CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2014 AÑO
DE LA BATALLA DE LA LECTURA Y
ESCRITURA POR LA CONSTRUCCIÓN
DE UN MUNDO MEJOR
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
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SALUDO, ADHESIÓN Y HOMENAJE
A FABULADOR, REVISTA DE LITERATURA
INFANTIL Y JUVENIL DE JÓVENES
ESTUDIANTES DE LA UNMSM
Tuve la suerte de conocer al colectivo Fabulador, Revista de Literatura Infantil y Juvenil de jóvenes estudiantes de literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, cuando aún su proyecto de dedicar estudios, obras, certámenes a el arte de la palabra con verdad, belleza y esperanza dedicada a niños y jóvenes era todavía un sueño balbuceante.
Ahora aquel proyecto Fabulador es una hermosa realidad y qué bello es contemplar concretados los sueños de los jóvenes, la revista que editan, los conversatorios que organizan, este II Coloquio de Literatura Infantil y Juvenil Francisco Izquierdo Ríos que se viene llevando a cabo entre el 24 y 26 de septiembre dl presente año en el auditorio de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la UNMSM.
Admira la fe, el tesón y la convocatoria que reúne con el criterio más amplio a todos quienes vienen laborando desde distintos ámbitos en impulsar este arte moral para nuestro pueblo en las circunstancias que vivimos. Admira su entusiasmo, su fervor, su transparencia; la precisión y laboriosidad de su trabajo. Y porque han abierto un manantial, un claro de bosque con mística, convicción y coraje.
Pongamos todo nuestro corazón en apoyarlos. Que avancen más, que concreten más obras, que editen los libros que nuestros niños necesitan, que presenten las tesis que están empeñados en plasmar. Y que este coloquio para el próximo año sea ya Congreso de Literatura Infantil y Juvenil que erija la bandera de esta consagración del amor bondadoso y la palabra iluminada dedicada a los niños y jóvenes del Perú y del mundo. DSL.
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25 DE SEPTIEMBRE
YA
ES
PRIMAVERA
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
DIAMANTES Y
TALISMANES SON
LOS BOTONES
Danilo Sánchez Lihón
1. Sus
latidos
Algo sé de piedras preciosas. Y he tenido mis manos zafiros, topacios, acantos, diamantes. No sentí nada. No me atrajeron. Pero un botón en mi mano me encanta, me maravilla y fascina.
Nada para mí es más joya y más alhaja que un botón. ¡Sí! ¡Claro! ¡De estos! ¡De este que ahora toco en mi camisa! No, no, de los otros de rosa, de alhelí o del humilde geranio me ocuparé en algún momento.
Me refiero esta vez a los botones sencillos de nuestra ropa ante los cuales me extasío, hundo mis ojos mirándolos y adivinando la vida que hay tras ellos.
Pero no es por la vida alborozada o aciaga sino por su naturaleza en sí que me gustan. Sea su tersura, su iridiscencia, sus perfiles; la forma como están hechos, sus poros que alumbro con una lupa y por donde exhala su respiración y sus latidos.
2. En
el pecho
En mi casa de infancia a fin de guardar y tener a la mano los botones para cualquier emergencia los teníamos bien catalogados gracias a mis padres. ¡Este hecho he pensado que era quizá el orden más esencial, y con lo cual empieza la construcción de un hogar digno de llamarse así!
Es por eso que en una canasta exclusiva para tal fin teníamos varias bolsas pequeñas de tela, distintas en su textura y tamaño, cada una de un color diferente, hechas y determinadas para contener los botones.
Con un lazo ajustable en la boca para que no se derramen las atábamos y desatábamos y donde estaban clasificadas estas especies prodigiosas que luego se colocaban sea en el pecho, en el busto, en la manga o en la cadera de los vestidos.
3. Con reflejos
e iridiscencias
Cada una de esas bolsas tenía una denominación con la cual las identificábamos. No estaban escritos los nombres en ningún sitio, sino en nuestra memoria y en nuestro tácito acuerdo de familia, entre padres e hijos.
Una bolsa era de “botones de camisa”, de todos los colores, pero mayoritariamente blancos. Unos eran de un brillo mate y otros nacarados con reflejos e iridiscencias de todos los matices. Algunos tenían solo dos orificios, otros cuatro.
Unos estaban hechos con un arco o con un puente hacia atrás, que eran los que no quedaban planos cuando extendíamos los botones en la mesa.
4. Quizá
porque
Había otra bolsa de “botones de pantalón” donde predominaban los plomos y negros, casi todos ellos de cuatro orificios, hechos de un material denominado “tagua”.
Y que sabíamos que era así porque con ese nombre íbamos a comprarlos a la tienda: “véndanos botones de tagua”, decíamos sin saber lo que ello significaba.
Otra bolsa era de “botones de saco”. ¡Temible e imponente! No sé por qué razón, quizá porque en algo estaban ligados a los ternos de los mayores, aquellos botones eran serios, intocables y regañadores.
O sería porque veíamos lucirlos a los muertos tendidos y boca arriba en sus catafalcos. ¡Eran botones graves, de colores obscuros y solemnes!
5. Con el iris
del sol
Había otra bolsa que en el lenguaje familiar lo identificábamos como la bolsa de botones de “Abrigos de mujer”. Esta bolsa sí que era de botones de embeleso, cada uno hecho como si fuera una obra de arte.
Ondulantes unos, con bordes tallados otros, algunos forrados en cuero, otros con telas exóticas de diferentes colores: unos con brillos en su superficie, otros con el iris del sol y las estrellas en sus venas profundas.
¡Ah, botones fascinantes!, verdaderos tesoros y reliquias. Para mí: piedras preciosas, porque voy a confesarles sin vergüenza alguna que no he sentido emoción ante un diamante, un ágata o la más preciada y costosa esmeralda, ¡que las he tenido en mis manos!
6. En la ropa
de la gente
Tuve delante de mis ojos, en la joyería "Tíffanis" de la Quinta Avenida de New York, a la perla que ostentaba en su cuello la Reina Victoria, que allí se exponía en una vitrina.
La verdad, no me parecieron extraordinarias las ágatas, los rubíes ni diamantes de María Antonieta que lucen en sus vestidos y que se muestran en el Palacio de Versalles, solo a unas horas de París.
Nada del otro mundo me parecieron con sus pedrerías los trajes de los zares en el Museo del Kremlin; es más: no me conmovieron en absoluto.
Y les confieso, ingenuo o confuso: ¡Recordé en ese instante a los botones que refiero, y que me parecieron más hermosos quizá porque además son útiles!
¡Es ante los botones que me embeleso! Y es que son talismanes, sortilegios y abalorios en la ropa de la gente.
7. Bienes
del universo
Y es que los botones están ligados a la vida: a sacarse el saco para una pelea, a desabrocharse una blusa para las entregas del amor.
Son también como los aretes de las mujeres de mi aldea, preciosos por quién y donde se lucen.
Quizá no cuestan más allá de diez céntimos, pero son y serán para mí las joyas más preciadas y excelsas en mi aprecio, valoración y veneración de los bienes del universo.
Y también, como vengo diciendo, ¡los botones de las bolsas en la canasta de trastos de mi casa de infancia, lamentablemente desaparecida!
8. Estas
lágrimas
Ellos no lucieron en una manga o en un escote.
¡No corrieron mundo!, no vieron ni la pena ni el gozo, ni lo dulce ni lo amargo de esta vida, ni lo que dice una promesa ni lo que hiere un desengaño o una despedida.
Algunos sí porque fueron recogidos después de haber rodado por el mundo, como los que fueron trofeos en nuestros juegos de trompos y por lo cual soportamos resondros y hasta severos castigos.
Pero, ¡es eso lo que al final los salva!
Todo ello quizá no merezca, pero no hay razón por qué lo resista ni me avergüence, que por ellos broten estas lágrimas que ahora corren por mis mejillas.
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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
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