Por Danilo Sánchez Lihón
1.
Personas  como don Armado Alvarado Montoro no mueren nunca, viven para siempre entre nosotros.
Están  presentes en todas nuestras acciones, cuando a estas las inspira el  bien.
Son  impulsos en nuestras almas que nos infunden coraje, honor e  ideales.
Se hacen  vigentes en nuestras inquietudes y esfuerzos sacrificados.
Se hacen  vivaces en nuestros gestos signados por la verdad, la belleza, la honestidad, el  cariño.
2.
Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros. ¿De qué  modo?
Luchando  mejor, venciendo cabalmente, triunfando a pesar de todo.
Soñando  más y mejor en un porvenir jubiloso para todos los hombres de la  tierra.
Evoquémoslo y tengámoslo siempre vivo entre nosotros haciendo de  nuestro país plenamente hermoso.
Haciendo  que el ejemplo de su vida se haga tangible y evidente en los niños y jóvenes de  nuestro pueblo.
3.
Hagamos  que su vida no haya sido en vano: realizando los proyectos que nos hemos  propuesto cumplir.
Forjando  las obras que alivien tanta pobreza. Escribiendo las canciones, los poemas, los  cuentos y las consejas que ojalá sean memorables.
Haciendo  que nuestro país sea digno en todo; en donde confiemos  los unos en los otros.
Donde  aprendamos a ver y oír desde los ojos y los oídos de los demás.
Evocarlo,  engrandeciendo la vida.
4.
Hay  distintas maneras de vivir. No solo se vive en forma física. Hay el ámbito  afectivo, anímico, espiritual.
Entonces,  ¿dónde buscar y encontrar a un ser querido que se nos muere, pese que nos hemos  arrojado con él al turbión intentando atajarlo?
Busquémoslos en todo lo bello: en la sonrisa de los niños, en la luz  de la mirada confiada de su madre.
Busquémoslo y encontrémoslo en todo lo edificante y altruista: en las  obras que forjemos en nuestras tierras nativas.
5.
Busquémoslos en los acordes de las guitarras, de las arpas o de las  mandolinas, que entonan endechas de amor entre todos los seres  humanos.
Busquémoslos en las espigas de los campos sembrados que ondulan al  viento.
Busquémoslos en los yaravíes que cantemos. Y en los poemas que sean  canto solidario y verdad para la vida.
Porque  todos habitamos ya para siempre este mundo. Por eso esta es tierra  sagrada.
6.
Esta es  tierra sagrada, porque lo habitan para siempre los seres que hemos amado  tanto.
Porque  nadie en realidad se va. Todos se quedan. Nadie desaparece.
Todos  habitan para siempre nuestros corazones.
Y están  en el empeño de todo lo que pueden hacer nuestros brazos.
Por eso,  con mi adhesión trémula y entrañable cariño
Lima, 25 de octubre del 2010
Lima, 25 de octubre del 2010
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