Por: Armando ALvarado Balarezo (Nalo)
En mi sueño de madrugada volviste batiendo tus alas y te marchaste con el alba sin despedirte, como aquel velero que en el río de la efímera existencia se perdió en la niebla de los años; como se hace polvo la arcilla al frotarla y retorna a la tierra con una melodía de luz. Luz que se convierte en arco iris, cuando la garúa del recuerdo baña la memoria.
!Ay! si pudiera ser puñal y cercenar el tiempo, dejaría mi corazón en tus manos para que lo entregues a la Pachamama como pago por el amor que nos prodiga, porque viviendo como arroyo de curso incierto he surcado entre el ichu y la neblina, soñando con un mar sin horizontes.
Te cuento: hace unos días en mi imaginación volaba sobre los caminos de herradura, de repente, el aire barrió las sendas llevándose las hojas que se aferraban a mis alas, como la tarde cede el paso a la melancolía que trae el ocaso; entonces miré el cielo, y en mis desvaríos te vi volando con tus alas de brisa.
Sé que tus ojos, como los míos, guardan el fulgor de aquellas horas vespertinas, cuando el viento peinaba los eucaliptos que buscaban el abrigo de las pircas bajo el rumor de la cascada. Por eso, cuando te sientas desmadejada y triste, retorna a nuestra querencia aunque sea con el pensamiento para que se borren tus horas de nostalgia.
Tantas cosas se han fijado en mis retinas, que al rayar la aurora contemplo la ancha avenida de los sueños que está más allá de la mirada, como el Sol que se posa en el sombrero añil de la mañana y besa las nubes que pasan como vellones blancos.
Como ves, hoy no escribo para arrancarte una lágrima, sino para decirte que todo vuelve a empezar, como aquel día donde comprendimos que el amor por nuestra tierra es más que un placer fugaz, de ahí que se torna imperecedero, como la Luna que estando lejana nos llena de embeleso. Sino observa: cómo el girasol inclina su tallo en venia de amor a la tierra que la sostiene y deja que sus pétalos dancen con el aire mientras dibuja una curva siguiendo al Sol. Así eres tú y así soy yo, hijos de la misma espiga que apapachamos con nuestros recuerdos todo lo mágico que nos dio la vida.
Que tengas un bonito día,
Pichuichanca
Fuente:
CHIQUIÁN: Mis cantares