INSTITUTO DEL LIBRO Y LA LECTURA, INLEC DEL PERÚ
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Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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14 DE FEBRERO: DÍA DE LOS ENAMORADOS
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
CÓMO NACIÓ LA MIRADA EN EL AMOR
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Y CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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14 DE FEBRERO: DÍA DE LOS ENAMORADOS
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
CÓMO NACIÓ LA MIRADA EN EL AMOR
Introducción
La mirada es lo más hondo, auténtico y sublime en el amor, aunque no lo parezca, ni nos demos cuenta, o lo hayamos olvidado.
¿Recordamos el estremecimiento o la palpitación que nos produjo y producirá eternamente aquella mirada? Mucho más que el beso, o la caricia, o que el acto mismo de hacer el amor.
Cuando el amor triunfa en el tiempo aquella mirada de adoración permanece, así se hayan separados los cuerpos, así los seres estén lejos, así, incluso, se haya interpuesto entre uno y otro la muerte, lo que prevalece es la mirada de adoración.
Abre sus alas y traspasa muros, océanos, montañas. Hay miradas desde lejos, con los ojos inundados de lágrimas.
Cuando el amor acaba la mirada se va. Permanecen en la rutina los cuerpos, pero se fue el amor, cuando ya no hay mirada ungida, devota y amorosa.
Pero, antes no existía la mirada en el amor. ¿Cómo surgió? He aquí la historia:
DOS QUE SE AMARON
1. ¿En qué piensas?
Eran dos seres que se anhelaban uno al otro, con amor intenso, total y consagrado.
No se habían visto nunca sino solo presentido. Sí, más bien, soñado e imaginado. Y esto siempre y a cada instante de sus vidas, con honda ilusión y esperanza.
Nadie como ellos podían significar tanto el uno para el otro. Por eso, adivinaban sus gestos, sus actitudes y hasta las palabras que se dirían respecto a cada detalle y asunto de la vida.
A él le preguntaban compadecidas las personas de su alrededor:
– ¿En qué piensas tanto?
A ella se acercaban a indagarle:
– ¿Por qué te quedas de repente tan callada y meditativa?
2. ¿Qué palabras diré?
Cada uno hacía el esfuerzo de ver a la otra persona en sus sueños.
Creían conocerse aunque difusamente, como cuando se dibuja un rostro en una fuente de agua que tiembla y se agita con el viento.
Cuando eso ocurría su emoción era intensa y profunda.
A veces, se sentían muy cerca. Sea escuchando una canción, sea mirando una calle o un paisaje. Sea estando a la rivera del mar o paseando bajo la sombra de una arboleda.
– ¡Tengo que encontrarla! –Decía él.
– ¡Tiene que existir en alguna parte! –Decía ella.
– ¿Cuándo la veré aparecer? –Insistía él.
– ¿Qué palabras diré cuando se acerque y esté frente a mí? –Se preguntaba ella.
3. Las caravanas que pasan
Y se buscaban siempre: en las plazas llenas de gente. Entre la multitud que avanza por un puente. En la soledad de los amaneceres y crepúsculos. Perseguían sus imágenes incluso por los sitios desiertos.
Se empinaban a tratar de hallarse y verse en las procesiones de los santos, entre el gentío que espectaba un concierto; entre las comparsas que desfilan en una fiesta, bajo los sones de los pífanos, la flauta y el tambor.
¡Pero era tan vasto y grande el universo!
Eran tan intrincados los pasos y tan enmarañados los senderos.
¡Tan variados eran los trajines! ¡Tan confusos los vehículos! ¡Y embarulladas las caravanas que pasan!
Al cabo de un tiempo se le reveló a ambos un terrible, atroz y fatal secreto:
4. El destiempo
¿Cuál era?
Que nunca llegarían a encontrarse.
Habían nacido en tiempos diferentes. El uno casi al principio del orbe y el otro casi al final de todo.
Sin embargo, se les acrecentó aún más la certeza de que el uno era y existía para el otro.
Tanto era así que les encantaba su mutuo aroma, estuvieran donde estuvieran.
Tenían el rostro extasiado y vuelto a la dirección de donde provenía ese perfume, hacia donde presentían que el otro permaneciera, sea en el aire de la mañana, del mediodía o del poniente.
Eran dos almas gemelas, solo con la fatalidad de haber nacido en el destiempo de los años, los siglos y las eras.
5. Puros y valientes
Porque, sus voces encajaban en sus voces.
La misma hebra, idéntica torcedura e igual ovillo de fibra era el que componía el tejido de sus sueños.
El mismo manto de luz los arropaba a uno y otro.
Sus manos encajaban en las manos de la pareja.
Una mirada cabía exactamente en la otra mirada.
Entonces ambos, como si hubieran tenido una misma intención, decisión y acuerdo, se presentaron ante el trono del Destino.
Y a él le suplicaron que pudieran trasponer el tiempo a fin de encontrarse.
El Destino los miró fijamente.
Reconoció ciertamente que el uno era para el otro.
Además, eran puros y valientes.
6. De un confín a otro
¿Qué hacer?
– Jamás nadie –les explicó así– ha sido capaz de trasponer el tiempo por ningún motivo. Ese es un principio que rige el universo.
–Déjenos intentarlo, al menos. –Suplicaron.
– ¿Pasar desde un confín hasta el otro confín? ¡Es imposible!
– Pero, amándonos, pena y aflicción sería no intentarlo, gran Monarca.
– Nadie ni siquiera lo ha imaginado.
– Encontrarnos es la condición para cumplir con la ley de la vida, –le dijeron.
–Tiene un riesgo el intentarlo, cual es quedar eternamente vagando fuera del tiempo.
– ¡Es preferible a no encontrarnos nunca!
– Pedirme un hecho así es una osadía.
7. Tres pruebas
– Cumpliremos las pruebas que usted con su sabiduría nos asigne.
El Destino volvió a mirarlos, esta vez compadecido. Y por último dijo:
– Serán tres las pruebas a cumplir.
Pero nunca el Destino había concedido una posibilidad semejante. Se recriminó asimismo, pero ya había empeñado su palabra. La primera era simple: consagrarse a un amor eterno; para lo cual se arrodillaron y juraron en el lugar donde estaban. La segunda es:
– Tú –le dijo al joven– descenderás hasta los abismos en donde estallan las rocas. De allí traerás una en tus manos sin que se apague en la subida, ni deje de arder por el camino.
– Tú –le dijo a ella– cruzarás el hondo y gélido lago de la muerte y vendrás hasta mí con la pluma del ave que mora a la orilla de aquella encrucijada.
8. De principio a fin
El joven bajó a los infiernos. Extrajo una brasa desprendida de una roca llameante. Y la hizo llegar con flama viva y reciente entre sus manos.
Ella cruzó las aguas atroces y gélidas de la muerte. Y regresó con una pluma blanca extraída del ave que mora en el fondo de aquella grieta.
El Destino estaba sorprendido y admirado.
Mirándolos otra vez detenidamente, con gesto tranquilo aunque indescifrable, les habló de este modo:
– Ahora, cada quien fabricará un arco y una flecha. Lo harán tensos, agudos y veloces. Con ellos cada uno disparará una flecha que cruce de principio a fin el tiempo. Las flechas deben llegar a los pies del otro, sin herirle.
9. ¿Qué ocurrió?
Prepararon sus arcos y sus flechas con paciencia y amor infinitos.
Él pensó hacerla volar hacia el futuro creyendo que era el pasado.
Ella creyó que debía arrojarla al pasado creyendo que era el futuro.
Reunieron todas sus fuerzas, todo su coraje y toda su esperanza.
Y dispararon.
¿Qué ocurrió?
Hasta ahora no se sabe si se lanzaron en el sentido inverso, o en el sentido exacto del encuentro. Lo cierto es que no llegan.
No se sabe si fue en el sentido de la coincidencia o de la separación para siempre. ¡Y definitiva!
No se sabe si acertaron o se equivocaron.
No se sabe si se encontraron o si se perdieron. Es más: ¡no se sabe dónde están ellos!
10. Se han amado sin encontrarse
El Destino se reprocha asimismo de haber olvidado asignarle un tiempo a cada flecha.
Ahora mismo conmovido es quien los busca. En su honor ha determinado que se hicieran eternos en la mirada de los enamorados.
En su nostalgia ha querido que existan cotidianamente, no en el beso ni en el abrazo, sino en la mirada de los amantes. Ha llorado antes por todos los que se buscan sin encontrarse, ¡que son muchos!
– Yo los consagro eternos, hijos míos. Ustedes estarán en la mirada, sin vagar ya fuera del tiempo y del espacio. Pero también como han sido sus destinos, sin juntarse. Allí se encontrarán, en la mirada, allí estarán juntos. Como en ella, las flechas serán tensas, agudas y veloces. Y cruzarán de principio a fin el tiempo. Y declaro tajantemente, en honor vuestro, que sin ustedes no habrá amor verdadero. Y mucho de lo que aparenta serlo, no lo será sin la mirada, porque solo habrá amor cuando las personas se miren con pureza y con afecto. Es en honor a ustedes que se han amado sin encontrarse.
Colofón
Y de esta manera el Destino sancionó algo muy cierto.
Porque en el amor así como hay encuentro también hay desencuentro. Así como hay felicidad hay desdicha entre quienes se anhelaron mucho y nunca se encontraron.
En honor a ello el Destino instituyó la mirada en el amor. En eso se convirtieron los “Dos que se amaron sin encontrarse”.
Fue hermoso que se hubieran anhelado tanto y unido de algún modo, porque en la mirada ya ambos están unidos aunque a la vez separados.
En la mirada que duele tanto. Que produce gozo y pena. Que es llama viva y es sombra. Mirada lenta, detenida, sin tiempo. Mirada que tiene lenguaje pero más incógnita y misterio.
Prueba que viene de ellos es que de ambos la mirada de amor ha tomado el principio y a la vez el final del tiempo. Y es eterna, no es que se acaba sino que se va, como fue el destino de estos dos amantes.
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