CARLOS ORO: SENTIMIENTO CHIQUIANO
LUIS PARDO: 
HOMBRE HECHO LEYENDA
Por Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
HOMBRE HECHO LEYENDA
Por Agustín Zúñiga Gamarra (Acucho)
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Nevado
   blanco, inmenso y altivo que lucha con hidalguía inquebrantable 
contra   las fauces grises de las oscuras rocas que se abren paso con el
   calentamiento global. Sí señores, es el gran YERUPAJÁ
   y sus hermanos Jirishanca, Toro y Rasac, son las insignias del alma, 
  del espíritu, del sentimiento, de la savia y la cultura chiquiana. No 
  hay símbolo mayor que el Yerupajá, este nevado nos une, nos abraza, 
nos   llama, nos convoca a no caer en los oscuros abismos del rencor, de
 la   envidia, la ignorancia y la soberbia. Su blancura debe ser la 
puerta del   encuentro, del acuerdo, del diálogo crítico y sabio. 
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Es por esa puerta, que el documental de Carlos Oro Lázaro nos presenta a Chiquián. Y desde el interior de dicha mansión natural, surge nuestro segundo símbolo, inamovible, auténtico, de carne y hueso: LUIS PARDO. Su carácter frío, decidido, seguro no podía ser distinto a su APU Yerupajá, ni su alegría y galantería distintas al clima cálido de Timpoc, Conai o Llamac; ni su voz menos cadenciosa y nítida que su rio Aynin, su gallardía y agilidad en el manejo de los caballos, están presentes en los jinetes de las corridas de toros; su poncho habano y sombrero de paja representan a nuestros hábiles tejedores, y dominadores de la tecnología de los tintes naturales, o las pajas traídas de Piura por los hermanos de Celendin que se afincaron en Chiquián. En suma, nuestros dos símbolos de Chiquián, son auténticos y nos identifican, por eso han trascendido la lógica del mortal, para convertirse en leyenda y estandarte de los imaginarios de justicia, valentía, inteligencia, libertad y solidaridad.
Es por esa puerta, que el documental de Carlos Oro Lázaro nos presenta a Chiquián. Y desde el interior de dicha mansión natural, surge nuestro segundo símbolo, inamovible, auténtico, de carne y hueso: LUIS PARDO. Su carácter frío, decidido, seguro no podía ser distinto a su APU Yerupajá, ni su alegría y galantería distintas al clima cálido de Timpoc, Conai o Llamac; ni su voz menos cadenciosa y nítida que su rio Aynin, su gallardía y agilidad en el manejo de los caballos, están presentes en los jinetes de las corridas de toros; su poncho habano y sombrero de paja representan a nuestros hábiles tejedores, y dominadores de la tecnología de los tintes naturales, o las pajas traídas de Piura por los hermanos de Celendin que se afincaron en Chiquián. En suma, nuestros dos símbolos de Chiquián, son auténticos y nos identifican, por eso han trascendido la lógica del mortal, para convertirse en leyenda y estandarte de los imaginarios de justicia, valentía, inteligencia, libertad y solidaridad.
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La
   pródiga naturaleza y las escabrosas colinas, breñas, zanjas, 
quebradas  y  punas de Pancal, Chonta, Quero, Huasta, Yanamarca, 
Sapahuain, Sajas,   Alalas Machay, etc., hicieron que nuestro símbolo 
corra como un venado  y  desaparezca tras los arbustos ante los 
incrédulos verdugos, que  llenos  de colesterol, subían con aletargados 
movimientos las rocas; la  carencia  de oxígeno en la sangre detenía sus
 mentes, y la sagacidad de  Luis,  sobrepasaba sus límites. Las 
tortolitas, los pichuichancas y las   huachuas, eran sus amigos, sabía 
comunicarse en cada curva, en cada   atajo, así hubieran sido miles los 
soldados, igual no habrían podido,   porque en su feudo, en su hogar, 
todas las aves, las cantutas y piedras   del camino, sabían que Luís era
 su hermano, y lo protegían. Si la   justicia es esquiva y lenta para 
los pobres, ¿por qué no puedo buscarla   incluso a costa de mi vida?. Si
 mis hermanos siguen postrados a pesar  de  las riquezas que otros se 
llevan, ¿por qué no usar mi inteligencia o   blandir mi pecho y 
solidarizarme con ellos?. Luís Pardo lo hizo. 
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Por
   eso, la trascendencia de nuestro héroe es que, tenemos un símbolo que
   nos une, está ahí, es parte de nosotros, lo sentimos en cada rayo, en
   cada canto, en cada calle, en cada esquina. En él se encarnan esos   
valores reconocidos por todos sus historiadores. Felicitémonos de tener a
   un hermano de esas cualidades, ¿acaso todas las provincias o   
departamentos tienen a alguien similar?. Pocos, muy pocos. Por ello   
sepamos valorar lo que tenemos, aprendamos a reconocernos. Reencontremos
   nuestra autoestima en nuestra identidad local. Con esa lección   
histórica, preguntémonos, ¿qué hubiera hecho LUIS en medio de las cosas 
  que nos pasan hoy?. ¿Qué hubiera hecho, si estuviera viendo lo que   
ocurre con el asfaltado de la carretera Mojón-Chiquián-Huasta-Aquia?. Y,
   ¿qué hacemos hoy, nosotros?. Las armas son distintas, pero no los   
valores que nos ha legado: Valentía, Justicia, Solidaridad e   
Inteligencia, con mayúsculas. Consecuentemente en este homenaje por su  
 centenario, no sólo echemos poesías, versos y cantos al aire que   
ciertamente lo merece. Sino también, recordémosle, cómo él fue,   
fundamentalmente un hombre de hechos.
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Por
   eso, el pueblo chiquiano, que lo conformamos todos, necesitamos y   
debemos demostrar, que debajo de nuestros ternos, camisas, vestidos,   
ponchos o llicllas, está la historia viva de nuestro héroe, demostremos 
  en este centenario nuestro rechazo a la injusticia de una obra   
postergada, salgamos a caminar la Pampa de Lampas cantando La Andarita, 
  convirtamos los adoquines de cemento de la burocracia, en las piedras y
   arbustos de Pancal, sometamos a los “Toro Mazote” de la dejadez y la 
  corrupción de Zorritos o Abancay, a cumplir su deber. Pongamos en los 
  picos de las huachuas de Conococha y los cóndores de Jirishanca, el   
mensaje y que anuncien en cada hogar de Bolognesi, que el telón del   
centenario de su héroe no se bajará sino hasta ver concluida esa obra.  
 Sólo así volveremos a mirarnos como verdaderos coterráneos de Luís 
Pardo   Novoa el inmortal Justiciero Chiquiano.
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Ay, Chiquián, Chiquián querido,
cuánta pena siento al verte
sometido a mil abusos
y esquilmado por los fuertes.
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Desde la cumbre o de la quebrada
con una salva de cinco tiros
yo te saludo, tierra chiquiana
yo te saludo, tierra de amor.
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Todo
   esto ha venido a mi mente con la obra que he visto de Carlos Oro en  
 homenaje al centenario de Luís Pardo. Con su documental de 18 capítulos
 y   15 canciones, una pequeña muestra de la inmensa obra de Alberto   
Carrillo y la creatividad del cantautor, respectivamente. Carlos nos   
permite ver a nuestro héroe, cabalgando a un brioso alazán, surcando con
   destreza los cerros de Pancal, fusil al hombro, poncho habano con  
rayas  claras, sombrero y bufanda blanca. Bailando, cantando, apoyando  
al  pobre, enamorando y surcando con su conquista punas y cumbres. En  
esa  peligrosa y comprometida caminata, moraba bajo cataratas,  
alimentándose  de flores de la cantuta para terminar atrapado y muerto  
cerca a Cajacay.  Pero su grito aun sigue vigente:
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Hermanos dónde están mis defensores
para mí no hay clemencia
para mí no hay consuelo
si me han de matar
que me maten ahora,
pero que me maten de frente.
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Soy justiciero, sí señores
justiciero de los pobres
enemigo de los ricos
cuando abuzan a los pobres.
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Carlos
   Oro, nacido en chiquián, hijo de don Alberto Oro y doña Urbana 
Lázaro,   estudió Transición en Cuspón, luego su Primaria del 1er a 5to 
grado en   el 86214 de Chiquián, Secundaria en el colegio Coronel 
Bolognesi,   culminado sus estudios superiores en la primera promoción 
del Instituto   Superior Tecnológico de Chiquián (ente 1984 a 1988), en 
la especialidad   de Producción Agropecuaria; su infatigable deseo de 
formarse, lo llevó  a  continuar sus estudios en la Universidad Enrique 
Guzmán y Valle,   licenciándose en Educación, especialidad en Ciencias 
Pecuarias. Pero la   vena por el arte, lo movió a buscar mayor formación
 musical, para ello   concluyó sus estudios en el Centro Folclórico del 
Magisterio "Alejandro   Vivanco Guerra", especializándose en Quena y 
Guitarra, y donde   actualmente trabaja en calidad de docente nombrado. 
El vive enfrentando   las dificultades de la vida de un maestro, en el 
Asentamiento Humano  San  Martín, un hogar que puede no tener las 
mejores condiciones de  equipos o  artefactos, pero sobra dignidad, 
honestidad, amistad y  trabajo.
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Luego
   de verlo y visitar su casa, tuve que reconocer que los hombres   
emprendedores hacen mucha falta en nuestro país y en nuestros pueblos,  
 son los que hacen y no necesitan saber mucho. El paradigma del 
presente,   del saber y no hacer, debe ser cambiado por el de haciendo 
encontrar  el  progreso. Las obras de los grandes hombres se han hecho 
de más sudor  y  menos discusión. La obra de Carlos se destaca porque le
 pone   sentimiento, corazón y dedicación. Y sobre todo genera empleo en
 base a   la industria cultural. El sabe a quienes solicitar apoyo para 
culminar   sus obras como estos videos que nos regala en homenaje al 
Centenario  del  justiciero chiquiano Luís Pardo. Si todos tuviéramos 
las mismas  agallas  de emprender obras a pesar de las dificultades, 
otro sería la   situación. Por eso Carlos Oro, mereces felicitaciones, 
nos enseñas que   para hacer videos no se necesita ser egresado de la 
mejor escuela de   cine, así como para escribir no necesitas tener el 
diploma de escritor,   sino hacer y hacer que es la forma de progresar 
desbrozando barreras y   rompiendo mitos.
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Lima, 23 de Julio de 2009 
.Presentación
   del Documental y Canciones, de Carlos Oro, en homenaje al Centenario 
  del paradigma de Chiquìán, Luis Pardo Novoa. En el Club Ancash, ayer  
 jueves 23 a las 8 pm. 
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Una noche de alegrìa y regocijo por la CULTURA. Se dieron cita, unas 130 pesonas, no sólo chiquianos, sino también hermanos de todo Ancash. Felicitaciones para los protagonistas y convocantes de esta noche, los autores de los libros presentados: Filomeno Zubieta y Augusto Escalante y del documental: Carlos Oro. Nos demostraron que en Huacho, se vive cultura y de peso, como lo señaló el historiador y maestro universitario Wilfredo Kapsoli Escudero.
Una noche de alegrìa y regocijo por la CULTURA. Se dieron cita, unas 130 pesonas, no sólo chiquianos, sino también hermanos de todo Ancash. Felicitaciones para los protagonistas y convocantes de esta noche, los autores de los libros presentados: Filomeno Zubieta y Augusto Escalante y del documental: Carlos Oro. Nos demostraron que en Huacho, se vive cultura y de peso, como lo señaló el historiador y maestro universitario Wilfredo Kapsoli Escudero.
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Luego
   de la reunión, la tertulia continuó en una cálida sala del club, 
donde   pudimos conocer a los Amigos de Luis Pardo, y muchos integrantes
 de la   Asociaciòn de Escritores y Poetas de Ancash, que comandan este 
  renacimiento de la cultura ancashina en la capital. Particularmente 
fue   una noche para el recuerdo. No puedo dejar de resaltar la 
presencia del   prestigioso arqueólogo Federico Kauffmann Doig, que 
risueño y  sencillo,  lo que es tìpico en los que tienen sabiduría, posó
 para el  recuerdo de  muchas cámaras. 
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Los
   arrullos del Yerupajá y Conococha, llegaron con la maravillosa voz de
   Nieves Alvarado y por su puesto de Luis Pardo, perdòn, querìa decir  
 Carlos Oro. Guardo mis saludos finales para la Novia de Luis Pardo, de 
  quién esperamos muy pronto, presentarse en público en algun momento   
cultural, que ella prometió. Los invitamos a los lectores a conocer a la
   escritora Verónica Solórzano Vidal. 
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Nos queda hermanos chiquianos apoyar la cultura chiquiana comprando cultura chiquiana. Allí están los libros y videos.
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Fuente:
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Blogspot CHIQUIÁN CULTURA de Agustín Zúñiga Gamarra
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Cordillera Huayhuash