La Vergne, 21 de abril de 2013 
 
HOLA SHAY:
 
Los queridos familiares de nuestro entrañable paisano FÉLIX EVERARDO “EVITO” ALVA IBARRA, nos invitan a la Misa de Honras que por el eterno descanso de su alma se oficiará, conmemorando el PRIMER AÑO de su encuentro con el Señor.
HOLA SHAY:
Los queridos familiares de nuestro entrañable paisano FÉLIX EVERARDO “EVITO” ALVA IBARRA, nos invitan a la Misa de Honras que por el eterno descanso de su alma se oficiará, conmemorando el PRIMER AÑO de su encuentro con el Señor.
6:30 p.m. del jueves 9 de mayo de 2013
LUGAR:
Vicaría Pastoral de la Comunidad China San Francisco de Asís, Colegio Juan XXIII - Jirón Castilla Nº 842 - SAN MIGUEL.
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Los paisanos que por equis razones no podamos asistir, elevemos nuestras oraciones por el descanso eterno de nuestro recordado EVITO.
Fraternalmente,
 
Nalo
Fuente:
 
María Dalmira Alva Aldave
Nalo
Fuente:
María Dalmira Alva Aldave
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Nuestra querencia no es su paisaje y la gente que habita su suelo, solamente. En mi caso, talvez porque no nací en Jircán, pero sí mis raíces, me fue fácil asimilar de adolescente, que CHIQUIÁN es mucho más que ese binomio mágico: también es su sed, su hambre, su risa, sus sueños, sus luchas por el desarrollo, su canto y su llanto. No es la laguna Sequiancocha que se secó de repente, y con el tiempo se hizo parcela habitable, es también Pisanamaría y su escoba, Matara y su ccantuhuayta, Cuspón y doña Licuna, el Turumanya del maestro Rubén; es Obraje y el barbudo Andrés, Carcas y su tarde taurina de agosto, Cutacarcas con sus vacas lecheras de medio pelo.
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 Cordillera Huayhuash
CHIQUIÁN EN EL RECUERDO
Nuestra querencia no es su paisaje y la gente que habita su suelo, solamente. En mi caso, talvez porque no nací en Jircán, pero sí mis raíces, me fue fácil asimilar de adolescente, que CHIQUIÁN es mucho más que ese binomio mágico: también es su sed, su hambre, su risa, sus sueños, sus luchas por el desarrollo, su canto y su llanto. No es la laguna Sequiancocha que se secó de repente, y con el tiempo se hizo parcela habitable, es también Pisanamaría y su escoba, Matara y su ccantuhuayta, Cuspón y doña Licuna, el Turumanya del maestro Rubén; es Obraje y el barbudo Andrés, Carcas y su tarde taurina de agosto, Cutacarcas con sus vacas lecheras de medio pelo.
Chiquián   no termina en Caranca ni en Jaracoto, tampoco en Gilta, menos en  Cruz  del Olvido; Chiquián es el viento de Rumichaca al caer la tarde  soñolienta, la  mangada que viene de Ninán y Cucuna, sus caminos que  serpean junto a la  cascada que cae y al arroyo que pasa sonriente; es  el rayo y el trueno  que nos avisan que sobre todas las cosas está Dios;  es nuestra generosa laguna de Conococha que calma la sed del Callejón  de Huaylas. Son las manos  alfareras que  aplauden las obras de bien de  sus hijos, las que imploran  por el hijo pródigo que no vuelve desde  hace muchos años; es la chicha en porongo, el  chinguirito caliente, la  añoranza que espera insomne; es la herida que no cierra con aguja de  arriero ni con hilo de penca; es el  arpa de la noche que trina lamentos y  juramentos; es la jaratanta que le  gana la batalla a la solitaria en  una noche estrellada; es la lahuita  con garancho que distrae a los  estómagos flacos, la llunca que hace más  robustos a los chiuchis de  Pacra y el pojti solidario después de un  velorio; es el chucarito de  Cuspón, el tocos de Macpún, el api y la  huatia de Fragua, la cachisada  con papita arenosa de Huacacorral y su porción de  tulpu con su toque de  ají de Racrán. Es el gueli y el rantín; es el  amanecer perfumado de  shulay; es la alforja, la talega y el apachico de  ilusiones; es la  campana que dobla por el amigo que surca el éter una tarde de chirapa;  es el runchus y la rashta en la Pampa de Lampas; es el ichu que silba  huaynos chiquianos en Romatambo. Es  fiesta campechana que une a propios  y extraños, con sus callecitas  angostas y las raídas puertas que  aguardan al paisano errante, bajo el  chueco umbral.
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Chiquián   es la infancia que no se quiere ir y la nueva hornada que llega   crocante a reemplazarla. Es la joroba que asoma a paso lento con su   bastón de otoño; es el raudo volar de la primavera y el andar cansino   del ratash invierno; es la racuana, el caishi y el arado, el poncho y el   jacu, el sucu y el tucumán que abriga al cachiputu; es el llanque, los   callos y los pies cuarteados por la helada que baja de Tucu; es el  aroma y  el trino de Parientana, el chuluc y el ninacuru de Tulpajapana,  el tinyaco y el shulaco de Shulu, el  dulce muchqui de Mishay, la linda  verbenita cabalgando por los caminos de herradura de Luis Pardo... en  fin, no habría cuándo acabar, porque el  terruño lo es todo.
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Nalo .
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 Cordillera Huayhuash







