CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
Construcción y forja de la utopía andina
 
6 DE DICIEMBRE
 
DÍA DEL
 
GUARDAPARQUE
 
PERUANO
 
FOLIOS
 
DE LA
 
UTOPÍA
 
La PORTADA DE LAS FALCÓNIDAS, 
al fondo el antiguo campamento
de  MARINO GONZÁLES
Foto: Carlos Augusto Ramírez Cotrina
MARINO GONZÁLES MORENO, 
 
EL GUARDIÁN LÍTICO
 
DE CHAVÍN
Danilo y Jaime Sánchez Lihón, en Atlantic City
Danilo Sánchez Lihón
 
 1. Lo que él
oye
– ¿Notas que Marino es raro? Ve en la oscuridad, no habla y camina solo.
Es
 cierto. Marino Gonzales Moreno vive solo al borde del Centro Ceremonial
 de Chavín de Huántar y toda su vida está dedicada a deambular por sus 
galerías subterráneas a oscuras y sin oxígeno.
Y
 a tener sueños de revelación de los antiguos Chavín. Solo escarba y 
levanta las piedras y sabe exactamente cuál es su lugar en los muros. 
¿Cómo lo sabe?
–
 ¡Está poseído por los dioses! ¿Has visto cómo vive? Es un ermitaño, un 
monje, un sacerdote. Y anda todo el día enterrado entre las galerías a 
oscuras del viejo y del nuevo templo. Nunca se lo ve comer. Ni siquiera 
tiene fogón. Y entra a las galerías del subsuelo sin luz. ¿Entonces, 
cómo ve?
– Dicen que adentro no mira sino que palpa las piedras. Las lee con sus manos en la oscuridad.
–
 Por eso, ¿has visto que no habla? Solo camina y se detiene donde hay 
algo que mirar, como si pudiéramos entender lo que él oye.
2. Del más alto
nivel científico
–
 Hasta parece que se ha olvidado del lenguaje oral o de hablar en el 
idioma que nosotros hablamos. Oye en el idioma en que hablaban los 
antiguos Chavín. 
– Es decir el lenguaje de los cóndores, los jaguares y las serpientes. Por eso él habita este templo de por vida.
Quienes
 hablan a mi lado son Hermógenes Jananpa y Román Robles quienes han 
venido con nosotros como corresponsales de la revista Gaceta Sanmarquina
 en donde ambos trabajan bajo la dirección del profesor y hombre de 
letras Corpus Varga.
Es
 esta una excursión que la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ha 
organizado en el año 1965 para premiar a los mejores alumnos de las 
diferentes facultades y en donde viajamos acompañados de los profesores,
 Dr. Javier Pulgar Vidal y don Federico Kauffmann Doig.
Es
 en este viaje en donde conocimos personalmente a Marino Gonzales Moreno
 el Guardián Lítico de Chavín a quien el año 2013 se le han dedicado 
diversos homenajes y reconocimientos del más alto nivel científico.
3. ¡Solo
de verlo!
El
 ingresar a las galerías yo voy detrás de don Marino e intentando 
tocarle, porque ciertamente parece un ser poseído por un hálito mágico, y
 principalmente por su talante taciturno.
Nos
 guía por entre los estrechos pasadizos donde las piedras que se alinean
 parejas y abismales en las galerías subterráneas parecen desprenderse 
rugidos, aleteos y siseos sibilinos en estas profundidades.
Son
 reinos oníricos por donde han deambulado hieráticos sacerdotes imbuidos
 d un culto misterioso a cóndores jaguares y serpientes que poblaron con
 sus aleteos, rugidos y silbidos sus sueños.
También por estos estrechos túneles pasaron las víctimas que subían al ara de los sacrificios.
– No hay duda. ¡Está loco! ¡O por lo menos lo ha picado la huaca! 
– No habla pero sabe como ninguno los secretos que encierra Chavín de Huántar. 
– Y ya no habita en este mundo. ¡Y eso se desprende solo de verlo!
4. Un
enviado
Pero, ¿cómo es que Marino Gonzales Moreno llegó a trabajar en el Complejo Arqueológico de Chavín?
Don
 Julio C. Tello realizaba el año 1934 excavaciones en el Centro 
Ceremonial. Y una madrugada se dirigía como todos los días a realizar su
 labor y en el camino encontró a un joven, casi un niño, que regaba su 
chacra ya cerca del templo.
Tenía
 apenas 15 años y le llamó la atención a don Julio la forma que tenían 
los surcos que le parecieron un grabado lítico de signos milenarios.
Pero
 también le impresionó el esmero y la dedicación como el talante prolijo
 de aquel jovenzuelo. Y de ver la forma cómo conducía el agua por los 
surcos, tanto que se quedó observando.
El
 muchacho ni levantó la cabeza. Tello que era de Huarochirí y había 
trabajado en el campo nunca había trabajado también regando la tierra 
nunca había visto hacerlo de aquel modo ni una actitud semejante. 
Tuvo la intuición y la corazonada de que estaba ante un numen, un designio y un enviado.
5. Quizá
la reencarnación
– Eres aplicado y tus surcos parecen escritura. 
– ¿Qué, señor?
– Soy el Dr. Julio C. Tello. Termina de regar tu chacra y ven a trabajar conmigo en el templo. 
No dijo nada más. Y pensó que si era cierto que se trataba de un mensajero no debía decir nada más.
El joven tampoco dijo ni sí ni no. Solo lo saludó comedido y movió la cabeza. Julio C. Tello sintió un temblor por la mirada.
Tello supo en ese momento que era un sacerdote. O una ofrenda de los dioses. 
Quizá la reencarnación de uno de los jóvenes que se habían ofrecido en sacrificio al monolito o lanzón.
Y
 cuyo diente apenas aparecía en lo alto de la terraza pero cuya sangre 
descendía por unos surcos cavados en la piedra hasta las fauces 
hambrienta del jaguar.
6. Devoción
inmensa
Ya de noche llegó al templo. Y no hizo más que sentarse en silencio al lado del sabio junto a la hoguera que tenía encendida.
Julio
 C. Tello notó en sus ojos el misterio de los tiempos antiguos. A partir
 de esa noche no volvieron a separarse anímicamente jamás. 
Y también a partir de esa noche Marino Gonzales Moreno nunca más abandonó el santuario.
Trabaron
 una profunda amistad que se traducía en que él llegaba cuando don Julio
 iba a emprender una nueva expedición arqueológica, sin escribirse.
Ambos comprendieron que se comunicaban más y mejor sin hablar y en el silencio.
El
 maestro le enseñó todo, incluso a dibujar. Y cada vez que el sabio 
emprendía una nueva expedición lo hacía parte de su equipo de 
investigación y de caravana. Así estuvieron juntos en las excavaciones 
de Ancón. Cuzco, Sechín, las Aldas, el Marañón. De allí que la devoción 
que él sentía por Julio C. Tello era inmensa.
7. La obra
sacrificada
El
 Complejo Arqueológico de Chavín de Huántar ahora está declarado por la 
Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad, pero en gran medida 
ello se debe a Marino Gonzáles Moreno...
Son
 muchos los aportes arqueológicos y de defensa de Chavín de Huántar de 
parte de Marino Gonzáles Moreno. La mayoría de sus descubrimientos él ha
 declarado que humildemente han sido revelaciones de los dioses de 
Chavín.
Así
 el año 1945 lo salvó de un invasor que había lotizado de manera oculta 
los terrenos e incluso de la plaza central de Centro Ceremonial, y quien
 incluso ya había vendido las piedras de todo el monumento ofreciéndola 
para construir las nuevas viviendas. 
Nadie
 supo cómo pero fue por gestión de Marino que la policía ya los esperaba
 y sin que hubiera un delator, con Marino al frente quien descubría su 
pecho para que lo maten si querían pero antes de permitir que Chavín 
fuera lotizado.
Pero
 lo más importante ha sido la manera paciente y la obra sacrificada de 
cómo Marino ha ido limpiando el barro negro acumulado del alud de 1945 
que sepultó la ciudadela clausurando puertas y sepultando piezas 
grabadas, cabezas clavas y estelas líticas.
8. Lleva
su nombre
Rescató
 en 1955 una de las cornisas con grabados de halcones de alas 
desplegadas. También en este año ubica las dos columnas líticas únicas 
en su género entre todas las culturas del mundo que ubicó entre los 
escombros que produjo el alud del año 1945 y que ahora componen la 
Portada de las Falcónidas.
Nadie
 hubiera acertado a saber en dónde estaban colocadas hecho que también 
le fue revelado en sueños, porque era inconcebible que allí alguien 
hubiera supuesto que es donde estaban colocadas porque en realidad no 
dan a ninguna puerta.
Sin
 embargo a partir de esa ubicación recién se organiza y alcanza sentido 
todo el centro ceremonial pues conjunciona los edificios y las 
diferentes plazas.
El
 año 2013 se rindieron diversos homenajes a Marino Gonzales Moreno el 
guardián del Complejo Arqueológico de Chavín una de cuyas galerías 
interiores lleva su nombre.
9. Fascinación
con agua
Sin
 embargo la consagración definitiva de Marino Gonzales Moreno el 
Guardián Lítico de Chavín, como se le alcanzó a reconocer, vino el año 
pasado 2013 cuando se presentaron dos libros que son un homenaje a sus 
aportes.
Uno
 es Chavín de Huántar. Los descubrimientos de Marino Gonzales Moreno. 
Por Luis Lumbreras y Marino Gonzales Moreno. Y Chavín de Huántar. Diario
 de Campo de las excavaciones de 1957 y 1958, por Marino Gonzales 
Moreno.
¿Pero
 cuál es el aporte mayor de este enviado o ser picado por la huaca? 
Haber descubierto la maravilla que es la red de agua y el drenaje a 
través de un canal de rocas del cual John Rick de la Universidad de 
Stanford ha dicho textualmente de este complejo hidráulico:
“Chavín
 tenía un sistema hidráulico que no conozco ninguno otro que llegue a 
ese nivel en el mundo actual o del pasado. Es una fascinación con 
agua”. 
Y
 que es el descubrimiento de Marino Gonzales Moreno también por 
revelación. Por algo don Julio C. Tello se detuvo maravillado al verlo 
regar su chacra.
 
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El texto anterior puede ser
 
reproducido, publicado y difundido
 
citando autor y fuente
 


