro ejes de pensamiento y acción que hemos aludido como los más representativos y frecuentes en la evocación del autor de Un ensayo de Escuela Nueva en el Perú.
6. El más honroso título
José Antonio Encinas nos enseña, en primer lugar, a ser maestros de alma, auténticos y consagrados, a cumplir y valorar el privilegio de ser guía, orientador y amigo de los educandos, teniendo presente en todos los actos de la vida la actitud noble, protectora y de una entrega total al cuidado de la niñez y de la juventud.
Él es el modelo por excelencia de un maestro por antonomasia, en quien se resumen todas las virtudes como también los actos de verdad y valor. Quien, sobre todo, en cada momento de su vida jamás dejó de ser y actuar como maestro.
Elegido Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en el año 1931, venciendo en justas electorales a nada menos que a don Víctor Andrés Belaúnde, después Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, ¿qué blasones lucía Encinas, quien ni siquiera era docente de esa casa de estudios a cuyo rectorado fueron los estudiantes quienes lo postularon?
Exhibía el más honroso título en el contexto que hablamos: el de maestro de Escuela Primaria, o normalista, como se los llamaba entonces.
7. Un maestro que ame ser niño
Y con ello, es lo mismo a decir: entusiasmo, gusto y hasta pasión, que es el rasgo y a la vez el centro de la magia de ser maestros. Y todo ello para entonar muy en alto el canto a la vida, siempre en la perspectiva de búsqueda y hallazgo de verdades trascendentes.
Ser maestro es participación, avivamiento y alegría; ganas de vivir, de celebrar la vida, de asumir realidad con optimismo y valor; es forjarse una he identidad; es usar las manos para pensar y construir; es edificar y transformar la realidad.
Es hacer de la vida un himno, una epopeya, una proeza en donde la relación maestro alumno, que lección o enseñanza, sea diálogo, amistad y comunión profunda.
Encinas en todos los actos de su vida tuvo el concepto más alto de lo que es ser maestro de escuela, de allí que fue capaz de hacer una educación con altivez, como también con gracia, humor y el do sonreír; de hacerse amigos, de confiar en los demás y en nosotros mismos.
Para hacer todo ello se requiere ser un hombre que ame ser maestro y un maestro que ame ser niño, joven, adulto con ideales; que sea capaz de mirar con los ojos que el niño mira y abrir su alma de la manera cómo él la abre y vuela.
8. Esos recursos para él eran sagrados
José Antonio Encinas postulaba que el maestro había de tener integridad moral. Y él mismo fue un hombre cabal en este sentido. De una limpieza moral sin tacha. Por ejemplo, con una exactitud muy honrada en el manejo del dinero, con desprendimiento para ayudar y generosidad para proteger.
Siendo austero en sus gastos, se enteraba de un problema que sufriera una persona o que lo padeciera su pueblo, y ahí estaba él presto para ayudar y socorrer.
Así, una vez se dañó el motor que proveía de luz eléctrica a Puno y no se tenía fondos para repararlo, gestión que costaba 2,000 soles. Enterado del asunto inmediatamente envió de su sueldo ese dinero para que se adquiriese la pieza que se había dañado. Hechos como éste constituían la rutina en su conducta.
Sin embargo, era muy escrupuloso con el dinero ajeno y principalmente con lo que correspondían a ser fondos públicos, considerando que este dinero era un bien común, propiedad del Estado y del pueblo doliente y sufrido como es la situación que caracteriza al Perú. Esos fondos o recursos para él eran sagrados.
9. Yo no lo haré
A fin de graficar cómo era de respetuoso y estricto en este aspecto, basta referir un hecho:
Después de levantarse la clausura que pesaba sobre la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue a su casa el administrador con un fajo de papeles a decirle:
– Doctor, aquí están sus cheques para ser cobrados.
– ¿Cómo? –respondió él– ¡Si yo no he trabajado durante todo este tiempo!
El administrador le explica que la partida estaba girada, y ya todos los profesores y empleados habían cobrado. Entonces el concluyó:
– Sí, pero de mi parte yo no lo haré. Yo sólo acepto cobrar cuando he trabajado.
Y le ordenó:
– Hágame el favor de devolver ese dinero al tesoro público.
10. Son nuestra herencia genética
Pero no sólo veía desde él, sino desde la perspectiva de la otra persona, como lo ejemplifica el siguiente pasaje:
Así: Como abogado, que también era, asumió la defensa de un caso en donde veía un flagrante abuso, y que nada iba a poder detenerlo. Y logró corregir esto, recuperando una legítima propiedad que había sido usurpada a una persona humilde, quien agradecida le propuso que por sus servicios tomara la mitad de esa propiedad. Que a él le correspondía por sus servicios la mitad del predio:
– De ninguna manera señora –le expresó–. Págueme únicamente mis servicios, para que usted misma no se sienta turbada, tenga paz y tranquilidad. Y mis servicios no es jamás aprovechar de una ocasión, sería como un médico que cobra más a una persona por tener cáncer Terminal. Así que yo de ninguna manera aceptaré hacerme dueño de lo que es su legítima heredad. La he defendido incluso por respeto a sus antepasados. ¿Cómo entonces yo hacerme el dueño? Así que no piense usted que está en falta conmigo.
Cómo urge que asumamos dichos valores, que además son nuestra herencia genética, si consideramos el ancestro de nuestra cultura de gran exactitud y moral, con un código de honor y de moral intachables.
11. Postulado o ideario de la Escuela Social
José Antonio Encinas no se preciaba tanto de que sus alumnos de la Escuela 881 fueran profesionales de éxito, sino que todos hubieran abrazado la causa social y la defensa del indio en nuestro país.
Tales educadores son precisamente los poetas de la grandeza del Perú, educadores de sus posibilidades y de la promesa de construir aquí una patria grande y justa.
Son aquellos que no rehuyen la mirada al dolor sino que, al contrario, es lo que más los desvela y educan para corregir desgracias y omisiones.
Porque maestro es quien, nos lo dice él, articula escuela y comunidad, escuela y sociedad. Maestro es quien asume el carácter social de la educación, y se hace responsable de la obra y la tarea colectiva y con ello de la marcha de la historia.
Es quien articula tiempos, espacios, ritmos, áreas del conocimiento. Es quien integra, socializa y hace posible el canto común de las distancias, el trabajo mancomunado, superando diferencias y hasta exclusiones ominosas.
12. La conquista en los caminos
José Antonio Encinas es quien preconiza que la gracia de ser maestros radica en reivindicar el mundo despreciado, socavado de las poblaciones vulnerables, en riesgo, aquellas que están sometidas a un esquema de dominación, a extorsión de grupos de poder que velan porque sus ganancias sean cada vez más copiosas sin importarles el bienestar de la gente.
Que no sólo se necesita ser un buen profesor que desarrolle bien su curso o asignatura, que demuestre bien un teorema o explique de manera diáfana la conjugación de un verbo, sino el que inspira para que todos juntos trazarnos un destino de realización colectiva sobre la faz de la tierra.
Maestro es quien trabaja para alcanzar un sistema de organización social que ofrezca posibilidades de desarrollar a todos sus talentos con iguales posibilidades de realizarse plenamente en la vida. Y educa dentro de una perspectiva liberadora.
Siendo así, un maestro de niños no puede dejar de ser un hombre de lucha, un militante y hasta un guerrero, porque la esperanza –que es lo que siembra y debe cosechar un maestro– también se la conquista en los caminos, en las calles y en las plazas.
13. Cuenta Churata
Muchos pasajes, ideas y hasta juegos que el maestro José Antonio Encinas protagonizó o alcanzó a idear, grafican nítidamente la perspectiva de lo que podría identificarse como su concepción de la "Escuela social".
De los muchos hay uno que quisiera referir, por ser quizá el más espontáneo, incluso hasta aparentemente desaprensivo y humilde, pero en el fondo de una gran significación.
Es una escena, cuadro o estampa de apenas un instante pero que gracias a Dios ha quedado registrado gracias a lo que cuenta un alumno suyo, de la Escuela 881 de Puno, que aquel legendario maestro dirigiera durante cuatro años y que constituye una experiencia de extraordinario valor, pero además hermosa en su forma y contenido.
Relata Alejandro Peralta, reconocido también con su apelativo literario de "Churata", que regresaban casi ya al amanecer por la meseta altiplánica, maestro y alumnos.
14. A la luz de otros relámpagos
Como era su costumbre salían no de paseo ni excursión sino a clases que el maestro Encinas desarrollaba al aire libre.
¿Dónde hacían dichas clases? En las cumbres de los cerros. O a la orilla de los ríos o habiendo avanzado a lo más profundo de los valles y quebradas.
Esta vez, los alumnos más fuertes del salón, que también eran los más altos, se habían adelantado a los demás en la noche lóbrega del altiplano. Pero en un momento se detuvieron en medio de la tempestad que se había desatado. Cuando miraron hacia atrás, echando de menos al maestro, lo divisaron inmenso al chispazo de un relámpago, que venía muy atrás, lejos, pero a quien vieron grandioso y colosal en medio de la penumbra.
Cuenta Churata en esta evocación, que hizo varias décadas después de que sucediera y sin detenerse mucho en relación a su significado, que al haber avanzado y estar más próximo, y a la luz de otros relámpagos, notaron que a su maestro se lo veía descomunal porque se había echado a los hombros al niño más desvalido, aquel que todos repelían y a quien lo traía a horcajadas en su nuca y en sus hombros. Era al débil, al descalzo, al desarrapado a quien el frío de la meseta y lo agotador del camino le habían impedido caminar.
15. Sintiéndose todos grandes
El maestro Encinas, que no medía más de un metro sesenta de estatura, aparecía por eso como un gigante. Pero algo más comprobaron: que con su vozarrón, y viniendo desde lejos, entonaba huaynos y taquiraris en quechua y aimara.
Cuenta que fue tal el valor, la fuerza, la verdad y la belleza de ese hecho, que de manera espontánea los mayores y fuertes buscaron a los más débiles y los echaron igualmente sus hombros, tal cual el maestro Encinas, uniendo sus voces al canto y a los himnos en las lenguas que entonaba el maestro.
Y así avanzaron, sintiéndose todos grandes, tanto los que cargaban a otros niños, a quienes les renacía una fuerza nueva, como los que iban en los hombros de los otros porque sentían bajo suyo la energía de la solidaridad como algo invencible.
¿Qué magia o significado tiene este pasaje suelto, entre los muchos otros que se desprenden del ser y el sentir de la personalidad de este maestro legendario?
16. Se agigantan todos
Que es significativo echarnos a los más débiles en nuestros hombros.
Que si la educación no sirve para eso, ¿para qué entonces educar? ¿Para la competencia? ¿Para ganar y desplazar al otro del camino? ¿Para tirar de codazos a los demás?
He allí la diferencia de lo que puede ser una educación competitiva a una escuela de inspiración social. A la propuesta de educabilidad que la encarna Encinas.
En este gesto natural, espontáneo e inconsciente está el sentido, la definición y el concepto profundo y genuino de lo que es educar socialmente.
No solo allí está la visión o la misión de lo que es educación, cual es hacernos responsables del mundo en lo más débil, dolido y desprotegido que hay en él, cargarlo en nuestros hombros lo que está pendiente de solucionar.
Pero no con pesar ni con queja, tampoco con marketing o cara al público, sino con profunda y auténtica alegría, sin que eso constituya un lastre sino, como lo dice Churata, se agigantaban todos.
17. Un ribete de gloria
Hay otro rasgo en este pasaje, cual es que el maestro venía atrás, cerrando filas. Era el último porque vigilaba a quién más lo necesitaba y se retrasaba.
Otra faceta es la fortaleza, la imitación y el deseo de hacer lo mismo, de alinearse con la misma actitud, de no dejar que uno solo lo haga. Este convencimiento llano, voluntario; esta disposición en donde se resume una experiencia, una trayectoria y una vida. Él escribió en un mensaje dirigido “A los maestros graduados en la Escuela Superior de Lima”:
“… el maestro tanto como gestor social, cuanto como director de la conciencia infantil, debe poseer la máxima cultura sobre la materia, y demostrar un gran espíritu de sacrificio y de fealdad a los ideales que la escuela persigue”.
De su vida y de su pluma es de donde podemos extraer las verdades o las certezas que necesita el ciudadano de nuestro país para ser el hombre nuevo que todos vivimos bregando para que aparezca, se eche a caminar y, al reconocerlo nosotros, lo abracemos, como dice Vallejo, emocionados, porque todos hemos clamado: Levántate, hermano.
Preconizó que nuestra cultura es el bien más preciado que nos honra, nos da lustre y enaltece; que incluso compensa y le da un ribete de gloria a nuestro ser en el mundo.
18. Junto y al lado de todos
La cultura se sobrepone a la pobreza que nos acosa, ornándonos con un laurel de victoria cual es ser muy modestos en recursos materiales y financieros pero excelsos en nuestras glorias culturales.
Y así como lo predicó él mismo, él mismo es un símbolo de dicha promesa. Porque así como hay artistas y científicos representativos de nuestra esencia, hay también educadores, como él, que cultivaron una educación con identidad y una escuela totalmente inserta en su medio y en el compromiso social.
Él es el portavoz de un nuevo derrotero de la educación para el Perú, que propone que recogiendo el pensamiento de la cosmovisión del mundo andino es el modo de ser o hacernos universales.
Es importante, en este contexto, reconocer, asumir y enarbolar a manera de ideario, e inspirados en el maestro José Antonio Encinas, junto y al lado de todos los maestros del Perú, los siguientes principios que derivan de su magisterio:
19. Inspirados en el ideario Encinas
1. Que el fulgor de la verdad y su búsqueda apasionada no la perderá el hombre, no lo perdió ni antes, ni ahora ni lo perderá en el confín de los tiempos; que siempre la anhelará, y que ésa debe ser nuestra enseña y bandera.
2. Que el anhelo del bien y el peregrinar hacia las fuentes en donde el bien mora, ha de ser lo que marque nuestra ruta, y que esa fuente está en el corazón del hombre. Y si la hemos perdido, hacia ella debemos orientar las velas de nuestras naves.
3. Que el temblor por la belleza que subyuga nuestro corazón no debe avergonzarnos, sino al contrario, descubrir el alma ante ella y declarar que amamos la poesía y las artes en general, como el resplandor de la luna arrebolada en el horizonte.
4. Que la aspiración al silencio del recogimiento tampoco debe atribularnos, sino al contrario, conmovernos porque ello nos reclama a comprender otras esencias aparentemente incognoscibles.
5. Que la posesión del amor, o por lo menos tener los brazos y la mirada tendidos a aspirarlo y encontrarlo en nuestras vidas, debe formar parte de nuestras prerrogativas más hondas.
20. Defender nuestros ideales
6. Que el júbilo, la exaltación, la felicidad que nos produce ver nacer, brotar, surgir y desarrollar la vida, debe formar parte de las experiencias más acrisoladas para el niño, el joven y el adulto.
7. Que defender los valores como la identidad, la solidaridad y la fraternidad humana son tareas de nuestra total y absoluta incumbencia debiendo consagrar nuestras vidas para lograr su predominio y plena vigencia.
8. Que la vida debemos asumirla heroicamente, reemplazando a la otra vana y trivial, a fin de que esta yazga a nuestros pies, junto a los caballetes que soportan máquinas y artefactos a quienes hemos dado tantas prerrogativas para condicionar y hasta gobernar nuestras existencias.
9. Que la razón moral debe ser nuestro norte, nuestro derrotero, la fuerza que nos guía y alienta. Luchar por la justicia y equidad, porque no haya miseria, para que superemos la pobreza y sea vigente en nuestro mundo la libertad.
10. Que tenemos una patria hermosa como una espada en el aire. Que encontremos la hebra del heroísmo que tiene la labor o la misión de defenderlo, imbuyéndonos de la promesa total del Perú. Y que consagremos nuestra vida a defender nuestros ideales.
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